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Habilidades sociales

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Comentarios

  • editado septiembre 2018 PM
    Jajajaja.

    Bueno, yo el autoconocimiento lo tengo bastante dominado tras pasar por consultas psicológicas durante largo tiempo, porque precisamente es en eso en lo que suelen basarse hoy en día: en autoconocerte y aceptarte y, a partir de ahí, emprender un viaje de aprendizaje y cambio que te lleve hasta donde tú quieres ir.

    Eso me ha ayudado muchísimo en mi vida, pero supongo que la cabra tira al monte y yo soy muy cabezota. Supongo que cuando ves que sales mal parado socialmente empiezas a preguntarte por qué, qué era lo que se esperaba de ti y por qué no has sabido darlo. Evidentemente, no sale nada bueno de dar vueltas a los hechos, porque tú sabes qué hay dentro de ti, pero no dentro de los demás.

    Yo tiendo a aceptar defectos en los demás y a castigarme los míos demasiado. Tiendo a "pero es que yo soy así" y a los dos segundos "¿pero por qué no puedo ser como fulanito entonces?". Es bastante complicado.

    De todas formas si no te gusta la palabra juzgar puedes poner "valorar", que en esencia es lo mismo. Al final somos seres sociales y damos irremediablemente valor a lo que pasa a nuestro alrededor, tanto si es para bien como para mal. Es muy difícil, por no decir imposible, desvincularlo y en mi opinión, aunque haya quien crea que lo hace, no lo hace al 100 %, porque dentro llevamos un reflejo de nuestra educación que incluye lo aprendido socialmente.

    Respecto a que todos cometemos errores es una realidad aplastante y es lo que siempre les digo a mis alumnos. Precisamente esos errores son los que te llevan a aprender y siempre vas a cometerlos (no sé si lo sabéis, pero enseño inglés) y tanto es así que esos errores los cometen también los nativos, porque nosotros también los cometemos hablando español. Total, que eso es lo que les digo a mayores y pequeños y creo que es muy importante que valoren los errores, sobre todo los suyos, no como derrotas, sino como formas de aprender. Nadie es infalible "yo cometo un montón", es lo que les digo.

    He conocido a mucha gente, y a una gran mayoría de profes que creen que sus errores son algo que deben ocultar y para mí que hay que tratarlos con la mayor naturalidad para que no sean un motivo de falta de confianza en el aprendizaje. Sin embargo, socialmente el error está muy mal visto, lo típico de "pues si 'tanto' se equivoca mucho no sabrá". La putada es cuando algún listillo cree que por esto te puede pillar en un renuncio en plan "yo no he hecho nada" y tal. Gajes del oficio.


    EDITO: Creo que no hay nada peor que cometer errores y no reconocerlo, pero encima afear a otro que ha cometido alguno cuando eres tú el que lo está cometiendo al corregir. A mí me ha pasado. Me ha pasado además con la presidenta de mi tribunal en la defensa del TFG: me corregía cosas que estaban bien, tipo formas de poner bibliografía que estaban correctamente referenciadas según el manual ISO o cosas que según ella faltaban y luego estaban en otras páginas. Hasta eso llegamos. Supongo que era una cruzada personal porque se las daba de saber de todo en clase y alguna vez le corregí como cuando dijo que las sandías sin pepitas eran transgénicas y barbaridades de ese estilo (no, no pude resistirme).
  • claudiamr escribió : »
    Yo tiendo a aceptar defectos en los demás y a castigarme los míos demasiado.

    Mala receta, desde luego. No es fácil, pero la aceptación incondicional de uno es imprescindible para tener autoestima. No hay otro modo, ningún otro modo. Siempre tendrás defectos, por mucho que los pulas, así que no hay más camino.
  • editado septiembre 2018 PM
    Yo diría que la superación de uno mismo lleva a una mayor aceptación. La negación de uno mismo no es buena receta, claro, pero la resignación puede que tampoco.

    Mi pareja tiene una compañera de trabajo que se autodefine como "sincericida". Bueno, esta claro que no tiene una buena concepción de su sinceridad, ya que no se autocalifica de "sincera", sino de "sincericida". Es decir, se hace daño al no poner filtros entre sus pensamientos y su discurso. Lo acepta, pero desde la resignación. A veces un esfuerzo por superar aquellos comportamientos que no ayudan conllevan una mejora gradual de la estima por uno mismo.

    Aunque demasiada gente busca su propia estima en la cantidad de likes que recibe en Instagram. La popularidad, la comparación con otros, también es un aspecto importante a considerar en la autoestima de las personas. Nos guste o no, cuanta mayor aceptación por parte del resto, mayor será la aceptación de uno mismo. No sé si debería ser así o no, pero simplemente decir "no debes basar tu estima en la estima que percibes de los demás" no ayuda, porque eso sí es negarse/engañarse a uno mismo y a la propia condición humana.
  • La mejor terapia es practicar el sadomasoquismo o la dominancia, según el caso.

    :chis:
  • Patroclo escribió : »
    Mi pareja tiene una compañera de trabajo que se autodefine como "sincericida". Bueno, esta claro que no tiene una buena concepción de su sinceridad, ya que no se autocalifica de "sincera", sino de "sincericida". Es decir, se hace daño al no poner filtros entre sus pensamientos y su discurso. Lo acepta, pero desde la resignación. A veces un esfuerzo por superar aquellos comportamientos que no ayudan conllevan una mejora gradual de la estima por uno mismo.

    Como decía ayer, la aceptación incondicional no está reñida con el cambio personal, simplemente el mecanismo opera de una manera diferente. En realidad, si lo piensas, la gente no cambia, al menos de normal. El que es de una manera suele serlo toda su vida, principalmente porque no sabe por qué es así, cree que viene así de nacimiento y que cambiarse es imposible, que no hay remedio, que también tiene su lado positivo... incluso ocurre con características personales que no nos gustan. A esto se le denominan racionalizaciones y todos lo hacemos. El primer paso es reconocer que racionalizamos y nos mentimos como bellacos. La compañera de tu mujer tendrá una buena colección de racionalizaciones para justificar su sincericidad.

    El esfuerzo que comentas es parte del camino, pero no el comienzo. De nada sirve intentar esforzarse si estamos ciegos, si vamos como pollos sin cabeza. Primero está el autoconocimiento, que es lo más complicado, insisto. Creemos que no, pero es que sí. Esa mujer, por qué tiene esa imagen corrompida de lo que es la sinceridad? Esa es la pregunta que tiene que hacerse, rebuscar en su educación, sus vivencias e incluso si puede en su estructura cerebral, en sus esquemas mentales más biológicos. Cuando haya entendido plenamente por qué tiene esa disfuncionalidad, la voluntad por cambiar que necesitará será mínima. Si lo pensamos con un problema físico seguramente todo es más obvio.

