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Es difícil vivir en España y no haber oído el nombre de Josep Pàmies, quien se vende como un humilde agricultor y recorre el país situándose como líder de una lucha denodada contra "el sistema", un revolucionario, un rebelde del campo que ha descubierto maravillosas curaciones "naturales" por medio de plantas y que es perseguido y reprimido por quienes "no quieren" que la gente se cure, es decir, por los malvados gobiernos y la farmafia, los científicos y los que rehúsan creer sin pruebas. Con esa imagen muy vendedora, Pàmies recorre exitosamente España desde hace varios años con una conferencia que, en su última encarnación, se llama "Ébola, cáncer, sida, diabetes, enfermedades curables con plantas", aunque hasta el día de hoy no haya demostrado que sea capaz de curar a nadie de una verruga, ya no digamos de estas graves enfermedades. Si lo hiciera, obtendría el premio Nobel de Medicina o Fisiología. O sería detenido por tratar pacientes sin tener los estudios necesarios.
De estar detenido algo sabe. Josep Pàmies se hizo conocido -y popular en algunos sectores de la izquierda- a raíz de que, en septiembre de 2003, liderando a otros activistas presuntamente ecologistas, destrozó un campo experimental de maíz transgénico y luego intentó entrar a saco en la sede de una Subdelegación del Gobierno para exigir la retirada del maíz transgénico Bt 176. En la acción resultó lesionado un agente de la Guardia Civil. En 2007, Pàmies fue condenado a pagar una multa por una falta de desorden público y a abonar una indemnización al agente lesionado.
Para muchos, apalear a un guardia civil y romper bienes ajenos son acciones revolucionarias incluso "conmovedoras" que ameritan que se ofrezca todo el apoyo a quienes las cometen, sin analizar ni los contextos ni los motivos. Y para creerle cuando afirma, sin aportar pruebas, que ha curado muchísimos casos de cáncer, incluso en bebés, como presumen en sus charlas, pero sus felices pacientes prefieren guardar el anonimato.
Pero Pàmies, como otros militantes del curanderismo, obtiene más simpatía al defender algunas posiciones que son sumamente populares entre la izquierda, de la más moderada y feng-shui a la más radical, como la legalización del cannabis. Sin embargo, la defiende por los motivos incorrectos. No afirma que sea un asunto de libertades personales en el marco de una visión ilustrada, no. Su afirmación, más bien, es que la marihuana cura todo tipo de enfermedades (igual que todas las plantas que él mismo vende). No tiene empacho en promocionar, en su blog, su campaña -a la que llama "La Dulce Revolución" (por supuesto, la revolución se convierte siempre en el objetivo máximo, es algo que suena combativo, popular y antisistema)- y, o bien es culpable de intrusismo médico punible, o bien miente abiertamente cuando afirma que ha "probado la marihuana incluso en bebés terminales de cáncer cerebral con rotundo éxito, y en infinidad de otras enfermedades graves como Esclerosis Múltiple, Cánceres diversos, Artrosis, Artritis, Fibromialgia y un largo etcétera".
Detengámonos un segundo en esto. ¿Se imagina que la marihuana curara "bebés terminales de cáncer cerebral"? Pàmies recibiría un premio Nobel y se le celebraría como un salvador. Si lo pudiera demostrar. Pero no lo hace. Como "argumento" ofrece los estudios científicos que sí existen sobre algunas propiedades terapéuticas que tienen unos cuantos de los cuatrocientos ochenta y tres compuestos activos que contiene la planta Cannabis sativa, cuyas hojas, secas y molidas, son la "maría" que se fuma. Pero el trabajo científico para identificar cómo y en qué dosis pueden alguno o varios de esos compuestos resultar eficaces en una terapia, y cuáles son sus efectos secundarios posibles, sus daños, su riesgo, aún está por hacerse. Y una vez hecho el estudio, vendrían los lentos, costosos y altamente regulados ensayos clínicos que deben llevarse a cabo con resultados muy exigentes para permitir su comercialización. Pàmies simplemente cita un estudio preliminar, deja caer el nombre de un investigador, declara -ante su asombrado público- que la marihuana cura el cáncer cerebral... y espera el aplauso.
