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drogas, putas y rock and roll
Una juerga de sexo y drogas precedió a la reyerta mortal del Selva Negra
El Selva Negra, un club de carretera entre Solares y Heras, fue de madrugada el escenario de una sangrienta refriega que terminó con un cliente muerto y tres personas heridas por arma blanca: el propietario del local, un camarero y una prostituta. El enfrentamiento se desencadenó a las cuatro de la mañana, pero el trágico episodio, que añade una muesca más a la leyenda negra de este club, comenzó a fraguarse a las ocho de la tarde, cuando José Manuel R. G. entró por la puerta “con una bolsa de droga en una mano y un fajo de billetes en la otra”, explicó una fuente cercana a la investigación.
Nada más entrar en la ‘sala de fiestas’, un sórdido edificio con luces de neón y apartado de todo en la carretera nacional N-635, el cliente comenzó una fiesta por todo lo alto en la que no faltaron alcohol, drogas y prostitutas. Ocho horas más tarde, al filo de las cuatro de la madrugada, “salió como loco de la habitación en la que estaba con varias chicas y amenazó con matarlas”. La investigación, que continúa abierta, apunta a que José Manuel R. G. se había quedado sin dinero para continuar la juerga y sus acompañantes decidieron marcharse de la habitación, lo que supuestamente desató las iras del cliente y puso en alerta a los responsables del local.
Parecía que todo se resolvería de forma pacífica cuando José Manuel R. G. informó al propietario del negocio de que no había ningún problema porque tenía más dinero en su coche. Así que salió del club y se dirigió al Mercedes Benz de color negro en el que había llegado al club de alterne. Pero no volvió con más dinero, sino con un cuchillo de grandes dimensiones.
“Sobre las 4.30 horas”, la Central Operativa de Servicios de la Guardia Civil recibió un aviso y varias patrullas de Seguridad Ciudadana llegaron al lugar de los hechos, ocupando el aparcamiento de tierra del club. “Hay sangre por todas partes y el local está bastante destrozado”, reconocía una fuente cercana a la investigación sobre la escena del suceso. No se sabe todavía con exactitud cómo se ha desarrollado la refriega desde el momento en que José Manuel R. G. regresó al Selva Negra armado con un cuchillo. Sí se conocían las consecuencias del enfrentamiento: él terminó muerto, el propietario y el camarero hospitalizados con heridas graves de arma blanca y una prostituta herida leve, también por heridas provocadas por un cuchillo.
Una UVI móvil del 061 de El Astillero y una ambulancia del SUAP de Solares –con soporte vital básico– se encargaron de trasladar a los dos heridos graves hasta el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Al fallecido ni siquiera hubo opción de reanimarlo, según pudo saber este diario.
El Instituto Anatómico Forense no ha cerrado aún la investigación sobre las causas de la muerte de José Manuel R. G., pero la hipótesis con más peso entre los médicos es que el individuo, de «entre 35 y 40 años» y sin heridas de arma blanca, pudo sufrir un ataque al corazón en mitad de la refriega. Los forenses enviaron ayer muestras de tejido al Instituto Nacional de Toxicología para conocer con exactitud las sustancias que había consumido el fallecido y el grado de incidencia que pudieron tener en el posible infarto.
El informe que manejan en estos momentos los forenses apunta por tanto a una muerte natural, aunque otras fuentes cercanas al caso afirman que el fallecido presentaba síntomas de asfixia, lo que abriría una línea de investigación diferente. De hecho, los dos heridos graves, operados ayer de urgencia, permanecían bajo la custodia de la Guardia Civil en el Hospital de Valdecilla a la espera de que la autopsia permita esclarecer las causas de la muerte de José Manuel R. G.
Operados de urgencia
El propietario del club, un empresario de 43 años que también ha tenido negocios de hostelería en la capital cántabra y cuyas iniciales son A. C. S., tuvo que ser evacuado por la UVI móvil del 061, dotada con soporte vital avanzado, ya que había recibido un navajazo en el cuello y su estado era grave. Tuvo que ser operado de urgencia, pero ayer ya estaba fuera de peligro.
El camarero del local, con iniciales O. C. C. y de unos 45 años, también recibió un navajazo en el cuello, además de otros cortes leves en el rostro y en los hombros. Fue trasladado a Valdecilla por la ambulancia del SUAP de Solares y también tuvo que pasar por el quirófano.
Con las primeras luces del día, los coches que circulaban por la carretera nacional entre Solares y Heras aflojaban el paso a la altura del Selva Negra, sorprendidos por los coches y agentes de la Guardia Civil que custodiaban el lugar. A las 8.40 horas de la mañana, el juez encargado de levantar el cadáver abandonaba el local de alterne acompañado por dos mandos de la Guardia Civil, que rehusaron hacer declaraciones para no entorpecer la investigación del Grupo de Delitos contra las Personas de la Policía Judicial –bajo la dirección del Juzgado nº 2 de Medio Cudeyo–.
