Da tu apoyo a Chisland! Desactiva tu bloqueador de publicidad o haz una donación para el mantenimiento del foro! Cualquier cifra vale, puedes leer más información aquí
Bueno, y cómo atajas la desigualdad entre sexos sin tomar medidas que discriminen por sexo. Tengo curiosidad.
Multando a quien discrimine por sexo y educando para atajar el absurdo de discriminar a la gente por su sexo.
Si nos parece mal que se discrimine a una persona por su sexo para acceder a su puesto de trabajo no entiendo como se puede institucionalizar el darle un puesto de funcionario a una persona en vez de a otra basandose en exclusiva en su sexo. Me parece un pensamiento medieval y retrógrado a mas no poder. Si encima se vende semejante atrocidad como una lucha por la igualdad, es directamente tomar a los ciudadanos por gilipollas.
Por ejemplo. Pensemos en que las mujeres a igual trabajo cobran menos que los hombres por ese mismo trabajo. Eso tiene una solucion facilisima. Detectar el trabajo realizado por un empleado es dacil. Detectar lo que cobra tambien. Si una empresa a mismo trabajo pga diferente se le mete un multazo del quince de manera que no le salga rentable arriesgarse a hacer eso.
Claro. Para hacer algo asi hace falta que los politicos en vez de declaraciones y fotos se pongan a trabajar. Aporten recursos a las inspecciones y modifiquen la legislacion. Pero parece que da mas votos decir que se lucha por la igialdad que realmente luchar por la igialdad.
¿Y cómo determina/presupone un juez que un empresario paga más a un hombre que a una mujer, teniendo el mismo puesto, por motivos de sexo? O dicho de otro modo, ¿cómo hacemos para que los jueces lean mentes? ¿Quieres más medidas administrativas complejas que finalmente tienen efecto cero sobre las personas?
Pitu, es que sin las discriminaciones positivas, no sólo de sexo, segurísimo que volveríamos en muchos aspectos al medievo. Estoy de acuerdo en que la discriminación positiva no puede ser la solución a un problema de injusticia social, pero mientras transcurren los próximos cincuenta o cien años hasta que el modelo educativo logre cambiar la mentalidad de la sociedad, pues hombre, algo habrá que hacer para poner parches a las injusticias que sufren las generaciones de hoy y de un futuro inmediato.
¿Y cómo determina/presupone un juez que un empresario paga más a un hombre que a una mujer, teniendo el mismo puesto, por motivos de sexo? O dicho de otro modo, ¿cómo hacemos para que los jueces lean mentes? ¿Quieres más medidas administrativas complejas que finalmente tienen efecto cero sobre las personas?
Las lecturas de mente para los invitados de Iker Jimenez. Para los jueces mejor darles informes de inspectores de trabajo y de la policia. ¿como se entera un juez que un empresario explota a sus empleados? ¿leyendo la mente? No. Se hacen inspecciones laborales.
Pitu, es que sin las discriminaciones positivas, no sólo de sexo, segurísimo que volveríamos en muchos aspectos al medievo. Estoy de acuerdo en que la discriminación positiva no puede ser la solución a un problema de injusticia social, pero mientras transcurren los próximos cincuenta o cien años hasta que el modelo educativo logre cambiar la mentalidad de la sociedad, pues hombre, algo habrá que hacer para poner parches a las injusticias que sufren las generaciones de hoy y de un futuro inmediato.
Claro que no se puede dejar las cosas en mano exclusiva de la educacion y por tanto de la voluntad de los individuos. Hay que actuar tambien de otra manera paralelamente. Pero esas actiaciones no pueden consistir en discriminar a la gente por su sexo ya que precisamente es lo que intentamos atajar.
Pues nada, deja la igualdad en manos de inspectores. Espero que les vaya mejor que con el trabajo y la hacienda.
Lo siguiente que va a ser ¿pedir que se deje la justicia laboral en manos de inspectores, sindicatos, politicos y jueces? Que locura.¿eh? Donde se ponga una buena turba con anctorchas que se quite el sistema. Es mas. Pongamos las turbas por ley. Quien antorchee mas que se lleve el puesto de funcionario.
Me acabo de enterar que el viernes hubo, en la Universidad Complutense de Madrid, un pequeño enfrentamiento entre los cristo-fascistas de Hazte Oir y Vox, por un lado y los estudiantes por el otro, cuando los primeros intentaron celebrar, con su patetibus, un acto en las puertas de la facultad de Derecho, a pesar de estar prohibido por la Delegación de Gobierno. Parece ser que el rector les cerro las puertas del edificio y acabo siendo agredido por un cristo-yihadista de estos.
Yo creo que, visto el éxito publicitario obtenido con su campaña de intolerancia rodante, los cachorros de Cristo Rey estos podían diversificar su campaña con más mensajes que combatan las mentiras de los descreídos y demás siervos del Maligno, a saber:
La alineación del Vomitivo Superstition F.C. sería, de izquierda a derecha y de arriba a abajo: Arzobispo de Granada, Arzobispo de Lima, Obispo de Tenerife, Obispo de Alcalá de Henares, Arzobispo de Barcelona y Obispo de Canarias ... si Dios realmente existiera el avión que se estrelló no hubiera sido el del Chacopoense.
Bueno, al menos estos tipos son sinceros y coherentes con la doctrina de su secta. Prefiero esto a la hipocresía de los jerarcas católicos que se desmarcan de cosas como el autobús de Hazte Oír. Como si no tuvieran na que ver.
Partamos que sus dogmas son inventados y que responden a vete a saber que intereses en los primeros siglos de nuestra era. A partir de ahí la Iglesia siempre ha sido bastante hijadeputa estando casi siempre con el poder y contra los intereses del pueblo. Una vez dicho esto probablemente la empresa ICAR de hoy en día es la menos mala en su historia y podríamos decir que tiene en su interior grises más claros y negros como el carbón. Lo increible es que el padre Ángel este en la misma organización que los bastardos del mensaje del Capi. Quizá es como consiguen perdurar, mezclandose con gente que merece la pena.
Partamos que sus dogmas son inventados y que responden a vete a saber que intereses en los primeros siglos de nuestra era. A partir de ahí la Iglesia siempre ha sido bastante hijadeputa estando casi siempre con el poder y contra los intereses del pueblo. Una vez dicho esto probablemente la empresa ICAR de hoy en día es la menos mala en su historia y podríamos decir que tiene en su interior grises más claros y negros como el carbón. Lo increible es que el padre Ángel este en la misma organización que los bastardos del mensaje del Capi. Quizá es como consiguen perdurar, mezclandose con gente que merece la pena.
Yo creo que, dentro del catolicismo y de las otras sectas que provienen del cristianismo (con cuyo mensaje original poco tienen que ver a mi entender) siempre ha habido esa coexistencia, por ejemplo, San Francisco de Asís, que me parece un tipo admirable, coincidió (o casi) con el hijo de puta de Gregorio IX, creador de la Inquisición.
Pero, aunque el Tío Giovanni me caiga bien, servidor siempre ha sido más de Dulcino ... ¡¡¡Penitenciagite!!!
Hablando ya no de igualdad de género sino económica y social...
Buscamos un colegio para que mi pequeña hiciese prekinder este año, y chocamos con lo más podrido, competitivo y arribista de la sociedad chilena. Realmente no pensé que la cosa estuviese tan mal, el colegio es más un club social que otra cosa, y evalúa a los padres antes que a los hijos, aunque de ellos se elige a aquellos que calzan perfecto en el perfil y descartan todo aquello que salga de la norma.
Con mi señora buscamos, conscientes de nuestro idealismo, un colegio que:
1) Quedase cerca de casa, para ir a pié. Afortunadamente en mi comuna hay varios.
2) Que su foco no fuese estresar a los pequeños en pos de resultados académicos (gran problema en Chile)
3) ... pero tampoco tan relajado como para desperdiciar sus habilidades innatas.
4) Ojalá no religioso extremo, es decir, que respete realmente las diferencias y sobre todo a las mujeres.
Es increíble pero descartamos casi todos, aunque la gente se mata por entrar a ellos. Además son carísimos, de manera demencial. Y además es impresionante lo importantes que son para definir el futuro entero de tus crías, un buen colegio les asegura la vida. Maldita sociedad clasista.