    De todos modos, por mucho que vayamos superando cosas, esencialmente seguiremos siendo unos gañanes olvidables en un par de generaciones, así que no es el camino real para generar una autoestima invulnerable: siempre quedará muchísimo camino por hacer. La autoestima no tiene una unidad de medida, una conversión en plan: eres así y asá y por tanto te corresponde una autoestima de 6,89/10, pero ánimo, que si resuelves esta disfuncionalidad y esta otra ascenderás a 7,56/10. No funciona así. O se tiene o no se tiene, 1 ó 0, independientemente de lo que valgamos a ojos de otros, de como seamos.

  • De todos modos, por mucho que vayamos superando cosas, esencialmente seguiremos siendo unos gañanes olvidables en un par de generaciones, así que no es el camino real para generar una autoestima invulnerable: siempre quedará muchísimo camino por hacer.

    Vaya panorama.

    ...entre esto y que gran parte de la peña es psicótica o psicópata, solo queda una solución: la cicuta.

    :chuffed:
  • editado septiembre 2018 PM
    Pienso que afirmar que la autoestima no debería verse afectada por las opiniones de otros es irreal, en mi opinión. El autoconocimiento también pasa por la aceptación de que la estima propia depende mucho de la estima del entorno. Luego hay grados: hay quienes siempre van buscando de forma obsesiva la aprobación de los demás, y hay quienes se ven afectados por la opinión de los demás pero son conscientes de que no dejan de ser opiniones desvinculadas de toda objetividad.

    Por otra parte de acuerdo en que no se pueden cambiar nuestras personalidades (ni creo que debamos hacerlo), pero sí nuestras conductas.
  • editado septiembre 2018 PM
    Patroclo escribió : »
    Por otra parte de acuerdo en que no se puede cambiar nuestras personalidades (ni creo que debamos hacerlo), pero sí nuestras conductas.

    No, yo no he dicho esto, he dicho que no es nada normal, pero sí es posible. Ahora, no es nada sencillo porque el proceso suele implicar tirar abajo todo el edificio que hemos construido, no sirve con ir retocando aquí y allá, y tirar abajo todo da bastante vértigo. Cuando te conoces de verdad, cuando has rebuscado entre toda la mierda que solemos meter debajo de la alfombra, la cosa va más rápida. Pero esta parte de revolver es lo que menos gusta. En general es más cómodo ir tirando con nuestros bastones (adicciones, apegos, distracciones, racionalizaciones, entretenimientos...).

    No creo que sea una cuestión de deber o no deber... deber a ojos de quién?
  • claudiamr escribió :
    Luego, en mi defensa del TFG me dieron un repaso los del tribunal que no os podéis imaginar (profesores míos, además, que la endogamia de la uni privada es lo que tiene, que hay 6 profesores y dan toda la carrera entre ellos, y ¿para qué llamar a externos para formar tribunales?), llegaron a decirme, con mis 34 años (no os creáis que eran mucho mayores que yo, al menos 2 de ellos) que a juzgar por el trabajo no era suficientemente madura ni profesional y que no merecía aprobar,
    claudiamr escribió :
    Por otro lado, últimamente tengo el síndrome ese del impostor.

    Tampoco es una posición fácil para el tribunal. Yo terminé mi doctorado siendo bastante joven, 27 años. Si lo combinamos con el hecho que parezco algo más joven de lo que soy (aunque las canas están solucionando esto de forma acelerada...) me he encontrado con multitud de ocasiones en las que, de primeras, no se me ha tomado en serio. No tanto en evaluaciones, pero sí en conferencias, por ejemplo.

    Yo me he encontrado en la tesitura de ser profesor y tribunal de TFMs, TFGs de gente mucho mayor que yo y de gente de aproximadamente mi edad. No es una situación fácil, hay un gran sector de estudiantes "veteranos" (especialmente si llevan mucho tiempo en el campo, ya sea profesionalmente o estudiándolo) que llevan muy mal la crítica. "Qué sabra este niñato", lees en su cara a la más mínima crítica o discrepancia. En los profesores/científicos jóvenes, esto termina favoreciendo la estrategia de ser duro e implacable para no dejar margen a la duda; la cultura científica te obliga a demostrar que estás allí por méritos propios y para ello cualquier ápice de duda debe ser "aplacado" en el momento... Fui consciente de ello a raíz de una conversación con un investigador principal bastante joven, me comentaba que normalmente las revisiones de artículos científicos más duras acostumbran a venir de científicos jóvenes (académicamente hablando); por un lado necesitan demostrar su valía y su conocimiento, y por otro lado acostumbran a tener un mayor conocimiento técnico del estado del arte aunque en muchos casos no tienen suficiente perspectiva para comprender el 'big picture' en la totalidad. Esto lleva a revisiones muy duras en el apartado técnico que terminan cargándose ideas o trabajos muy buenos en lo conceptual que en realidad podrían ser una gran aportación a la ciencia. Tras dicha conversación, me he estado fijando en estas actitudes en tribunales, conferencias, etc. y están muy extendidas. Y, obviamente, yo también caigo en ellas de vez en cuando... No es fácil de evitar. Seguimos estando en un mundo en el que la reflexión o el titubeo (o el reconocimiento del propio error) se perciben como muestra de debilidad, por lo que cuando se necesita defender "tu parcela", lo más fácil termina siendo salir a morder...

    Y, en el campo científico, el síndrome del impostor es algo casi inevitable, especialmente cuando se trata de puestos de trabajo con financiación pública o eres consciente de como funcionan los sistemas de evaluación de proyectos. Eres consciente que probablemente proyectos más sólidos que el tuyo han quedado fuera debido a un propuesta menos 'espectacular' o que no ha utilizado la palabrería de moda del momento. Pero al mismo tiempo tiendes a tener el síndrome opuesto, eres consciente de que en muchas ocasiones tu eras más fuerte y con una mejor propuesta científica que los 'agraciados' pero que no has sabido venderla...




  • editado septiembre 2018 PM
  • Tengo que partir mi mensaje...

    Para aclarar: yo tengo muy claro que la autoestima debería depender únicamente de uno mismo, pero es que nosotros somos un reflejo social al final, por lo que es muy muy difícil, por no decir imposible el aislarse y valorarse únicamente por lo que uno piensa.


