Escribo lo que veo
Anna Politkóvskaya
Muy buenas.
El reciente
asesinato de Boris Nemtsov, uno de los líderes políticos opositores a Putin, me ha animado a abrir uno de esos hilos tochos que me caracterizaban hace tiempo. Y quiero aprovechar de paso para denunciar un caso de doble rasero en cuestión de política internacional que me parece flagrante.
Kurt Waldheim (1918-2007) fue un diplomático y político conservador austriaco. Llegó a ser secretario general de la ONU entre 1972 y 1981, y presidente de su país entre 1986 y 1992. Precisamente, a raíz de su candidatura a la presidencia de Austria, estalló un escándalo que alcanzó cotas internacionales. Salió a la luz que Waldheim había formado parte de las
SA austriacas y que durante la Segunda Guerra Mundial había sido oficial de la
Wehrmacht en los Balcanes, después de resultar herido en el frente oriental. Se dijo que había mentido acerca de su pasado e incluso se le implicó en los crímenes nazis. Se creó entonces un comité internacional de historiadores que investigó al detalle su vida. Finalmente, el comité concluyó que Waldheim había mentido efectivamente al ocultar parte de su historial militar y al negar haber tenido conocimiento de los crímenes que los nazis y sus aliados cometieron en los Balcanes, pero no encontró ninguna evidencia de que él hubiera participado personalmente en los mismos.
Kurt Waldheim (segundo por la izquierda) como oficial de la Wehrmacht en Montenegro, 1943
La actitud de Waldheim al mentir alegando no haberse enterado de las barbaridades que los nazis y sus aliados habían perpetrado no es justificable, pero sí muy habitual. De hecho, entre todos aquellos que han servido de una u otra forma a las órdenes de un régimen atroz -ya sea el nazi u otro cualquiera-, o que se han visto relacionados directa o indirectamente con los responsables de algún horrible crimen, la conducta habitual es la del disimulo, la de desentenderse de ello, la del "no sabe, no contesta".
Waldheim tuvo que reconocer a la fuerza que en realidad sí se enteró de lo que sus camaradas de armas estaban haciendo (atrocidades contra judíos, gitanos, serbios y contra la población sospechosa de simpatizar con los partisanos), pero alegó no haber podido hacer nada para impedirlo, cosa que probablemente fuera cierta. En todo caso pagó por ello: Waldheim y su mujer fueron declarados personae non gratae en varios países, incluyendo Estados Unidos, lo que significaba que no podían entrar en los mismos, vaya. Debido a todas estas presiones, Waldheim decidió no presentarse a la reelección para la presidencia de su país, en 1992.
Comparemos su caso con el de otro dirigente aún más famoso.
Vladímir Vladímirovich Putin (1952) es el presidente de Rusia. Digamos que es el hombre fuerte del país desde que en 1999 se convirtiera en primer ministro. El 31 de diciembre de aquel año,
Yeltsin renunció a la presidencia de Rusia. Putin pasó a ser entonces presidente interino y en marzo de 2000 ganó las elecciones para ese puesto. Su mandato se prolongó durante ocho años, ya que en 2004 volvió a ganar los comicios. En 2008, al no poder presentarse por tercera vez a la presidencia, fue nombrado de nuevo primer ministro con
Medvédev como presidente. Copio lo que dice la
Wikipedia al respecto:
Con Medvédev como presidente, la jefatura del Gobierno adquirió más poderes que de costumbre, y aunque formalmente era este el que ostentaba el cargo máximo de la nación, nadie dudaba que el hombre fuerte seguía siendo Putin. Esto significaba que Medvédev no podría hacer nada que no contara con la venia de Putin. Como se vería al final, Medvédev desempeñó a la perfección el papel para el que Putin le había elegido: guardarle el sillón presidencial hasta que él pudiera volver a ocuparlo.
En 2012, tras una reforma constitucional, Putin volvió a ganar las elecciones y se convirtió de nuevo en presidente de Rusia, esta vez por seis años.
Y qué tiene que ver todo esto con Waldheim, me preguntaréis impacientes. Esperad, que sigo.
