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La diñó Carrillo. Con 90 y tantos, para que digan que fumar es malo

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Comentarios

  • "Patán&quot escribió :
    Pollas en vinagres.

    Mira, el otro listorro universitario que va de listo y no es mas que un snob venido a menos.
    Snob venido a menos, qué enrevesado. ¿O sea que no llego ni a snob? ¿Pues mejor para mí, no? "Ya sé que soy la primera mierda en este foro". No, eres un exaltado.
  • Con respecto a Carrillo se habla mucho de Paracuellos y la Transición, pero no demasiado de lo que hizo entre medias. De cuando las purgas en el PCE, por ejemplo. Siempre se ha sospechado que denunció a Julián Grimau, sin ir más lejos. Por lo visto la hija de éste, Carmen Grimau, está convencida.

    Os dejo lo que publicó ayer en EL MUNDO y luego lo comentaré:

    "Carrillo, el enterrador enterrado", por Carmen Grimau.


    Yo no hablaré del político fallecido, pero sí de su forma ética de hacer política. Porque Santiago Carrillo representó ante todo la forma más despótica y despiadada de ejercer la política. Encarnó el prototipo arrogante de los dirigentes con plenos poderes para disponer de la vida y la muerte de los otros. Siempre en la cúpula. Alejado del peligro de la clandestinidad. Hoy muere, el gran vencedor, el que enterró a todos los camaradas. A los que traicionó, también. Todos sus hombres han muerto. Él inició el comunismo y lo enterró un siglo más tarde. Su perseverancia es lo más espectacular y lo más siniestro del personaje. Acabó reinando sobre los cadáveres que fue acumulando sin que de su boca saliera el menor sentimiento de culpabilidad. Hizo ver la luz donde sólo había tinieblas. Puso cara a la pesadilla que describiera Arthur Koestler.

    Santiago Carrillo fue el experimento más logrado del NKVD. Desde que Codovilla lo visitara en la Cárcel Modelo de Madrid, poco antes de las elecciones de febrero del 36, el joven Carrillo era ya el elegido para liderar el destino de los militantes comunistas.

    «¿Quién rige los destinos de los hombres?», se preguntaba Vassili Grossman. Buena pregunta. Desde luego, entre 1944 y 1976, los destinos de los clandestinos comunistas estuvieron en manos de Santiago Carrillo. Salvo la incursión puntual en el Valle de Arán en 1944 –que le proporcionaría el poder absoluto sobre el aparato del Partido–, no volvió a entrar clandestinamente a España hasta el 7 de febrero de 1976, y lo hizo subido en un Mercedes y con peluca picassiana. El barbero de Picasso hizo un trabajo histórico. Personalmente, no he conocido a ningún clandestino que pasase la frontera con esa escenificación tan teatrera. Los clandestinos que conocí siempre me parecieron seres transparentes que, si podían, se fundían con el asfalto de las calles que pisaban. Recuerdo a hombres sobrios, desprendidos e inquietos. Sin un duro en el bolsillo para ellos o sus familias y que luchaban por algo en lo que creían. Fueron los portadores de una filantropía abnegada y severa. Pero eso ya lo escribí en la revista Leer de José Luis Gutiérrez.

    La peluca, que tanta gracia hizo a sus señorías, formó parte de una táctica, sumamente calculada, de éxito y de aplauso póstumo a la par. En 1976, sabe que ha llegado el momento del envite crucial. Es sólo cuestión de meses. Su despiadado egocentrismo lo mantiene alerta. Quiere ser el único protagonista. Por ello, el 8 de diciembre, increpa al prestigioso clandestino Simón Sánchez Montero con un "¿es que me queréis sustituir?". Recela también de la popularidad de Marcelino Camacho. La tensión se palpa. Y el acto final tendría lugar el día 22 con su detención. Fue la gran ceremonia pactada: ocho días en la enfermería de Carabanchel. Pagó un precio muy módico. El 31 de diciembre tomaba las uvas en libertad.

    Ya sé que escribo a contrapelo. Algún día, tal vez, se conozcan todas sus traiciones. Es sabida de sobra hoy su cobardía al no querer nombrarlas. El apasionante libro de José Luis Losa –Caza de rojos– da buena prueba de ello. Nadie puede sobrevivir a semejante responsabilidad si no alberga en su cerebro lo más abyecto: la carencia absoluta de conciencia. Santiago Carrillo vivió como un alto funcionario de carrera política. Fue un burócrata tenaz e implacable que consiguió aguantar impertérrito 50 años de reunión permanente. Un dirigente cuyo centro estratégico se situó siempre en un despacho acolchado con informes. Fue un enragé de los informes. Un fanático del control. Un internacionalista sin don de idiomas. Fernando Claudín, con gracejo vindicativo, dejaría caer una evidencia: «Carrillo no se apeó del coche con chofer desde el 45». De funcionario revolucionario a funcionario de las Cortes: de coche del Partido a coche oficial de diputado.

    La realidad dejó de existir fuera de las palabras codificadas. Y los informes fueron para él más carne que la carne misma de los clandestinos. Valían más. Valían todo. Vassili Grossman perfiló a un prócer del partido soviético que bien podría haber sido Carrillo: «Fue de esos que no tuvieron ni siquiera la oportunidad de comportarse vilmente durante los interrogatorios, ya que no les interrogaron. Tuvieron suerte, no les arrestaron». Carrillo se reinventó a sí mismo en la mentira. Su habilidad camaleónica siempre me ofendió. Me estremeció su perseverancia en ser la voz del augur, legitimada siempre con la sangre de los otros. No citaré a ninguno para no olvidarme de nadie. Gregorio Morán habló de dos elementos confluentes en el tacticismo del dirigente: su amnesia oportunista y la exoneración de toda responsabilidad propia. «Somos colectivamente responsables de las insuficiencias y debilidadesen nuestro trabajo». Todos fueron culpables. Menos él.

    Pero yo, hoy, en el día de la muerte de Santiago Carrillo, sólo veo el silueteado de los clandestinos que no pudieron regresar de la utopía mortal de aquellos años de espejismo revolucionario. Y el rostro entumecido y los ojos negros de mi padre, Julián Grimau, esperando que el tercer tiro de gracia acabara con su vida. Porque hicieron falta tres tirosde gracia para matarle. Diferencia.
  • Con respecto a Carrillo se habla mucho de Paracuellos y la Transición, pero no demasiado de lo que hizo entre medias. De cuando las purgas en el PCE, por ejemplo. Siempre se ha sospechado que denunció a Julián Grimau, sin ir más lejos. Por lo visto la hija de éste, Carmen Grimau, está convencida.
    En el franquismo había dos formas de morir con el carné del PCE. A manos de los grises o a manos de camaradas.

  • ¿A alguien más le ha llegado?