    Está claro que juzgarse a uno mismo más duramente que a los demás no es buena receta y yo no lo defiendo en ningún caso, pero soy consciente de que soy así y racionalmente trato de cambiarlo, pero al final en momentos clave, como algunos que he contado, se me cae el alma y me siento chiquitita al ver mis "fracasos" y es cuando me pregunto si seré como yo creo o como me ven los demás. Pero bueno, esto es muy personal mío. Imagino que no seré única en esto tampoco, pero es indudable que me gustaría estar más segura de mí misma en esos momentos para decir "me importa una mierda" y seguir a lo mío. Por otro lado, repito: creo que para todo el mundo es un mazazo que le echen de un trabajo, por ejemplo, o que los miembros de un tribunal le tachen de inmaduro con 34 años. Quizá yo al ser más emocional sea más incapaz de ocultar lo que siento en esos momentos y me desborde; eso no lo niego. Tampoco lo considero un defecto per se. Sé que en general la sociedad sí lo hace, pero yo no me siento estúpida por darme una llorera, la única mierda es que consume mucha energía.




  • Inde escribió : »


    ¿Y tú estás de acuerdo con esto que me cuentas? Es lo que contaba, tanto como profe como como alumna. Parece que hay que ser infalible en esta vida porque si no es que no vales nada y, perdona, pero TODOS nos equivocamos. La equivocación es una oportunidad. Es así como se debe enseñar a los niños, y no porque lo diga yo, sino porque es pura pedagogía, aunque socialmente aún no esté aceptado (quiero pensar que educando a los niños así alguna vez esto podrá cambiar). Principalmente el condenar el fallo creo que se debe a la competitividad de la sociedad actual. El acto reflejo al equivocarse es negar la equivocación (a mí también me ha pasado), pero hay que luchar contra ello, la equivocación es algo natural y forma parte del aprendizaje. No conozco a nadie infalible.

    Tengo anécdotas a cuento, y quizá así se entiendan muchas cosas en cuanto a mí. En mi casa siempre me dijeron esa mierda de que querer es poder y que yo siempre podía aspirar a más y que era la mejor y todo eso. Y yo me lo creía, así que me frustraba mucho cuando en vez de la primera de la clase era la tercera y en vez de sacar todo sobresaliente tenía tres notables y un bien (o lo que fuera en cada momento). Yo veía a mis padres como el modelo a seguir y ellos eran infalibles a mis ojos. Ambos licenciados. Mi madre no tenía carrera tras la universidad porque lo había dejado todo para criarnos, pero luchó en su casa contra su padre, que no quería pagarle la carrera ni que se graduara y, además, ella estaba a las puertas de un cambio de plan y si suspendía un curso tenía que repetir desde el principio (dicho por ella). Mi padre, licenciado, hecho a sí mismo, dando clases particulares durante la carrera, con varios trabajos de joven, y luego desde abajo en la empresa hasta un mando intermedio, de ese tope al que puedes aspirar a menos que seas enchufado. Además, un referente en su campo y una persona muy dedicada (lo sigue siendo). Yo llegué a COU con depresión, sin energía, asustada. No sé si aquí lo he contado, pero la fobia que tenía al fracaso era tal que no me presenté a Selectividad cuando me tocaba, después de haberme partido la espalda estudiando hasta el mismo día anterior, pero me faltaba la respiración y todo solo de pensarlo.

    Recuerdo cómo en 3º una profesora contó que su hija había empezado una carrera pero que no le gustaba y que ella misma le animó a dejarla por otra. Me pareció una barbaridad, increíble, horrible. Luego ya no, claro. Tras el incidente de Selectividad me enteré fortuitamente, de esto que sale en conversaciones de un par de detalles que me hicieron ver toda la vida diferente: por un lado, me enteré de que mi padre había empezado Ingeniería en Telecomunicaciones, pero como el primer año suspendió varias, no pudo soportar el fracaso, imagino, y se cambió a Físicas; por otro, mi madre suspendió no sé si PREU o la reválida, pero tuvo que repetir un curso, y como cambiaba el plan, hizo COU (primera promoción). Pues nada, me di cuenta de que mis padres eran personas falibles, aunque quizá haberlo sabido de antes hubiera podido evitar que mis miedos se convirtieran en fobias, no sé. Estoy escribiendo esto y me estoy emocionando porque fueron días muy muy duros para mí. La vida es demasiado corta para recibir tanta presión y vivir con tanta ansiedad, sobre todo si eres adolescente.

    Seguimos tras las anécdotas. En mi caso, Inde, no es comparable tampoco a lo que tú comentas, aunque sea feo, pues yo misma en alguna clase, he tenido que tirar de argumento de autoridad porque me porfíen alumnos (y curiosamente no han sido adultos mayores que yo quienes me han porfiado, que los adolescentes vienen pisando fuerte), pero a veces tienes que zanjar las discusiones sin más. Yo nunca he porfiado a un profesor en su campo de conocimiento, ni se me pasaría por la cabeza, esa es la verdad. Como mucho, lo discutiría después con los compañeros o lo comentaría en mi casa. De hecho, ahora que lo pienso, me ha pasado (y por parte de la majadera esta que os digo que fue presidenta de mi tribunal) que me corrigiera mi expresión en inglés y, pese a yo estar convencida de que lo había dicho bien, callarme y hacerle caso, pero consultar la gramática en casa (y ver que yo tenía razón, pero bueno) y seguir calladita por pensar que no me merecía la pena discutir con ella ni quedar por encima. Desacreditar a un profesor me parece feo, pero sobre todo por eso, porque todos nos equivocamos y nadie sabe absolutamente todo. Además se supone que el profesor está ahí porque sabe más que yo. De ahí a que diga cosas que no tienen sentido en un campo que no es el suyo encima dándoselas de listo, pues no me parece, pero eso va en cada uno. Lo de la sandía fue algo con lo que salté tras haberle escuchado unas cuantas y callarme, y al final le tuve que decir que yo estaba segurísima porque era algo que había estudiado cuando estudiaba Farmacia en clase de Fisiología Vegetal (debió de joderle sobremanera, aunque no diera signos de ello).

    Que es difícil para profesores jóvenes dar clase o ser miembros de un tribunal, sí, pero por falta de respeto de los alumnos, créeme que lo entiendo perfectamente. Pero se tiende a confundir el respeto con la cordialidad en los jóvenes de ahora. Quizá por eso piensen que tienen que ser tan severos, no lo sé. Sí que te digo que no fue el caso de mi tribunal. Como digo, todos me conocían, sabían de varios años que yo soy seria, respetuosa, inquieta intelectualmente, etc. Pero también sabían mis puntos débiles y los aprovecharon bien. Pero lo peor es lo que he dicho: que la presidenta se dedicara a supuestamente corregirme cosas que estaban bien hechas y que cuando quisiera excusar dichas cosas (y humildemente, no soberbiamente) encima fueran contando a mi tutora que me había tomado fatal las críticas y había contestado fatal (apenas contesté a nada y yo era un mar de lágrimas, así que mal iba a contestar con soberbia). Aquello no se pareció en nada a la defensa que yo había presenciado el día anterior (de una compañera), pero tampoco a las sucesivas defensas que he realizado, lo puedo asegurar. Fue una vendetta en toda regla. Y esta tía, la presidenta, tiene su tesis en el depósito de la biblioteca y solo puedes acceder a ella dando nombre y apellidos, como estaba la de Sánchez. A saber por qué, pues es cum laude. Y os digo, no ha publicado nada en su puta vida académica, pero tiene un ego que parece la reina del mundo (¿se nota que estoy resentida? En cualquier caso no digo ninguna mentira).