En la época soviética, Putin fue un oficial de la
KGB, es decir, de la policía secreta. Entre 1985 y 1990 estuvo destinado en la RDA donde colaboró con la
Stasi, es decir, con la policía secreta de aquel régimen. Tras la caída del Muro de Berlín, Putin se encargó de hacer desaparecer los archivos de la KGB en la ciudad.
El amigo Volodia en la KGB
De vuelta a la URSS, Putin dimitió de su puesto en la KGB en 1991, cuando el régimen comunista se estaba viniendo abajo. Hasta 1996 ocupó varios cargos políticos en San Petersburgo, su ciudad natal. Después se trasladó a Moscú donde se hizo cargo de diversos puestos cercanos al presidente Yeltsin, llegando a ser nombrado en 1998 director del
Servicio Federal de Seguridad (FSB, sucesor de la KGB). Como antiguo miembro de la nomenklatura soviética, al llegar al poder Putin se rodearía de viejos camaradas de la KGB y el FSB, como
Serguéi Nikoláevich Lebedev, a quien pondría al frente del
Servicio de Inteligencia Exterior (SVR) en el año 2000, o
Serguéi Borísovich Ivanov, al que nombraría ministro de Defensa en 2001.
En 1999, como ya hemos dicho, Putin sustituyó a Yeltsin en la presidencia de su país, pero antes ya había alcanzado la jefatura del Gobierno ruso. Desde aquel puesto desencadenó la
Segunda Guerra Chechena.
Comentarios
Hablemos un poco de la historia de Chechenia.
La República de Chechenia es un pequeño Estado del Cáucaso perteneciente a Rusia. En realidad, siempre ha sido una fuente de conflicto desde que la Rusia zarista comenzó a tratar de apoderarse del territorio a finales del siglo XVIII. A mediados del siglo XIX se combatía con ferocidad por allí. Por entonces Tolstói se alistó en el ejército y fue a luchar al Cáucaso. Aquella experiencia sirvió para convertirlo en escritor y en pacifista.
Rusia conquistó Chechenia en la Guerra del Cáucaso, tras varias décadas de dura lucha, y comenzó a explotar los recursos petrolíferos del país. En la etapa comunista, Chechenia suministraría el 45% del petróleo de toda la URSS.
En 1918, tras la Revolución bolchevique, Chechenia se independizó de Rusia formando parte de la República de las Montañas del Cáucaso Norte, pero sería una independencia efímera. La nueva república hizo frente primero a los ejércitos blancos durante la Guerra Civil Rusa para ser después ocupada por los bolcheviques y terminar siendo parte de la Unión Soviética.
Durante la Segunda Guerra Mundial se produjo una rebelión contra el poder soviético en Chechenia e Ingusetia. La insurrección alcanzó su cenit en 1942, cuando se aproximaba la Wehrmacht, pero los alemanes nunca llegarían a conquistar la región.
Aunque hubo cierta colaboración entre los germanos y algunos rebeldes chechenos, esta nunca fue generalizada. En cambio, unos 40.000 chechenos e ingusetios combatieron en las filas del Ejército Rojo. A pesar de ello, en febrero de 1944 toda la población chechena (cerca de 500.000 personas), junto a otros cientos de miles de habitantes de las regiones norcaucásicas, fueron deportados por la NKVD (antecesora de la KGB) a Asia Central, acusados en masa de colaborar con los nazis. Cerca de la mitad de ellos eran niños. Un tercio de los chechenos moriría durante los primeros cuatro años.
En 2004 el Parlamento Europeo calificó estas deportaciones de genocidio.
En 1957, tras la muerte de Stalin, se permitió a los supervivientes volver a sus casas.
En 1991, con el régimen soviético a punto de derrumbarse, Chechenia se declaró independiente bajo el nombre de República Chechena de Ichkeria, aunque jamás obtuvo ningún reconocimiento internacional.
