Podríamos pensar que debido al ascenso de fuerzas nacionalistas anti-europeas. Y es verdad.
Pero luego observamos la actitud de los gobiernos de los países más poderosos respecto a la deuda de los países miembros, la congelación del proyecto de construcción europeo, o cosas como las de la cita de Vlad... y no.
La mayor amenaza al proyecto UE no es el anti-europeísmo, sino el nacionalismo y el euroescepticismo de los gobiernos de centro-derecha, Alemania y aliados del norte.
Al final los acusados de querer acabar con la UE, Syriza o Podemos, van a ser los únicos, LOS ÚNICOS, europeístas en Europa.
Varoufakis dijo el otro día en Salvados que su obsesión va a ser convencer a Alemania de que hay que terminar de construir Europa. Que la unión monetaria necesita de una unión bancaria, fiscal y de deuda.
Y esto interesa a Alemania, porque la estabilidad de la zona euro siempre será positiva para cualquier país miembro.
O Alemania entiende esto, o el mejor favor que nos puede hacer a todos es dejar el euro y quedarse como UK. Como un grano en el culo, pero externo, no interno.
Comentarios
Bien. Grecia no es un país tan importante por PIB y supone mucho lastre para la nave. Pero la pregunta al día siguiente del GREXIT sobre quién será el próximo será una sombra de la que la eurozona no se librará jamás. Sería como coger a los inversores y decirles: del euro solo sabemos que no sabemos nada. Incertidumbre en los mercados elevada a la enésima potencia. Un desastre.
Seamos sinceros, todo el espectro ideológico de izquierda a derecha envidiamos los Estados Unidos federados de América, y muchos hemos deseado algo parecido para Europa. ¿Es esto una utopía irrealizable? ¿Podemos llegar algún día a sentir un orgullo nacional europeo similar al de USA? ¿O somos demasiado distintos? O mejor dicho... ¿Quizás NOS SENTIMOS demasiado distintos? ¿Vemos a un alemán como forastero? ¿Ve un neoyorquino a un tejano como un griego a un alemán? Evidentemente no.
Creo que hemos querido pasar de matarnos a hacer patria común. Complicado.
Espero equivocarme y esto mío sea fruto del pesimismo de veinte años de gobiernos euroescépticos. Quién sabe qué sucederá mañana.