Pero en este caso, como en el de las muchas otras plantas y remedios que recomiendan o comercializan Pàmies, Txumari Alfaro y otros seudomédicos, se exige a las autoridades que permitan la comercialización sin cumplir ninguno de los requisitos que se les exigen a los medicamentos. Lo mismo que ocurre con el requisito de autorizaciones especiales para todas las seudoterapias y seudomedicinas, empezando por la homeopatía.
Pàmies, hay que aclararlo, es un agricultor convencional, tiene una explotación donde mantiene un noegocio familiar floreciente del que las presuntas plantas curativas que vende o promueve son una mínima parte. Pero su presencia continuada en los medios y en los circuitos de charlas es además una excelente publicidad para su marca, Pàmies Productes Hortícoles, que ofrece flores, hierbas aromáticas, verduras, vegetales de hoja para ensalada, pimientos o tomates, entre otros productos.
Otro personaje que ejemplifica este antinatural matrimonio entre el pensamiento progresista y el pensamiento mágico es Teresa Forcades y Vila, monja benedictina que se hizo famosa en España por protagonizar un vídeo, Campanas por la gripe A, producido por Alicia Ninou, Alish, una videoasta que abre sus espacios a todos los alternativistas españoles, negacionistas del sida, negacionistas de la teoría de la evolución, conspiranoicos nacionales y extranjeros y todo el que tenga alguna idea contrasistémica, valga el neologismo, que proponer, sin importar cuán descabellada sea. Forcades planteaba, en ese vídeo de 2013, cuando se temía una pandemia de gripe A, que esta enfermedad había sido creada por alguna conspiración para hacer que todos nos aplicáramos una vacuna que iba a matar a cientos de millones de personas en una acción de "bioterrorismo". Se aseguraba que contendría "virus vivos" y que la OMS tenía el poder (¡falso!) de ordenar a los países que vacunaran obligatoriamente a todos sus pobladores para perjudicarlos.
Comentarios
No lo sabes bien. Pasa incluso en las mejores familias. Concepción Campa Huergo es una investigadora cubana que creó la vacuna contra las meningitis B y C. Bueno, pues luego resulta que se ha hecho una firme partidaria de la homeopatía:
Y aparte, también es adoradora de Fidel Castro:
Y aparte, toma mate los domingos. Cuidado con los que toman mate los domingos.
Mientras no digan que cura enfermedades graves, no hay problema
Yo lo veo muy cientifico.
Un saludo
Sí, mogollón
A mandar.
Edito: el cannabis es, sin duda terapeútico que te cagas ... no te va a curar ninguna enfermedad, pero si fumas lo suficiente, llegará un momento en que te la traiga floja estar enfermo
El primer CIS sobre pseudoterapias revela una preocupante desinformación de los españoles
Al final opté por la otra idea porque no había mucha información como esta que acaba de sacar el CIS, de la que me alegro.
O, como dijo Khalil Gibrán, todo el mundo sueña con la libertad, pero está enamorado de sus cadenas. Personalmente, eso de necesitar creer en cosas sobrenaturales yo lo llamaría "infantilismo"
"La religión es el opio del pueblo" Karl Marx
...o el dios de los huecos.
Un psicólogo lo puede explicar mejor.
...pero mientras tanto:
https://blog.cognifit.com/es/que-es-supersticion-psicologia-conducta-supersticiosa/
La única planta que cura un infarto es la planta de cardiología del hospital.
Con esto espero que su carrera se hunda o beba tanta lejía que no pueda propagar su veneno.
Lo has leído en el tweet que acaba de colgar! xD
Es BlackBana, qué quieres
Pues imagina el caso que le he hecho al post xD
Al final, se utilizan estos ejemplos anecdóticos y extremos para intentar presentar a la izquierda y a todo un movimiento que denuncia, con toda la razón, el abuso de las farmacéuticas, como idiotas. Y sí, puede funcionar.
Los curanderos son una lacra y también lo es la auto-medicación, no digo que sea lo mismo, pero hay que atajar ambos problemas.
La Fiscalía investiga si la monja y médica Teresa Forcades recetó sustancias ilegales