    Hala, siento copar esto con experiencias personales mías, pero creo que son ilustrativas, en cualquier caso.


    Y si tú tienes síndrome del impostor, imagínate yo, que realmente mis logros son privados, nada público xD
  • claudiamr escribió : »
    Tengo anécdotas a cuento, y quizá así se entiendan muchas cosas en cuanto a mí. En mi casa siempre me dijeron esa mierda de que querer es poder y que yo siempre podía aspirar a más y que era la mejor y todo eso. Y yo me lo creía, así que me frustraba mucho cuando en vez de la primera de la clase era la tercera y en vez de sacar todo sobresaliente tenía tres notables y un bien (o lo que fuera en cada momento). Yo veía a mis padres como el modelo a seguir y ellos eran infalibles a mis ojos. Ambos licenciados. Mi madre no tenía carrera tras la universidad porque lo había dejado todo para criarnos, pero luchó en su casa contra su padre, que no quería pagarle la carrera ni que se graduara y, además, ella estaba a las puertas de un cambio de plan y si suspendía un curso tenía que repetir desde el principio (dicho por ella). Mi padre, licenciado, hecho a sí mismo, dando clases particulares durante la carrera, con varios trabajos de joven, y luego desde abajo en la empresa hasta un mando intermedio, de ese tope al que puedes aspirar a menos que seas enchufado. Además, un referente en su campo y una persona muy dedicada (lo sigue siendo). Yo llegué a COU con depresión, sin energía, asustada. No sé si aquí lo he contado, pero la fobia que tenía al fracaso era tal que no me presenté a Selectividad cuando me tocaba, después de haberme partido la espalda estudiando hasta el mismo día anterior, pero me faltaba la respiración y todo solo de pensarlo.

    Es obvio que tu cuadro psicológico adolescente bebe de una educación disfuncional de tus padres, lo más común. Una ansiedad adolescente como la que describes no puede tener más explicación que presión familiar, directa o indirecta, es decir, por lo que te decían o por lo que te transmitían con su ejemplo o por omisión. En general nuestra generación tuvo unos padres que vivieron una etapa bisagra, que fueron criados en el desarrollismo, una etapa de oportunidades. Entre eso y unos padres (nuestros abuelos) que vivieron una etapa mentalmente a años luz, la presión por los estudios fue síntoma de buena educación en la generación de nuestros padres. Se sumó un contexto social, una educación tendiendo a inexistente, unos valores muy diferentes... es una marca que llevamos los nacidos en los 70 o comienzos de los 80.

    La única manera de arreglar eso es destapar todo ese montón de mierda, desmitificar que una vida feliz es una vida laboralmente competente, que es necesario ser personas de provecho y en general todos los mantras de nuestra educación. Por cierto. que nuestra generación está multiplicando x2 en sus hijos, la generación narcisista.

    Y de tu otro mensaje: una de las cosas que he aprendido es que no se es más feliz o se vive mejor cuantas más cosas añades en tu vida. Especialmente cuando las cosas van mal, la solución no es sumar cosas, sino eliminar. Es como cuando intentas ver algo que está tapado por varias cosas: no vas a solucionar nada poniéndote mejores gafas, tienes que quitar los obstáculos. La fórmula es parecida: el primer paso es quitar, tirar abajo muchas cosas, muchas personas, muchas ideas, muchos deseos, muchos proyectos, muchas ambiciones, muchas idealizaciones... tirar abajo casi todo, limpiar la mente y desaprender casi todo. Es una idea muy budista, pero es que el budismo tiene algunas ideas muy poderosas y esta es una. Pero no vale con rechazar esas cosas, no vale huir, hay que ir mirarlas y entender que no son necesarias en tu vida.
  • claudiamr escribió : »
    ¿Y tú estás de acuerdo con esto que me cuentas?

    No entiendo con qué representa que tengo que estar o no de acuerdo.

    Yo solo te exponía mi experiencia como miembro de tribunal y evaluador joven; una visión de cómo se ven las cosas desde el otro lado y una explicación de porqué inconscientemente los evaluadores jóvenes tienden a ciertos comportamientos de forma inconsciente (mayoritariamente). No es algo con lo que estar de acuerdo o no... Obviamente un evaluador debería ser siempre objetivo y profesional, des de mi experiencia, yo te explico porqué creo que a veces esto no ocurre.

    Por otro lado, creo que lo que expones acerca de hacer de maestra con adolescentes no es algo comparable. En los estudios superiores se presupone que los alumnos han alcanzado una madurez y una perspectiva que no tienen en la adolescencia, pero también pueden haber desarrollado unos egos profesionales muy marcados (que pueden estar totalmente distorsionados).
  • editado septiembre 2018 PM
    Totalmente de acuerdo con @Inde. El mantra educativo de que hay que ser un hombre de provecho (trabajo/casa/familia), o una mujer de provecho (Inde, esto se separaba en los 70/80 y hoy ya no, no todo es negativo), hay que echarlo abajo. Y añado. Hay que quitarse la coraza ficticia de "compito mejor" y hay que ponerse el hábito de "coopero mejor", "quiero ser buena persona antes que mejor en algo", etc., para poder vivir con menor presión y mayor tranquilidad y bienestar.
  • Inde escribió : »
    claudiamr escribió : »
    ¿Y tú estás de acuerdo con esto que me cuentas?

    No entiendo con qué representa que tengo que estar o no de acuerdo.

    Yo solo te exponía mi experiencia como miembro de tribunal y evaluador joven; una visión de cómo se ven las cosas desde el otro lado y una explicación de porqué inconscientemente los evaluadores jóvenes tienden a ciertos comportamientos de forma inconsciente (mayoritariamente). No es algo con lo que estar de acuerdo o no... Obviamente un evaluador debería ser siempre objetivo y profesional, des de mi experiencia, yo te explico porqué creo que a veces esto no ocurre.

    Por otro lado, creo que lo que expones acerca de hacer de maestra con adolescentes no es algo comparable. En los estudios superiores se presupone que los alumnos han alcanzado una madurez y una perspectiva que no tienen en la adolescencia, pero también pueden haber desarrollado unos egos profesionales muy marcados (que pueden estar totalmente distorsionados).

