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Dudar a estas alturas que el nacionalismo tiene un trasfondo necesario de desprecio es absurdo. Ocurre con los fachas, que desprecian la pluralidad del país y con los nacionalistas independentistas, que desprecian al resto del país.
El estatut no es una excusa. El Tribunal Constitucional que revisa el Estatut tiene a muchos de sus miembros en funciones porque su mandato ha expirado y el PP bloquea la renovación a pesar de las propuestas más que razonables que hace el PSOE. Es un tribunal de dudosa legitimidad, y no sólo porque sus magistrados ejerzan en una zona gris legal, también porque los intentos de renovación ponen de manifiesto los tejemanejes entre partidos para nombrar candidatos y repartir sillas. Queda confirmada de manera impúdica la infiltración política del TC. La vergonzosa recusación del magistrado "progresista" Pablo Pérez Tremps a petición de un grupo de magistrados "conservadores", una maniobra burda para ganar la mayoría en el Tribunal, es la prueba definitiva de la politización. Además de esto el Estatut había levantado unas expectativas quizá poco realistas respecto a la posibilidad de cerrar el encaje de Cataluña en España, que se ven brutalmente frustradas. Además se recurren artículos que son incluidos palabra por palabra en los estatutos de otras comunidades. A veces es el mismo partido que recurre el Estatut el que incluye artículos similares o igualmente problemáticos en los estatutos de otras comunidades. La sensación de que se recurre por ser catalán está justificada. Porque durante esa legislatura el PP hizo una oposición de tierra quemada contra cualquier iniciativa de Zapatero (el proceso de paz le iba a regalar Navarra a ETA, la regularización de inmigrantes iba a provocar un efecto llamada, el Estatut rompía España y lo de los papeles de Salamnca era una vergüenza). La crispación de aquellos días hizo mucha mella en la sociedad catalana. Se dijeron cosas muy gordas desde determinados medios. Con el Estatut, en vez de debate sereno, que es lo que la gravedad del tema exigía, hubo histerismo, troleo político, utilización partidista/electoral del tema... No es tan complicado meterse en la piel de un catalán que ve ese proceso, con ese contexto, y pide que se pare el mundo que él se baja.
El problema del encaje catalán en España es además inseparable de la triple crisis política,institucional y económica que vive España. No se puede solucionar el primero sin solucionar la segunda.
Algunos conoceréis la teoría de Hirschman de lealtad, voz y salida. Cuando un individuo forma parte de una organización de cualquier tipo (un partido, una empresa, una nación...), tiene tres formas de encarar las decisiones colectivas que no se corresponde con sus preferencias individuales. La lealtd consiste en decir, ok, no estoy de acuerdo con esto pero creo en el proyeco y estoy dispuesto a ceder en este punto y apoyar una deisión en la que no creo. La voz es intentar, por los canales establecidos para ello, hacer valer las razones que uno tiene para oponerse a una decisión concreta con el fin de cambiar la orientación de la organización. La salida consiste en abandonar la organización, pues los puntos en cuestión son irrenunciables.
Los catalanes forman parte de un Estado, España, que no funciona. Las instituciones (poder judicial, parlamanto, organismos reguladores, corona) están en crisis. Nadie cree en partidos, sindicatos u organizaciones empresariales. La economía es una peli gore. La gente lo ve. Lo dice en las encuestas una y otra vez. Protesta. Surgen movimientos como el 15M que son protesta genérica, sin programa, sin respuestas, sólo indignación. Y se identifica con él la gente de derechas, la de izquierdas, los ancianos igual que los jóvenes, es algo totalmente transversal. En toda España, no sólo en Cataluña, hay sensación de fin de ciclo, de que esto se acaba. Pero mientras un ciudadano de Castilla la Mancha sólo puede optar entre la lealtad (la "mayoría silenciosa" que invoca el PP) o la voz (la protesta, genérica, o contra el cierre de las urgencias de los pueblos), un catalán puede valorar la salida, que lleva toda la vida en el menú político catalán. Un sentimiento ya presente en la sociedad catalana se convierte en la opción más racional para muchos ciudadanos: dado el grado de deterioro de las instituciones españolas, ¿no es mejor crer unas nuevas y propias? ¿no somos nosostros capaces de hacer algo mejor que esto?
El problema catalán es el problema de España, que es uno y trino, indivisible en sus múltiples derivadas. Sólo arreglando España arreglamos el problema catalán. Porque si España fuera un país pujante con una clase política y unas instituciones de las que uno pudiera sentirse orgulloso no tendríamos cuestión catalana sobre la mesa. Si la economía española chutara y consumiéramos más productos catalanes, si la justicia funcionara, si la marca españa fuera un activo para las empresas catalanas, si el diálogo fuera honesto y no un gallinero donde no se escucha nada porque todos el mundo grita a la vez, el independentismo sería una anécdota, una nota a pie de página.
Hay que tomarse en serio este problema, primero porque la ruptura sería terrible para todos. Segundo porque las demandas catalanas tienen sentido: el sistema de financiación autonómica no funciona, es una caca. Y tercero porque debe servir de revulsivo para reformar el Estado. Regenerar España para que los catalanes no se vayan. Si nos perdemos en discusiones idiotas sin llegar al fondo de la cuestión la apelación a los bajos instintos evitará que hagamos las reformas que tanto necesitamos y estaremos condenados a la ruptura, la irrelevancia, el estancamiento y la lenta decadencia.
No esperéis que Rajoy me haga caso. Las reformas necesarias acaban con el statu quo. Rajoy es statu quo. Además de una ameba política.
Dudar a estas alturas que el nacionalismo tiene un trasfondo necesario de desprecio es absurdo. Ocurre con los fachas, que desprecian la pluralidad del país y con los nacionalistas independentistas, que desprecian al resto del país.
Insisto en mi pregunta... Cómo desprecia "al resto del país" un independentista que legítima, pacífica y democráticamente quiere que Cataluña sea un Estado soberano?
El estatut no es una excusa. El Tribunal Constitucional que revisa el Estatut tiene a muchos de sus miembros en funciones porque su mandato ha expirado y el PP bloquea la renovación a pesar de las propuestas más que razonables que hace el PSOE. Es un tribunal de dudosa legitimidad, y no sólo porque sus magistrados ejerzan en una zona gris legal, también porque los intentos de renovación ponen de manifiesto los tejemanejes entre partidos para nombrar candidatos y repartir sillas. Queda confirmada de manera impúdica la infiltración política del TC. La vergonzosa recusación del magistrado "progresista" Pablo Pérez Tremps a petición de un grupo de magistrados "conservadores", una maniobra burda para ganar la mayoría en el Tribunal, es la prueba definitiva de la politización. Además de esto el Estatut había levantado unas expectativas quizá poco realistas respecto a la posibilidad de cerrar el encaje de Cataluña en España, que se ven brutalmente frustradas. Además se recurren artículos que son incluidos palabra por palabra en los estatutos de otras comunidades. A veces es el mismo partido que recurre el Estatut el que incluye artículos similares o igualmente problemáticos en los estatutos de otras comunidades. La sensación de que se recurre por ser catalán está justificada. Porque durante esa legislatura el PP hizo una oposición de tierra quemada contra cualquier iniciativa de Zapatero (el proceso de paz le iba a regalar Navarra a ETA, la regularización de inmigrantes iba a provocar un efecto llamada, el Estatut rompía España y lo de los papeles de Salamnca era una vergüenza). La crispación de aquellos días hizo mucha mella en la sociedad catalana. Se dijeron cosas muy gordas desde determinados medios. Con el Estatut, en vez de debate sereno, que es lo que la gravedad del tema exigía, hubo histerismo, troleo político, utilización partidista/electoral del tema... No es tan complicado meterse en la piel de un catalán que ve ese proceso, con ese contexto, y pide que se pare el mundo que él se baja.