Finalmente nos quedamos con uno que cumple todos los requisitos... menos el 3). Y eso que es religioso, pero de los modernos y más alternativos. Pero me tiene inquieto que el colegio casi no existe, es invisible en sociedad. ¿Será la mejor elección? ¿Estaré perjudicando su futuro?
Bueno, ayer me llamaron de uno de los más famosos de la ciudad, que queda a 2 cuadras de mi casa, para avisar que "quedamos preseleccionados para participar de la selección". Imaginen, pre-postulan 1000 personas para los 120 cupos de postulación. Y de ahí recién eligen a los 50 que entran al colegio el próximo año!!! Absurdo!!! Pero es casi como sacarse la lotería, así que igual haremos el proceso. Por último para decir que lo intentamos.
El problema es, ¿realmente queremos que quede? Es carísimo (pagable con cierto esfuerzo), elitista "alternativo", con mucho profesional moderno y famoso. La educación es de primer nivel, hasta idioma alemán aprenden. Los chicos que salen de ahí son seguros de sí mismo y se comen el mundo. Pero son privilegiados, crecen en esa burbuja, puede que pierdan contacto con la realidad.
Con mi señora estamos procesando y asimilando mientras pasan los días. Pero igual estamos rabiosos y frustrados por la falta de un punto intermedio en los colegios, por el arribismo de la sociedad, por las burbujas y privilegios que construye el dinero, y por el conflicto que nos genera la lucha entre nuestros principios y las ganas de darle a la pequeña el mejor mundo posible (que se pueda pagar).
Mientras la educación siga siendo tan segregada una sociedad más igualitaria se ve como algo más y más lejano.
Es posible que yo, al no tener hijos, no consiga empatizar con lo que cuentas, pero ¿Perjudicar el futuro de tu hija porque no la preparen suficientemente ... en prekinder (supongo que será como el preescolar de aquí)? A no ser, claro, que vuestra intención sea que continue allí sus estudios hasta bastante más adelante, entonces si.
Y ahora la de arena, con lo poco que te conozco de aquí, me vale para saber que las cosas importantes, la educación, la solidaridad y, en general, ser buena gente, lo tiene asegurado, por lo que le enseñaréis y también por genética ... de tal palo, tal astilla.
Se me olvida precisar en el panorama general que en Chile si no entras a un colegio "de los buenos" en el prekinder, es muy difícil que entres después, porque son clubes cerrados donde se cuidan de criarse entre pares, "gente como uno" o "GCU" le dicen los muy cabrones.
Este colegio en particular, por tener formación en alemán, es de esos en que o entras a los 5 años o ya no entraste, a menos que llegues ya bilingüe desde Berlín. Ese es el punto que nos hace dudar, ya que el hecho de que nos hayan invitado a postular es casi como sacarse la lotería.
Ojalá la educación fuese como leemos sobre Europa, donde eliges el que te queda más cerca, el nivel en general es bastante parecido (excepto para la aristocracia, obvio), y el colegio no define tu futuro como adulto.
Pero en Chile la educación pública está muerta, el sistema privado podrido, y la misma gente avala la discriminación y la exclusividad mal entendida.
Y el equipo de Trump quiere replicar el modelo chileno en EEUU...
con migo estudio una chica que saco dos carreras a la vez con matricula y tenia trabajo antes de terminar la carrera donde quisiera. siempre estudio en la publica. una chavala majisima, hace años que no se de ella, ¿que sera de su vida?
por otro lado, mi cuñado estudio en los mejores colegios, los mas caros y elitistas, y sus excompañeros ahora son en su mayor parte una panda de hijos de papa, que no saben hacer otra cosa que esnifar coca y malgastar dinero y que si no es por los enchufes que les proporciona su padre no valdrían ni para fregar suelos. eso si, con carreras universitarias, todas pagadas con el dinero de papa.
mi sobrina fue a un colegio prestigioso que es famoso por unos resultados académicos excelentes. Con el tiempo descubrimos porque, a los niños menos dotados, en lugar de alentarlos y ayudarlos, se les excluye y aparta y luego se invita a los padres a que le cambien de colegio.
Resumiendo que las oportunidades serán del que se las gane y si ella tiene capacidad, un colegio normal será suficiente.
Un colegio normal es suficiente... ...para un niño normal.
En mi familia ha habido más de un niño prodigio que ni se adaptaban al sistema ni el sistema se adaptaba a ellos. Casos excepcionales requieren educación, más que excepcional, muy muy muy personalizada. Y eso en un aula con 40 alumnos simplemente no es posible y la mejor opción de todas es la del clásico tutor en exclusiva como tenía la nobleza en el antiguo régimen.
Ayer, día mundial de la poesía, publicaron este artículo de Luna Miguel en Playground, es muy largo pero en mi opinión, vale la pena.
Cuando ser escritora es sinónimo de humillación, desigualdad y acoso sexual
¿Cómo empezar a contar esto? Quizá lo mejor sea hacerlo a través de una anécdota personal, vieja y a primera vista insignificante. Una anécdota que tuvo lugar alrededor de 2004 en Almería, cuando yo tenía 13 años. En aquel momento empecé a leer poesía. Me gustaba la Generación del 27, pero sobre todo me gustaban las escritoras españolas contemporáneas, porque aunque los del 27 estaban muy bien, las autoras más jóvenes conectaban más con mi alma adolescente.
Una de esas autoras a las que admiraba era Miriam Reyes, poeta confesional de una lírica muy bruta, capaz de narrar con sus versos situaciones tremendas en las que muchas chicas podíamos sentirnos reconocidas. Era 2004, como digo, no me acuerdo del mes mes pero sí de que en aquella época se estaba celebrando alguna feria del libro o algún ciclo poético excepcional en mi ciudad.
Una tarde, en la biblioteca pública donde por aquellos días se paseaban los autores, llegué emocionada al salón de actos porque precisamente era Miriam Reyes la que iba a leer allí. En la puerta de esa sala aún vacía me topé con los organizadores del acto, unos poetas locales que en Almería tienen cierta fama. No les dije nada ni me dijeron nada pero estaban allí, a mi lado, hablando entre risas de Miriam Reyes, a la que según dijo uno “querían verle las tetas”. Así. Tal cual. “Verle las tetas”.
De hecho eso no fue todo lo que dijo. Su frase completa fue algo así como que “ iba a pedir al conserje de la biblioteca pública que subiera la calefacción para ver si Reyes tenía calor, se quitaba la camiseta y se le veían las tetas”. Esa misma persona, minutos después, estaría en el escenario junto a la poeta, alabando su obra, mirándola fijamente mientras leía, asegurando que ante nosotros estaba una de las grandes voces de la literatura española y —aunque esto no lo dijo en alto, pero seguramente estaba pensando— la de mejores tetas.
II
Imaginad la escena.
Deteneos.
Por un lado, la poeta que recita sin saber —¿o quizá sí lo sabía?— que el hombre que está a su lado tiene intenciones oscuras. Mientras Miriam Reyes declama textos de su libro Bella durmiente, ese que precisamente escribió para vomitar los demonios que llevaba dentro desde niña, el poeta de su derecha contempla anonadado su escote que ya no es de niña —¿no es irónico?—.
Por otro lado yo, la adolescente de la segunda fila que se aguanta las lágrimas ya no sabe si por la emoción que le produce ver a su ídolo en acción o si por aquella grosería que hacía unos minutos acababa de escuchar, y que todavía no entiende, y que no se atreve a contar a nadie casi hasta muchos años después. Cuando reflexiona. Cuando toma conciencia. Cuando se da cuenta de que ya es hora de hablar.
III
Así que aquí estamos otra vez.
Somos Miriam Reyes y yo un mediodía de noviembre compartiendo mesa y menú en un restaurante del barrio gótico de Barcelona y 12 años después de aquel episodio raro en la biblioteca de Almería.
No puedo evitar preguntárselo: ¿Sabías lo que esos tíos decían de ti?
Reyes, que está dándole vueltas a su sopa de remolacha, mira con timidez a mi plato y no contesta. En verdad, según me cuenta después, podía imaginarse lo que aquellos poetas dirían de ella.