    A esto de no tener móvil cada día le veo más ventajas  :P
  • Pero mandar esos mensajes en masa cuesta una cantidad de dinero...

    Pse, con menos de mil euros tienes decenas de miles. Y tonto-voluntarios que los rebotan.
  • Si es que como el romanticismo de las cabinas telefónicas no hay nada.

    Tú también las usabas cuando el frío desaconsejaba folgar en el parque ¿eh, pillín?  :risa:
  • aw90rf.jpg


    El Teleoperador

    Identifiqué al monger en cuanto entró en el velatorio. Busqué la foto que le hicimos esta mañana y comprobé que era él. Y la pulserita de silicona con la bandera española era definitiva.

    Hizo un par de fotos al cadáver -como mucha otra gente- y se sentó unos minutos en primera fila, entre varios ancianos. Luego siguió la fila de gente que iba hacia la salida. Le seguí porque pensé que todavía podría ponerse a gritar algo o intentar escribir alguna salvajada en los libros de visitas, y sé que en ese caso yo conservo más la calma que otras personas.

    El monger se paró al fondo del salón hizo un rápido y disimulado saludo fascista que casi nadie vio. Luego se acercó a las mesas con los libros de firmas. Me quedé cerca esperando. Cuando cogió el boli pude ver que le temblaban las manos. Me acerqué y le dije:

    - No seas gilipollas y no pongas insultos, que esto es para la familia.

    - No son insultos, sólo quiero poner la opinión que mi gente tiene de...

    - Esto no es para tu gente, es para la familia.

    Un par de personas ya se percataron de qué iba el tema y le increparon algo, sin gritos ni insultos, sólo indignación. Había mucho represaliado, mucho exiliado, mucho hijo de fusilado y era normal que la gente se pusiese nerviosa con quien va allí a tocar las narices. Pero lo peor que podría haber pasado es justo eso y que Intereconomía, COPE, La Razón y demás Españaza llenasen portadas victimistas, así que preferí hacerlo yo de buenas.

    - Por hoy ya te has hecho el héroe bastante. Has traído tu cartel, tu pulsera, has entrado, has hecho fotos, has levantado el brazo... Ya puedes twittearlo y quedar de valiente con tus colegas. Ahora no seas gilipollas, déjate de poner insultos, respeta el dolor de esta familia y haz el favor de irte, como te ibas a ir, sin liarla. ¿De acuerdo?

    Creo que la mención al cartel, que fue horas antes por la mañana, es lo que más le impresionó. Como la Policía le identificó entonces igual pensó que podría terminar esposado. Foto de esta mañana:

    - No estoy haciendo nada.

    - Y nadie te está haciendo nada, ¿verdad? El acceso es público, nadie te lo ha impedido, tienes tu foto, nadie te está empujando, ni insultando ni nada, ¿verdad? Pues haz tú lo mismo y ahora que ya tienes tu trofeo y te ibas, ten un mínimo de respeto, vete y no la líes, que esto es un velatorio.

    Se dio la vuelta y se fue y yo me quedé hablando con los pocos que se dieron cuenta de qué estaba pasando.

    Por su forma de temblar creo que estaba aterrorizado, no sé qué se esperaba que le fuesen a hacer. Pero por su balbuceo y mirada vidriosa tampoco descarto que tuviese algo de retraso.


    -_- en fín.
  • Yo soy más rápida forastero :)
  • En el franquismo había dos formas de morir con el carné del PCE. A manos de los grises o a manos de camaradas.

    Y muchos de los que cayeron en manos de los grises había sido delatados por sus propios camaradas de partido.

    Además, Carrillo tuvo un papel estelar en eso, especialmente desde 1942, cuando se le puso al frente del aparato clandestino del PCE en España.


    Recuerdo esto porque me parecen excesivos los elogios que se le están dedicando ahora a Carrillo, como me lo parecieron los dedicados a Fraga cuando murió. La vida de Carrillo es interesantísima, pero entre otras cosas por lo mucho que apestan sus actividades políticas anteriores a la Transición.
    En 1934 participó en el movimiento revolucionario que se alzó contra la República. En 1936 estuvo metido de lleno en el asunto de Paracuellos, aunque no fuera idea suya ni cayera sobre él la máxima responsabilidad. Esto es así a pesar de que hoy muchos desinformados sigan creyéndose sus trolas al respecto. Y joder, estamos hablando de una matanza en retaguardia de miles de personas.
    Durante las dos primeras décadas del franquismo, mientras estuvo en el exilio, se dedicó a depurar las filas del PCE clandestino. Muchos de sus camaradas fueron delatados o incluso asesinados por sus propios compañeros de partido. Se comenta lo de Grimau, pero muy pocos se acuerdan de otros nombres, como Joan Comorera, Heriberto Quiñones, Luis Sendín, Ángel Garvín, Federico Frutos, Jesús Monzón, Gabriel León Trilla (de quien Carrillo dijo tiempo después de que fuera asesinado: "murióse"), Luis Montero o Domingo Hungría. Y como ellos, cientos.

    Hoy se elogia a Fraga y Carrillo por su papel en la Transición. ¿Y qué otra cosa podrían haber hecho? ¿Oponerse a la democracia? ¿Se les elogia entonces por haber sido decentes? Si hubieran tratado de levantar a las masas no creo que hubiesen tenido mucho éxito, a la vista de los resultados de sus respectivas formaciones políticas en las primeras elecciones democráticas, en 1977: ninguna de las dos llegó al 10% de los votos.

    De Fraga y Carrillo se han mencionado muchas veces sus luces y sombras. Pues yo, la verdad, veo más sombras que otra cosa. Y que yo sepa, ninguno de los dos se arrepintió nunca de ninguna sombra. Carrillo nos ha dejado unas "Memorias" vergonzosas, plagadas de trolas absurdas, de insultos hacia los compañeros de partido que fueron delatados o asesinados bajo su responsabilidad, y de elogios hacia dictadores repugnantes (algunos de los cuales fueron sus amigos personales), como Ceauşescu, Kim Il Sung, Fidel Castro, Saddam Hussein o Erich Honecker. Y con algunos detalles asquerosos, como no mencionar para nada el Muro de Berlín al referirse al año 1961, y paginas después lamentar su caída. O arrepentirse de haber criticado muy duramente a Moscú en los setenta.

    En fin, así se escribe la historia...
  • Ni probablemente están todos los que son ni son todos los que están. Hay grupos colectivos como la CNT y la JSU que tuvieron una reunión en la que trataron el tema del traslado de presos; el PCE ( que se podría añadir a la lista ) no estuvo presente en la reunión, pero teniendo en cuenta la estrecha relación de JSU y el PCE y que los integrantes de la JSU se afiliaron al PCE es plausible la hipótesis de que el PCE estuviera al tanto del traslado; no obstante, todavía no hay ninguna prueba que determine que de esa reunión salieran órdenes de fusilamientos.

