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La diñó Carrillo. Con 90 y tantos, para que digan que fumar es malo

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Comentarios

  • Tenía 97 años y una mente bien lúcida hasta el final. Siento su pérdida.
  • "Pickett&quot escribió :
    Muere con 95 tacos y en un hospital...mientras que los que él odiaba acabaron ametrallados en Paracuellos...

    97, aprende a contar. Y lúcido hasta el final. No tuvieron que andar cambiándole los pañales en sus últimos años como al otro dinosaurio
  • Se acabó la pelea.  ;)
  • "Pickett&quot escribió :
    Muere con 95 tacos y en un hospital...mientras que los que él odiaba acabaron ametrallados en Paracuellos...

    Pues por lo que he leído ha muerto en su casa. :chis:
  • A Piquetete le pasan todas por alto


    Ahora, para mongolada la que soltó Espe hace menos de una semana
    Aguirre: "La mitad de los encarcelados durante el franquismo lo fueron por orden de Carrillo"
  • Un gran politico que pasara a la historia por su contribucion fundamental a que hubiese una transicion pacifica desde la dictadura franquista a la democracia, si cometio errores y/o crimenes durante la guerra civil lo pago durante mas de 40 años, lo que no se puede decir de los que cometieron errores y/o crimenes en el bando franquista.

    La contribucion al eurocomunismo creo que fue menor, el PCE se asocio de forma pragmatica porque el peso de la URSS era demasiado anacronico en la Europa moderna, pero nunca desarrollo una base teorica como el PCI.

    Obviamente la URSS se lo compenso incentivando disensiones, el PCPE  :chis:, que unidas a las propias se cargaron el partido.

    D.E.P.

    Un saludo
  • "Pickett&quot escribió :
    Pues si en este país hubiera justicia se le debería haber procesado por crímenes contra la humanidad.

    "Arruyo&quot escribió :
    Otro asesino que ha muerto en la cama


    Causa general y cosa juzgada. Si Franco y sus secuaces no consideraron que fuera un chaval de 20 años el culpable de los asesinatos de Paracuellos no entiendo vuestro ansia revisionista. Aparte de por trollear, claro.
  • Tu tampoco has tocado un libro en tu puta vida.
  • Por lo menos le ganó a fraga.
  • Para que no os intoxiquéis de pensamiento único;
    Felipe Alcaraz
    Exdiputado y ex secretario general del PCA

    Ha muerto Santiago Carrillo Solares, el de las tres vidas: la lucha antifascista desde los ideales comunistas, el proceso normalizador de la Transición y su adscripción a posiciones modernizadoras que, por ejemplo, lo acercaron mucho a las propuestas de ZP al principio de sus dos mandatos.

    Lo conocí a mediados de los setenta en el piso de la Fundación de Investigaciones Marxistas en la calle Alameda. Preparábamos la fase final de la legalización y, algo después, las primeras elecciones generales. Su voz había vibrado hablando del ruido de sables en la reunión de Capitán Haya, donde confirmamos que no estábamos por procesos separatistas y aceptábamos la bandera como parte de un texto constitucional; después alguien añadió, pero fuera de la reunión, una aceptación de la corona que no se discutió.

    Tenía prisa. Prisa por ocupar el espacio moderado de los socialistas y sus cuarenta años de vacaciones, como repetía Tamames. Prisa por adquirir no exactamente notoriedad, sino una respetabilidad que lograra superar su imagen, la imagen que de él había labrado el franquismo. Prisa que lo llevó a adaptar el partido a través de métodos de urgencia a una desactivación que convenía a la paz social requerida por la llamada Transición.

    Recuerdo uno de sus argumentos, a raíz de sus declaraciones en una de las universidades más reaccionarias de los Estados Unidos: si quitamos el leninismo, en las próximas elecciones subiremos al 25%. Aquí hay que enganchar la creación del Eurocomunismo.

    Y recuerdo su mantra cuando las cosas empezaron a torcerse a principios de los ochenta (nunca superó que no pasáramos del 10%): a mí no me jodáis, venía a decir, que si yo quisiera, fuera del partido, sería una personalidad de relumbrón.