Se lo imaginaba porque a cada recital, acto o reseña en los que su nombre era mencionado, la sensación de revuelo y risilla que se generaba era siempre la misma. Revuelo porque se trataba de la poeta guapa y joven. Risilla porque era una mujer que escribía sobre sexo, y eso a algunos les parecía —y aún parece— que sólo era una señal de luz verde para permitir insinuaciones, miradas seductoras, piropos no solicitados y otra serie de cosas que consideramos más habituales en una barra de discoteca de madrugada que en un acto literario.
Miriam Reyes se califica como escurridiza. Sabe apartar la mirada. Sabe decir que no cuando toca. Sabe que cuando el flirteo más desagradable da comienzo ella debe enmudecer y calmarse, porque esa es la actitud que decidió tomar muchos años atrás cuando viviendo en Venezuela conoció lo que era el verdadero acoso callejero. Por eso, como entiende los códigos de la seducción machista, a Miriam Reyes no le sorprende que yo le recuerde esta anécdota de Almería.
En todo caso, su mayor preocupación es qué hacer para que lo que ella vivió no lo vuelva a vivir nadie. ¿Qué podemos hacer? ¿Qué cojones podemos hacer para que ni una escritora tenga que pasar por esto? Pero antes de que se nos ocurra cualquier respuesta útil, Reyes cae en la cuenta de que el sólo hecho de que una mujer en los cuarenta como ella pudiera detenerse a ayudar a otras más joven, ya podría ser visto como un acto de envidia . Como un gesto demasiado protector. Como un juicio, de nuevo, teñido de ese machismo que nos descalifica y nos calla.
IV
Erika Martínez no se calló.
Todo lo contrario: ella lo dijo bien alto durante la lectura de poetas emergentes del festival de Cosmopoética en 2010. Lo soltó así: “Por inverosímil que parezca, no hemos venido a acostarnos con nadie. Hemos venido a leer”.
A lo que la poeta granadina se refería con aquel apunte era a una anécdota que desde la creación de Cosmopoética venía circulando entre los escritores del país. Según esa leyenda, a aquel festival sólo se invitaba a poetas emergentes —esto es, a las más jóvenes— que fueran guapas y solteras.
De acuerdo con el rumor, en las noches del festival se hacían chistes sobre las jóvenes, e incluso se hacían porras con las que determinados autores apostaban con quién acabarían acostándose aquella noche. Y aunque en principio todas esas historias sólo fueran habladurías y gracietas, lo cierto es que varias de las poetas que en distintas ediciones fueron invitadas —y que después de denunciar estos hechos a PlayGround prefieren mantener el anonimato— reconocen haber llegado a sentirse violentadas y humilladas durante el transcurso del festival.
De ahí que el comentario de Erika Martínez para dar comienzo a su lectura en 2010 fuera tan representativo. Casi por primera vez, alguien estaba demostrando que lo que en principio sólo eran habladurías, acabó por convertirse en una presión real.
Sobre esta presión, Erika Martínez también resalta que en su caso el trato de los organizadores siempre fue respetuoso, pero añade: “Siempre me he sentido tratada como una igual por ellos. Lo que sucedía, más bien, es que otros muchos poetas solo podían subestimarnos. No es fácil subir con esa sensación a un escenario. También era, por supuesto, su forma de deslegitimarnos”.
A propósito de las acusaciones de las invitadas, Carlos Pardo —a la cabeza de Cosmopoética en el período de 2004 a 2011— defiende para PlayGround que desde la dirección nunca se fomentó este tipo de comportamientos. Insiste, además, en que durante su gestión junto a Fruela Ferández y Juan Antonio Bernier, el festival fue el único del país que siempre invitaba a más mujeres que a hombres.
Pardo niega haber escuchado esas acusaciones y leyendas, y recalca que para él lo machista es reducir el festival a anécdotas sin fundamento. Por su parte Bernier sí confirma la existencia del rumor, aunque añade que él mismo se sintió perjudicado por éste. Y Fernández prefiere obviar estos comentarios porque según él “un festival siempre es una mezcla de error y descubrimiento”.
Con todo, el festival cordobés no fue el único en cometer errores.
Por desgracia, situaciones como las aquí descritas se viven cada día en las presentaciones, en los despachos de las editoriales, en los congresos, en cualquier lectura.
¿Has vivido alguna situación de acoso/sexismo/desprecio por el simple hecho de ser mujer en el ámbito poético de nuestro país?, pregunté. Y las poetas hablaron:
María Sánchez, autora de Cuaderno de campo, me dijo que un conocido poeta de su ciudad le había dicho que si quería triunfar en la poesía tenía que hacerse fotos semidesnuda y subirlas a su blog.
Carmen Camacho, autora de Vuelo doméstico, me dijo que en alguna ocasión un editor se le había insinuado, pero que ella, como no se corta un pelo, se rió de él en su cara.
María Sotomayor, autora de La paciencia de los árboles, me dijo que un día, a las tres de la mañana, un hombre que había asistido a su lectura empezó a dejarle comentarios molestos en Facebook. Le abordó con palabras pegajosas porque quería “pagarle” para que le leyera en privado. Sotomayor le contestó que si quería una lectura privada, que se comprara sus libros.
Erika Martínez, autora de Chocar con algo, me dijo que no hace mucho, en un congreso, un profesor preguntó en voz alta: ¿Y esta niña cómo sabe tanto de poesía? “Pues tanto no sé, caballero”, bromea Erika, “pero soy poeta, tengo treinta años y un doctorado en el tema. Cabe una remota posibilidad de que esté aquí por eso”.
Paula Aguirrezabala, autora de Al final, muere, me dijo que su antiguo editor jugó con ella. Que la chantajeó emocionalmente. Que se aprovechó de su ingenuidad y también de la de algunas de sus compañeras.
Sonia Fides, autora de Mi vida sin Julio Verne, me dijo que situaciones de acoso no ha vivido, pero no porque no haya habido intentos, sino porque ella no se ha dejado ningunear por nadie, por muy reconocidísimo poeta que fuera.
L (no quiere desvelar su identidad), autora de varios libros de poemas, me dijo que cuando tenía diecinueve años un poeta bastante mayor que ella la intentó tocar y besar en la puerta de su hotel, al que él quiso acompañarla porque era tarde y "para protegerla".
Amarna Miller, que además de actriz porno es autora del poemario Manual de psiconáutica, me dijo que su editor le insistió una y otra vez en que tenía que salir desnuda en la portada de su libro, incluso si ella ya le había dejado claro que no estaba de acuerdo.
Elena Medel, autora de Chatterton, me dijo que en múltiples ocasiones ha recibido insultos muy desagradables sobre su físico por parte de otros poetas.
Lola Nieto, autora de Tuscumbia, me dijo que en ambientes literarios había escuchado a algunos escritores juzgar a otras escritoras por su cuerpo.
De comentarios sobre la concepción del físico también me hablaron Laia López Manrique, autora de La mujer cíclica, quien además me reconoció no haber sufrido acoso en el ámbito literario pero sí en el laboral; Sofía Castañón, autora de Prohibido silbar, quien además ha dirigido el documental Se dice poeta, el primer y único reportaje que aborda la desigualdad y el machismo en el ámbito poético español; y por supuesto Yolanda Castaño, autora de Profundidad de campo, un libro en el que precisamente se debate sobre la identidad, la sexualidad, la feminidad y la angustia que produce el choque de todas esas cosas en una sociedad machista que además no sabe mirar más allá de las apariencias.
V
Ahora, si me lo permitís, voy a traer otro recuerdo personal. Fue hace unos seis o siete años, durante el Festival de Perfopoesía de Sevilla. Yo era una de las invitadas, compartiendo cartel con Yolanda Castaño. Para quien no conozca a Castaño, podría decir que ella es una poeta a la que le han pasado cosas como ganar algunos de los premios más importantes de este país, como publicar desde muy joven toda su obra en Visor, o como ser invitada a prestigiosos festivales de países lejanos como la India. Pero lo cierto es que a Castaño también le han pasado cosas menos bonitas.
Cosas como que al salir noticias sobre los premios que ha ganado el periodista hable más de su bonito físico que de su obra, o como que al publicar su obra en Visor ciertos lectores y compañeros de profesión insinúen que es porque se ha follado al editor, o incluso como que al subir una foto de su viaje al prestigioso festival de la India, los comentaristas prefieran centrarse en si la ropa que lleva es más o menos sexy, que en celebrar que una voz de nuestro país haya conseguido traspasar fronteras y llevar nuestra cultura allá donde pocas veces llega.