    Las órdenes para las sacas partieron de la Junta de Defensa en las primeras horas del 7 de noviembre, como le confesó el propio Carrillo a Ian Gibson.
    Esa reunión de la que hablas tuvo lugar al día siguiente, y hay un acta de la misma descubierta por Jorge M. Reverte hace unos años. Lo que se hizo en aquella reunión fue informar de las decisiones tomadas en la Junta el día anterior. Así que los anarquistas ni idearon ni ordenaron las matanzas, aunque estuvieran al tanto de las mismas y participaran en ellas. Los anarquistas simplemente obedecieron las órdenes de la Junta. Unas órdenes que incluían la "ejecución inmediata, cubriendo la responsabilidad" de los "fascistas y elementos peligrosos". Así que en esa lista que has puesto te ha faltado la Junta de Defensa de Madrid. Que además mintió ocultando las matanzas.
    El grado de responsabilidad es muy variable, unos dieron las órdenes, otros estaban enterados y no hicieron absolutamente nada para evitarlo y otros estaban simplemente enterados pero no pudieron hacer absolutamente nada para evitarlos. En estos dos últimos grupos podría estar el socialista Largo Caballero, entonces jefe de Gobierno del Consejo de Ministros y Ministro de Guerra, cuya presencia en la lista te sorprenderá, pero es que su segundo en el Ministerio de la Guerra, el subsecretario de Estado General Asensio fue el que envió los famosos sobres al General Miaja y al General Pozas, que tenían que abrir a los dos días pero que abrieron inmediatamente. Pero no hay ninguna prueba de que Largo Caballero sea el artífice de la carta. Curiosamente Carrillo y Cazorla se reunieron con Largo Caballero cuando este iba a abandonar Madrid para ir a Valencia y Largo se mostró sorprendido de que estuvieran al tanto de la salida del Gobierno ( ¿Hablaron algo sobre lo de la Quinta Columna? ), después los dos dirigentes comunistas se fueron a la reunión del Comité Central del PCE. De todas formas ningún historiador en ningún libro ha apuntado a Largo Caballero como responsable ni como conocedor y probablemente ni estuviera enterado porque se fue a Valencia antes de que acontecieran los hechos de las sacas. De todas formas es una cuestión que siempre me ha intrigado, especialmente por esto:

    "Se reservó, además el esencial Ministerio de la Guerra, organizando un Estado revolucionario sobre las ruinas del gobierno republicano con la ayuda del poder de las milicias armadas, principalmente anarquistas. Estas milicias, en la práctica, habían sustituido la legalidad estatal por comités de trabajadores armados que aplicaban la justicia revolucionaria de modo arbitrario y violento, buscando fundamentalmente la eliminación física del adversario político derechista, usualmente tras un simulacro de juicio." Cita de www.wikipedia.org artículo de Francisco Largo Caballero.

    Yo no sé lo que sabía Largo Caballero sobre el tema. Sí lo sabía su ministro de Gobernación, el socialista Ángel Galarza, que también mintió al respecto, como la Junta.
    Pero sí veo una diferencia entre la represión republicana del verano de 1936 y la del otoño. Como he escrito por otro sitio, la represión del verano -como la matanza de la Cárcel Modelo- no fue planificada, o al menos no por las autoridades. La del otoño sí. Y hay una razón obvia: el Gobierno de Largo Caballero, formado en septiembre, no era como los anteriores; era un gobierno revolucionario, como su presidente. Y recordemos que a los dos ministros comunistas se sumaron a comienzos de noviembre nada menos que cuatro anarquistas. Y uno de ellos era el faísta García Oliver, y de Justicia, encima. Las luchas intestinas entre los partidarios de hacer primero la revolución y los de no, primero ganar la guerra, todavía no habían estallado; la prioridad era parar a los fascistas y "evacuar" a los presos de Madrid.

    Ah, y yo quitaría a Margarita Nelken de la lista. Paul Preston explica en "El holocausto español" que  se ha insinuado que presionó a Manuel Muñoz, Director General de Seguridad, para que firmara las órdenes de las sacas, pero es falso, Muñoz las firmó por su cuenta.
  • pero si llega a enterarse de lo que al final hizo El Rey a lo mejor lo manda fusilar por traidor.

    Le pondría una medalla por mantener el espíritu de su régimen.

    Salu2
  • Puntualizaciones sobre Paracuellos
    La atribución de responsabilidades por las ejecuciones a Santiago Carrillo aumentó cuanto más se acercaba la transición. Fue la tapadera para ocultar un terror mucho más brutal, sangriento y duradero: el franquista



    Angel Viñas / Fernando Hernández Sánchez / José Luis Ledesma / Paul Preston
  • "Nuberu&quot escribió :
    Vamos que la culpa fué de la URSS...


    Joder nuberu, ¿esa es la conclusión que sacas del artículo?
  • "Nuberu&quot escribió :
    Al menos podía haber abogado por la ruptura y no validar el segundo proyecto del franquismo en España, que todavía estamos viviendo.

    Supongo que no sabes que tras la muerte de Franco, Carrillo era partidario de la ruptura, no de la reforma política. Pero hubo un referéndum en diciembre de 1976 en el que la gente, con una participación del 77,8%, se mostró a favor de la reforma en un 94,17% de los votos.
    Así pues Carrillo, igual que otros líderes de la oposición, se limitó a aceptar la voluntad popular. ¿Qué tendría que haber hecho si no?  :ilu:
    Y esa reforma dio lugar a nuestra democracia. Y ya lo creo que el PCE hizo bien presentándose a esas primeras elecciones de 1977. No se me ocurre una manera mejor de saber con qué apoyo popular contaba, aunque bueno, ya sé que otros quizá sois más partidarios de echarse al monte y llamar a los cuatro locos que vayan detrás el pueblo.

    Ah, y veo que en tus críticas a Carrillo coincides con los marxistas-leninistas del PCPE, ésos que tú dices que a su vez coinciden con los de derechas.

    Vaya cacao que tienes, ¿no?  :mellow:


    Del artículo que ha puesto Inés:
    La recomendación de la NKVD la puso en marcha Pedro Fernández Checa, secretario de Organización del PCE. Fueron militantes comunistas y anarco-sindicalistas quienes se encargaron de los aspectos operativos. Los primeros actuaron a través de los órganos de la DGS. Los segundos, que controlaban la periferia madrileña libre de asedio, aseguraron la realización. Fuera o no por igual, todos colaboraron en la liquidación de la presunta quinta columna excitados por las bravatas del general Mola acerca del potencial de sus partidarios en la capital.