    Te he entendido lo que querías explicar, y como digo, no sé si será por eso o por falta de respeto. Sé perfectamente que el grado de madurez de un adolescente no es comparable, pero si en tu infancia y adolescencia no te enseñan a respetar, será muy difícil que respetes de adulto, a esto me refería yo.

    Con lo que te pregunto si estás de acuerdo es con en vez de hacer natural un error estar a la defensiva con ellos, marcarlos en los otros y ser severo con ellos (mientras que niegas los tuyos, aunque tú esto no lo has dicho), que creo que es lo que me comentas. Con esa cultura de "los errores son los enemigos", con esa competitividad. Simplemente, para saber tu opinión, ya que has descrito tan locuazmente lo que sucede en tu ámbito.

    Y sí, una persona que evalúa debe ser profesional, por mucho que joda a veces, hay que pensar en lo que el evaluado se merece, objetivamente, no en si lo amas o lo odias, porque eso no forma parte de tu trabajo. Lo digo tanto como evaluada como como evaluadora.

    En cualquier caso, yo entiendo que en un ámbito académico como en el que tú te mueves abundará más la gente con la cabeza bien amueblada y con mejores valores que en otros ámbitos, con más respeto por los demás, aunque también con más ego, así, hablando en general. Sin embargo, socialmente los individuos son cada vez más inmaduros, o esa es mi sensación. Todos se creen enseguida muy mayores por diversos factores, pero viven infantilizados ya que no empiezan a tener responsabilidades hasta muy tarde, por regla general.
    shapeley escribió : »

    Es obvio que tu cuadro psicológico adolescente bebe de una educación disfuncional de tus padres, lo más común. Una ansiedad adolescente como la que describes no puede tener más explicación que presión familiar, directa o indirecta, es decir, por lo que te decían o por lo que te transmitían con su ejemplo o por omisión. En general nuestra generación tuvo unos padres que vivieron una etapa bisagra, que fueron criados en el desarrollismo, una etapa de oportunidades. Entre eso y unos padres (nuestros abuelos) que vivieron una etapa mentalmente a años luz, la presión por los estudios fue síntoma de buena educación en la generación de nuestros padres. Se sumó un contexto social, una educación tendiendo a inexistente, unos valores muy diferentes... es una marca que llevamos los nacidos en los 70 o comienzos de los 80.

    La única manera de arreglar eso es destapar todo ese montón de mierda, desmitificar que una vida feliz es una vida laboralmente competente, que es necesario ser personas de provecho y en general todos los mantras de nuestra educación. Por cierto. que nuestra generación está multiplicando x2 en sus hijos, la generación narcisista.

    Y de tu otro mensaje: una de las cosas que he aprendido es que no se es más feliz o se vive mejor cuantas más cosas añades en tu vida. Especialmente cuando las cosas van mal, la solución no es sumar cosas, sino eliminar. Es como cuando intentas ver algo que está tapado por varias cosas: no vas a solucionar nada poniéndote mejores gafas, tienes que quitar los obstáculos. La fórmula es parecida: el primer paso es quitar, tirar abajo muchas cosas, muchas personas, muchas ideas, muchos deseos, muchos proyectos, muchas ambiciones, muchas idealizaciones... tirar abajo casi todo, limpiar la mente y desaprender casi todo. Es una idea muy budista, pero es que el budismo tiene algunas ideas muy poderosas y esta es una. Pero no vale con rechazar esas cosas, no vale huir, hay que ir mirarlas y entender que no son necesarias en tu vida.

    Bueno, evidentemente tienes razón en lo que dices. Pero ni soy la única ni soy una excepción y sin embargo a mí me afecto de una forma muy mala y aún sigue teniendo eco en el presente. En cualquier caso, como también he dicho antes, muchas veces me pregunto por qué en situaciones tan parecidas los individuos reaccionan de un modo tan diferente, incluso entre diferentes hermanos se ve. Pero es otro cantar.

    En cualquier caso todos los padres lo hacen lo mejor que pueden y saben y, al final, ellos también son el resultado de lo bien o mal que lo hicieran los suyos. Lo que viene de nuevo a confirmar que la perfección y el ideal no existen y los errores forman parte de la vida. A mí mi primera psicóloga me decía que era narcisista para suplir la falta de autoestima que tenía. No sé si es ese narcisismo al que tú te refieres, esa falsa sobreestimación de uno mismo.

    Respecto a lo que dices de ideas budistas. Yo siempre he salido a flote por no darme por vencida con nada, por tener plan b, c, d y hasta z. Por tener aspiraciones, inquietudes, ilusiones y metas. Cuando era jovencilla era bastante insufrible y me producía mucha ansiedad porque lo quería todo ya, inmediatamente; pero eso se fue pasando a medida que me iba conociendo y comprendiendo a mí misma, ganando experiencia vital y valorando no lo que puedo llegar a ser sino lo que soy. No sé muy bien a qué ambiciones te referirás, por eso. Para mí seleccionar planes es mi día a día "me gustaría llegar a esto, pero ahora no lo voy a pensar porque veremos cuándo la situación me es favorable para intentarlo; por ahora voy a hacer esto y si no puedo, esto otro". Y así me voy montando mi vida con proyectos a más largo plazo semiaparcados que pueden venir o no y con proyectos a corto plazo factibles. No considero que nada me sobre cuando de todo he aprendido; de hecho, eso es lo bueno a lo que he llegado: todo en esta vida vale para algo y de todo se aprende y todo te hace tal como eres. ¿Sabes eso de "la vida es lo que pasa mientras haces planes"? Pues tal cual, hay que tener un objetivo porque si no iríamos a la deriva, pero no hay que olvidar el día a día.
  • claudiamr escribió : »
    Bueno, evidentemente tienes razón en lo que dices. Pero ni soy la única ni soy una excepción y sin embargo a mí me afecto de una forma muy mala y aún sigue teniendo eco en el presente. En cualquier caso, como también he dicho antes, muchas veces me pregunto por qué en situaciones tan parecidas los individuos reaccionan de un modo tan diferente, incluso entre diferentes hermanos se ve. Pero es otro cantar.

    No eres la única, de hecho es la norma, pero luego hay circunstancias, traumas o padres especialmente dañinos (y no adrede, simplemente vienen con una disfuncionalidad extra que recae en los niños)... en fin, mil circunstancias.