En 1994 el presidente ruso Boris Yeltsin desencadenó la Primera Guerra Chechena con el objeto de recuperar el territorio. El conflicto se prolongó hasta 1996, causó decenas de miles de muertes (sobre todo de civiles) y se saldó con la derrota de las fuerzas rusas. Pero he aquí que tres años después Putin volvió al ataque dando lugar a la Segunda Guerra Chechena, como ya hemos señalado. El pretexto fue una incursión chechena en Daguestán. El objetivo, de nuevo, era recuperar Chechenia para Rusia. Oficialmente la guerra duraría diez años.
Una fosa común en Chechenia (foto de Natalia Medvedeva)
Todo estos acontecimientos favorecieron que el islamismo radical prendiera en Chechenia. A partir de entonces, terroristas chechenos llevaron a cabo una serie de sangrientas acciones, cuya resolución por parte de las autoridades rusas, sin embargo, dejó bastante que desear, por decirlo de alguna forma. Así, en septiembre de 1999 se produjeron unas cuantas explosiones en Moscú y otras ciudades rusas que causaron cientos de muertos y heridos. Sin embargo, el Gobierno de Putin impidió que una comisión independiente investigara los atentados, e incluso dos miembros de dicha comisión fueron asesinados.
El 23 de octubre de 2002, un comando de 40 terroristas chechenos secuestró a 850 personas en el Teatro Dubrovka de Moscú exigiendo la retirada rusa de Chechenia. La periodista Anna Stepánovna Politkóvskaya, del diario Nóvaya Gazeta, trató de mediar entre los secuestradores y las autoridades rusas, pero estas la apartaron.
El 26 de octubre, fuerzas especiales rusas (Spetsnaz) gasearon a cuantas personas ocupaban el teatro -terroristas y rehenes-, y luego entraron. Todos los terroristas murieron, pero también unos 130 rehenes. Muchas personas murieron asfixiadas bien por los efectos del gas, bien porque los cuerpos de los desmayados se amontonaban unos sobre otros, o bien por las malas condiciones en que fueron evacuadas. No hubo organización en los servicios de socorro. Para colmo, las autoridades rusas se negaron a revelar el tipo de gas empleado, lo que dificultó aún más la atención médica a los supervivientes.
El 1 de septiembre de 2004, un grupo de 32 terroristas chechenos e ingusetios llegó a un colegio de Beslán, en Osetia del Norte, Rusia. Los terroristas tomaron como rehenes a unas 1.100 personas, entre adultos y niños. De nuevo exigían la retirada rusa de Chechenia y el reconocimiento de la independencia del país. De nuevo Anna Politkóvskaya trató de mediar en las negociaciones, pero en el vuelo que la trasladaba al lugar pidió un té y cayó gravemente enferma. Evidentemente había sido envenenada.
El 3 de septiembre se desencadenó un tiroteo en el colegio de Beslán entre los terroristas y las fuerzas de seguridad rusas. Murieron todos los terroristas salvo uno, pero también más de 300 rehenes, de los cuales 186 eran niños...
El "Árbol del Dolor", monumento en recuerdo a las víctimas de la masacre de Beslán, de los escultores Kornaev y Dzanagov
Los rusos consideraban a todos los combatientes chechenos como terroristas, así que los trataban como si lo fueran. De hecho no hacía falta que hubieran combatido, bastaba con que fueran sospechosos de haberlo hecho.
En el año 2000 se hizo tristemente famoso el campo de detención de Chernokosovo, un lugar infernal en el que las torturas y las violaciones eran habituales.
Zachistka significa "operación de limpieza". Las zachistki eran expediciones punitivas, redadas llevadas a cabo por las fuerzas rusas. Para los civiles chechenos eran sinónimo de terror. Implicaban la puesta en práctica de todo tipo de violencia gratuita, y solían finalizar con el arresto de los sospechosos de haber combatido junto a los rebeldes. Las personas así secuestradas en muchos casos desaparecían para siempre.
Las zachistki también formaban parte del negocio de la guerra. Si alguien quería información sobre algún familiar detenido en una de ellas, tenía que pagar. Si tenía suerte y se lo devolvían con vida, tenía que pagar. Si lo habían matado y quería recuperar el cadáver para enterrarlo, tenía que pagar.