    Evidentemente el papel de Carrillo en el asunto de Paracuellos se ha exagerado mucho desde que en 1960 llegó al liderazgo del PCE. No fue el principal responsable de la matanza, como aún quieren hacer ver algunos.
    Sin embargo, los mitos en este asunto no sólo han partido de los ámbitos derechistas. El mito de los incontrolados como verdaderos responsables de la masacre, propalado en primer lugar por el propio Carrillo, también ha contado con muchos adeptos. Y luego hay un mantra según el cual esos incontrolados eran además milicianos anarquistas, lo que lleva a la conclusión de que en realidad todo, o casi todo, fue culpa de los anarquistas.
    Por lo visto todavía seguimos un poco con eso. Los milicianos que se encargaron de trasladar y asesinar a los presos pertenecían en su mayoría a las Milicias de Vigilancia de Retaguardia (MVR). Según el historiador Julius Ruiz, esos milicianos pertencían a distintas organizaciones de izquierda, como es lógico, y la mayoría (59%) tenía carné de la UGT. El partido más representado era el PSOE (21%), después el PCE y las JSU (17%), y la CNT-FAI sólo tenía un 12%.
    Por tanto, los anarquistas también tuvieron su papel en la matanza, pero quizá no fue tan grande como algunos tratan de hacer ver.


    En todo caso, aunque haya discrepancias entre ellos, es significativo que hoy todos los historiadores coincidan en no creerse la versión que Carrillo ha dado siempre de la matanza de Paracuellos, incluso los que tienen unas simpatías izquierdistas más claras, como Ángel Viñas o Paul Preston.
    Sobre este tema siguen apareciendo nuevos datos con cuentagotas, siguen manteniéndose los mitos de siempre, y todo esto pasa porque el que podía haber explicado muchas cosas al respecto, porque lo vivió en primera persona y en un puesto de responsabilidad, ha preferido en su lugar contar dos o tres mentirijillas absurdas y listo. Claro, normal: otra cosa hubiera significado admitir que tuvo un papel importante en una matanza de miles de presos en retaguardia.
  • Cambió de idea después del referéndum de 1976.

    Además, creía que el PCE iba a sacar un 30% de votos.
  • Á más de uno le venía bien sufrir en carnes propias a otro franquito, para poder apreciar las diferencias.
  • "Nuberu&quot escribió :
    Lo de los que critican a Carrillo era una puntualización anecdótica, porque es verdad que es así.

    Los que no critican son los creyentes religiosos. La crítica no sólo es buena, es imprescindible.
  • "Kribi&quot escribió :
    ¿Cuál fue la pregunta en ese referéndum?

    Saludos
    Kribi

    Bingo.
  • "Kribi&quot escribió :
    ¿Cuál fue la pregunta en ese referéndum?

    Saludos
    Kribi

    Como supongo que es una pregunta retórica no responderé  :chis:

    Pero sí estoy seguro de que aunque la pregunta hubiera sido qué prefiere usted, ¿reforma o ruptura?, hubiera ganado igualmente la reforma. Y la razón es que en los setenta la gente tenía demasiado miedo de una nueva guerra civil, comprensiblemente.

    Y sabemos a lo que dio lugar esa reforma: a esta imperfecta democracia. La ruptura vaya usted a saber.
  • "Diego&quot escribió :
    Claro que hubiera ganado la reforma, es lo que tiene el voto que parte del miedo, porque estoy seguro de que en realidad la inmensa mayoría de los españoles querían un régimen que no se pareciese en nada al que quedaba atrás.

    Que es lo que se consiguió con la reforma política.
    "Nuberu&quot escribió :
    Es decir, que estas de acuerdo en que tenemos la herencia de Franco y la tenemos gracias a él y a la gente que formó.

    Esto es lo que defiende Pío Moa. Pues sí, coincides con la extema derecha.
  • La democracia era inevitable. No sé a cuento de qué le dais tantas vueltas.

    Lo único que hizo La Casta fue monopolizar una propuesta de referéndum que canalizara el ansia democrática hacia un modelo lo más parecido posible a otra dictadura.

    Y menos mal que estar en la UE nos civilizó un poco más. De lo contrario hoy seríamos otra Argentina, otra Venezuela. Un país inmaduro, presa fácil de populismos, del regreso de los Felipes y los Solchagas. Parece que lo estoy viendo.
  • Esperanza, esa populista que privatiza televisiones y pone peajes.
  • Hasta Franco veía que la democracia a medio gas era la única salida para dejar algo en pie de su legado. Era un hombre repugnante, pero práctico.
  • Hombreeeeeeeee, ya echaba de menos un análisis trotskista de esos tuyos  :D

    Lo malo de Carrillo es que participó en las desgracias de otros comunistas. Lo de Paracuellos no importa  :chis:
  • http://elpais.com/diario/1980/04/23/espana/325288803_850215.html

    He encontrado este artículo y, a pesar de que tiene más de 30 años, me ha parecido muy interesante. Desconozco si las preguntas que se plantea han sido ya resueltas.
  • editado octubre 2012 PM
    "Tarrou&quot escribió :
    http://elpais.com/diario/1980/04/23/espana/325288803_850215.html

    He encontrado este artículo y, a pesar de que tiene más de 30 años, me ha parecido muy interesante. Desconozco si las preguntas que se plantea han sido ya resueltas.

    Es un buen artículo, como todos los de Semprún  :)

    Las preguntas no han sido resueltas por quien más sabía de este tema, es decir, Carrillo, pero sí por otros comunistas, antiguos comunistas (como el propio Semprún) e historiadores varios.

    Hoy es más que sabido que durante bastantes años después de la Guerra Civil, el PCE purgó a muchos de sus hombres en España. Es lógico, ya que por entonces era un partido estalinista, y estalinismo y purgas son casi sinónimos.

    Había dos formas de purgar a los militantes traidores: delatarlos a la policía franquista o eliminarlos directamente.

    Y el responsable del aparato clandestino del PCE en España desde 1942 se llamaba Santiago Carrillo  :)

    Las Memorias que publicó en 1993 son muy divertidas. Carrillo mantuvo bien la cabeza durante toda su vida, pero curiosamente cuando escribió esas "Memorias" se olvidó de mogollón de cosas. Ese libro es como el primer disco de grandes éxitos de REM: hay cosas poco conocidas pero faltan los auténticos greatest hits  :chis:
    Del tema de Paracuellos no dice nada aparte del consabido no me enteré de nada, por tanto no hice nada. Y sobre los comunistas purgados tampoco dice mucho más allá de dedicarles algunos insultos.

    Leer lo que cuenta sobre Joan Comorera -que fue nada menos que secretario general del PSUC-, por ejemplo, es realmente estremecedor. O mejor dicho, lo que no cuenta.