Como decía, en el Festival de Perfopoesía de Sevilla, Castaño y yo compartíamos cartel, y otras escritoras y yo esperábamos ansiosas a poder escucharla . En el mismo recinto donde se celebraban los recitales, alguien que también formaba parte del Festival no tardó en compartir con todos los que estaban allí sus pensamientos sobre la autora gallega. Algo así como “se maquilla demasiado”. Y algo así como: “pero yo me la tiraba”.
Aunque en ese momento no dije nada a aquel hombre —me arrepiento profundamente de no haber sabido responder con contundencia— su comentario se me quedó casi tan grabado en la mente como el de “las tetas” de Miriam Reyes. Quizá porque ambos respondían al mismo problema. Si a Reyes y Castaño, las dos poetas más importantes de su generación, se les trataba así, ¿cómo se estaría tratando al resto?
VI
Pero, según me asegura Yolanda Castaño cuando le pregunto por esto, algo está cambiando. Durante nuestros 70 minutos de conversación telefónica, la poeta me recuerda que ella ya lleva 22 años dedicándose profesionalmente a la poesía y al fomento de la cultura. En todo ese tiempo le ha dado tiempo a conocer muy bien los entresijos del panorama nacional e internacional, le ha dado tiempo a sufrir barbaridades que no quiere ni mencionarme, pero también le ha dado tiempo a superarlas, a olvidarlas, y a seguir adelante allanando el camino a muchas de las escritoras que vienen tras ella.
Para Yolanda Castaño, que empezó a publicar a eso de los 17 años, hay un momento clave de su trayectoria, un caso de ninguneo y denigración que ella considera flagrante y muy ilustrativo de la situación en la que se encuentras las escritoras en España. Me explica que tras el éxito uno de sus primeros libros , fue invitada a la Semana de la Poesía de Barcelona, uno de los eventos literarios más importantes del estado, por el que han pasado grandes voces internacionales y nacionales, y por la que cada año se pasean celebridades y políticos. En ese contexto, Castaño salió a recitar sus poemas al Palau de la Música.
Según cuenta, al día siguiente una gran cabecera española publicó una crónica del evento, en la que un periodista analizaba de manera rigurosa la obra de cada uno de los poetas invitados al festival. Sin embargo, cuando le tocó hablar de ella, el crítico no tuvo otra cosa mejor que decir que con ella daba más la impresión de que “estaban asistiendo a un concurso de belleza que a un recital literario”. Eso no es todo. Yolanda Castaño ha sido una de las primeras escritoras españolas en sufrir verdadero acoso por Internet. De ella se han dicho cosas que no son ciertas y se han magnificado otras llegando a producirse situaciones ridículas. Por ejemplo, después de que en un blog alguien la criticara por llevar medias de rejilla, cuando tiempo más tarde viajó a otro país para asistir a un festival, un periodista de dicho país llegó a preguntarle por qué recitaba en medias de rejilla.
Por cosas como esta y por acusaciones peores sobre cómo viste o deja de vestir o sobre cómo trabaja o deja de trabajar Castaño, Helena Miguélez, una investigadora de una universidad de Gales ha estudiado su caso e incluso ha escrito un trabajo sobre lo que significa que la carrera profesional de una escritora se vea constantemente reducida a su maquillaje, a su atuendo o a su físico. Y de hecho, como subraya la poeta, “hasta ahora, en toda mi carrera no había entrevista en la que no se me hubiera hecho una pregunta alusiva a mi imagen”.
Por este motivo, Yolanda Castaño cree que muchas escritoras de su generación y de generaciones anteriores han preferido recluirse. No viajar a festivales, no hacer lecturas y hasta no volver a publicar libro alguno por miedo al qué dirán, a las críticas injustas y al acoso. Y ahora, para ella, una de las cosas más importantes en el momento presente es superar los momentos de flaqueza. Levantarse y denunciar lo que nos está pasando. Actuar para reinventar nuestro panorama porque de lo contrario, si nadie tira de ese carro, ¿cómo vamos a salir de aquí?
VII
Cuando termino la conversación con Yolanda Castaño, me viene a la mente una famosa frase que Chus Visor, su editor, dijo en una entrevista en El Cultural hace dos años: “Lo siento, pero creo que la poesía femenina en España no está a la altura de la otra, de la masculina”. Y por un momento, se me ocurre que claro, que con un panorama como el que la escritora gallega me ha retratado cómo iba la poesía escrita por mujeres estar a la altura de la de los hombres. Que cómo van ellas a ser buenas poetas, si a menudo ni siquiera las consideramos personas.
VIII
Todavía hay más:
—La semana pasada, en Estados Unidos, Lit Hub publicaba un artículo sobre el acoso en el mundo editorial, firmado por algunas de las escritoras y pensadoras más importantes del momento como Roxane Gay.
—En ese mismo país, hace tres años, saltó un escándalo por un editor de una revista que había violado a una joven poeta aprovechándose de su situación de poder.
—Además, quienes hayan visto el último capítulo de Girls, habrán escuchado un fabuloso diálogo sobre los claroscuros del consentimiento, entre el personaje de Lena Dunham y un aclamado escritor que había obligado a una de sus lectoras a chupársela.
—Un poco más abajo del mapa, en México, la joven poeta Clyo Mendoza denunció el acoso sexual de su tutor del Fonca y consiguió que echaran al artista de su puesto. Además, Mendoza recopiló para un reportaje testimonios de escritoras jóvenes que en su país y fuera de él habían sufrido situaciones parecidas a la suya.
—Sin salir de América Latina, desde Argentina la poeta Caterina Scicchitano nos contaba para este artículo sobre las marchas de Ni una menos que en una ocasión el organizador de una lectura intentó invitarla a su casa para que ella le “agradeciera” su invitación a dicho acto.
—Desde Chile, Paula Ilabaca denunció en este otro reportaje que los comportamientos machistas y brutales de los jóvenes escritores no son cosa del pasado, y que el panorama de su país también cuenta con múltiples denuncias de acoso a escritoras.
IX
«Mi casa es este cuerpo que parece una mujer,
no necesito más paredes y adentro tengo
mucho espacio:
ese desierto negro que tanto te asusta.»
(Miriam Reyes, de Bella durmiente)
X
¿Por dónde empezar? ¿Y por dónde terminar? ¿Es posible empezar a hablar de todo esto? ¿Es posible terminar de hacerlo?
Hoy, 21 de marzo, se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Poesía. Por todas partes los que leen habitualmente el género y también los que no lo hacen compartirán poemas de sus escritores favoritos y brindarán por la poesía que más nos emociona.
Desde aquí, sin embargo, hoy no queremos celebrar la poesía, sino más bien a nuestras poetas valientes. A las que cada día tragan saliva o luchan. A las que escriben desde las sombras y las que prefieren dar la cara. A las que supieron quitarse unas manos de encima, y a las que no, pero hoy batallan para que a nadie más tenga que ocurrirle algo parecido. A las que pudieron hablar. A las que prefirieron no hacerlo pero mandaron su apoyo.
Eso es lo que hoy festejamos. Y ojalá que estas palabras sirvan de precedente.
Lo publicaron ayer por la mañana. En la entrada de FB los comentarios son de auténticos orangutanes.
Por la noche Luna explicaba que había recibido muchos comentarios de hombres del sector cagándose en el artículo, negando la mayor y acusándo el artículo de no estar contrastado.
Enfin, nada nuevo bajo el sol
"...a poeta Caterina Scicchitano nos contaba para este artículo sobre las marchas de Ni una menos que en una ocasión el organizador de una lectura intentó invitarla a su casa para que ella le “agradeciera” su invitación a dicho acto."
Ahora invitar a una chica a casa es acoso sexual...
¿Cómo va un escritor a "obligar" a una de sus lectoras a chupársela?
Si hubo acoso (físico, abuso de poder, etc.) pues denuncia al canto.
De verdad que algunas se pasan tres pueblos, y eso que yo, como hombre, me considero feminista. Flaco favor hacen al feminismo.
Amarna Miller, que además de actriz porno es autora del poemario Manual de psiconáutica, me dijo que su editor le insistió una y otra vez en que tenía que salir desnuda en la portada de su libro, incluso si ella ya le había dejado claro que no estaba de acuerdo.