Anna Politkóvskaya fue una mujer valiente que se dedicó, entre otras cosas, a investigar y denunciar los crímenes de guerra en Chechenia. Publicó reportajes y libros sobre la guerra y sobre la Rusia de Putin, y recibió varios premios internacionales por su trabajo.
En 2001, mientras investigaba la suerte de los chechenos secuestrados en las zachistki, fue detenida por militares rusos que la interrogaron, la golpearon y la sometieron a un simulacro de ejecución.
Recibió numerosas amenazas de muerte. En 2004 fue envenenada de camino a Beslán.
El 7 de octubre de 2006 terminó asesinada a tiros en el ascensor de su casa.
Otra persona en su situación seguramente se hubiese refugiado en la distancia olímpica del cronista, de quien observa con escrúpulo. Ella, en cambio, había respondido a las atrocidades que presenciaba día tras día de la manera más sencilla, que es al mismo tiempo la más dolorosa y complicada. Se despojó de la distancia del periodista para ser, simplemente, un ser humano.
Ese gesto fue su condena a muerte.
Igort
El crimen fue investigado por Aleksandr Valetérovich Litvinenko, un antiguo oficial de la KGB que vivía exiliado en Londres por su oposición a Putin.
Litvinenko murió el 23 de noviembre de 2006 después de ser envenenado con polonio 210 (radiactivo). Antes de morir dejó escrita una carta en la que culpaba a Putin de su asesinato.
Las últimas investigaciones apuntan a Rusia como responsable del envenenamiento.
Stanislav Yúrievich Markélov fue un abogado que se dedicó a investigar crímenes de guerra en Chechenia. Asimismo fue el abogado de Anna Politkovskaya y también investigó su asesinato.
Markélov fue asesinado a tiros en pleno centro de Moscú el 19 de enero de 2009. Junto a él fue asesinada también la periodista Anastasia Baburova, de Nóvaya Gazeta, el periódico de Politkovskaya.
Desde 2001 han sido asesinados seis periodistas de ese diario.
Pero ya hemos visto que los opositores a Putin que mueren no son solo periodistas. En noviembre de 2008, el abogado Serguéi Leonídovich Magnitsky fue detenido y encerrado en la famosa prisión de Butyrka. Magnitsky había acusado de corrupción a unos cuantos funcionarios rusos. No tuvo ningún juicio y al cabo de un año murió en la cárcel por oscuras razones.
En 2012 Estados Unidos adoptó la llamada Ley Magnitsky, según la cual se negaba la entrada en el país a los funcionarios rusos relacionados con la muerte de Magnitsky -Putin no estaba entre ellos- y se congelaban sus activos. Putin tildó la ley de "antirrusa". En respuesta, Rusia prohibió las adopciones de niños rusos por parte de estadounidenses y prohibió asimismo la entrada en el país a unos cuantos yanquis relacionados con las violaciones de los derechos humanos en lugares como Irak o el campo de detención de Guantánamo. En palabras de Putin: "Cuando te golpean, debes responder. De lo contrario siempre nos golpearán".
Conocida es también la rivalidad entre Putin y el magnate Boris Abrámovich Berezovsky... que apareció ahorcado en su casa de Londres en 2013.
Ya hemos dicho que, por ahora, el último episodio de esta negra historia ha sido el asesinato en Moscú de Boris Yefímovich Nemtsov, un conocido opositor a Putin.
Como escribió Carlos Boyero al referirse a la Rusia de Putin: qué miedo.
Ya, pero ¿qué diablos tiene que ver Waldheim con todo esto?, insistirá alguien.
Pues veamos, mi reflexión es la siguiente. Waldheim sufrió un boicot internacional y tuvo que renunciar a presentarse de nuevo para la presidencia de su país. Le estuvo bien empleado por mentir acerca de su pasado, sobre todo teniendo en cuenta que ese pasado había tenido que ver con su pertenencia al ejército nazi. Un tipo que ha ocupado o pretende ocupar puestos de responsabilidad, como la Secretaría General de la ONU o la presidencia de Austria, no puede permitirse mentir, porque demuestra que no es digno de confianza, aunque la gente le vote después en unas elecciones. Seguramente hubo millones de alemanes, austriacos y europeos en general, que en su día simpatizaron con el nazismo, que presenciaron atrocidades con aparente indiferencia, y que tras la Segunda Guerra Mundial se avergonzaron de ello y trataron de ocultarlo o silenciarlo de alguna forma. Pero no todos se presentaron más tarde para ocupar puestos de responsabilidad política. Waldheim sí, de modo que su actitud es injustificable.