    En 1940 Carrillo estaba en Moscú, igual que Comorera. Ambos eran agentes de la Komintern. El máximo dirigente de dicha organización, Dimitrov, encargó a Carrillo, en presencia de Dolores Ibárruri, que espiara a Comorera, puesto que para los estalinistas ya no era de fiar.
    Carrillo cuenta en sus "Memorias" que viajó con Comorera en el Transiberiano hasta Japón... Y ya. No vuelve a decir una palabra sobre él.
    Comorera fue expulsado del PSUC en 1949, fue delatado en España en 1954 y murió en 1958 en una cárcel franquista, pero Carrillo lo borra en 1940.
    Igual que Stalin borraba a sus víctimas de las fotografías, de los libros y de la historia. Pero Carrillo lo hace en 1993.

    Y sobre otros purgados, como Quiñones, Monzón o Gabriel León Trilla, pues algo parecido.

    Algunos, no sé si todos, han sido mucho después rehabilitados por su partido. Hace cuatro años Joan Saura pidió perdón en nombre de su partido por el estalinismo del que fue víctima Comorera, y recuerdo bien que a algunos en este foro les pareció ridículo  :ilu:

    Sobre Jesús Monzón, un gran personaje bastante olvidado, abrí hace tiempo un hilo hablando de un documental coproducido por TV3 y que emitió TVE este año. Un muy buen documental, por cierto  :)


    Un último apunte. Acerca de las purgas, y refiriéndose a Trilla, Carrillo sí escribió algo en sus Memorias bastante esclarecedor:
    Se ha preguntado que quién había dado la orden de eliminar a Trilla. Líster, que estuvo cien por cien de acuerdo con la actitud tomada por el partido contra Monzón y Trilla hasta que al enfrentarse años después contra la dirección del PCE, revisó todos sus pronunciamientos anteriores y justificó a todos los que había combatido antes implacablemente, nos ha acusado a Dolores y a mí de haber dado la orden de ejecución de Trilla. En aquellos momentos no había que dar esas órdenes; quien se enfrentaba con el partido, residiendo en España era tratado por la organización como un peligro. Ya he explicado que la dureza de la lucha no dejaba márgenes.

    Carrillo nos dice que Monzón y Trilla estaban en el punto de mira del responsable del PCE en el interior de España, es decir, él mismo, pero a la vez elude su responsabilidad personal.

    En fin, algo es algo  :chis:
  • Me ha costado, pero he encontrado un artículo-reportaje COJONUDO que publicó EL PAÍS SEMANAL hace cinco años. Recuerdo que Desert ya lo colgó en su día en Debatalia, pero me apetecía recuperarlo.

    Tarrou, tiene que ver con el que has enlazado tú  :)

    Es sobre Gabriel León Trilla y sus descendientes. Se trata de un relato REAL en el que se mezclan pasado y presente. Emotivo por un lado y brutal por otro, ya que muestra el lado más oscuro del PCE y de ese personaje hoy tan elogiado que se llamaba Santiago Carrillo.

    Impagable también el articulo de Jorge Semprún que remacha el reportaje.

    Los hijos perdidos de Trilla

    Ferran Bono 07/06/2007

    EL PAÍS SEMANAL


    A fuerza de escuchar y de preguntar, fue constituyéndose una imagen global, confusa en ciertos casos, dolorosamente precisa y concreta en otros, de una época terrible: entre 1944 y 1948, por lo menos, decenas de cuadros dirigentes fueron entonces eliminados, física y/o políticamente liquidados, por la dirección operativa del PCE: Dolores Ibárruri, Vicente Uribe, Santiago Carrillo, que se había vuelto a hacer con las riendas del poder interno al término de la II Guerra Mundial.


    La rusa Aurora Trilla tiene 76 años y vive en Moscú. Alain Lazard tiene 65, es francés y reside en California. Ambos tienen los mismos ojos claros, entre azules y grises. Son hermanos, pero no se han visto nunca. Su padre fue el luchador antifranquista Gabriel León Trilla, pero no llegaron a conocerle. Criados por sus respectivas madres, sus vidas han discurrido paralelas hasta que el pasado 24 de marzo se fundieron en un prolongado abrazo en la cafetería de un céntrico hotel de Madrid.

    El esperado encuentro se produjo en silencio. Se miraron y no se dijeron nada. Sólo se abrazaron. La emoción dio paso a un júbilo compartido por el resto de los familiares de Gabriel que rodeaban a los hermanos. Alain, con un castellano de urgencia, invitó a Aurora a visitar su casa americana. Simulando gestualmente el vaivén de las olas le propuso hacer el viaje en barco. Sabía que su nueva hermana acababa de llegar de Moscú tras 60 horas de tren por su fobia a los aviones. La intensidad se fue relajando en las sonrisas cómplices de los parientes recién descubiertos.

    Tres ramas familiares, una procedente de la España natal de Gabriel León Trilla, otra de la antigua URSS, y la tercera, de la Francia ocupada, reunidas para conocerse, convivir y recorrer juntos los escenarios añorados durante su exilio en Francia por el comunista y dirigente antifranquista asesinado en Madrid en 1945.

    Michèle Lazard, hermana de madre de Alain, es la única persona del grupo que convivió con él, y 60 años después guarda intacta una de las frases con las que Gabriel León Trilla evocaba su país desde su exilio en Aix-en-Provence: "Una tormenta ha cruzado el cielo de Madrid, dejándolo vibrante". Michèle, de 77 años, es una pieza clave en la reconstrucción de la memoria de Trilla. También lo ha sido Jorge Semprún, que desempeña un papel protagonista en esta larga y accidentada historia.

    En 1977, Semprún publicó Autobiografía de Federico Sánchez, un libro sobre la vida clandestina y la expulsión del PCE de este personaje. En él contaba el caso de Trilla y explicaba las circunstancias de su muerte, una información que llegó a oídos de Jeanne Lazard Cangioni, la militante comunista francesa que acogió al luchador antifranquista en su casa tras la Guerra Civil. Jeanne estaba separada de su marido, Lucien Lazard, y tenía una hija, Michèle, cuando mantuvo una relación sentimental con Gabriel León Trilla, fruto de la cual nació Alain.

    "Desde que leyó el libro", explica Michèle, "lo único que quería mi madre era rehabilitar el honor de Gabriel. Escribió a Semprún y le dijo que tenía cartas y documentos que le podrían ayudar. Él le respondió de inmediato con una carta preciosa. Fue a mi casa en 1979 y desde entonces somos amigos".

    La adolescencia de Michèle estuvo marcada por la presencia de Trilla. "De los 10 años a los 14, Gabriel fue quien me educó, me cuidó, me hizo reír, me enseñó a amar la literatura, las lenguas, el Museo del Prado, Goya, Velázquez, Cézanne. Era muy culto y divertido. Fue la persona que más me marcó con aquella edad y en aquellos tiempos de guerra", afirma Michèle. Su padre biológico, Lucien Lazard, miembro de la Resistencia francesa, había sido apresado por los nazis. Trilla, obsesionado con volver a España, cruzó en 1943 la frontera para luchar contra Franco. Su rastro se perdió. Dejó en Francia un hijo de apenas un año, Alain, al que Lucien, generosamente, dio su apellido, Lazard. Alain Lazard no supo hasta bien entrados los treinta años quién era su padre natural.