El problema del encaje catalán en España es además inseparable de la triple crisis política,institucional y económica que vive España. No se puede solucionar el primero sin solucionar la segunda.
Algunos conoceréis la teoría de Hirschman de lealtad, voz y salida. Cuando un individuo forma parte de una organización de cualquier tipo (un partido, una empresa, una nación...), tiene tres formas de encarar las decisiones colectivas que no se corresponde con sus preferencias individuales. La lealtd consiste en decir, ok, no estoy de acuerdo con esto pero creo en el proyeco y estoy dispuesto a ceder en este punto y apoyar una deisión en la que no creo. La voz es intentar, por los canales establecidos para ello, hacer valer las razones que uno tiene para oponerse a una decisión concreta con el fin de cambiar la orientación de la organización. La salida consiste en abandonar la organización, pues los puntos en cuestión son irrenunciables.
Los catalanes forman parte de un Estado, España, que no funciona. Las instituciones (poder judicial, parlamanto, organismos reguladores, corona) están en crisis. Nadie cree en partidos, sindicatos u organizaciones empresariales. La economía es una peli gore. La gente lo ve. Lo dice en las encuestas una y otra vez. Protesta. Surgen movimientos como el 15M que son protesta genérica, sin programa, sin respuestas, sólo indignación. Y se identifica con él la gente de derechas, la de izquierdas, los ancianos igual que los jóvenes, es algo totalmente transversal. En toda España, no sólo en Cataluña, hay sensación de fin de ciclo, de que esto se acaba. Pero mientras un ciudadano de Castilla la Mancha sólo puede optar entre la lealtad (la "mayoría silenciosa" que invoca el PP) o la voz (la protesta, genérica, o contra el cierre de las urgencias de los pueblos), un catalán puede valorar la salida, que lleva toda la vida en el menú político catalán. Un sentimiento ya presente en la sociedad catalana se convierte en la opción más racional para muchos ciudadanos: dado el grado de deterioro de las instituciones españolas, ¿no es mejor crer unas nuevas y propias? ¿no somos nosostros capaces de hacer algo mejor que esto?
El problema catalán es el problema de España, que es uno y trino, indivisible en sus múltiples derivadas. Sólo arreglando España arreglamos el problema catalán. Porque si España fuera un país pujante con una clase política y unas instituciones de las que uno pudiera sentirse orgulloso no tendríamos cuestión catalana sobre la mesa. Si la economía española chutara y consumiéramos más productos catalanes, si la justicia funcionara, si la marca españa fuera un activo para las empresas catalanas, si el diálogo fuera honesto y no un gallinero donde no se escucha nada porque todos el mundo grita a la vez, el independentismo sería una anécdota, una nota a pie de página.
Hay que tomarse en serio este problema, primero porque la ruptura sería terrible para todos. Segundo porque las demandas catalanas tienen sentido: el sistema de financiación autonómica no funciona, es una caca. Y tercero porque debe servir de revulsivo para reformar el Estado. Regenerar España para que los catalanes no se vayan. Si nos perdemos en discusiones idiotas sin llegar al fondo de la cuestión la apelación a los bajos instintos evitará que hagamos las reformas que tanto necesitamos y estaremos condenados a la ruptura, la irrelevancia, el estancamiento y la lenta decadencia.
No esperéis que Rajoy me haga caso. Las reformas necesarias acaban con el statu quo. Rajoy es statu quo. Además de una ameba política.
Insisto en mi pregunta... Cómo desprecia "al resto del país" un independentista que legítima, pacífica y democráticamente quiere que Cataluña sea un Estado soberano?
¿Por qué razón no te sentarías a comer a la mesa con alguien, Breathe? ¿Qué haría falta? ¿Mala comida, mal servicio, mala compañía? He comido con gente a la que apreciaba en restaurantes de comida basura, con mal servicio y ambas cosas a la vez. Lo único que me llevaría a rechazar una comida con alguien sería no soportar su compañía. No hay nada más que decir.
Alan Harper: "Nos sumamos al tricentenario de 1714 con la senyera en la camiseta"
El presidente del FC Barcelona, Alan Harper, asegura que la decisión de lucir los colores de la 'senyera' (bandera catalana) en la segunda equipación de la próxima temporada se debe a la voluntad de sumarse al tricentenario de la derrota de Catalunya en 1714 en la Guerra de Sucesión
En cuanto le diga la UEFA que se acabó jugar competiciones europeas hasta que la Federación Catalana de Fútbol entre en la UEFA si es que entra veras que pronto deja este de mezclar deporte y politica.
Los catalanistas llevan más de un siglo extendiendo el mito de la pérdida de libertades en 1714 frente a España, y en España no se dice nada al respecto, ni casi nadie sabe nada.
Quizá no dicen nada porque es cierto y no saben cómo rebatirlo.
Pero en serio seguís usando el argumento de la depreciación del Barça para que la gente renuncie al independentismo? Pero si este sería el menor de los problemas! Para alguien que piense seriamente en la independencia este es el menor de los problemas.
El estatut no es una excusa. El Tribunal Constitucional que revisa el Estatut tiene a muchos de sus miembros en funciones porque su mandato ha expirado y el PP bloquea la renovación a pesar de las propuestas más que razonables que hace el PSOE. Es un tribunal de dudosa legitimidad, y no sólo porque sus magistrados ejerzan en una zona gris legal, también porque los intentos de renovación ponen de manifiesto los tejemanejes entre partidos para nombrar candidatos y repartir sillas. Queda confirmada de manera impúdica la infiltración política del TC. La vergonzosa recusación del magistrado "progresista" Pablo Pérez Tremps a petición de un grupo de magistrados "conservadores", una maniobra burda para ganar la mayoría en el Tribunal, es la prueba definitiva de la politización. Además de esto el Estatut había levantado unas expectativas quizá poco realistas respecto a la posibilidad de cerrar el encaje de Cataluña en España, que se ven brutalmente frustradas. Además se recurren artículos que son incluidos palabra por palabra en los estatutos de otras comunidades. A veces es el mismo partido que recurre el Estatut el que incluye artículos similares o igualmente problemáticos en los estatutos de otras comunidades. La sensación de que se recurre por ser catalán está justificada. Porque durante esa legislatura el PP hizo una oposición de tierra quemada contra cualquier iniciativa de Zapatero (el proceso de paz le iba a regalar Navarra a ETA, la regularización de inmigrantes iba a provocar un efecto llamada, el Estatut rompía España y lo de los papeles de Salamnca era una vergüenza). La crispación de aquellos días hizo mucha mella en la sociedad catalana. Se dijeron cosas muy gordas desde determinados medios. Con el Estatut, en vez de debate sereno, que es lo que la gravedad del tema exigía, hubo histerismo, troleo político, utilización partidista/electoral del tema... No es tan complicado meterse en la piel de un catalán que ve ese proceso, con ese contexto, y pide que se pare el mundo que él se baja.
El problema del encaje catalán en España es además inseparable de la triple crisis política,institucional y económica que vive España. No se puede solucionar el primero sin solucionar la segunda.
Algunos conoceréis la teoría de Hirschman de lealtad, voz y salida. Cuando un individuo forma parte de una organización de cualquier tipo (un partido, una empresa, una nación...), tiene tres formas de encarar las decisiones colectivas que no se corresponde con sus preferencias individuales. La lealtd consiste en decir, ok, no estoy de acuerdo con esto pero creo en el proyeco y estoy dispuesto a ceder en este punto y apoyar una deisión en la que no creo. La voz es intentar, por los canales establecidos para ello, hacer valer las razones que uno tiene para oponerse a una decisión concreta con el fin de cambiar la orientación de la organización. La salida consiste en abandonar la organización, pues los puntos en cuestión son irrenunciables.