    Pero de todas formas, en su vida primera, Carrillo fue un dirigente con valor, que se atrevió a todo, incluso a sustituir a Dolores antes de tiempo. No debemos,  en ningún caso, ocultar lo positivo: fue un luchador antifascista notable e incansable hasta el final de esta etapa.

    Precisamente se va Carrillo en el momento en que la conciencia de que no fue una Transición tan modélica empieza a extenderse y cristalizar. Por una parte se habla de la necesidad de una segunda Transición; por otra, se habla de que es inevitable un periodo constituyente, dado el desgaste político, la voladura de la Constitución y la erosión multiplicadora que ha supuesto la crisis. Pero Carrillo se ha ido antes, en plena etapa de condensación de esta crisis política e ideológica.

    Pero hay algo que sí ha impactado fuertemente en el ámbito de sus ideas: la crisis de la socialdemocracia. Todos los militantes que a partir de 1984 se fueron con él, acabaron en el PSOE. Él (que, por cierto, nunca fue expulsado del PCE a pesar de lo que se dice), los acompañó hasta la puerta, incluida parte de su familia, y se quedó fuera. Y lo mismo que en una etapa anterior se "enamoró" (era muy enamoradizo) de Suárez, tuvo el mismo flechazo político de Zapatero; y ahí se refugió. Era la idea de una nueva formación, más allá de la socialdemocracia, fresca y mediática, europeísta, que pudiera superar algo que él no dejó nunca de repetir: la política ya no es la lucha clase contra clase. Una formación que conectara con la construcción civilizada de la Europa de los ciudadanos frente a la Europa de los mercaderes. Y este derrumbe de la modernidad, después de la caída del Muro de Berlín, sí le ha pillado de cabo a rabo. Esta orgía de los mercados sí ha llegado a conocerlo Santiago con plena intensidad. Quizás por eso, buscando siempre agarrarse a las ramas del futuro, apoyó la necesidad de crear ciertas formaciones superadoras a la vez de IU y del PCE. Aunque hay que reseñar otra de las características de Santiago: desde el principio sabía que la realidad no podría derrotarlo jamás. ¿Qué hacía entonces? Cuando la realidad, como si fuera una chaqueta, no le cabía en la maleta de su pensamiento, recortaba la chaqueta hasta que cabía. Y lo sabía. Sabía que lo estaba haciendo. Pero también sabía que era un truco necesario para cualquier superviviente, y más para él, que era un superviviente profesional.

    Participamos juntos en su primera (desde los años 70) y segunda vida (casi entera). En la tercera hubo que partir peras, máxime cuando mantenía la idea que tras él ya no podía existir el PCE. Además, en cierto grado, aunque seguía su entrañable relación con los viejos camaradas, había cambiado la épica de la resistencia ("Con los zapatos puestos tengo que morir", Alberti) por un supuesto discurso de inteligencia modernizadora. Nadie supo nunca esconder mejor las derrotas que él. La segunda parte del libro que estoy escribiendo empieza con la muerte de Santiago; se llama: "La disciplina de la derrota".

    Que la tierra te sea leve, Santiago.
  • "Vlish&quot escribió :
    Un gran politico que pasara a la historia por su contribucion fundamental a que hubiese una transicion pacifica desde la dictadura franquista a la democracia, si cometio errores y/o crimenes durante la guerra civil lo pago durante mas de 40 años,

    Estuvo metido en asuntos muy feos durante la Guerra Civil y durante el franquismo también. Lo peor es que se ha muerto sin aclarar todo eso, al respecto sólo ha dejado una colección de burdas mentiras.

    DEP.
    "Omadon&quot escribió :
    Causa general y cosa juzgada. Si Franco y sus secuaces no consideraron que fuera un chaval de 20 años el culpable de los asesinatos de Paracuellos no entiendo vuestro ansia revisionista. Aparte de por trollear, claro.

    Si Franco y sus secuaces lo hubieran cogido puedes estar seguro de que lo habrían fusilado.
  • Tenía prisa. Prisa por ocupar el espacio moderado de los socialistas y sus cuarenta años de vacaciones, como repetía Tamames. Prisa por adquirir no exactamente notoriedad, sino una respetabilidad que lograra superar su imagen, la imagen que de él había labrado el franquismo. Prisa que lo llevó a adaptar el partido a través de métodos de urgencia a una desactivación que convenía a la paz social requerida por la llamada Transición.