    Entre hermanos pasan dos cosas: una que los padres no educan en absoluto igual a sus hijos, esta es una mentira repetida un millón de veces. Puede que esa sea la intención, pero desde luego no es el resultado. Mi psicólogo con una charla de 5-10 minutos sin preguntarte absolutamente nada de tu familia es capaz de saber si eres el mayor, el pequeño, el mediano o hijo único. Y creo que cualquier psicólogo con algo de experiencia. Y la otra cosa es la genética: los hermanos nos parecemos, pero no del todo. Es muy normal que tengamos estructuras cerebrales diferentes, que seamos más perfeccionistas, más soñadores, más dependientes... son cosas que van en el ADN. Lo peor de esto es que hasta que no te enseñan tu "dni" no sabes a qué te enfrentas en este sentido.
    claudiamr escribió : »
    En cualquier caso todos los padres lo hacen lo mejor que pueden y saben y, al final, ellos también son el resultado de lo bien o mal que lo hicieran los suyos. Lo que viene de nuevo a confirmar que la perfección y el ideal no existen y los errores forman parte de la vida. A mí mi primera psicóloga me decía que era narcisista para suplir la falta de autoestima que tenía. No sé si es ese narcisismo al que tú te refieres, esa falsa sobreestimación de uno mismo.

    Claro que los padres lo hacen lo mejor, pero ellos a su vez llevan su mierda encima, como descubres, si estás dispuesto, cuando eres mayor.

    Narcisismo es el antónimo de autoestima. Una persona narcisista busca la admiración externa para suplir carencias internas. El ejemplo más flagrante que existe es Cristiano Ronaldo. Difícil ser más narcisista y tener tan poca autoestima, tan poca que hasta se percibe desde fuera, sin conocerle personalmente. Un narcisista no se sobreestima, en realidad cree que no vale nada y vive su vida ocupado en que nadie lo perciba.
    claudiamr escribió : »
    Respecto a lo que dices de ideas budistas. Yo siempre he salido a flote por no darme por vencida con nada, por tener plan b, c, d y hasta z. Por tener aspiraciones, inquietudes, ilusiones y metas. Cuando era jovencilla era bastante insufrible y me producía mucha ansiedad porque lo quería todo ya, inmediatamente; pero eso se fue pasando a medida que me iba conociendo y comprendiendo a mí misma, ganando experiencia vital y valorando no lo que puedo llegar a ser sino lo que soy. No sé muy bien a qué ambiciones te referirás, por eso. Para mí seleccionar planes es mi día a día "me gustaría llegar a esto, pero ahora no lo voy a pensar porque veremos cuándo la situación me es favorable para intentarlo; por ahora voy a hacer esto y si no puedo, esto otro". Y así me voy montando mi vida con proyectos a más largo plazo semiaparcados que pueden venir o no y con proyectos a corto plazo factibles. No considero que nada me sobre cuando de todo he aprendido; de hecho, eso es lo bueno a lo que he llegado: todo en esta vida vale para algo y de todo se aprende y todo te hace tal como eres. ¿Sabes eso de "la vida es lo que pasa mientras haces planes"? Pues tal cual, hay que tener un objetivo porque si no iríamos a la deriva, pero no hay que olvidar el día a día.

    Tener deseos (planes, ambiciones, proyectos, etc.) no es malo, el budismo no dice expresamente esto, sino que habla de deseos que creemos necesitar cumplir para realizarnos. Estos son extremadamente dañinos. Y aquí entran desde los deseos más grandilocuentes del tipo "quiero ser recordado para siempre" a los más sencillos como "quiero ser en algún momento padre". Deseos entendidos como una necesidad, un apego, una dependencia, no como algo deseable que si no llega no pasa nada. Los apegos es lo que hay que quitar para poder aspirar a la tranquilidad, libertad y felicidad, que son tres términos casi sinónimos psicológicamente hablando. Eliminar los apegos elimina casi totalmente la ansiedad o al menos ayuda a canalizarla rápidamente.

    Totalmente de acuerdo en vivir el día a día. Por mi estructura mental yo tiendo a vivir en el futuro, a planificar minuciosamente con días, meses y años de antelación. Corregir esta tortura de forma de vida ya me queda bastante lejos, es de lo que más rápido pulí, aunque siempre quedan cosillas porque la estructura mental no cambiará jamás, no es como un trauma o una fobia que tienen solución.
  • claudiamr escribió : »
    Con lo que te pregunto si estás de acuerdo es con en vez de hacer natural un error estar a la defensiva con ellos, marcarlos en los otros y ser severo con ellos (mientras que niegas los tuyos, aunque tú esto no lo has dicho), que creo que es lo que me comentas. Con esa cultura de "los errores son los enemigos", con esa competitividad. Simplemente, para saber tu opinión, ya que has descrito tan locuazmente lo que sucede en tu ámbito.

    Creo que abrir la puerta a discutir el error y a ser corregido es una herramienta muy útil para la docencia. Facilita la interiorización de conceptos, favorece el debate y la argumentación, y rompe el encorsetamiento de la típica 'lecutra universitaria'. Aunque, tambíen es cierto, que creo que debe haber cierta etiqueta en como tratarlo y dónde hacerlo.

    Por ejemplo, me parece perfecto hacerlo dentro del entorno de una clase, de una sessión de un workshop, pero en una ponencia plenaria (o con niveles importantes de asistencia) debe ser tratado con cuidado - especialmente cuando se expone en idiomas que no son el propio -. El error como símbolo de debilidad es algo bidireccional, afecta a la autoridad que no lo quiere reconocer para no poner en dudas su posición pero también a quién lo usa para atacar en lugar de para aprender o para 'el bien común'. No es lo mismo, tras una ponencia, preguntar por las limitaciones de un método o la posible conveniencia de haber aplicado otra técnica que afirmar categoricamente que hay un error (lo haya o no).

    En cualquier caso, yo entiendo que en un ámbito académico como en el que tú te mueves abundará más la gente con la cabeza bien amueblada y con mejores valores que en otros ámbitos, con más respeto por los demás, aunque también con más ego, así, hablando en general.

    No te creas. Hay gente muy especial, grandes mentes en su campo pero con unas habilidades sociales muy deficientes; hay culto desmedido y acrítico a ciertas figuras, unos niveles de seguidismo terribles y cierto miedo a la discrepancia (lo cual va ligado al error como síntoma de debilidad, no puedes permitirte el lujo de discrepar si no estás 100% seguro de tener la razón ya que un resbalón te puede hundir, espeicalmente si la cagas con un pope).
  • El delicado equilibrio entre que no te importe la opinión de los demás y que derechamente no te importen los demás.

    Mira tu, alcancé ese "nirvana" a temprana edad, de no sentir problemas de autoestima por conocerme mejor y que me la sude lo que opinen los demás. Sin embargo no siento que haya solucionado nada en lo referido a mis habilidades sociales, pues el problema de fondo parece ser que para funcionar en sociedad te deben gustar cosas, creer, alucinar de manera colectiva.

    Y luego uno ve a todos corriendo entusiasmados detrás de algo que a ti te parece poco motivante, rabiando por el fútbol, dinero, éxito, un auto más grande, la amante más cara, las fiestas, la iglesia, la carrera profesional, etc, lo que sea, y si no enganchas te quedas fuera. Y no te importa.