Los catalanes forman parte de un Estado, España, que no funciona. Las instituciones (poder judicial, parlamanto, organismos reguladores, corona) están en crisis. Nadie cree en partidos, sindicatos u organizaciones empresariales. La economía es una peli gore. La gente lo ve. Lo dice en las encuestas una y otra vez. Protesta. Surgen movimientos como el 15M que son protesta genérica, sin programa, sin respuestas, sólo indignación. Y se identifica con él la gente de derechas, la de izquierdas, los ancianos igual que los jóvenes, es algo totalmente transversal. En toda España, no sólo en Cataluña, hay sensación de fin de ciclo, de que esto se acaba. Pero mientras un ciudadano de Castilla la Mancha sólo puede optar entre la lealtad (la "mayoría silenciosa" que invoca el PP) o la voz (la protesta, genérica, o contra el cierre de las urgencias de los pueblos), un catalán puede valorar la salida, que lleva toda la vida en el menú político catalán. Un sentimiento ya presente en la sociedad catalana se convierte en la opción más racional para muchos ciudadanos: dado el grado de deterioro de las instituciones españolas, ¿no es mejor crer unas nuevas y propias? ¿no somos nosostros capaces de hacer algo mejor que esto?
El problema catalán es el problema de España, que es uno y trino, indivisible en sus múltiples derivadas. Sólo arreglando España arreglamos el problema catalán. Porque si España fuera un país pujante con una clase política y unas instituciones de las que uno pudiera sentirse orgulloso no tendríamos cuestión catalana sobre la mesa. Si la economía española chutara y consumiéramos más productos catalanes, si la justicia funcionara, si la marca españa fuera un activo para las empresas catalanas, si el diálogo fuera honesto y no un gallinero donde no se escucha nada porque todos el mundo grita a la vez, el independentismo sería una anécdota, una nota a pie de página.
Hay que tomarse en serio este problema, primero porque la ruptura sería terrible para todos. Segundo porque las demandas catalanas tienen sentido: el sistema de financiación autonómica no funciona, es una caca. Y tercero porque debe servir de revulsivo para reformar el Estado. Regenerar España para que los catalanes no se vayan. Si nos perdemos en discusiones idiotas sin llegar al fondo de la cuestión la apelación a los bajos instintos evitará que hagamos las reformas que tanto necesitamos y estaremos condenados a la ruptura, la irrelevancia, el estancamiento y la lenta decadencia.
No esperéis que Rajoy me haga caso. Las reformas necesarias acaban con el statu quo. Rajoy es statu quo. Además de una ameba política.
Es que España lleva más de un siglo de lenta decadencia. Más o menos el mismo tiempo que llevamos con el problema catalán, un problema que no es la primera vez que se agudiza (recordemos la Semana Trágica de 1909 o la proclamación del Estado Catalán en 1934). Aunque no digo que no haya influido, el aumento del independentismo no comenzó hace tres años, con el recorte del Estatut, sino antes. ERC subió en votos como la espuma ya en 2003. Curiosamente, en las elecciones de 2010, celebradas después de conocerse la sentencia del Estatut, ERC perdió casi la mitad de sus votos (unos 200.000) e incluso quedó por detrás del PP, que subió. Es más, en su día el Estatut no parece que le importara mucho a los catalanes, ya que se aprobó en un referéndum con una participación de menos del 50%.
Yo creo que la crisis actual la ha desencadenado CiU desde que recuperó el Gobierno. No es verdad que sea una revolución desde abajo, como insisten los independentistas: está orquestada desde arriba. Ya lo decía Santos Juliá hace un año:
Resurgida, sí, pero con otro nombre. Jamás las generaciones de intelectuales que arropan ahora al presidente de la Generalitat o aplauden sus iniciativas pensaron que su revolución tuviera algún día el nombre de nación. Hoy lo ha recuperado: la revolución se llama nación. Para ser creíble no hay más que sentirla. Sentir la explotación a la que ha sido sometida por ese Otro que es España, expoliadora de la nación catalana. El pueblo ha salido a la calle y no faltan intelectuales que recurran al viejo ardid de todos los populismos: señalar al Otro como responsable de todos los males que nos afligen, de todo lo que nos va mal, inventando, como acaba de recordar Michael Ignatieff, burdas ficciones históricas y absurdas caricaturas del enemigo, directamente relacionadas con la conciencia de que realmente todo es mentira.
La velocidad con la que se ha extendido esta nueva mentira de la nación expoliada en un tiempo de larga y profunda crisis económica, de rampante desafección hacia la política y los políticos, de grave reducción del Estado de bienestar, con un imparable crecimiento del paro, con la amenaza de los ERE y sus miserables despidos, es buena prueba de que la bandera nacional mantiene toda su capacidad de entusiasmo. Tanto más cuanto quienes la levantan no son descamisados que no tienen nada que perder excepto la vida, sino dirigentes políticos que se sientan en instituciones del Estado, que ostentan y administran poder, y que comparten la responsabilidad de esos males para los que buscan un chivo expiatorio en la figura del Otro, con quien también comparten el poder.
Porque una cosa es clara: esta especie de revolución no se dirige contra el poder, sino desde el poder. Su propósito no es subvertir el poder, sino ocuparlo en su totalidad. Cuando el presidente de la Generalitat habla de crear Estado lo hace desde la presidencia de un fragmento de ese Estado, necesariamente compuesto, porque diversas son las naciones, identidades o sentimiento de pertenencia de sus ciudadanos; una presidencia que no le otorga todo el poder sobre su territorio, pero sí el suficiente como para aspirar a conquistarlo todo levantando la bandera de una nación, una identidad, una sola pertenencia.
Y es en este punto donde el entusiasmo de los intelectuales resultará decisivo, porque solo ellos podrán dar credibilidad a la gran mentira del nacionalismo: que la nación una, la identidad una y la pertenencia única son los fundamentos de la libertad.
La reforma del Estatut puede ser motivo de cabreo (aunque no sé qué artículos problemáticos dices que coinciden con los de otras comunidades), pero es una excusa para el independentismo porque sus motivaciones fundamentales (la ocupación tricentenaria y el expolio español) vienen de mucho antes. El comportamiento del PP o la crisis económica e institucional ha jodido a catalanes y a no catalanes, como hizo Franco, pero como bien dices, en otras regiones no existe ese sentimiento previo. Un sentimiento basado en falsedades.
Además, en Cataluña manda CiU, que tiene mucho en común con el PP con sus recortes y privatizaciones.
Trias quiere que el Estado pague la factura de los Juegos de Barcelona
Víctor Mondelo | Barcelona
Actualizado viernes 13/09/2013 11:32 horas
El alcalde de Barcelona se encadenó durante la Diada frente al Ayuntamiento para reclamar la independencia de Cataluña respecto al resto del Estado. Sin embargo, Xavier Trias pretende que sea el Gobierno de España quien pague la factura de los Juegos Olímpicos de invierno en caso de que la capital catalana decida optar a acoger la cita.
Así se desprende de la propuesta preliminar de la candidatura Barcelona Pirineu 2022, a la que este diario ha tenido acceso. La comisión directiva encargada de realizar el proyecto técnico fija que el Gobierno debería costear el 52% de las inversiones para organizar los Juegos, mientras que la Generalitat sólo asumiría el 15% y el Consistorio barcelonés el 3%. El Consistorio confía en que la iniciativa privada aporte el 30% de fondos restantes.
Así, de los 1.749 millones de euros en inversiones que serían necesarios para desarrollar el proyecto que en estos momentos diseña Barcelona, 924 deberían salir de las arcas estatales, mientras que únicamente 265 de las del Govern de Artur Mas y unos irrisorios 51 millones de la corporación municipal liderada también por CiU.