El problema está en invitar/proponer sexo a una persona que, de un modo u otro, es tu empleado/a o depende economicamente, laboralmente o de algún otro modo de ti. Evidentemente, si no propones, no te comes un colín, pero creo que todos somos mayorcitos para saber cuando una proposición está viciada por una dependencia hacia tí de la persona a quien propones (que yo más que de acoso hablaría de chantaje).
La visibilización de un problema que hasta ahora permanecía oculto (y que obviamente no afecta solo a escritoras) es el primer paso para la denuncia social y la toma de conciencia.
A veces, y en general, los hombres somos demasiado simples, y para socializar muchos buscan (me excluyo) la broma fácil con las mujeres. Ni siquiera se trata en muchos casos de algo sexual, sino de aplicar la vieja costumbre de hacer chanza sobre la nueva secretaria, la nueva jefa, la nueva compañera o, como en estos casos, la protagonista del día. No es habitual que dos hombres nos pongamos (me incluyo) a hablar de la obra de una mujer joven y guapa, porque hablar de sus tetas parece ser el recurso más sencillo y recurrente para socializar de una forma distendida. Es, lamentablemente, algo que dice mucho y mal sobre nosotros. Si el 90% que lo hace, lo hace por bromear, dejará de hacerlo si se empieza a denunciar socialmente, y si empezamos todos (también mujeres) a mostrar rechazo explícito hacia esta actitud recurrente entre hombres que no son capaces de encontrar otro tema de conversación con el que simpatizar, en lugar de mirar hacia otra parte y ocultar la sensación de asco. Y si se inicia una conversación sobre la obra de una mujer, y el típico graciosillo suelta el típico "¿pero habéis visto sus tetas?", hay que denunciarlo, y hay que rechazarlo, en lugar de responder con el silencio o, lo que es peor, con una sonrisa forzada.
Creo que lo más complicado será acabar con el otro 10% con una motivación sexual real, y no exclusivamente de socialización, que ve a la mujer como un objeto, sea cual sea su profesión y su obra, y que va a llegar a ejercer el acoso directo a la víctima. Pero será mucho más fácil luchar contra esa lacra si empezamos a tomar conciencia de la imbecibilidad propia, y dejamos las bromas para aquellas cosas que tengan gracia.
Gracias por la referencia. Hay que estar en guardia y no relajarse con estos temas.
Comentarios
Multando a quien discrimine por sexo y educando para atajar el absurdo de discriminar a la gente por su sexo.
Si nos parece mal que se discrimine a una persona por su sexo para acceder a su puesto de trabajo no entiendo como se puede institucionalizar el darle un puesto de funcionario a una persona en vez de a otra basandose en exclusiva en su sexo. Me parece un pensamiento medieval y retrógrado a mas no poder. Si encima se vende semejante atrocidad como una lucha por la igualdad, es directamente tomar a los ciudadanos por gilipollas.
Por ejemplo. Pensemos en que las mujeres a igual trabajo cobran menos que los hombres por ese mismo trabajo. Eso tiene una solucion facilisima. Detectar el trabajo realizado por un empleado es dacil. Detectar lo que cobra tambien. Si una empresa a mismo trabajo pga diferente se le mete un multazo del quince de manera que no le salga rentable arriesgarse a hacer eso.
Claro. Para hacer algo asi hace falta que los politicos en vez de declaraciones y fotos se pongan a trabajar. Aporten recursos a las inspecciones y modifiquen la legislacion. Pero parece que da mas votos decir que se lucha por la igialdad que realmente luchar por la igialdad.
Dijo la sexista revenida.
Pitu, es que sin las discriminaciones positivas, no sólo de sexo, segurísimo que volveríamos en muchos aspectos al medievo. Estoy de acuerdo en que la discriminación positiva no puede ser la solución a un problema de injusticia social, pero mientras transcurren los próximos cincuenta o cien años hasta que el modelo educativo logre cambiar la mentalidad de la sociedad, pues hombre, algo habrá que hacer para poner parches a las injusticias que sufren las generaciones de hoy y de un futuro inmediato.
Claro que no se puede dejar las cosas en mano exclusiva de la educacion y por tanto de la voluntad de los individuos. Hay que actuar tambien de otra manera paralelamente. Pero esas actiaciones no pueden consistir en discriminar a la gente por su sexo ya que precisamente es lo que intentamos atajar.
Lo siguiente que va a ser ¿pedir que se deje la justicia laboral en manos de inspectores, sindicatos, politicos y jueces? Que locura.¿eh? Donde se ponga una buena turba con anctorchas que se quite el sistema. Es mas. Pongamos las turbas por ley. Quien antorchee mas que se lleve el puesto de funcionario.
Yo creo que, visto el éxito publicitario obtenido con su campaña de intolerancia rodante, los cachorros de Cristo Rey estos podían diversificar su campaña con más mensajes que combatan las mentiras de los descreídos y demás siervos del Maligno, a saber:
http://www.publico.es/internacional/centenario-revolucion-papel-mujeres.html
La alineación del Vomitivo Superstition F.C. sería, de izquierda a derecha y de arriba a abajo: Arzobispo de Granada, Arzobispo de Lima, Obispo de Tenerife, Obispo de Alcalá de Henares, Arzobispo de Barcelona y Obispo de Canarias ... si Dios realmente existiera el avión que se estrelló no hubiera sido el del Chacopoense.
Bueno, al menos estos tipos son sinceros y coherentes con la doctrina de su secta. Prefiero esto a la hipocresía de los jerarcas católicos que se desmarcan de cosas como el autobús de Hazte Oír. Como si no tuvieran na que ver.
Yo creo que, dentro del catolicismo y de las otras sectas que provienen del cristianismo (con cuyo mensaje original poco tienen que ver a mi entender) siempre ha habido esa coexistencia, por ejemplo, San Francisco de Asís, que me parece un tipo admirable, coincidió (o casi) con el hijo de puta de Gregorio IX, creador de la Inquisición.
Pero, aunque el Tío Giovanni me caiga bien, servidor siempre ha sido más de Dulcino ... ¡¡¡Penitenciagite!!!
http://www.publico.es/sociedad/padre-democracia-misogino.html
Los marxistas, esos violadores de millones de mujeres alemanas y comedores de niños sin cocinar, no salen mal parados. ¡Qué raro!
Buscamos un colegio para que mi pequeña hiciese prekinder este año, y chocamos con lo más podrido, competitivo y arribista de la sociedad chilena. Realmente no pensé que la cosa estuviese tan mal, el colegio es más un club social que otra cosa, y evalúa a los padres antes que a los hijos, aunque de ellos se elige a aquellos que calzan perfecto en el perfil y descartan todo aquello que salga de la norma.
Con mi señora buscamos, conscientes de nuestro idealismo, un colegio que:
1) Quedase cerca de casa, para ir a pié. Afortunadamente en mi comuna hay varios.
2) Que su foco no fuese estresar a los pequeños en pos de resultados académicos (gran problema en Chile)
3) ... pero tampoco tan relajado como para desperdiciar sus habilidades innatas.
4) Ojalá no religioso extremo, es decir, que respete realmente las diferencias y sobre todo a las mujeres.
Es increíble pero descartamos casi todos, aunque la gente se mata por entrar a ellos. Además son carísimos, de manera demencial. Y además es impresionante lo importantes que son para definir el futuro entero de tus crías, un buen colegio les asegura la vida. Maldita sociedad clasista.
Finalmente nos quedamos con uno que cumple todos los requisitos... menos el 3). Y eso que es religioso, pero de los modernos y más alternativos. Pero me tiene inquieto que el colegio casi no existe, es invisible en sociedad. ¿Será la mejor elección? ¿Estaré perjudicando su futuro?
Bueno, ayer me llamaron de uno de los más famosos de la ciudad, que queda a 2 cuadras de mi casa, para avisar que "quedamos preseleccionados para participar de la selección". Imaginen, pre-postulan 1000 personas para los 120 cupos de postulación. Y de ahí recién eligen a los 50 que entran al colegio el próximo año!!! Absurdo!!! Pero es casi como sacarse la lotería, así que igual haremos el proceso. Por último para decir que lo intentamos.