    Ahí lo ha clavado, Carrillo fue ante todo el padre del desencanto, el PC era el único partido que junto a su sindicato era capaz de preparar una huelga en cualquier punto del país, todos los demás grupúsculos se arremolinaban a su vera, por eso, cuando se puso a mendigar la legalidad del PC las bases no lo entendieron, para los militantes era el estado español el que se tenía que haber puesto de rodillas pidiéndole su integración en el sistema, ahí se le vio el plumero, y fue el principio del fin del PC.
  • De la revolución al pacto

    Precoz en todo, el primer recuerdo de su vida es la figura del padre tras los barrotes de la prisión


    Santos Juliá 18 SEP 2012 - 18:27 CET12


    Al presentarse en diciembre de 1976, por primera vez y todavía clandestinamente en Madrid, ante varias decenas de periodistas, Santiago Carrillo recordó que había empezado a militar en el movimiento obrero cuando era un niño. No mentía. Hijo de Wenceslao Carrillo, destacado dirigente de la UGT y del PSOE, a Santiago le salieron los dientes en medio de la huelga general convocada por los socialistas en 1917. Precoz en todo, el primer recuerdo de su vida es la figura del padre tras los barrotes de la prisión.

    Su opción por la revolución le viene, pues, de la cuna, como dijo a Max Gallo y Regis Debray; y la confirmó en sus años mozos, cuando alentó la bolchevización de las Juventudes Socialistas, de las que era secretario. En la preparación de las milicias, en su adhesión a Largo Caballero, Santiago nunca dudó: de él o de su círculo surgió la ocurrencia de bautizar al viejo líder sindical como el Lenin español. Y si Largo era Lenin, el PSOE sería el partido de la revolución, las Juventudes su vanguardia y octubre de 1934 su prueba de fuego.

    El fracaso de la revolución le valió año y pico de cárcel. Leyó entonces algo de Marx y diseñó la "segunda etapa" de la revolución, exigiendo la bolchevización completa del PSOE, o sea, la expulsión de los reformistas, la depuración de los centristas, y la unificación de socialistas y comunistas en un solo partido, un detalle que no pasó inadvertido a los delegados de la Internacional. Amnistiado por el gobierno de Frente Popular, viajó con una delegación de jóvenes socialistas a Moscú para acelerar el proceso de fusión de las juventudes socialistas con las comunistas.

    En Moscú se produjo la iluminación que guiará su vida: ante la visión de destacamentos obreros desfilando fusil al hombro, Santiago exclamó: "¡Esto es lo que yo quiero!". Y como no era joven dado a cavilaciones, ingresó en el PCE a poco de iniciarse la guerra, en noviembre de 1936, para gran decepción de Largo Caballero y de su padre que, tras alentar el proceso de unificación, tacharon de traición su resultado final. Santiago, por su parte, no sufrió ningún desgarro: secretario general de las Juventudes Socialistas Unificadas, o sea, comunistas, será consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid y, en tal calidad, responsable de las cárceles. Precisamente, cuando se presentó en Madrid en 1976, El Alcazar salió a la calle con una gran cruz negra en primera página y los nombres de los fusilados en Paracuellos, la mayor atrocidad cometida en territorio de la República, de la que Carrillo nunca ha ofrecido un relato convincente.

    La guerra civil culminó para él en la amargura de ver a su padre como miembro de la Junta de Defensa formada por el coronel Casado contra el gobierno de Negrín. De ahí, la célebre carta acusándolo de traidor a la clase obrera y recordándole que entre un comunista y un traidor no cabían relaciones de ningún tipo. "No, Wenceslao Carrillo", escribía Santiago, "entre tu y yo no puede haber relaciones porque ya no tenemos nada en común". Era mayo de 1939, y el que fuera revolucionario desde niño, bolchevique desde joven, se convertía al entrar en su primera madurez en un ferviente estalinista.