¿Qué diría el ilustre marqués de Comillas, o su no menos ilustre pariente conde de Güell y otros ilustres, de que Mas compare a los catalanes con los negros?
...como escribió el historiador Jaume Maluquer, la gran mayoría de los grandes nombres de la economía catalana tuvieron relación directa o indirecta con el tráfico de esclavos. Destacando entre ellos los nombres de Francesc Martí i Torrents, Salvador Samà i Martí y Josep Baró i Blanchart. Así, aunque nunca ha podido ser probado del todo, tanto los investigadores catalanes como los cubanos han señalado a López como uno de los grandes reyes del contrabando de carne humana.
López y López era natural de Comillas, al que la pobreza obligó a emigrar a Cuba, donde casó con Luisa Bru. Gracias al dinero de su mujer adquirió barcos mercantes y una gran plantación de café. Mientras vivía como un terrateniente cafetero, bajo mano se saltaba la ley de 1820 que prohibía la trata de esclavos al norte del Ecuador. Con la fortuna ya hecha, en 1856 se instaló en Barcelona, en casa de los Vidal-Quadras, otra familia de indianos enriquecidos. Una vez instalado en la capital catalana obtuvo dos monopolios muy jugosos: el transporte de correo y el de tropas. Creó la compañía de Tabacos de Filipinas, y junto a Manuel Girona fundó el Banco Hispano Colonial, que financió la apertura de la Via Laietana. Se hizo construir una mansión señorial en el paseo de Gràcia y casó a su hija con el conde de Güell, un empresario que se había enriquecido con el algodón de los estados esclavistas de Norteamérica. Pero a su muerte ya eran muchos los que despreciativamente le motejaban como el Negro Domingo o López el Negro.
Obsérvese también en el texto cómo España impedía por todos los medios que los catalanes hicieran dinero.
Quizá no dicen nada porque es cierto y no saben cómo rebatirlo.
Claro, será eso, sí.
No, el problema es que fuera de Cataluña la inmensa mayoría de la gente no sabe ni qué es eso de la Guerra de Sucesión. Yo mismo os he rebatido al respecto una y otra vez en este foro, es bastante sencillo.
Los catalanes forman parte de un Estado, España, que no funciona.
Bastante de acuerdo con tu analisis, solo un matiz, España no funciona, pero Catalunya, la Catalunya autogobernada tampoco, si hay corrupcion en España, en Catalunya no se quedan atras, si la economia española es gore, la economia catalana no se queda atras, si hay alejamiento popular de las instituciones en España, en Catalunya no se quedan atras.
La independencia se basa mucho mas en una opcion irracional de pensar que el "estado propio" es garantia de una economia pujante, ¿como el estado propio griego o portugues?, de nuevas formas mas democraticas de organizar el estado, ¿organizado por CiU y aspirando a estar dentro de la UE?, en suma de asumir que todo lo malo en Catalunya es culpa solo y exclusivamente de España y que por tanto sin España todo seria perfecto.
Sin embargo es necesario dialogar y negociar, explicar y convencer, es insostenible una situacion como la actual donde a una reivindicacion politica, por irracional que sea, se responde negandola o simplemente diciendo que no encaja dentro de la ley.
De momento la carta de Rajoy no es una mala respuesta ya que aunque no dice nada, asume el dialogo y la negociacion, lo peor que podria pasar es que el PP, como partido gobernante en España, saliese con una retorica españolista y patriotera.
Patriotas son los que salen a la calle envueltos en una bandera porque se sienten orgullosos del lugar donde han nacido. Te aseguro que yo no he hecho algo así jamás :happy:
Hay dos tipos de nacionalistas en España, por un lado aquellos que saben y reconocen el "problema catalán", es decir, que saben que en España existe un problema nacional, de pugna entre identidades, que hay resistencia sobretodo en Euskadi y Cataluña de aceptar la identidad única y centrípeta española que se impone desde el centro ideológico y político desde hace varios siglos. Reconocen en ello una traba al proyecto nacional español y luchan por anularlo o contrarestarlo políticamente, sin negarlo sino al revés, plantándole cara con partidos políticos (PP, UPD, Cs) y movidas varias, el nacionalismo explícito. Y luego están los que prefieren vendarse los ojos y taparse los oídos, decir que el catalanismo es algo que no existe, impuesto por unas élites que buscan contrapartidas económicas o proteccionismo de una casta, que la historia ha sido manipulada, que no hay conflicto identitario ya que España no es un país en el que se imponga nada desde el punto de vista identitario, que no hay de qué quejarse en ningún aspecto, que no hay centralismo, que los catalanes ya tenemos catalán en las escuelas y en la tele, que ya hemos logrado que ponga "nacionalidad histórica" en la Constitución y eso ya es suficiente, para ellos claro, etc... y que nunca se reconocen como nacionalistas a pesar de que se la pone durísima estar pendiente de lo que hacen o dejan de hacer los catalanes malos. En ese segundo tipo de nacionalistas entrarías tú, pero no ahora sino desde siempre, ya lo sabes.
Luego están los que, reconociendo y aceptando el problema de encaje entre la España catalana y la España castellana, o hasta no reconociéndolo, no tiene en la actualidad ningún problema en probar de arreglar un tema real mediante diálogo y consenso, mientras eso no afecte su día a día en ningún sentido, porque les da igual si la "nación española" es más o menos una y grande, o más o menos centralista, o más o menos plural, mientras puedan vivir en un país que funcione, del que todos se sientan parte, sin disputas culturales ni identitarias, etc... y en el que su día a día sea igual de llevadero. Esos son los "no nacionalistas", y tú no estás en ese grupo.
¿Por qué razón no te sentarías a comer a la mesa con alguien, Breathe? ¿Qué haría falta? ¿Mala comida, mal servicio, mala compañía? He comido con gente a la que apreciaba en restaurantes de comida basura, con mal servicio y ambas cosas a la vez. Lo único que me llevaría a rechazar una comida con alguien sería no soportar su compañía. No hay nada más que decir.
No necesariamente cierto, la lectura opuesta también es válida por la misma razon. Quizás muchos catalanes optan por la salida del Estado porque ven su forma de ser y sentir despreciada por el modelo de estado que se defiende desde gran parte del resto de España.
Decir que "estoy cansado de esta forma de funcionar de la que no me siento parte" y querer cambiar o irse, no es despreciar nada. Y si lo fuere, qué será entonces lo de negar sistemáticamente lo que algunos decimos de todas las maneras posibles, prohibir cualquier consulta o cambio, y usar una ley de hace 35 años como cárcel? Sólo os podéis sentir despreciados algunos o qué?
Lo que quiero decir es que la Constitución dice que Cataluña es una nacionalidad, y en el Estatut pone que es una nación. Está pues oficialmente reconocido que Cataluña es una nación, y no creo que nadie pretenda cambiarlo.
Artículo 2 - La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.
Dejando aparte que es una vergüenza que ni Rajoy ni el Gobierno se mojen ni digan prácticamente nada sobre lo que está pasando en Cataluña (aunque a estas alturas ya no me extraña nada de esa gente), he observado que la mayor parte de las veces en que voy a comentar el tema con alguien de mi entorno, ese alguien no tiene ni puta idea de la Guerra de Sucesión. No saben qué guerra fue ésa, no saben nada sobre ella. Estoy seguro de que muchísimos españoles no saben ni lo que es la Diada. Los catalanistas llevan más de un siglo extendiendo el mito de la pérdida de libertades en 1714 frente a España, y en España no se dice nada al respecto, ni casi nadie sabe nada. Ya sé que en nuestro país la gente no suele destacar por sus amplios conocimientos históricos, pero joder, es una cuestión que nos implica a todos. Es chocante, sobre todo porque en Cataluña diría que es al revés: no creo que haya mucha gente (salvo alguno que haya llegado de fuera) que no haya oído hablar de la mítica fecha de 1714:
En buena parte de España no se ha profundizado nunca en la Guerra de Sucesión porque ideológicamente no ha interesado. Siempre ha interesado, aún y ya en democracia, pintar una España única, uninacional, y homogénea, así que los responsables del poco conocimiento de lo que fue la primera gran guerra mundial hace 3 siglos, lo deberías buscar por el centro...