El problema es, ¿realmente queremos que quede? Es carísimo (pagable con cierto esfuerzo), elitista "alternativo", con mucho profesional moderno y famoso. La educación es de primer nivel, hasta idioma alemán aprenden. Los chicos que salen de ahí son seguros de sí mismo y se comen el mundo. Pero son privilegiados, crecen en esa burbuja, puede que pierdan contacto con la realidad.
Con mi señora estamos procesando y asimilando mientras pasan los días. Pero igual estamos rabiosos y frustrados por la falta de un punto intermedio en los colegios, por el arribismo de la sociedad, por las burbujas y privilegios que construye el dinero, y por el conflicto que nos genera la lucha entre nuestros principios y las ganas de darle a la pequeña el mejor mundo posible (que se pueda pagar).
Mientras la educación siga siendo tan segregada una sociedad más igualitaria se ve como algo más y más lejano.
Y ahora la de arena, con lo poco que te conozco de aquí, me vale para saber que las cosas importantes, la educación, la solidaridad y, en general, ser buena gente, lo tiene asegurado, por lo que le enseñaréis y también por genética ... de tal palo, tal astilla.
Se me olvida precisar en el panorama general que en Chile si no entras a un colegio "de los buenos" en el prekinder, es muy difícil que entres después, porque son clubes cerrados donde se cuidan de criarse entre pares, "gente como uno" o "GCU" le dicen los muy cabrones.
Este colegio en particular, por tener formación en alemán, es de esos en que o entras a los 5 años o ya no entraste, a menos que llegues ya bilingüe desde Berlín. Ese es el punto que nos hace dudar, ya que el hecho de que nos hayan invitado a postular es casi como sacarse la lotería.
Ojalá la educación fuese como leemos sobre Europa, donde eliges el que te queda más cerca, el nivel en general es bastante parecido (excepto para la aristocracia, obvio), y el colegio no define tu futuro como adulto.
Pero en Chile la educación pública está muerta, el sistema privado podrido, y la misma gente avala la discriminación y la exclusividad mal entendida.
Y el equipo de Trump quiere replicar el modelo chileno en EEUU...
por otro lado, mi cuñado estudio en los mejores colegios, los mas caros y elitistas, y sus excompañeros ahora son en su mayor parte una panda de hijos de papa, que no saben hacer otra cosa que esnifar coca y malgastar dinero y que si no es por los enchufes que les proporciona su padre no valdrían ni para fregar suelos. eso si, con carreras universitarias, todas pagadas con el dinero de papa.
mi sobrina fue a un colegio prestigioso que es famoso por unos resultados académicos excelentes. Con el tiempo descubrimos porque, a los niños menos dotados, en lugar de alentarlos y ayudarlos, se les excluye y aparta y luego se invita a los padres a que le cambien de colegio.
Resumiendo que las oportunidades serán del que se las gane y si ella tiene capacidad, un colegio normal será suficiente.
En mi familia ha habido más de un niño prodigio que ni se adaptaban al sistema ni el sistema se adaptaba a ellos. Casos excepcionales requieren educación, más que excepcional, muy muy muy personalizada. Y eso en un aula con 40 alumnos simplemente no es posible y la mejor opción de todas es la del clásico tutor en exclusiva como tenía la nobleza en el antiguo régimen.
Cuando ser escritora es sinónimo de humillación, desigualdad y acoso sexual
¿Cómo empezar a contar esto? Quizá lo mejor sea hacerlo a través de una anécdota personal, vieja y a primera vista insignificante. Una anécdota que tuvo lugar alrededor de 2004 en Almería, cuando yo tenía 13 años. En aquel momento empecé a leer poesía. Me gustaba la Generación del 27, pero sobre todo me gustaban las escritoras españolas contemporáneas, porque aunque los del 27 estaban muy bien, las autoras más jóvenes conectaban más con mi alma adolescente.
Una de esas autoras a las que admiraba era Miriam Reyes, poeta confesional de una lírica muy bruta, capaz de narrar con sus versos situaciones tremendas en las que muchas chicas podíamos sentirnos reconocidas. Era 2004, como digo, no me acuerdo del mes mes pero sí de que en aquella época se estaba celebrando alguna feria del libro o algún ciclo poético excepcional en mi ciudad.
Una tarde, en la biblioteca pública donde por aquellos días se paseaban los autores, llegué emocionada al salón de actos porque precisamente era Miriam Reyes la que iba a leer allí. En la puerta de esa sala aún vacía me topé con los organizadores del acto, unos poetas locales que en Almería tienen cierta fama. No les dije nada ni me dijeron nada pero estaban allí, a mi lado, hablando entre risas de Miriam Reyes, a la que según dijo uno “querían verle las tetas”. Así. Tal cual. “Verle las tetas”.
De hecho eso no fue todo lo que dijo. Su frase completa fue algo así como que “ iba a pedir al conserje de la biblioteca pública que subiera la calefacción para ver si Reyes tenía calor, se quitaba la camiseta y se le veían las tetas”. Esa misma persona, minutos después, estaría en el escenario junto a la poeta, alabando su obra, mirándola fijamente mientras leía, asegurando que ante nosotros estaba una de las grandes voces de la literatura española y —aunque esto no lo dijo en alto, pero seguramente estaba pensando— la de mejores tetas.
II
Imaginad la escena.
Deteneos.
Por un lado, la poeta que recita sin saber —¿o quizá sí lo sabía?— que el hombre que está a su lado tiene intenciones oscuras. Mientras Miriam Reyes declama textos de su libro Bella durmiente, ese que precisamente escribió para vomitar los demonios que llevaba dentro desde niña, el poeta de su derecha contempla anonadado su escote que ya no es de niña —¿no es irónico?—.
Por otro lado yo, la adolescente de la segunda fila que se aguanta las lágrimas ya no sabe si por la emoción que le produce ver a su ídolo en acción o si por aquella grosería que hacía unos minutos acababa de escuchar, y que todavía no entiende, y que no se atreve a contar a nadie casi hasta muchos años después. Cuando reflexiona. Cuando toma conciencia. Cuando se da cuenta de que ya es hora de hablar.
III
Así que aquí estamos otra vez.
Somos Miriam Reyes y yo un mediodía de noviembre compartiendo mesa y menú en un restaurante del barrio gótico de Barcelona y 12 años después de aquel episodio raro en la biblioteca de Almería.
No puedo evitar preguntárselo: ¿Sabías lo que esos tíos decían de ti?
Reyes, que está dándole vueltas a su sopa de remolacha, mira con timidez a mi plato y no contesta. En verdad, según me cuenta después, podía imaginarse lo que aquellos poetas dirían de ella.
Se lo imaginaba porque a cada recital, acto o reseña en los que su nombre era mencionado, la sensación de revuelo y risilla que se generaba era siempre la misma. Revuelo porque se trataba de la poeta guapa y joven. Risilla porque era una mujer que escribía sobre sexo, y eso a algunos les parecía —y aún parece— que sólo era una señal de luz verde para permitir insinuaciones, miradas seductoras, piropos no solicitados y otra serie de cosas que consideramos más habituales en una barra de discoteca de madrugada que en un acto literario.
Miriam Reyes se califica como escurridiza. Sabe apartar la mirada. Sabe decir que no cuando toca. Sabe que cuando el flirteo más desagradable da comienzo ella debe enmudecer y calmarse, porque esa es la actitud que decidió tomar muchos años atrás cuando viviendo en Venezuela conoció lo que era el verdadero acoso callejero. Por eso, como entiende los códigos de la seducción machista, a Miriam Reyes no le sorprende que yo le recuerde esta anécdota de Almería.
En todo caso, su mayor preocupación es qué hacer para que lo que ella vivió no lo vuelva a vivir nadie. ¿Qué podemos hacer? ¿Qué cojones podemos hacer para que ni una escritora tenga que pasar por esto? Pero antes de que se nos ocurra cualquier respuesta útil, Reyes cae en la cuenta de que el sólo hecho de que una mujer en los cuarenta como ella pudiera detenerse a ayudar a otras más joven, ya podría ser visto como un acto de envidia . Como un gesto demasiado protector. Como un juicio, de nuevo, teñido de ese machismo que nos descalifica y nos calla.
IV
Erika Martínez no se calló.
Todo lo contrario: ella lo dijo bien alto durante la lectura de poetas emergentes del festival de Cosmopoética en 2010. Lo soltó así: “Por inverosímil que parezca, no hemos venido a acostarnos con nadie. Hemos venido a leer”.