    Tal vez sea sano que te importe un poco lo que digan los demás, así por lo menos te integrarás por orgullo, por miedo, por lo que sea, pero participarás del juego.

    PD: Lo que me duele del "síndrome del impostor" es ver a gente que evidentemente no está fingiendo, y de verdad disfruta con su carrera por el éxito y el dinero. Ellos lo están haciendo bien, al parecer, envidio verlos tan motivados.
  • shapeley escribió : »


    Vale, a mí es que mi psicóloga me decía que yo era narcisista como te decía: que aparentaba quererme mucho y ser muy lista para no mostrar mi inseguridad, así que claramente no era en el mismo sentido; está relacionado, pero no lo veo lo mismo.De todas formas aquella psicóloga era para darle de comer aparte. Algún día os contaré (si no lo he contado ya), pero manipuló a toda mi familia por placer, yo creo que era psicópata o una cabrona de primera, o ambas.

    Es difícil no tener apegos de los que hablas en este mundo que es principalmente capitalista y materialista. Combínalo con lo que decía de que últimamente la gente no asume responsabilidades y está infantilizada y tienes una combinación de lo más. Pero apegarte a algo es la forma más fácil de olvidarte de los problemas de verdad, supongo, y por eso la gente lo hace. Yo no tengo nada de eso, afortunadamente. Sí, sueño con vivir en una casa con piscina, pero no me quita el sueño, te lo aseguro. Es lo que decía: quizá a la Claudia de antes sí, pero ahora mismo es que pienso que lo que tenga que llegar ya llegará porque hay otras cosas con las que puedo disfrutar. Después de todo este tiempo estoy acostumbrada a tomar el camino largo, así que trato de disfrutarlo.

    Respecto a lo tuyo, lo de planificar todo al milímetro tiene la contrapartida de que no vas a poder ceñirte a ello, por un lado, y por el otro que implica anticipación y eso crea bastante ansiedad (a mí me lo creaba, yo anticipaba prácticamente todo del momento a 10 años adelante; ya no). Pero poco a poco, como sabrás, puedes cambiarlo, sin duda y me alegra que lo tengas dominado. Sí, siempre quedan reminiscencias, pero es que, como decía una profesora que tuve, nuestro cerebro se forma a medida que vamos viviendo, de experiencias, y (esto lo digo yo) no se puede desvivir lo vivido. Las personas somos demasiado complejas como para desenmarañar todo lo que tenemos dentro.
    Inde escribió : »
    claudiamr escribió : »
    Con lo que te pregunto si estás de acuerdo es con en vez de hacer natural un error estar a la defensiva con ellos, marcarlos en los otros y ser severo con ellos (mientras que niegas los tuyos, aunque tú esto no lo has dicho), que creo que es lo que me comentas. Con esa cultura de "los errores son los enemigos", con esa competitividad. Simplemente, para saber tu opinión, ya que has descrito tan locuazmente lo que sucede en tu ámbito.

    Creo que abrir la puerta a discutir el error y a ser corregido es una herramienta muy útil para la docencia. Facilita la interiorización de conceptos, favorece el debate y la argumentación, y rompe el encorsetamiento de la típica 'lecutra universitaria'. Aunque, tambíen es cierto, que creo que debe haber cierta etiqueta en como tratarlo y dónde hacerlo.

    Por ejemplo, me parece perfecto hacerlo dentro del entorno de una clase, de una sessión de un workshop, pero en una ponencia plenaria (o con niveles importantes de asistencia) debe ser tratado con cuidado - especialmente cuando se expone en idiomas que no son el propio -. El error como símbolo de debilidad es algo bidireccional, afecta a la autoridad que no lo quiere reconocer para no poner en dudas su posición pero también a quién lo usa para atacar en lugar de para aprender o para 'el bien común'. No es lo mismo, tras una ponencia, preguntar por las limitaciones de un método o la posible conveniencia de haber aplicado otra técnica que afirmar categoricamente que hay un error (lo haya o no).

    En cualquier caso, yo entiendo que en un ámbito académico como en el que tú te mueves abundará más la gente con la cabeza bien amueblada y con mejores valores que en otros ámbitos, con más respeto por los demás, aunque también con más ego, así, hablando en general.

    No te creas. Hay gente muy especial, grandes mentes en su campo pero con unas habilidades sociales muy deficientes; hay culto desmedido y acrítico a ciertas figuras, unos niveles de seguidismo terribles y cierto miedo a la discrepancia (lo cual va ligado al error como síntoma de debilidad, no puedes permitirte el lujo de discrepar si no estás 100% seguro de tener la razón ya que un resbalón te puede hundir, espeicalmente si la cagas con un pope).

    Entiendo lo que dices y estoy de acuerdo contigo. El caso es que eso es una mala concepción del error (los casos que tú comentas en que los estudiantes se enfrentan o echan en cara el error al ponente. Por eso decía que hay que naturalizarlo para que no se vea como algo que echar en cara, como un fracaso. Y creo que queda mucho por hacer.

    Yo he dado clase a niños de primaria también, en extraescolares, y hay niños que si les señalas su error se ponen a llorar. Eso es horrible, un niño tan pequeño y que asuma que un error es algo que temer, imagínate a la presión que estarán sometidos de adultos. No, un error no es algo por lo que ridiculizar o regañar, en absoluto. Cuando ves esas cosas en niños tan pequeños se te parte el alma, en serio.

    Lo que comentas de la gente que te rodea, tiene bastante sentido y tampoco me había parado a pensarlo. Supongo que en todas partes cuecen habas. En realidad, y volvemos al principio, es muy difícil para algunos (para mí, por ejemplo) tener buenas habilidades sociales, de ahí que abriera el hilo para indagar un poco, y supongo que hay quien lo suple con trabajo, con ego, con mil cosas, no sé.

    El caso es que me da la sensación de que con esto de relacionarse mediante redes sociales y mensajería de ahora, los niños y adolescentes no se enfrentan si no quieren al desafío de cultivar estas habilidades, y eso les pasará factura en un futuro. Eso, o algo final acabaremos todos socializando online, con todo lo que ello conlleva, pensando que solo hay bits cuando hay personas sensibles y susceptibles de ser heridas al otro lado.
  • Marginal escribió : »
    El delicado equilibrio entre que no te importe la opinión de los demás y que derechamente no te importen los demás.