Y sí, en Cataluña es una fecha muy importante y significativa, el fin de unas constituciones y maneras propias para pasar a ser una región de una España de predominio castellano, el inicio de la provincialización de los reinos históricos y del nacionalismo español. Es normal que sea importante, porque de hecho lo es, a pesar de tu afición al negacionismo. Digamos que 1714 es para el catalanismo como la boda de los RRCC o 1812 para la España que vende una visión homogénea y uninacional del país.
El estatut no es una excusa. El Tribunal Constitucional que revisa el Estatut tiene a muchos de sus miembros en funciones porque su mandato ha expirado y el PP bloquea la renovación a pesar de las propuestas más que razonables que hace el PSOE. Es un tribunal de dudosa legitimidad, y no sólo porque sus magistrados ejerzan en una zona gris legal, también porque los intentos de renovación ponen de manifiesto los tejemanejes entre partidos para nombrar candidatos y repartir sillas. Queda confirmada de manera impúdica la infiltración política del TC. La vergonzosa recusación del magistrado "progresista" Pablo Pérez Tremps a petición de un grupo de magistrados "conservadores", una maniobra burda para ganar la mayoría en el Tribunal, es la prueba definitiva de la politización. Además de esto el Estatut había levantado unas expectativas quizá poco realistas respecto a la posibilidad de cerrar el encaje de Cataluña en España, que se ven brutalmente frustradas. Además se recurren artículos que son incluidos palabra por palabra en los estatutos de otras comunidades. A veces es el mismo partido que recurre el Estatut el que incluye artículos similares o igualmente problemáticos en los estatutos de otras comunidades. La sensación de que se recurre por ser catalán está justificada. Porque durante esa legislatura el PP hizo una oposición de tierra quemada contra cualquier iniciativa de Zapatero (el proceso de paz le iba a regalar Navarra a ETA, la regularización de inmigrantes iba a provocar un efecto llamada, el Estatut rompía España y lo de los papeles de Salamnca era una vergüenza). La crispación de aquellos días hizo mucha mella en la sociedad catalana. Se dijeron cosas muy gordas desde determinados medios. Con el Estatut, en vez de debate sereno, que es lo que la gravedad del tema exigía, hubo histerismo, troleo político, utilización partidista/electoral del tema... No es tan complicado meterse en la piel de un catalán que ve ese proceso, con ese contexto, y pide que se pare el mundo que él se baja.
El problema del encaje catalán en España es además inseparable de la triple crisis política,institucional y económica que vive España. No se puede solucionar el primero sin solucionar la segunda.
Algunos conoceréis la teoría de Hirschman de lealtad, voz y salida. Cuando un individuo forma parte de una organización de cualquier tipo (un partido, una empresa, una nación...), tiene tres formas de encarar las decisiones colectivas que no se corresponde con sus preferencias individuales. La lealtd consiste en decir, ok, no estoy de acuerdo con esto pero creo en el proyeco y estoy dispuesto a ceder en este punto y apoyar una deisión en la que no creo. La voz es intentar, por los canales establecidos para ello, hacer valer las razones que uno tiene para oponerse a una decisión concreta con el fin de cambiar la orientación de la organización. La salida consiste en abandonar la organización, pues los puntos en cuestión son irrenunciables.
Los catalanes forman parte de un Estado, España, que no funciona. Las instituciones (poder judicial, parlamanto, organismos reguladores, corona) están en crisis. Nadie cree en partidos, sindicatos u organizaciones empresariales. La economía es una peli gore. La gente lo ve. Lo dice en las encuestas una y otra vez. Protesta. Surgen movimientos como el 15M que son protesta genérica, sin programa, sin respuestas, sólo indignación. Y se identifica con él la gente de derechas, la de izquierdas, los ancianos igual que los jóvenes, es algo totalmente transversal. En toda España, no sólo en Cataluña, hay sensación de fin de ciclo, de que esto se acaba. Pero mientras un ciudadano de Castilla la Mancha sólo puede optar entre la lealtad (la "mayoría silenciosa" que invoca el PP) o la voz (la protesta, genérica, o contra el cierre de las urgencias de los pueblos), un catalán puede valorar la salida, que lleva toda la vida en el menú político catalán. Un sentimiento ya presente en la sociedad catalana se convierte en la opción más racional para muchos ciudadanos: dado el grado de deterioro de las instituciones españolas, ¿no es mejor crer unas nuevas y propias? ¿no somos nosostros capaces de hacer algo mejor que esto?
El problema catalán es el problema de España, que es uno y trino, indivisible en sus múltiples derivadas. Sólo arreglando España arreglamos el problema catalán. Porque si España fuera un país pujante con una clase política y unas instituciones de las que uno pudiera sentirse orgulloso no tendríamos cuestión catalana sobre la mesa. Si la economía española chutara y consumiéramos más productos catalanes, si la justicia funcionara, si la marca españa fuera un activo para las empresas catalanas, si el diálogo fuera honesto y no un gallinero donde no se escucha nada porque todos el mundo grita a la vez, el independentismo sería una anécdota, una nota a pie de página.
Hay que tomarse en serio este problema, primero porque la ruptura sería terrible para todos. Segundo porque las demandas catalanas tienen sentido: el sistema de financiación autonómica no funciona, es una caca. Y tercero porque debe servir de revulsivo para reformar el Estado. Regenerar España para que los catalanes no se vayan. Si nos perdemos en discusiones idiotas sin llegar al fondo de la cuestión la apelación a los bajos instintos evitará que hagamos las reformas que tanto necesitamos y estaremos condenados a la ruptura, la irrelevancia, el estancamiento y la lenta decadencia.
No esperéis que Rajoy me haga caso. Las reformas necesarias acaban con el statu quo. Rajoy es statu quo. Además de una ameba política.
Muy de acuerdo en prácticamente todo, y alegra ver esta capacidad de análisis desde fuera de Cataluña.
Y espero que el facepalm no fuera en respuesta a mi pregunta. Querer irse por imposibilidad de cambiar algo no es despreciar a nadie. Divorciarse porque tú camino y el de tu mujer se distancian no es despreciarla, es la solución última, como dices, que se plantea cuando algo no funciona. Vestir eso de desprecio es victimista.
No, el problema es que fuera de Cataluña la inmensa mayoría de la gente no sabe ni qué es eso de la Guerra de Sucesión. Yo mismo os he rebatido al respecto una y otra vez en este foro, es bastante sencillo.
Rebatido no, opinado desde los mantras que te han interesado y convenido en cada momento.
Un buen análisis de la Diada de la gran Milagros Perez Oliva
Y el suflé no baja
La marea independentista. La Vía Catalana ha venido a mostrar, un año después de la gran manifestación de la Diada de 2012, que la fuerza del independentismo no solo no merma en Cataluña sino que sigue creciendo. Muchos se sorprenden de la persistencia de este fenómeno que es observado desde todo el mundo con curiosidad, no solo por la velocidad de su crecimiento y la persistencia de su ímpetu, sino porque contradice algunas ideas que resultaban confortables para sus detractores pero llevan camino de demostrarse erróneas. La primera es que la llamarada independentista era un suflé que igual que había subido bajaría. De momento, el suflé se mantiene alto: la asistencia a la cadena humana y actos aledaños de la última Diada ha sido igual o superior a la de la manifestación de 2012.