    Pronto incorporado al Buró político de su partido, Santiago ascendió a responsable para el interior de la política del PCE elaborada desde Moscú, donde Pasionaria ocupó la secretaria general a la muerte de José Díaz. Años oscuros del comunismo mundial, con las purgas estalinianas, de las que fue un reflejo el proceso a Jesús Monzón, que había dirigido la invasión guerrillera por el valle de Arán, y el asesinato, nunca aclarado, de Gabriel León Trilla. "La dureza de la lucha no dejaba márgenes", ha escrito Carrillo como toda explicación de este "periodo siniestro" y de la parte que en él haya podido corresponderle.

    Controlado el partido en el interior, Carrillo reforzó su papel con la visita de una delegación española al Generalísimo José Stalin en 1948. Forma parte de la leyenda comunista que en aquella ocasión la clarividencia del líder supremo trazó las líneas por las que habría de discurrir la política del PCE en los años siguientes: liquidación de la guerrilla, entrismo en los sindicatos oficiales. Con un partido férreamente en mano, Carrillo fue el dirigente ideal para guiar desde París ese trabajo de penetración por los resquicios del régimen. Y así, cuando tras la denuncia de Stalin por Kruschov en el XX Congreso del PCUS, los "jóvenes" de París se enfrentan a los "viejos" de Moscú, Carrillo logra hacerse, frente a Vicente Uribe, con la dirección efectiva del PCE en el interior.

    Se movió con astucia, a la sombra de Dolores Ibarruri, primero; y luego, desplazando a Pasionaria, aislada en Moscú, a la presidencia para ocupar él mismo la secretaria general. Era 1960, y en España, cuatro años antes, una revuelta de estudiantes había provocado una crisis de gobierno que los comunistas entendieron como pórtico de una crisis de régimen, error perdurable. Carrillo se percató de los nuevos aires que movían las estancadas aguas de la política española y decidió tomar la iniciativa con una Declaración por la reconciliación nacional, por una solución democrática y pacífica del problema español: el Comité Central del PCE daba por finalizada la guerra civil y por caducada la divisoria entre vencedores y vencidos y tendía la mano a católicos y disidentes del régimen.

    Giro espectacular que unirá su nombre para siempre a la política de "reconciliación nacional" que, a pesar de los sucesivos fracasos de la Jornada de Reconciliación, en mayo de 1958, y de la Huelga Nacional Pacífica, en junio de 1959, recibió el espaldarazo de Ibarruri. En adelante, Pasionaria siempre apoyará las decisiones del nuevo secretario general, como Fernando Claudín y Jorge Semprún tuvieron la oportunidad de comprobar cuando fueron expulsados del partido en abril de 1965, acusados de desviacionistas, derechistas, revisionistas y de trabajo fraccional por defender, como dirá Carrillo, un programa de una "asombrosa vulgaridad reformista".

    Vulgar o no, el programa "reformista" acabó por imponerse en los años siguientes, bajo la fórmula de eurocomunismo, que sirvió al ya veterano líder para sacar las últimas consecuencias de la política de reconciliación en lo que tenía de nacional y de independencia de Moscú. A partir de la primavera de Praga, a los comunistas europeos les iba la vida en alejarse lo más posible de la gerontocracia soviética. Y fue Carrillo quien más firmes pasos dio en esa dirección, porque era él quien más tenía que perder si aparecía ante los españoles como lacayo de Moscú.

    Un partido comunista nacional y una política de mano tendida a la oposición democrática fueron dos apuestas que acabaron dando fruto en la Junta Democrática, a cuyo frente se presentó en 1974. Era el organismo ideado para llevar a cabo la ruptura democrática, otro marbete de su invención, que con el tiempo acabará por cristalizar como ruptura pactada. Fue ésta su última contribución a la cultura política de los españoles: que la transición a la democracia se efectuaría por medio de pactos, una especie de pulsión en la que encontró un socio a su medida: Adolfo Suárez, no por casualidad secretario general del Movimiento.

    Así fue como Santiago Carrillo se volvió con los años y las arrugas el más correoso defensor de la política de pactos con los herederos del régimen. ¿Un demócrata, entonces? No dirían eso sus camaradas de partido, los que habían caído a lo largo del camino y los que siguieron cayendo a medida que los pactos no daban los resultados apetecidos y el descontento crecía entre intelectuales y profesionales. Contra las cuerdas tras el doble tropiezo de 1977 y 1979, su objetivo final, hacer del PCE una réplica del PCI, acabó en fracaso ante el fulgurante ascenso de un joven competidor, Felipe González, que lo hundió en la miseria política en octubre de 1982. Su hora había pasado.