    Hasta aquí, resumido, el capítulo francés de la agitada historia personal y política de Gabriel León Trilla. Hay al menos dos capítulos más que dan cuenta de las ramas familiares de España y Rusia. Todas presentes en la reunión de Madrid de finales de marzo. Un encuentro que fue posible gracias a la curiosidad de Julia Pareja, una ex concejal socialista y psicóloga de Salamanca; al ansia de conocimiento de un historiador del PCE, Carlos Fernández, y a la existencia de Internet.

    Un día, Julia Pareja, de 62 años, decidió rastrear su árbol genealógico y en algún momento se preguntó: "¿Qué fue de mi tío abuelo Gabriel? Sólo sabíamos que era comunista y que lo mataron", explica en el hotel madrileño, donde todos intervienen con detalles y comentarios en castellano, francés, ruso e inglés. "Busqué su nombre en Google y me salieron centenares de documentos", explica; "en uno de los foros de la memoria, el historiador Carlos Fernández pedía información sobre Gabriel para su estudio y contacté con él. Era agosto de 2005".

    El nombre de Gabriel León Trilla, nacido en Valladolid en 1899 y fallecido en Madrid en 1945, había empezado a surcar el ciberespacio. Alain Lazard también es aficionado a navegar por Internet. "El 25 de diciembre de 2005, el día de Navidad", relata Julia, "abro mi correo y veo un mensaje. Era de Alain. Emocionada, me dije: 'Hemos descubierto al hijo de Gabriel'. En uno de los mensajes que intercambiamos, Alain nos habla de la conexión con Jorge Semprún y nos dice: 'Por cierto, que mi hermana Michèle asegura que Gabriel tenía una hija en Rusia llamada Aurora, de la que hablaba en su exilio en Aix-en-Provence'. Estaba claro: el siguiente paso era buscar a Aurora".

    Las piezas empiezan a encajar. La fotografía antigua de una guapa mujer que la madre de Julia había guardado pero que nadie sabía quién era recobra protagonismo. "Era mi madre", interrumpe entonces Aurora, la moscovita que entiende "sólo un poco de español", el que aprendió con el diccionario ruso-español que se dejó su padre en 1932 cuando fue expulsado de la URSS.

    Al principio, nadie sabía que esa fotografía correspondía a la primera mujer de Trilla. Julia mandó la imagen de la joven desconocida a Carlos Fernández, y el historiador se dirigió con ella a la segunda mujer de Gabriel, Lydia Kúper, traductora de origen ruso residente en España y antigua militante comunista, quien descifró las letras en alfabeto cirílico escritas en su reverso: Anastasia.

    Los hilos de la historia condujeron a la Unión Soviética. La joven de la foto era Anastasia Filippovna Barmashova, la esposa con la que Trilla tuvo dos hijas en Moscú. La primera Aurora murió a los seis meses. La segunda vio la luz en 1931, con el mismo nombre, y es la misma que acaba de conocer a su hermano francés.

    El 5 de enero de 2006, Julia mandó correos electrónicos a la embajada y al consulado de España en Moscú preguntando por "la hija del español Gabriel León Trilla, de nombre Aurora". El lunes 9 de enero, el consulado de España en Moscú comunicaba a Julia que la habían localizado. "Hablé inmediatamente con Alain y decidimos que lo menos violento era que yo le escribiera una carta, sin decirle al principio que tenía un hermano. Así empezamos a cartearnos".

    Aurora, nacida en 1931, habla ruso e intercala palabras sueltas en castellano. Sabía que su padre, Gabriel, fue miembro del PCE y de la Komintern. Su madre, Anastasia, era una de las secretarias de la Internacional Comunista. "Allí se conocieron, se casaron y tuvieron una hija que murió. Al principio, mi madre y mi padre se comunicaban gracias a un diccionario ruso-castellano, que yo conservo", explica. Pero Gabriel tuvo que regresar a España y cayó preso durante el régimen de Primo de Rivera. "Cuando volvió a Moscú ya sabía ruso, lo había aprendido en prisión. En 1932 lo expulsaron del Partido Comunista y le echaron del país", prosigue Aurora. Fue apartado por pertenecer a una escisión comunista, aunque más tarde fue readmitido. "Mi madre se quedó sin marido, y yo, que tenía año y medio, sin padre". Gabriel estaba considerado una persona peligrosa. Anastasia tuvo que quedarse en la URSS al cuidado de su hija, a pesar de los intentos de Gabriel por sacar a su familia.

    Son ya los años de la Segunda República española. Gabriel sigue comunicándose con Anastasia, pero a través de la hermana de ésta, Claudia, para evitar riesgos. Gabriel y Anastasia acaban divorciándose, y él se vuelve a casar tres años después. "Mi madre, que no quería saber nada de hombres, se sintió entonces liberada y empezó a relacionarse hasta que se volvió a casar en 1938", comenta Aurora. La última carta data de 1939. En ella, Gabriel comunica a sus antiguos familiares rusos que ya no escribirá más porque pasa a la clandestinidad y se va a Francia. Aurora ya no supo nada de su padre, aunque toda su vida ha estado buscando información. Primero, sobre su paradero, y después, sobre las circunstancias de su muerte. Se dirigió al PCUS soviético, a Dolores Ibárruri. Siempre recibía la misma respuesta: nadie sabía nada de la muerte de su padre. Al final, logró entrevistarse con el dirigente del PCE Joaquín Balaguer, que en 1956 le dijo: "Cuando seas libre, quizá puedas ir a España y encontrar algo".

    Aurora Trilla no desfalleció. En un viaje en autobús por Europa en 1996, pasó buena parte de su escala en Madrid buscando en el listín telefónico los apellidos Trilla para ver si daba con su familia. Todos resultaron pistas falsas. En 2004 escribió al Archivo General de la Guerra Civil, que le remitió al Archivo Histórico Nacional. Nada. Hasta que a principios de 2006 le llegó la carta de Julia Pareja.

    A partir de esa fecha empieza la organización del encuentro en Madrid, con el propósito principal de que los dos hermanos de padre se conozcan. Hubo obstáculos insospechados. El consulado español en Moscú no le daba el visado de entrada a Victoria, la acompañante de Aurora, que, con 76 años, no habría podido cruzar Europa en tren sin ayuda física y lingüística. Además, se tenía que justificar el parentesco de Aurora con su progenitor. "Nos hicimos con la documentación y la invitación que nos exigían gracias a un notario amigo. Fue una pesadilla. Al final se arregló. Conseguimos contar toda la historia a los del consulado, y creo que también ellos se emocionaron. Nos tramitaron los papeles en tres días, y gratis", resume Julia.