En realidad, la teoría del suflé ha sido desmentida ya en varias ocasiones, pero todavía hay quien sigue aferrándose a ella para evitar enfrentarse a las consecuencias de que no sea así. Con esta actitud, persisten en el mismo error de percepción en que incurrieron quienes desde el Gobierno y la dirección del Partido Popular dieron la batalla del Estatut en el Tribunal Constitucional y pensaron que una vez dictada sentencia, habría algunas protestas, pero todo volvería a su cauce en poco tiempo. No pasará nada, dijeron. Y, efectivamente, nada pasó. Se convocó una manifestación, que fue multitudinaria y ahí quedó todo. “¿Lo veis? Asunto concluido”, respiraron aliviados. Pero sí que pasaba. Solo que pasaba por debajo de los radares de alerta de un sistema político que está demostrando un elevado nivel de esclerosis y miopía.
El resultado es que el apoyo a la independencia ha crecido en Cataluña hasta alcanzar cotas inimaginables hace solo tres años: del 52%, según el último sondeo publicado por la SER. La respuesta al recorte estatutario ha sido la persistente exigencia de un referéndum que empezó siendo sobre la relación de Cataluña con España, ahora es ya claramente sobre la independencia. El rechazo a la situación actual es abrumadoramente mayoritario, y la nueva línea divisoria sobre el futuro no pasa ya por diferentes fórmulas de encaje en España, sino por dos grandes bloques: el de quienes consideran que ya no hay nada que negociar con Madrid, excepto la forma de salir de España, y quienes todavía apuestan por el diálogo, aunque cada vez tienen menos espacio y menos visibilidad pública. Hace un año, la exigencia de un pacto fiscal era recibida por el Gobierno como una pretensión descabellada. Hoy, para el catalanismo más radical ya no es siquiera una oferta a considerar. Y esta posición concita un notable apoyo en las encuestas.
¿Se asumirá finalmente la realidad? ¿Llegará tarde la reacción?
¿Quién controla a quién? Otro error de percepción en el que se ha incurrido es creer que el independentismo crecía por una maquiavélica estrategia del nacionalismo tradicional, que lo estaría alimentando para alcanzar una posición de fuerza con la que poder negociar mejoras en la financiación. Ciertamente, es difícil imaginar que Convergència Democràtica, el partido conservador con ligeros toques socialdemócratas creado por Jordi Pujol pueda llegar a posiciones de ruptura. Es más fácil y coherente con su historia pensar que llegada la hora de la verdad, CiU actuará en consecuencia y dará marcha atrás en la aventura soberanista. Es posible. Pero ya no está claro que CiU sea la dueña del proceso.
Convergència hizo en su día un giro soberanista, pero de naturaleza deliberadamente ambigua y limitado a un nuevo marco de relación fiscal y política con España. La independencia no figuraba en su horizonte programático inmediato. De repente, atónito ante una vorágine que lo engullía todo, CiU se encontró en una situación tan inquietante como paradójica: conforme se escoraba hacia posiciones cada vez más soberanistas, la sintonía con la calle aumentaba, pero su fuerza electoral mermaba. Ni en sueños podía CiU imaginar que podría lograr por sí misma una movilización social como la que se ha producido tras la sentencia del Estatut. Pero no era mérito suyo. En realidad, CiU se ha visto arrastrada, igual que los demás partidos, por un tsunami de fuerte componente sentimental que está lejos de controlar. Una fuerza que ha ido creciendo desde todas partes y en todas direcciones, pasando por encima de programas y estrategias.
Cuando advirtió la magnitud de la ola, CiU trató de surfearla utilizando como tabla el propio Gobierno. Y ahí está ahora, sin saber aún si podrá aguantar. Los vaivenes declarativos de Artur Mas en la semana anterior a la Diada, intentando aplazar primero la agenda soberanista y retomándola después con mayor gesticulación, muestran hasta qué punto Convergència ha quedado prisionera de su propio error de percepción: el de pensar que podía subirse a lomos de la fiera y controlarla. Tras ponerse al frente de las demandas de la calle, no resistió la tentación de convocar elecciones anticipadas para tratar de recoger los réditos electorales de su osada apuesta. Pero las cosas no salieron como había previsto. No solo perdió doce escaños, sino que vio como el genuino representante del independentismo, ERC, se colocaba en condiciones de disputarle la dirección del catalanismo y hacerle el sorpasso electoral. Los últimos sondeos confirman que el sorpasso puede producirse.
Hay indicios de que CiU trata ahora de retrasar la agenda soberanista para tener la oportunidad de negociar con Madrid y recuperar así la iniciativa política. Pero me temo que eso va ya a ser difícil. No solo porque el Gobierno de Rajoy sigue sin querer enterarse de lo que ocurre, sino porque la ola sigue creciendo y la tabla de surf se aguanta a duras penas. En estas condiciones, llegar al final de legislatura puede ser para CiU misión imposible y convocar elecciones anticipadas, una temeridad.
Una demostración de fuerza. Ahora, la escena política está en manos de organizaciones que no responden al esquema partidario, aunque a nadie se le escapa el control indirecto que ERC ejerce sobre algunas de ellas. Se han articulado nuevas formas de organización política: plataformas, asociaciones, redes… que confluyen en una entidad ubicua donde las haya, la Asamblea Nacional Catalana. Se trata de una plataforma transversal, con implantación en todo el territorio, que reúne entidades de todo tipo y atrae a gentes de diferentes generaciones, distintas procedencias y hasta diferentes adscripciones ideológicas.
Y una evidencia curiosa: allí donde el movimiento del 15M perdió su energía y su oportunidad de incidencia política, el terreno organizativo, el independentismo ha demostrado una capacidad que ha dejado a muchos asombrados. Si en la Diada de 2012 demostró su capacidad de convocatoria, en la de 2013 ha dado una prueba contundente de su capacidad de organización. No era fácil organizar la logística de una cadena humana de 400 kilómetros. Y funcionó como un reloj.
Lo que emerge es un nuevo escenario político en el que el sistema partidario catalán puede acabar saltando por los aires. Las principales víctimas pueden ser los dos grandes partidos que en los últimos 30 años han ocupado el centro del espacio político y se han repartido los resortes del poder en Cataluña, el PSC y CiU. Los primeros perjudicados por la nueva situación son los socialistas, cuya propuesta federal resulta muy meritoria, ya que implica una reforma constitucional que podría dar una salida sin rupturas al conflicto si le dieran la oportunidad. Pero esa propuesta, surgida del pacto de Granada con el PSOE, ni se percibe en Cataluña como creíble ni parece que pueda llegar a tiempo, pues está lejos de tener en el resto de España el apoyo necesario para ser factible. Tampoco CiU, contra lo que pudiera parecer, está en buena posición, acosada electoralmente por ERC y angustiosamente vacilante entre la necesidad de pactar y la tentación de tirar por el camino de enmedio, desgarrada por dos fuerzas que tiran de ella en direcciones opuestas.
Y una evidencia curiosa: allí donde el movimiento del 15M perdió su energía y su oportunidad de incidencia política, el terreno organizativo, el independentismo ha demostrado una capacidad que ha dejado a muchos asombrados. Si en la Diada de 2012 demostró su capacidad de convocatoria, en la de 2013 ha dado una prueba contundente de su capacidad de organización. No era fácil organizar la logística de una cadena humana de 400 kilómetros. Y funcionó como un reloj.
Hombre, como si "el independentismo" no contara con toda la ayuda de las instituciones. Así se lleva mucho mejor lo de la logística, desde luego.
Y con la inestimable ayuda de muchos medios de comunicación que a cambio de unos generosos estipendios han descubierto las bondades del independentismo y lo repiten machaconamente dia si dia tambien.
Y por cierto, los del 15M no tenían a su servicio una televisión pública empeñada en mostrar lo maravillosos que eran ni recibían generosas subvenciones para organizar actos de todo tipo, ni contaban con las simpatías de los poderes públicos.