A lo que la poeta granadina se refería con aquel apunte era a una anécdota que desde la creación de Cosmopoética venía circulando entre los escritores del país. Según esa leyenda, a aquel festival sólo se invitaba a poetas emergentes —esto es, a las más jóvenes— que fueran guapas y solteras.
De acuerdo con el rumor, en las noches del festival se hacían chistes sobre las jóvenes, e incluso se hacían porras con las que determinados autores apostaban con quién acabarían acostándose aquella noche. Y aunque en principio todas esas historias sólo fueran habladurías y gracietas, lo cierto es que varias de las poetas que en distintas ediciones fueron invitadas —y que después de denunciar estos hechos a PlayGround prefieren mantener el anonimato— reconocen haber llegado a sentirse violentadas y humilladas durante el transcurso del festival.
De ahí que el comentario de Erika Martínez para dar comienzo a su lectura en 2010 fuera tan representativo. Casi por primera vez, alguien estaba demostrando que lo que en principio sólo eran habladurías, acabó por convertirse en una presión real.
Sobre esta presión, Erika Martínez también resalta que en su caso el trato de los organizadores siempre fue respetuoso, pero añade: “Siempre me he sentido tratada como una igual por ellos. Lo que sucedía, más bien, es que otros muchos poetas solo podían subestimarnos. No es fácil subir con esa sensación a un escenario. También era, por supuesto, su forma de deslegitimarnos”.
A propósito de las acusaciones de las invitadas, Carlos Pardo —a la cabeza de Cosmopoética en el período de 2004 a 2011— defiende para PlayGround que desde la dirección nunca se fomentó este tipo de comportamientos. Insiste, además, en que durante su gestión junto a Fruela Ferández y Juan Antonio Bernier, el festival fue el único del país que siempre invitaba a más mujeres que a hombres.
Pardo niega haber escuchado esas acusaciones y leyendas, y recalca que para él lo machista es reducir el festival a anécdotas sin fundamento. Por su parte Bernier sí confirma la existencia del rumor, aunque añade que él mismo se sintió perjudicado por éste. Y Fernández prefiere obviar estos comentarios porque según él “un festival siempre es una mezcla de error y descubrimiento”.
Con todo, el festival cordobés no fue el único en cometer errores.
Por desgracia, situaciones como las aquí descritas se viven cada día en las presentaciones, en los despachos de las editoriales, en los congresos, en cualquier lectura.
(sigue)
María Sánchez, autora de Cuaderno de campo, me dijo que un conocido poeta de su ciudad le había dicho que si quería triunfar en la poesía tenía que hacerse fotos semidesnuda y subirlas a su blog.
Carmen Camacho, autora de Vuelo doméstico, me dijo que en alguna ocasión un editor se le había insinuado, pero que ella, como no se corta un pelo, se rió de él en su cara.
María Sotomayor, autora de La paciencia de los árboles, me dijo que un día, a las tres de la mañana, un hombre que había asistido a su lectura empezó a dejarle comentarios molestos en Facebook. Le abordó con palabras pegajosas porque quería “pagarle” para que le leyera en privado. Sotomayor le contestó que si quería una lectura privada, que se comprara sus libros.
Erika Martínez, autora de Chocar con algo, me dijo que no hace mucho, en un congreso, un profesor preguntó en voz alta: ¿Y esta niña cómo sabe tanto de poesía? “Pues tanto no sé, caballero”, bromea Erika, “pero soy poeta, tengo treinta años y un doctorado en el tema. Cabe una remota posibilidad de que esté aquí por eso”.
Paula Aguirrezabala, autora de Al final, muere, me dijo que su antiguo editor jugó con ella. Que la chantajeó emocionalmente. Que se aprovechó de su ingenuidad y también de la de algunas de sus compañeras.
Sonia Fides, autora de Mi vida sin Julio Verne, me dijo que situaciones de acoso no ha vivido, pero no porque no haya habido intentos, sino porque ella no se ha dejado ningunear por nadie, por muy reconocidísimo poeta que fuera.
L (no quiere desvelar su identidad), autora de varios libros de poemas, me dijo que cuando tenía diecinueve años un poeta bastante mayor que ella la intentó tocar y besar en la puerta de su hotel, al que él quiso acompañarla porque era tarde y "para protegerla".
Amarna Miller, que además de actriz porno es autora del poemario Manual de psiconáutica, me dijo que su editor le insistió una y otra vez en que tenía que salir desnuda en la portada de su libro, incluso si ella ya le había dejado claro que no estaba de acuerdo.
Elena Medel, autora de Chatterton, me dijo que en múltiples ocasiones ha recibido insultos muy desagradables sobre su físico por parte de otros poetas.
Lola Nieto, autora de Tuscumbia, me dijo que en ambientes literarios había escuchado a algunos escritores juzgar a otras escritoras por su cuerpo.
De comentarios sobre la concepción del físico también me hablaron Laia López Manrique, autora de La mujer cíclica, quien además me reconoció no haber sufrido acoso en el ámbito literario pero sí en el laboral; Sofía Castañón, autora de Prohibido silbar, quien además ha dirigido el documental Se dice poeta, el primer y único reportaje que aborda la desigualdad y el machismo en el ámbito poético español; y por supuesto Yolanda Castaño, autora de Profundidad de campo, un libro en el que precisamente se debate sobre la identidad, la sexualidad, la feminidad y la angustia que produce el choque de todas esas cosas en una sociedad machista que además no sabe mirar más allá de las apariencias.
V
Ahora, si me lo permitís, voy a traer otro recuerdo personal. Fue hace unos seis o siete años, durante el Festival de Perfopoesía de Sevilla. Yo era una de las invitadas, compartiendo cartel con Yolanda Castaño. Para quien no conozca a Castaño, podría decir que ella es una poeta a la que le han pasado cosas como ganar algunos de los premios más importantes de este país, como publicar desde muy joven toda su obra en Visor, o como ser invitada a prestigiosos festivales de países lejanos como la India. Pero lo cierto es que a Castaño también le han pasado cosas menos bonitas.
Cosas como que al salir noticias sobre los premios que ha ganado el periodista hable más de su bonito físico que de su obra, o como que al publicar su obra en Visor ciertos lectores y compañeros de profesión insinúen que es porque se ha follado al editor, o incluso como que al subir una foto de su viaje al prestigioso festival de la India, los comentaristas prefieran centrarse en si la ropa que lleva es más o menos sexy, que en celebrar que una voz de nuestro país haya conseguido traspasar fronteras y llevar nuestra cultura allá donde pocas veces llega.
Como decía, en el Festival de Perfopoesía de Sevilla, Castaño y yo compartíamos cartel, y otras escritoras y yo esperábamos ansiosas a poder escucharla . En el mismo recinto donde se celebraban los recitales, alguien que también formaba parte del Festival no tardó en compartir con todos los que estaban allí sus pensamientos sobre la autora gallega. Algo así como “se maquilla demasiado”. Y algo así como: “pero yo me la tiraba”.
Aunque en ese momento no dije nada a aquel hombre —me arrepiento profundamente de no haber sabido responder con contundencia— su comentario se me quedó casi tan grabado en la mente como el de “las tetas” de Miriam Reyes. Quizá porque ambos respondían al mismo problema. Si a Reyes y Castaño, las dos poetas más importantes de su generación, se les trataba así, ¿cómo se estaría tratando al resto?
VI
Pero, según me asegura Yolanda Castaño cuando le pregunto por esto, algo está cambiando. Durante nuestros 70 minutos de conversación telefónica, la poeta me recuerda que ella ya lleva 22 años dedicándose profesionalmente a la poesía y al fomento de la cultura. En todo ese tiempo le ha dado tiempo a conocer muy bien los entresijos del panorama nacional e internacional, le ha dado tiempo a sufrir barbaridades que no quiere ni mencionarme, pero también le ha dado tiempo a superarlas, a olvidarlas, y a seguir adelante allanando el camino a muchas de las escritoras que vienen tras ella.