Dos minutos después de las nueve de la mañana, varias de las patrullas se marchaban ante el aviso de un atraco en una sucursal bancaria de Galizano. En el aparcamiento quedaba solo el Mercedes negro del fallecido, con un par de colillas en el cenicero, un mechero con la bandera de España y el capó lleno de goterones de barro reseco.
El Selva Negra, un club de carretera entre Solares y Heras, fue de madrugada el escenario de una sangrienta refriega que terminó con un cliente muerto y tres personas heridas por arma blanca: el propietario del local, un camarero y una prostituta. El enfrentamiento se desencadenó a las cuatro de la mañana, pero el trágico episodio, que añade una muesca más a la leyenda negra de este club, comenzó a fraguarse a las ocho de la tarde, cuando José Manuel R. G. entró por la puerta “con una bolsa de droga en una mano y un fajo de billetes en la otra”, explicó una fuente cercana a la investigación.
Nada más entrar en la ‘sala de fiestas’, un sórdido edificio con luces de neón y apartado de todo en la carretera nacional N-635, el cliente comenzó una fiesta por todo lo alto en la que no faltaron alcohol, drogas y prostitutas. Ocho horas más tarde, al filo de las cuatro de la madrugada, “salió como loco de la habitación en la que estaba con varias chicas y amenazó con matarlas”. La investigación, que continúa abierta, apunta a que José Manuel R. G. se había quedado sin dinero para continuar la juerga y sus acompañantes decidieron marcharse de la habitación, lo que supuestamente desató las iras del cliente y puso en alerta a los responsables del local.
Parecía que todo se resolvería de forma pacífica cuando José Manuel R. G. informó al propietario del negocio de que no había ningún problema porque tenía más dinero en su coche. Así que salió del club y se dirigió al Mercedes Benz de color negro en el que había llegado al club de alterne. Pero no volvió con más dinero, sino con un cuchillo de grandes dimensiones.
“Sobre las 4.30 horas”, la Central Operativa de Servicios de la Guardia Civil recibió un aviso y varias patrullas de Seguridad Ciudadana llegaron al lugar de los hechos, ocupando el aparcamiento de tierra del club. “Hay sangre por todas partes y el local está bastante destrozado”, reconocía una fuente cercana a la investigación sobre la escena del suceso. No se sabe todavía con exactitud cómo se ha desarrollado la refriega desde el momento en que José Manuel R. G. regresó al Selva Negra armado con un cuchillo. Sí se conocían las consecuencias del enfrentamiento: él terminó muerto, el propietario y el camarero hospitalizados con heridas graves de arma blanca y una prostituta herida leve, también por heridas provocadas por un cuchillo.
Una UVI móvil del 061 de El Astillero y una ambulancia del SUAP de Solares –con soporte vital básico– se encargaron de trasladar a los dos heridos graves hasta el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Al fallecido ni siquiera hubo opción de reanimarlo, según pudo saber este diario.
El Instituto Anatómico Forense no ha cerrado aún la investigación sobre las causas de la muerte de José Manuel R. G., pero la hipótesis con más peso entre los médicos es que el individuo, de «entre 35 y 40 años» y sin heridas de arma blanca, pudo sufrir un ataque al corazón en mitad de la refriega. Los forenses enviaron ayer muestras de tejido al Instituto Nacional de Toxicología para conocer con exactitud las sustancias que había consumido el fallecido y el grado de incidencia que pudieron tener en el posible infarto.
El informe que manejan en estos momentos los forenses apunta por tanto a una muerte natural, aunque otras fuentes cercanas al caso afirman que el fallecido presentaba síntomas de asfixia, lo que abriría una línea de investigación diferente. De hecho, los dos heridos graves, operados ayer de urgencia, permanecían bajo la custodia de la Guardia Civil en el Hospital de Valdecilla a la espera de que la autopsia permita esclarecer las causas de la muerte de José Manuel R. G.
Operados de urgencia
El propietario del club, un empresario de 43 años que también ha tenido negocios de hostelería en la capital cántabra y cuyas iniciales son A. C. S., tuvo que ser evacuado por la UVI móvil del 061, dotada con soporte vital avanzado, ya que había recibido un navajazo en el cuello y su estado era grave. Tuvo que ser operado de urgencia, pero ayer ya estaba fuera de peligro.
El camarero del local, con iniciales O. C. C. y de unos 45 años, también recibió un navajazo en el cuello, además de otros cortes leves en el rostro y en los hombros. Fue trasladado a Valdecilla por la ambulancia del SUAP de Solares y también tuvo que pasar por el quirófano.