En fin, que hay comparaciones que son odiosas
Joder hiperionn, como si no estuvieran TVE, Telecinco, Antena3 y demás al servicio del nacionalismo oficialista. Hablas como si sólo existiera una de las partes dentro de un conflicto que es el que es desde hace mucho tiempo.
Con lo de la poca seriedad no me refiero a que Cataluña no sea capaz de independizarse, sino a los argumentos de los independentistas: al "llevamos 300 ocupados" y "Espanya ens roba" ahora se une "nos cambiaron 14 artículos del Estatut".
Pero yo sigo pensando que la base del pensamiento del nacionalismo catalán es un profundo desprecio hacia el resto de España, con especial énfasis hacia lo castellano, y esto es algo que está tan enquistado desde hace ya bastante tiempo que es imposible de remediar o cambiar. Hasta ahora una parte de los nacionalistas catalanes era independentista, pero la mayoría era más bien perdonavidas, es decir, toleraba formar parte de España porque no le iba mal. Ahora que hay una crisis económica, los nacionalistas catalanes han recuperado la esencia de todo nacionalismo (a una nación le corresponde un Estado) y han decidido dejar de mantener a los españoles, vagos y subsidiados ellos. En realidad esa pulsión de tener un Estat propi siempre ha estado en el nacionalismo catalán, desde sus orígenes, cosa lógica. Ahora simplemente le dan rienda suelta. Por eso yo creo que lo mejor es acabar de una vez con esta pesadez: que se celebre un referéndum ya mismo. No hay nada que negociar, porque por mucho que se negocie y Cataluña sea cada vez más autónoma, el sentimiento de que son distintos, el sentimiento de superioridad con respecto al resto de España, es algo que siempre va estar en el nacionalismo catalán porque siempre ha estado. Y ya cansa.
Pues sí.
El nacionalismo como ideología no va a cambiar, pero un debate sosegado y racional primero y una negociación de buena fe después sí puede cambiar la opinión de muchos de esos ciudadanos que dicen querer la independencia según las encuestas, porque muchos catalanes han aterrizado en el nacionalismo anteayer y de forma bastante tangencial. Además, creo que numerosos nacionalistas convencidos de uno y otro lado pueden superar su marco ideológico para aceptar un nuevo modelo que, sin cubrir todas sus aspiraciones, mejorara lo actual en lo relativo a prosperidad y respeto mutuo.
Comentarios
El problema del encaje catalán en España es además inseparable de la triple crisis política,institucional y económica que vive España. No se puede solucionar el primero sin solucionar la segunda.
Algunos conoceréis la teoría de Hirschman de lealtad, voz y salida. Cuando un individuo forma parte de una organización de cualquier tipo (un partido, una empresa, una nación...), tiene tres formas de encarar las decisiones colectivas que no se corresponde con sus preferencias individuales. La lealtd consiste en decir, ok, no estoy de acuerdo con esto pero creo en el proyeco y estoy dispuesto a ceder en este punto y apoyar una deisión en la que no creo. La voz es intentar, por los canales establecidos para ello, hacer valer las razones que uno tiene para oponerse a una decisión concreta con el fin de cambiar la orientación de la organización. La salida consiste en abandonar la organización, pues los puntos en cuestión son irrenunciables.
Los catalanes forman parte de un Estado, España, que no funciona. Las instituciones (poder judicial, parlamanto, organismos reguladores, corona) están en crisis. Nadie cree en partidos, sindicatos u organizaciones empresariales. La economía es una peli gore. La gente lo ve. Lo dice en las encuestas una y otra vez. Protesta. Surgen movimientos como el 15M que son protesta genérica, sin programa, sin respuestas, sólo indignación. Y se identifica con él la gente de derechas, la de izquierdas, los ancianos igual que los jóvenes, es algo totalmente transversal. En toda España, no sólo en Cataluña, hay sensación de fin de ciclo, de que esto se acaba. Pero mientras un ciudadano de Castilla la Mancha sólo puede optar entre la lealtad (la "mayoría silenciosa" que invoca el PP) o la voz (la protesta, genérica, o contra el cierre de las urgencias de los pueblos), un catalán puede valorar la salida, que lleva toda la vida en el menú político catalán. Un sentimiento ya presente en la sociedad catalana se convierte en la opción más racional para muchos ciudadanos: dado el grado de deterioro de las instituciones españolas, ¿no es mejor crer unas nuevas y propias? ¿no somos nosostros capaces de hacer algo mejor que esto?
El problema catalán es el problema de España, que es uno y trino, indivisible en sus múltiples derivadas. Sólo arreglando España arreglamos el problema catalán. Porque si España fuera un país pujante con una clase política y unas instituciones de las que uno pudiera sentirse orgulloso no tendríamos cuestión catalana sobre la mesa. Si la economía española chutara y consumiéramos más productos catalanes, si la justicia funcionara, si la marca españa fuera un activo para las empresas catalanas, si el diálogo fuera honesto y no un gallinero donde no se escucha nada porque todos el mundo grita a la vez, el independentismo sería una anécdota, una nota a pie de página.
Hay que tomarse en serio este problema, primero porque la ruptura sería terrible para todos. Segundo porque las demandas catalanas tienen sentido: el sistema de financiación autonómica no funciona, es una caca. Y tercero porque debe servir de revulsivo para reformar el Estado. Regenerar España para que los catalanes no se vayan. Si nos perdemos en discusiones idiotas sin llegar al fondo de la cuestión la apelación a los bajos instintos evitará que hagamos las reformas que tanto necesitamos y estaremos condenados a la ruptura, la irrelevancia, el estancamiento y la lenta decadencia.
No esperéis que Rajoy me haga caso. Las reformas necesarias acaban con el statu quo. Rajoy es statu quo. Además de una ameba política.
Insisto en mi pregunta... Cómo desprecia "al resto del país" un independentista que legítima, pacífica y democráticamente quiere que Cataluña sea un Estado soberano?
Ya pueden cerrar el hilo.
¿Por qué razón no te sentarías a comer a la mesa con alguien, Breathe? ¿Qué haría falta? ¿Mala comida, mal servicio, mala compañía? He comido con gente a la que apreciaba en restaurantes de comida basura, con mal servicio y ambas cosas a la vez. Lo único que me llevaría a rechazar una comida con alguien sería no soportar su compañía. No hay nada más que decir.
En cuanto le diga la UEFA que se acabó jugar competiciones europeas hasta que la Federación Catalana de Fútbol entre en la UEFA si es que entra veras que pronto deja este de mezclar deporte y politica.
Quizá no dicen nada porque es cierto y no saben cómo rebatirlo.
Es que España lleva más de un siglo de lenta decadencia. Más o menos el mismo tiempo que llevamos con el problema catalán, un problema que no es la primera vez que se agudiza (recordemos la Semana Trágica de 1909 o la proclamación del Estado Catalán en 1934). Aunque no digo que no haya influido, el aumento del independentismo no comenzó hace tres años, con el recorte del Estatut, sino antes. ERC subió en votos como la espuma ya en 2003. Curiosamente, en las elecciones de 2010, celebradas después de conocerse la sentencia del Estatut, ERC perdió casi la mitad de sus votos (unos 200.000) e incluso quedó por detrás del PP, que subió. Es más, en su día el Estatut no parece que le importara mucho a los catalanes, ya que se aprobó en un referéndum con una participación de menos del 50%.