    Tal y como lo pintas parece una línea continua en la que hay que estar en algún punto, pero no lo veo igual. La gente te tiene que importar, pero ellos no han de dirigir tus emociones, no puedes darle ese poder a nadie, ni a tu pareja o tus padres, porque en ese momento pierdes totalmente la libertad. Ahora, escuchar a los demás, sus opiniones, sus ideas... pues eso es vivir en sociedad, es fantásticamente funcional y disfrutable! Y os aseguro que cuando dos personas libres de apegos se juntan, la combinación es un gusto: no hay problemas de comunicación o confianza. Desaparece la necesidad, que es lo único que mata al amor generando celos, dependencias, mentiras, excusas, etc.
    Marginal escribió : »
    PD: Lo que me duele del "síndrome del impostor" es ver a gente que evidentemente no está fingiendo, y de verdad disfruta con su carrera por el éxito y el dinero. Ellos lo están haciendo bien, al parecer, envidio verlos tan motivados.

    En un 99% de los casos, la diferencia entre tú y ellos se dividirá en dos categorías: ellos lo disimulan mejor que tú (o más bien tienen acceso a su interior, mientras que tú lo tienes al tuyo) o ellos ni siquiera piensan en ello por distintas razones. Este segundo caso puede parecer apetecible, pero créeme, no lo es. Aquí se concentran depresiones severas sin pasar por fases previas, cuestiones psicosomáticas de todo tipo... cosas chungas.
  • editado septiembre 2018 PM
    claudiamr escribió : »
    como decía una profesora que tuve, nuestro cerebro se forma a medida que vamos viviendo, de experiencias, y (esto lo digo yo) no se puede desvivir lo vivido.

    Es buena frase, hay que reconocer todas las vivencias, buenas y malas, todas son parte de nuestro pasado y no hay que renunciar ni a las más oscuras. Lo que sí es bueno es desaprender parte de lo aprendido, lo disfuncional, claro.

    Edito: matizo, hay determinadas vivencias que no se pueden desvivir, pero sería mejor, como determinados traumas en la edad infantil (malos tratos, abusos...) y algunos adultos que no aportan (violación por ejemplo).
  • claudiamr escribió : »
    los casos que tú comentas en que los estudiantes se enfrentan o echan en cara el error al ponente.

    Esto acostumbra a pasar mucho más en conferencias y ponencias en los que ya no se trata tanto de estudiantes como de científicos "jóvenes" (o más bien junior). El que usa el error como ataque acostumbra a encajar en dos perfiles:
    • Junior que necesita/quire destacar y ve en destrozar al otro como un mérito
    • Senior que quiere mantener el status quo dejando claro que él es quien manda y no va a dejar que un dona nadie ponga en cuestión su teoría/autoridad/liderazgo/fama (aunque muchas veces la ponencia poco haya tenido que ver con él)

    En muchas de estas situaciones, además, el que cuestiona el error se aprovecha de la posible inexperiencia del ponente, o hace una pregunta/observación que no puede ser abordada con el tiempo del que se dispone -con lo que la autoridad el ponente puede seguir quedando en entredicho- o, lo que me da mas rabia, aprovechar la condición de anglófono vs no nativo.
  • Marginal escribió : »
    El delicado equilibrio entre que no te importe la opinión de los demás y que derechamente no te importen los demás.

    Mira tu, alcancé ese "nirvana" a temprana edad, de no sentir problemas de autoestima por conocerme mejor y que me la sude lo que opinen los demás. Sin embargo no siento que haya solucionado nada en lo referido a mis habilidades sociales, pues el problema de fondo parece ser que para funcionar en sociedad te deben gustar cosas, creer, alucinar de manera colectiva.

    Y luego uno ve a todos corriendo entusiasmados detrás de algo que a ti te parece poco motivante, rabiando por el fútbol, dinero, éxito, un auto más grande, la amante más cara, las fiestas, la iglesia, la carrera profesional, etc, lo que sea, y si no enganchas te quedas fuera. Y no te importa.

    Tal vez sea sano que te importe un poco lo que digan los demás, así por lo menos te integrarás por orgullo, por miedo, por lo que sea, pero participarás del juego.

    PD: Lo que me duele del "síndrome del impostor" es ver a gente que evidentemente no está fingiendo, y de verdad disfruta con su carrera por el éxito y el dinero. Ellos lo están haciendo bien, al parecer, envidio verlos tan motivados.

    Mira, has contestado mientras contestaba yo y si no es por el mensaje de shape ni te leo.

    No creo que esté reñido la poca habilidad social con el que te importe un bledo el mainstream. Si es que, de hecho, las personas somos muy complicadas, por eso decía yo, que soy una gran habladora pero no considero que tengo muy desarrolladas otras habilidades para socializar, al contrario (y eso que la empatía es uno de mis fuertes, también lo dije). Yo, por ejemplo, siempre he tenido suficiente personalidad para considerar positivo que me llamen rara porque lo que le guste a la mayoría no me gustara a mí.

    Como tú dices, sin embargo, la gente acaba por rechazar al raro, así que parece que, precisamente el raro tenderá más a no tener habilidades sociales desarrolladas, si tenemos que ver una correlación ahí, ¿o no?

    Anécdota: cuando era adolescente (y también después, pero menos, vaya), pensaba que el jueguecito ese de la seducción era una mierda, que yo no sabía jugarlo y que prefería ir de frente, así que nunca iba a lograr comerme un rosco por directa). Y al final ves que en la vida todo está montado a base de jueguecitos de rol y, sinceramente, es una ful, una mierda.

    Sinceramente, unido a lo que dice shape, yo lo he pasado fatal, fatal hasta no poder describir lo mal que lo he pasado (sabéis de mi depresión) y en esos momentos maldecía mi cerebro que le daba tantas vueltas a todo y que ojalá fuera bastante más simple y hasta ignorante. Luego no sé, pienso que sin todo eso ya no sería yo, para lo bueno y lo malo. Y también soy yo cuando disfruto de momentos que me dan felicidad porque creo que la felicidad es eso, momentos a lo largo de tu vida y que, a menos que vayas todo el día drogado, la felicidad no es una situación permanente, como la alegría o la tristeza.
    shapeley escribió : »
    claudiamr escribió : »
    como decía una profesora que tuve, nuestro cerebro se forma a medida que vamos viviendo, de experiencias, y (esto lo digo yo) no se puede desvivir lo vivido.

    Es buena frase, hay que reconocer todas las vivencias, buenas y malas, todas son parte de nuestro pasado y no hay que renunciar ni a las más oscuras. Lo que sí es bueno es desaprender parte de lo aprendido, lo disfuncional, claro.

    Sip, es que es totalmente cierta. Hoy se sabe que la personalidad no depende tanto de la genética como del ambiente (mezcla de ambos, pero esencialmente depende del ambiente, lo vivido). De todas formas, yo hay vivencias que me ahorraría, pero cosas de las que no me enorgullezco. Lo que me ha hecho ser como soy, creo que no lo quitaría, nada de nada, pues yo sería diferente.

    PD. Espero que nunca inventen la máquina del tiempo.
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