Ahora bien, su vida se investigó concienzudamente y nunca se demostró que fuera un criminal de guerra. A Waldheim le cayó la del pulpo por haber simpatizado con el nazismo y por haber ocultado lo que vio durante la guerra. Desde luego no fue por ser responsable de ningún crimen, ni menos aún por nada de lo que hizo cuando estuvo en el poder. Pero su caso podría haber sentado un precedente, podría haber servido para que a partir de entonces se investigara a todos los dirigentes con un oscuro historial.
No fue así.
Ahí tenemos a Putin. Presidente ruso por elección popular, sí. Bueno, lo cierto es que las elecciones en Rusia siempre están plagadas de irregularidades, pero no pongo en duda la amplia popularidad de la que el tipo goza en su país. Similar a la que tenía Waldheim en el suyo, por cierto, con la ligera diferencia de que Austria es una democracia y Rusia decididamente no: el régimen de Putin es tan autoritario como el de su aliado Lukashenko, presidente de Bielorrusia (un país donde la KGB se sigue llamando así: KGB).
Lo que digo es que si se puso en la picota a Waldheim hasta el punto de hacerle renunciar a presentarse a unas elecciones, creo que el historial del amigo Putin da para lo mismo y mucho más. Para empezar, si uno fue oficial de la Wehrmacht, el otro lo fue de la KGB. Y además estuvo en la RDA trabajando codo con codo con la siniestra Stasi. Digo yo que solo esto ya da de sobra para que se le declare persona non grata en algún país, pero es que la cosa no se queda ahí. Bajo su mandato, los derechos humanos y las libertades han retrocedido en Rusia en muchos casos hasta niveles de la época soviética. Una época, como ya hemos dicho, que se reivindica por allí cada vez más. Bajo su mandato, los militares rusos han cometido todo tipo de atrocidades en Chechenia. Bajo su mandato, se ha asesinado a los periodistas que más le criticaban y a opositores políticos. Bajo su mandato, se ha llevado a cabo una política exterior cada vez más agresiva. El presidente de Rusia se asemeja de forma creciente a un capo mafioso. Pero un capo al frente de uno de los países más poderosos del mundo.
¿Por qué no se crea una comisión internacional para investigarle? ¿Por qué no se le hace un boicot como a Waldheim?
Se me ocurren algunas respuestas. Por un lado, digamos que tener un pasado de simpatizante nazi resulta más antipático que haber sido oficial de la policía secreta soviética. Lo nazi sigue estando peor visto que lo comunista, aunque la historia de ambas ideologías esté llena de millones de muertos por igual. Por otro, si el boicot fuese encabezado por Estados Unidos a los putinistas les entraría la risa floja: no son los yanquis los más indicados para dar lecciones de ética, valores y defensa de los derechos humanos (ya hemos visto lo que ocurrió con el caso Magnitsky: el Gobierno ruso respondió con un y tú más y se quedó tan ancho). Para acabar, y creo que este es el motivo de más peso, es mucho más fácil arremeter contra el presidente de un pequeño país como Austria, que contra el hombre fuerte de la potente Rusia.
Waldheim renunció a su carrera política y murió hace unos años. Putin continúa en su puesto.
Imparable.
Más información:
-AAVV, "Crónica del Holocausto" (Libsa, 2002).
-Bruneteau, Bernard, "El siglo de los genocidios" (Alianza, 2006).
-Igort, "Cuadernos rusos" (Salamandra, 2014).
-Katamidze, Slava, "KGB: Leales camaradas, asesinos implacables" (Libsa, 2004).