Yo creo que la crisis actual la ha desencadenado CiU desde que recuperó el Gobierno. No es verdad que sea una revolución desde abajo, como insisten los independentistas: está orquestada desde arriba. Ya lo decía Santos Juliá hace un año:
La reforma del Estatut puede ser motivo de cabreo (aunque no sé qué artículos problemáticos dices que coinciden con los de otras comunidades), pero es una excusa para el independentismo porque sus motivaciones fundamentales (la ocupación tricentenaria y el expolio español) vienen de mucho antes. El comportamiento del PP o la crisis económica e institucional ha jodido a catalanes y a no catalanes, como hizo Franco, pero como bien dices, en otras regiones no existe ese sentimiento previo. Un sentimiento basado en falsedades.
Además, en Cataluña manda CiU, que tiene mucho en común con el PP con sus recortes y privatizaciones.
Preguntale a Kosovo.
Obsérvese también en el texto cómo España impedía por todos los medios que los catalanes hicieran dinero.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/08/02/catalunya/1343933860_132864.html
Claro, será eso, sí.
No, el problema es que fuera de Cataluña la inmensa mayoría de la gente no sabe ni qué es eso de la Guerra de Sucesión. Yo mismo os he rebatido al respecto una y otra vez en este foro, es bastante sencillo.
Bastante de acuerdo con tu analisis, solo un matiz, España no funciona, pero Catalunya, la Catalunya autogobernada tampoco, si hay corrupcion en España, en Catalunya no se quedan atras, si la economia española es gore, la economia catalana no se queda atras, si hay alejamiento popular de las instituciones en España, en Catalunya no se quedan atras.
La independencia se basa mucho mas en una opcion irracional de pensar que el "estado propio" es garantia de una economia pujante, ¿como el estado propio griego o portugues?, de nuevas formas mas democraticas de organizar el estado, ¿organizado por CiU y aspirando a estar dentro de la UE?, en suma de asumir que todo lo malo en Catalunya es culpa solo y exclusivamente de España y que por tanto sin España todo seria perfecto.
Sin embargo es necesario dialogar y negociar, explicar y convencer, es insostenible una situacion como la actual donde a una reivindicacion politica, por irracional que sea, se responde negandola o simplemente diciendo que no encaja dentro de la ley.
De momento la carta de Rajoy no es una mala respuesta ya que aunque no dice nada, asume el dialogo y la negociacion, lo peor que podria pasar es que el PP, como partido gobernante en España, saliese con una retorica españolista y patriotera.
Un saludo
Hay dos tipos de nacionalistas en España, por un lado aquellos que saben y reconocen el "problema catalán", es decir, que saben que en España existe un problema nacional, de pugna entre identidades, que hay resistencia sobretodo en Euskadi y Cataluña de aceptar la identidad única y centrípeta española que se impone desde el centro ideológico y político desde hace varios siglos. Reconocen en ello una traba al proyecto nacional español y luchan por anularlo o contrarestarlo políticamente, sin negarlo sino al revés, plantándole cara con partidos políticos (PP, UPD, Cs) y movidas varias, el nacionalismo explícito. Y luego están los que prefieren vendarse los ojos y taparse los oídos, decir que el catalanismo es algo que no existe, impuesto por unas élites que buscan contrapartidas económicas o proteccionismo de una casta, que la historia ha sido manipulada, que no hay conflicto identitario ya que España no es un país en el que se imponga nada desde el punto de vista identitario, que no hay de qué quejarse en ningún aspecto, que no hay centralismo, que los catalanes ya tenemos catalán en las escuelas y en la tele, que ya hemos logrado que ponga "nacionalidad histórica" en la Constitución y eso ya es suficiente, para ellos claro, etc... y que nunca se reconocen como nacionalistas a pesar de que se la pone durísima estar pendiente de lo que hacen o dejan de hacer los catalanes malos. En ese segundo tipo de nacionalistas entrarías tú, pero no ahora sino desde siempre, ya lo sabes.
Luego están los que, reconociendo y aceptando el problema de encaje entre la España catalana y la España castellana, o hasta no reconociéndolo, no tiene en la actualidad ningún problema en probar de arreglar un tema real mediante diálogo y consenso, mientras eso no afecte su día a día en ningún sentido, porque les da igual si la "nación española" es más o menos una y grande, o más o menos centralista, o más o menos plural, mientras puedan vivir en un país que funcione, del que todos se sientan parte, sin disputas culturales ni identitarias, etc... y en el que su día a día sea igual de llevadero. Esos son los "no nacionalistas", y tú no estás en ese grupo.
No necesariamente cierto, la lectura opuesta también es válida por la misma razon. Quizás muchos catalanes optan por la salida del Estado porque ven su forma de ser y sentir despreciada por el modelo de estado que se defiende desde gran parte del resto de España.
Decir que "estoy cansado de esta forma de funcionar de la que no me siento parte" y querer cambiar o irse, no es despreciar nada. Y si lo fuere, qué será entonces lo de negar sistemáticamente lo que algunos decimos de todas las maneras posibles, prohibir cualquier consulta o cambio, y usar una ley de hace 35 años como cárcel? Sólo os podéis sentir despreciados algunos o qué?
Pero si desde el nacionalismo español hay una oposición constante al reconocimiento de Cataluña como nación. Por qué te haces el despistado?
Artículo 2 - La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.
En buena parte de España no se ha profundizado nunca en la Guerra de Sucesión porque ideológicamente no ha interesado. Siempre ha interesado, aún y ya en democracia, pintar una España única, uninacional, y homogénea, así que los responsables del poco conocimiento de lo que fue la primera gran guerra mundial hace 3 siglos, lo deberías buscar por el centro...
Y sí, en Cataluña es una fecha muy importante y significativa, el fin de unas constituciones y maneras propias para pasar a ser una región de una España de predominio castellano, el inicio de la provincialización de los reinos históricos y del nacionalismo español. Es normal que sea importante, porque de hecho lo es, a pesar de tu afición al negacionismo. Digamos que 1714 es para el catalanismo como la boda de los RRCC o 1812 para la España que vende una visión homogénea y uninacional del país.
Muy de acuerdo en prácticamente todo, y alegra ver esta capacidad de análisis desde fuera de Cataluña.
Y espero que el facepalm no fuera en respuesta a mi pregunta. Querer irse por imposibilidad de cambiar algo no es despreciar a nadie. Divorciarse porque tú camino y el de tu mujer se distancian no es despreciarla, es la solución última, como dices, que se plantea cuando algo no funciona. Vestir eso de desprecio es victimista.
Kosovo no es un estado independiente según España.
Rebatido no, opinado desde los mantras que te han interesado y convenido en cada momento.
Un análisis impecable.
Hombre, como si "el independentismo" no contara con toda la ayuda de las instituciones. Así se lleva mucho mejor lo de la logística, desde luego.
Joder hiperionn, como si no estuvieran TVE, Telecinco, Antena3 y demás al servicio del nacionalismo oficialista. Hablas como si sólo existiera una de las partes dentro de un conflicto que es el que es desde hace mucho tiempo.
El nacionalismo como ideología no va a cambiar, pero un debate sosegado y racional primero y una negociación de buena fe después sí puede cambiar la opinión de muchos de esos ciudadanos que dicen querer la independencia según las encuestas, porque muchos catalanes han aterrizado en el nacionalismo anteayer y de forma bastante tangencial. Además, creo que numerosos nacionalistas convencidos de uno y otro lado pueden superar su marco ideológico para aceptar un nuevo modelo que, sin cubrir todas sus aspiraciones, mejorara lo actual en lo relativo a prosperidad y respeto mutuo.
Si eres feliz pensando eso, todos contentos.
http://www.elpuntavui.cat/noticia/article/3-politica/17-politica/677846-ibarra-compara-els-sobiranistes-catalans-amb-hitler-i-mussolini.html
http://www.elpuntavui.cat/noticia/article/3-politica/17-politica/677846-ibarra-compara-els-sobiranistes-catalans-amb-hitler-i-mussolini.html
El tarado de Ibarra con ganas de diálogo. Pero luego el desprecio sólo es una dirección...