    Pero una cosa es clara: la transición no habría sido lo que fue sin aquellas invenciones de Carrillo que se llamaron reconciliación nacional y ruptura pactada. Los tortuosos y laberínticos caminos por los que tantos españoles acabamos incorporando valores democráticos a una cultura política macerada en décadas de dictadura deben no se sabe cuánto a este político profesional que fue revolucionario desde su infancia, bolchevique en su juventud, estalinista en su madurez y gran muñidor de pactos en el umbral de su tercera edad.


    EL PAÍS


    Buen artículo.
  • Mira si fue malo que todavía mató 800 inocentes en 13 minutos después de muerto


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  • "ebludt&quot escribió :
    No.
    la transición fue una cagada que hizo la maravillosa Constitución que tenemos. que a la vez desemboca en el maravilloso sistema político que tenemos.
    fue un vale todo con tal de traer la democracia. Y de trago con mucha mierda que se debió limpiar y cerrar en aquella época.

    ¿Qué es mejor que lo que tenemos con Franco? si
    pero eso no significa que sea buena.

    así que gracias cabronazo

    es verdad, mejor que la transicion hubiera sido una guerra, donde vamos a parar...
  • D.E.P. con sus sombras y luces.
  • DEP, me pareció un personaje fascinante.
  • Después de ese post he escrito otro en el que razono mi afirmación de que la Transición no tiene la culpa de la situación actual y explico que la crisis actual se debe a otros motivos completamente diferentes que surgieron mucho después de la Transición. Hablo de la falta de reformas constitucionales y políticas que se deberían haber hecho en las décadas de los 90 y 2000 porque la situación había cambiado respecto a 1978 y nos habíamos modernizado como país lo que produjo un cambio de la situación política que exigía unas reformas que no se hicieron. Y a nivel económico hablo del mal modelo que aplicamos para salir de la crisis económica del 92, la anterior, que nos permitió recuperarnos hasta 2007 pero era pan para hoy y hambre para mañana. Está al final de la página 3 el penúltimo. Si quieres puedes leértelo y responderme.

    Hay dos lecturas que no son incompatibles...

    - La transición, viniendo del franquismo, fue un logro increíble.
    - La transición debería haber sido mucho más profunda e intensa.
  • Carrillo no era santo de mi devoción, no por sus ideas, sino por la sangre derramada cuando era el jefe de los maderos en Madrid, pero, ole sus cojones, yo también quiero estar echándome la siesta cuando me muera.
  • Yo estoy de acuerdo también. Podemos aprovechar los logros de la transición para tratar de completar una más libre (en aquellos momentos se hizo muy bien, pero había cosas que no se podían poner en cuestión) Debatamos acerca de lo que queremos, sin negar la importancia y el valor (ni los errores) de la primera.
  • Sobre Paracuellos. Uno de los 15 responsables de la matanza

    :D

    ¿Y quiénes fueron los otros catorce?
    pero era mucho más fácil para la propaganda franquista decir "Carrillo culpable". No la ordenó pero no hizo lo suficiente para evitarla.

    Hombre, en realidad no hizo absolutamente nada por evitarla.
    Los mayores responsables fueron los anarquistas, el delegado soviético de la Internacional Comunista y la temible NKVD. Colaboración de anarquistas y comunistas para cometer una masacre como la de Katyn, cuando estos se odiaban entre sí y se mataron a tiros en Barcelona.

    Los mayores responsables fueron los comunistas, como Carrillo, que controlaban Orden Público. Bueno, e incluso la Junta de Defensa, que Miaja tenía el carné del partido.

    Las órdenes de las sacas partieron de las primeras reuniones de la Junta de Defensa de Madrid, el 7 de noviembre de 1936, antes de que los anarquistas se incorporaran a la misma (cosa que hicieron en la tarde de aquel día, cuando las matanzas ya estaban en marcha).
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