    De vuelta al grupo reunido en Madrid, el protagonismo recae en Michèle Lazard, la única de los presentes que vivió con Trilla, durante su exilio francés, y que puede compartir sus recuerdos con el resto de familiares. "Hablaba mucho de su hija rusa y también de su madre, que le marcó", rememora Michèle. Michèle, lingüista y profesora jubilada, recuerda con vehemencia y, a veces, intenta ocultar su emoción para no interrumpir el discurso: "Gabriel era una persona muy alegre y un hombre de gran valor. Le recuerdo siempre elegante, le gustaba muchísimo la pintura, tenía un gran dominio del francés y también hablaba alemán y ruso. Era increíble. Tenía la obsesión de volver a España y luchar contra Franco. Él me enseñó toda la poesía francesa. Cuando conseguía algo de dinero, me compraba libros o láminas del Prado. Me enseñó alemán. Me transmitió el amor de su madre por la enseñanza y la cultura, y también por ser insolente".

    Michèle continúa desgranando sus vivencias. "Gabriel empezó a buscar contactos con dirigentes españoles que estaban en Toulouse y en Marsella para pasar a España. Y los encontró. Se reencontró con Jesús Monzón. Antes se puso a trabajar para la Resistencia, con la que también colaboraba mi madre. Un dirigente comunista francés le dijo a mi madre que podían fusilarla por los contactos con esos comunistas españoles y por el cobijo que daba a los exiliados españoles".

    "El 29 de diciembre de 1943 fue la última vez que lo vi. Lo recuerdo como si fuera hoy", dice Michèle. "Le pedí llorando que no se fuese. Pero él mentalmente ya estaba en España. Era su obsesión. A mi madre le dijo: 'Nos veremos después de la victoria'. Por cierto, una alegría enorme para Gabriel fue el nacimiento de Alain. Le daba de comer, le pesaba, le cantaba, escribía canciones para él. Le decía que iba a ser torero".

    Alain no ha sido torero, sino monitor de esquí. Estudió químicas, pero se dedicó, por casualidad, a este deporte y llegó a preparar al equipo olímpico francés. Luego se trasladó a EE UU y allí se quedó. Alain desdramatiza y asegura que descubrir quién era su auténtico padre tampoco le supuso ningún problema. Su curiosidad la canalizó a través de Internet con resultados palpables. Ahora ha contabilizado hasta 140 primos, y encaja con una sonrisa tímida sus comentarios sobre el gran parecido con su padre, Gabriel.

    Michèle vuelve a sus recuerdos: "Supe que había muerto en 1947, a través de una carta que su hermana, Carmen León Trilla, escribió a mi madre. Llegó a casa y, cuando vi el remitente, la leí. Yo ya estaba acostumbrada a esconder las cosas. Me acuerdo de mi madre, leyendo Mundo Obrero y luego escondiéndolo en el jardín. Yo hice lo mismo. Escondí la carta en el jardín y durante años fue un secreto que guardé para no hacer sufrir a mi madre. Ella fue una mujer destacada de la Resistencia; tenía la Cruz de Guerra; formó a grupos de mujeres. Sin embargo, el Partido Comunista Francés, a instancias de Carrillo, la acusó de llevar una vida disoluta e inmoral. Sería a principios de los años cincuenta. Le reprochaban haber tenido contactos con exiliados españoles díscolos, como Gabriel o Monzón, que habían caído en desgracia para los dirigentes del PCE. Le enseñaron a mi madre un artículo de Carrillo que hablaba de ambos como si fueran bandoleros, que ponían en peligro la organización clandestina del partido, descalificándolos por completo. Mi madre se quedó lívida. Yo le pregunté qué le pasaba. Ella me confesó que quizá se temían que tuviera contactos con Gabriel. Yo ya sabía que Gabriel estaba muerto y entonces se lo dije. Pero no nos enteramos de las circunstancias de su muerte hasta mucho después, hasta leer el libro de Semprún. Él le recomendó a mi madre que contase toda la verdad sobre su padre biológico a su hijo Alain. ¡Y nosotras que pensábamos que lo había matado el régimen franquista...! No podíamos imaginar que fue asesinado por orden de la dirección comunista, de Carrillo. Yo creo que a Gabriel lo mataron porque pensaba por sí mismo".

    Gabriel León Trilla apareció muerto a puñaladas en el Campo de las Calaveras de Madrid en 1945. Según diversos testimonios de la época y la información recogida por historiadores (como el propio Carlos Fernández), fue asesinado por guerrilleros comunistas, por orden de la dirección del PCE, dentro de las purgas estalinistas de aquella época especialmente sangrienta. En sus memorias, Carrillo hace referencia al caso Trilla y a la denuncia de Enrique Líster de que él y Dolores Ibárruri dieron la orden de ejecución: "(...) En aquellos tiempos no había que dar esas órdenes; quien se enfrentaba al partido, residiendo en España, era tratado por la organización como un peligro. Ya he explicado que la dureza de la lucha no dejaba márgenes".

    En Madrid, la familia carnal y política recuperada de Trilla visitó el cementerio de la Almudena. Querían honrar al muerto. Depositar flores en algún monumento a la memoria republicana, a los combatientes antifascistas. Pero no hallaron ningún lugar para hacerlo. "Es increíble, no hay ningún memorial así en el cementerio", explica Julia.

    Juntos pasearon por la plaza Mayor, por el palacio de Oriente, por el Museo Reina Sofía... "La verdad es que nos llevamos muy bien. Todos tenemos una educación y una ideología de izquierdas parecidas", apostilla Julia. La visita al Museo del Prado era obligada. Allí, Michèle pudo ver por primera vez los cuadros originales que le enseñó Gabriel León Trilla durante los años de la guerra en los que convivió con él y que nunca ha olvidado.
  • editado octubre 2012 PM

    "Murióse", por Jorge Semprún


    La primera vez que oí el nombre de Trilla fue en 1953, en el verano de aquel año, poco después de mi primer viaje clandestino a España. Y fue en París, en una reunión que presidía Santiago Carrillo, y cuyo objeto era presentarme a Ricardo Muñoz Suay. Acababa éste de restablecer contacto orgánico con la dirección del PCE, y desde esa reunión, Ricardo iba a ser de nuevo un activista político, discreto trujimán de tantas iniciativas de la oposición antifranquista. No hace falta decir nada más aquí y ahora: la experiencia vital de Muñoz Suay, abundante y compleja, ha sido perfectamente captada y reconstruida en el magnífico ensayo biográfico que le ha consagrado Esteve Riambau.

    Pues bien, en el curso de aquella reunión de 1953, una vez establecidas las perspectivas programáticas y de organización, llegado el momento de la charla y el recuerdo, hizo de pronto Ricardo una pregunta directa a Carrillo, con ese tono suyo tan característico, entre irónico y contundente.