Con las primeras luces del día, los coches que circulaban por la carretera nacional entre Solares y Heras aflojaban el paso a la altura del Selva Negra, sorprendidos por los coches y agentes de la Guardia Civil que custodiaban el lugar. A las 8.40 horas de la mañana, el juez encargado de levantar el cadáver abandonaba el local de alterne acompañado por dos mandos de la Guardia Civil, que rehusaron hacer declaraciones para no entorpecer la investigación del Grupo de Delitos contra las Personas de la Policía Judicial –bajo la dirección del Juzgado nº 2 de Medio Cudeyo–.
Dos minutos después de las nueve de la mañana, varias de las patrullas se marchaban ante el aviso de un atraco en una sucursal bancaria de Galizano. En el aparcamiento quedaba solo el Mercedes negro del fallecido, con un par de colillas en el cenicero, un mechero con la bandera de España y el capó lleno de goterones de barro reseco.
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Comentarios
Soñar con la hetairas de Pericles es simplemente falso.
Un saludo
Es como si pones un tiroteo escolar en un centro público como argumento de la educación privada
Asi que la relacion es directa y causal, no hay otro escenario posible para lo que paso que un sitio de lucecitas en la carretera.
Un saludo
juas, tu no has estado en ibiza, en puerto banus, en montecarlo, en cualquier fiesta de niños ricos, el camerino de una estrella de rock, cualquier hotel del caribe... joder, se me ocurren cien mil sitios.. ¿tu no has visto el lobo de wall street?
Actitud laxa con las drogas la hay en infinidad de establecimientos. Pero es que el problema no son las drogas sino el liarse a navajazos, algo a lo que las drogas puede ayudar pero que no es consecuencia directa de las mismas.
A parte que tu no has culpado a las drogas de ésto, sino a la prostitución
Drogas consumidas por todos, chico y chicas, fiesta en la que voluntariamente todos participan y todos asumen las consencuencias de meterse una bolsa de coca, este no es el caso.
Esta es la clave, el tio esta mas que ido tras 8 horas de desfase, habia amenazado a las chicas, pero como dijo que traeria mas dinero le dejaron volver a pasar, que trajera un cuchillo y no dinero es culpa de las drogas, o de como afectaron las drogas a este descerebrado, pero sino fuese un puticlub, sino fuese un lugar donde la vida, la integridad fisica y emocional de las chicas que trabajana lli no importan al lado de unos billetes de euros, no le habrian vuelto a dejar pasar.
Un saludo
menos los camareros... y el dueño del local... osea, los que han salido perjudicados en este caso.
Recuerdo un garito de El Puerto en donde iba enzarpado desde el camarero hasta el último cliente y, en tres años y pico parando allí, jamás vi una pelea (ví una muerte por infarto, vi narices sangrantes, vi orgías en el baño, pero jamás una pelea).
Gente chunga hay por supuesto y peleas siempre hay más en ambientes marginales (y sobre todo en ambientes de venta de droga) que en otros, pero estoy seguro que si supieras con la cantidad de gente que has hablado y que iban hasta las cejas sin enterarte de ello, te sorprenderías.
Yo creo que el tema de la violencia es, sobre todo cultural: por ejemplo, a mí me han contado que en Irlanda la gente sale a emborracharse y a pelearse (y el consumo de coca en España es mucho mayor que en Irlanda). Que acaban a ostias con mucha más facilidad que aquí ... y lo malo es que aquí estamos copiando un poco el modelo anglosajón en este aspecto.
PD: Me lo contó un buen amigo, que estuvo currando de gorila de discoteca en Dublín.
Date cuenta que la violencia que haya en ese bar no es, probablemente, por el efecto de las drogas, sino por el tema del dinero y las muchas manos que se quieren hacer con él. Si te he dicho que a mi o me parece que la coca aumente la agresividad de una persona, pues del ácido o la yerba no es que me parezca, es que estoy absolutamente seguro que, de tener algún efecto en ese sentido es para disminuirla. Y el caballo lo mismo (estamos hablando de los efectos de metértelo, no del efecto de conseguir dinero para comprarlo).
Vamos, para decirlo de una manera gráfica, a mi no se me ocurriría vender coca o burro sin llevar una pistola encima (en realidad, no se me ocurriría, a secas, pero bueno, en el hipotético caso de que se me ocurriera buscarme la vida así) pero no porque los clientes se fueran a poner violentos, sino porque sería muy posible que viniesen otros más malos que yo a intentar robarme. Hablamos de mucho dinero, tío, que a un mindunguis de estos que trapichea con perico, por poco que venda, a última hora le pillas al menos con 500 o 600 lerus.
La coca + speed + alcohol violento no se si te pondrá, pero al borde del infarto, fijo.