Para Yolanda Castaño, que empezó a publicar a eso de los 17 años, hay un momento clave de su trayectoria, un caso de ninguneo y denigración que ella considera flagrante y muy ilustrativo de la situación en la que se encuentras las escritoras en España. Me explica que tras el éxito uno de sus primeros libros , fue invitada a la Semana de la Poesía de Barcelona, uno de los eventos literarios más importantes del estado, por el que han pasado grandes voces internacionales y nacionales, y por la que cada año se pasean celebridades y políticos. En ese contexto, Castaño salió a recitar sus poemas al Palau de la Música.
Según cuenta, al día siguiente una gran cabecera española publicó una crónica del evento, en la que un periodista analizaba de manera rigurosa la obra de cada uno de los poetas invitados al festival. Sin embargo, cuando le tocó hablar de ella, el crítico no tuvo otra cosa mejor que decir que con ella daba más la impresión de que “estaban asistiendo a un concurso de belleza que a un recital literario”. Eso no es todo. Yolanda Castaño ha sido una de las primeras escritoras españolas en sufrir verdadero acoso por Internet. De ella se han dicho cosas que no son ciertas y se han magnificado otras llegando a producirse situaciones ridículas. Por ejemplo, después de que en un blog alguien la criticara por llevar medias de rejilla, cuando tiempo más tarde viajó a otro país para asistir a un festival, un periodista de dicho país llegó a preguntarle por qué recitaba en medias de rejilla.
Por cosas como esta y por acusaciones peores sobre cómo viste o deja de vestir o sobre cómo trabaja o deja de trabajar Castaño, Helena Miguélez, una investigadora de una universidad de Gales ha estudiado su caso e incluso ha escrito un trabajo sobre lo que significa que la carrera profesional de una escritora se vea constantemente reducida a su maquillaje, a su atuendo o a su físico. Y de hecho, como subraya la poeta, “hasta ahora, en toda mi carrera no había entrevista en la que no se me hubiera hecho una pregunta alusiva a mi imagen”.
Por este motivo, Yolanda Castaño cree que muchas escritoras de su generación y de generaciones anteriores han preferido recluirse. No viajar a festivales, no hacer lecturas y hasta no volver a publicar libro alguno por miedo al qué dirán, a las críticas injustas y al acoso. Y ahora, para ella, una de las cosas más importantes en el momento presente es superar los momentos de flaqueza. Levantarse y denunciar lo que nos está pasando. Actuar para reinventar nuestro panorama porque de lo contrario, si nadie tira de ese carro, ¿cómo vamos a salir de aquí?
VII
Cuando termino la conversación con Yolanda Castaño, me viene a la mente una famosa frase que Chus Visor, su editor, dijo en una entrevista en El Cultural hace dos años: “Lo siento, pero creo que la poesía femenina en España no está a la altura de la otra, de la masculina”. Y por un momento, se me ocurre que claro, que con un panorama como el que la escritora gallega me ha retratado cómo iba la poesía escrita por mujeres estar a la altura de la de los hombres. Que cómo van ellas a ser buenas poetas, si a menudo ni siquiera las consideramos personas.
VIII
Todavía hay más:
—La semana pasada, en Estados Unidos, Lit Hub publicaba un artículo sobre el acoso en el mundo editorial, firmado por algunas de las escritoras y pensadoras más importantes del momento como Roxane Gay.
—En ese mismo país, hace tres años, saltó un escándalo por un editor de una revista que había violado a una joven poeta aprovechándose de su situación de poder.
—Además, quienes hayan visto el último capítulo de Girls, habrán escuchado un fabuloso diálogo sobre los claroscuros del consentimiento, entre el personaje de Lena Dunham y un aclamado escritor que había obligado a una de sus lectoras a chupársela.
—Un poco más abajo del mapa, en México, la joven poeta Clyo Mendoza denunció el acoso sexual de su tutor del Fonca y consiguió que echaran al artista de su puesto. Además, Mendoza recopiló para un reportaje testimonios de escritoras jóvenes que en su país y fuera de él habían sufrido situaciones parecidas a la suya.
—Sin salir de América Latina, desde Argentina la poeta Caterina Scicchitano nos contaba para este artículo sobre las marchas de Ni una menos que en una ocasión el organizador de una lectura intentó invitarla a su casa para que ella le “agradeciera” su invitación a dicho acto.
—Desde Chile, Paula Ilabaca denunció en este otro reportaje que los comportamientos machistas y brutales de los jóvenes escritores no son cosa del pasado, y que el panorama de su país también cuenta con múltiples denuncias de acoso a escritoras.
IX
«Mi casa es este cuerpo que parece una mujer,
no necesito más paredes y adentro tengo
mucho espacio:
ese desierto negro que tanto te asusta.»
(Miriam Reyes, de Bella durmiente)
X
¿Por dónde empezar? ¿Y por dónde terminar? ¿Es posible empezar a hablar de todo esto? ¿Es posible terminar de hacerlo?
Hoy, 21 de marzo, se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Poesía. Por todas partes los que leen habitualmente el género y también los que no lo hacen compartirán poemas de sus escritores favoritos y brindarán por la poesía que más nos emociona.
Desde aquí, sin embargo, hoy no queremos celebrar la poesía, sino más bien a nuestras poetas valientes. A las que cada día tragan saliva o luchan. A las que escriben desde las sombras y las que prefieren dar la cara. A las que supieron quitarse unas manos de encima, y a las que no, pero hoy batallan para que a nadie más tenga que ocurrirle algo parecido. A las que pudieron hablar. A las que prefirieron no hacerlo pero mandaron su apoyo.
Eso es lo que hoy festejamos. Y ojalá que estas palabras sirvan de precedente.
Por la noche Luna explicaba que había recibido muchos comentarios de hombres del sector cagándose en el artículo, negando la mayor y acusándo el artículo de no estar contrastado.
Enfin, nada nuevo bajo el sol
http://www.playgroundmag.net/cultura/books/Acoso-Poesia_0_1938406184.html
"...a poeta Caterina Scicchitano nos contaba para este artículo sobre las marchas de Ni una menos que en una ocasión el organizador de una lectura intentó invitarla a su casa para que ella le “agradeciera” su invitación a dicho acto."
Ahora invitar a una chica a casa es acoso sexual...
¿Cómo va un escritor a "obligar" a una de sus lectoras a chupársela?
Si hubo acoso (físico, abuso de poder, etc.) pues denuncia al canto.
De verdad que algunas se pasan tres pueblos, y eso que yo, como hombre, me considero feminista. Flaco favor hacen al feminismo.
... ¡sobre todo porque salió desnuda!
Otra feminista de tres al cuarto.
Invitar a una chica como contrapartida por haber sido invitada a un evento es acoso.
Puedes considerarte lo que quieras, eso no quiere decir que lo seas ;-)
A veces, y en general, los hombres somos demasiado simples, y para socializar muchos buscan (me excluyo) la broma fácil con las mujeres. Ni siquiera se trata en muchos casos de algo sexual, sino de aplicar la vieja costumbre de hacer chanza sobre la nueva secretaria, la nueva jefa, la nueva compañera o, como en estos casos, la protagonista del día. No es habitual que dos hombres nos pongamos (me incluyo) a hablar de la obra de una mujer joven y guapa, porque hablar de sus tetas parece ser el recurso más sencillo y recurrente para socializar de una forma distendida. Es, lamentablemente, algo que dice mucho y mal sobre nosotros. Si el 90% que lo hace, lo hace por bromear, dejará de hacerlo si se empieza a denunciar socialmente, y si empezamos todos (también mujeres) a mostrar rechazo explícito hacia esta actitud recurrente entre hombres que no son capaces de encontrar otro tema de conversación con el que simpatizar, en lugar de mirar hacia otra parte y ocultar la sensación de asco. Y si se inicia una conversación sobre la obra de una mujer, y el típico graciosillo suelta el típico "¿pero habéis visto sus tetas?", hay que denunciarlo, y hay que rechazarlo, en lugar de responder con el silencio o, lo que es peor, con una sonrisa forzada.
Creo que lo más complicado será acabar con el otro 10% con una motivación sexual real, y no exclusivamente de socialización, que ve a la mujer como un objeto, sea cual sea su profesión y su obra, y que va a llegar a ejercer el acoso directo a la víctima. Pero será mucho más fácil luchar contra esa lacra si empezamos a tomar conciencia de la imbecibilidad propia, y dejamos las bromas para aquellas cosas que tengan gracia.
Gracias por la referencia. Hay que estar en guardia y no relajarse con estos temas.