    "Puedes decirme, Santiago, ¿qué se hizo de Gabriel León Trilla?".

    Carrillo se sobresaltó, como si encajara un golpe, torció el gesto, pareció vacilar un segundo, y luego dijo, seca, tajantemente: "Murióse".

    Ni una palabra más, ni del uno ni del otro.

    ¿Murióse?

    En la memoria me quedaron grabados aquel apellido, Trilla, desconocido hasta ese día, y aquella exclamación.

    Luego, a lo largo de los largos años de clandestinidad, en las inacabables conversaciones con muchos veteranos militantes, testigos del heroico y sangriento pasado del PCE, fueron surgiendo figuras olvidadas o censuradas, las de Trilla y Monzón, por ejemplo, de otros dirigentes del Partido (así, con mayúscula, ¡cómo no!).

    A fuerza de escuchar y de preguntar, fue constituyéndose una imagen global, confusa en ciertos casos, dolorosamente precisa y concreta en otros, de una época terrible: entre 1944 y 1948, por lo menos, decenas de cuadros dirigentes fueron entonces eliminados, física y/o políticamente liquidados, por la dirección operativa del PCE: Dolores Ibárruri, Vicente Uribe, Santiago Carrillo, que se había vuelto a hacer con las riendas del poder interno al término de la II Guerra Mundial.

    ¿Y por qué esa voluntad de purga y exterminio?

    Cualesquiera que fueran las acusaciones, todas falsas, cínicamente esgrimidas contra aquellos dirigentes, forzoso es constatar que su único "crimen" fue el haberse portado como comunistas; es decir, el haber asumido todos los riesgos para ejercer soberanamente su libertad comunista y combatiente, para reorganizar, en España y en el exilio francés, a miles de militantes abandonados por sus dirigentes oficiales, cómodamente instalados en la URSS o en América Latina después del pacto germano-soviético de 1939.

    Por ello, cuando publiqué en 1977, una vez legalizado el PCE, una vez comenzada la transición democrática, mi Autobiografía de Federico Sánchez, dediqué algunas páginas del libro a analizar algunos problemas del pasado, y concretamente, el caso de Monzón y Trilla.

    Dije entonces lo que sabía, por los testimonios y recuerdos de algunos veteranos; lo que podía deducirse de un análisis crítico de los documentos mismos del PCE. Sin duda, desde aquella fecha de 1977 han ido acumulándose los trabajos históricos, las fuentes documentales. Tenemos, particularmente, el libro excepcional de Gregorio Morán, Miseria y grandeza del Partido Comunista de España, pieza esencial de una posible reconstrucción de la verdad histórica. Libro extrañamente marginado en nuestro país, pero del cual cabe esperar, anhelar incluso, una reedición puesta al día: sería necesaria en estos tiempos nuestros de rescate de la memoria.

    Sea como sea, cuando se publicó en Francia la traducción de la Autobiografía, en 1978, recibí muy pronto una carta emocionante. Me escribía Jeanne Lazard, que fue la compañera de Gabriel León Trilla en el exilio francés. Quería verme, me vio. Quería contarme, me contó. Quería que leyese las cartas que Trilla le había enviado, entre 1943 y 1945, desde la clandestinidad española, las leí.

    E inmediatamente le dije a Jeanne Lazard que había que publicar esas bellísimas cartas, escritas en francés, en una lengua literal y literariamente dominada, aunque fuese extranjera. No era posible, me dijo Jeanne. No era posible desvelar aquel pasado. Por lo menos, no era todavía posible. Y es que Jeanne había tenido un hijo de Trilla y ese hijo ignoraba quién era su padre natural: nada podía emprenderse hasta que lo supiera y asumiera.

    Han pasado los años. Jeanne Lazard ha muerto. Pero su hija, Michèle Cot-Lazard; su hijo, Alain Lazard, que ya sabe quién fue su padre de verdad y de lo cual se preocupa y se enorgullece; su nieta, Sylvie Cot, se han lanzado al descubrimiento y reconquista de los lazos familiares, ramificados en varios continentes. Ellos han organizado esta primera reunión de Madrid, de la que Ferran Bono nos hace un relato emocionado y emotivo (por cierto, a Ferran lo conocí en Barcelona, en la presentación de la biografía de Ricardo Muñoz Suay, de Esteve Riambau, último premio Comillas, ¡así se anudan los hilos de esta historia!). Mejor dicho: del primer capítulo de esta historia que aquí comienza a narrarse, y de la cual yo sólo quiero ser escribano, secretario de actas o portavoz fascinado por esta tragedia de una época de sangre y lágrimas y esperanza: la nuestra.
  • La familia de Santiago Carrillo ultima la publicación de sus memorias

    «Mi testamento político» será publicado el próximo mes de noviembre

    EFE
    16 de octubre de 2012 12:53


    La viuda de Santiago Carrillo, el histórico dirigente del PCE fallecido el pasado 18 de septiembre, ultima la corrección de sus memorias que, bajo el título «Mi testamento político», serán publicadas el próximo mes de noviembre.

    La editorial Galaxia Gutenberg afirma en un comunicado que Carrillo entregó el pasado mes de julio el original de sus memorias, en las que llevaba trabajando desde noviembre del 2011 y que su fallecimiento le impidió corregir las pruebas.

    Añade que «gracias a la inestimable colaboración» de Carmen Menéndez, viuda de Santiago Carrillo, y de sus hijos, se está ultimando la obra que, recalca, está escrita «con una sinceridad y honradez inusuales».

    «Mi testamento político» repasa, según la editorial, la historia de España desde Alfonso XIII, la Segunda República y la Guerra Civil, «con especial referencia a la defensa de Madrid, la Quinta Columna y Paracuellos del Jarama».

    Santiago Carrillo, nacido en Gijón en 1915, se afilió al PCE en julio de 1936 y tuvo un papel destacado en la vida política tras el levantamiento militar del 18 de julio de ese año. Como delegado de Orden Público y miembro de la Junta de Defensa de Madrid, le han responsabilizado de la matanza en Paracuellos (Madrid), aunque Carrillo siempre defendió que fue obra de descontrolados.

    Las memorias que verán la luz en noviembre aluden también, según Galaxia Gutenberg, al »largo exilio impuesto por la dictadura franquista, el papel de la URSS y la solidaridad internacional con la causa antifascista, la Transición democrática «con toda su grandeza y todas sus servidumbres» y la crisis económica. La obra se completa con una serie de juicios sobre diversos personajes, entre los que figuran el general Franco o Dolores Ibárruri a Ho-Chi-Min o Fidel Castro, y se cierra con una pregunta: «¿Hay un futuro para el ideal comunista?».


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    Nuevo greatest hits después de muerto  :chis:

    Ya veremos si ofrece alguna novedad, o en cambio alguna noverdad más  :chis:
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