Por otra parte, si quieres comparar a Putin con el austríaco ese a mi me da que la principal diferencia es que Rusia nunca ha sido una democracia y Austria es una democracia...
PD: Y a todo esto, quizás deberías comparar el pasado de KGB de Putin con lo que hizo Bush y Donald Rumsfeld y lo bien considerados que están, pudiendo andar tranquilos por USA después de cometer crímenes contra la humanidad.
Por ese tipo de cosas digo que no son los yanquis los más indicados para dar lecciones de ética, valores y defensa de los derechos humanos. Aunque de nuevo hay una diferencia: esos tipos ya no están en el poder, Putin sí.
Y lo que le queda.
Pero es que no hay ni tan siquiera indicios de que Putin esté relacionado con el asesinato. Por eso, ya que estás vinculando veladamente a Putin y el asesinato, pues yo digo que lo mismo ha sido Merkel u Obama, porque de hecho tendría más sentido.
El tal Boris era un opositor de Putin, pero no representaba ninguna amenaza y a Putin le interesaba más vivo que muerto porque lo segundo genera inestabilidad. Es más la propaganda de Putin llevaba diciendo hace tiempo ya que la izquierda/occidente podría matar a uno de los suyos para poder cargarle el muerto a Putin.
No, este asesinato puede tener multitud de motivos. Hay que recordar que ser el líder de la oposición a Putin no significa, ni muchísimo menos, estar limpio, y de hecho el tal Boris y su partido eran en buena parte apoyados por una parte de empresas importantes. Y cuando se habla de empresas en Rusia, se habla de mafia porque son básicamente lo mismo.
Luego igual es esto un simple ajuste de cuentas. Boris podría haber cruzado la linea con uno de sus "amigos" de la mafia.
O, igual, como digo, ha ido Merkel personalmente en misión secreta y le ha pegao 4 tiros, para cargarle el muerto a Putin. Puestos ya a hacer acusaciones sin ninguna base...
Putin es un dictador que ha matado a gente (Obama y Bush también han matado a gente indirectamente, aunque no sean dictadores), pero eso no significa que deba existir barra libre para cargarle muertos que no son suyos.
Y bueno, comparar a los nazis con la Rusia de hoy me parece demagógico. ¿Porqué no lo comparas con USA, que mató a muchos cientos de miles de inocentes en Iraq?
Bueno, esto es un motivo para sospechar de Putin. :P
Es imposible no ver la extensa y gélida sombra de Putin cuando ocurren este tipo de desgracias teniendo en cuenta los antecedentes. No podemos ver los acontecimientos rusos como si Rusia fuese una democracia. Putin puede matar con descaro e impunidad a la oposición mediática y política sin ningún tipo de estupor y sin miedo a ningún tipo de inestabilidad política, porque este tipo de cosas generan inestabilidad en sociedades libres y la rusa no lo es. Putin lo que pretende es generar miedo, sensación de impunidad y demostración de fuerza.
Los últimos acontecimientos en Ucrania son verdaderamente preocupantes. No diré que amenazan la paz mundial, pero dejan en nuestro ánimo el temor y en nuestro subconsciente el frío de un reciente pasado de inestabilidad internacional que creíamos haber superado y que evidentemente no lo está.
En cuanto a la respuesta, como bien apuntas Stern, Austria no es Rusia.
¿Eh?
Pues entonces explícame por qué cada vez que el tipo salía a protestar contra Putin lo detenían.
O espera, ya te lo explico yo: en los regímenes autoritarios, cualquiera que sale a protestar representa una amenaza contra el poder. Y este actúa en consecuencia.
¿Estás seguro de eso? ¿Tienes pruebas?
No, hombre, comparo a Waldheim con Putin y la diferente actitud que ha tenido la comunidad internacional con cada uno.
Sería sospechoso si hubieran empezado a decirlo hace 2 meses, pero llevan año y pico con ello.
Salvo la gringa que tiene buen regate, y alguna más, la izquierda (mala) generalmente usa mejor la propaganda que la derecha (mala). Por eso el pp es heredero del franquismo pero el Putin y los chinos son capitalistas de la muelte. Meh, ese tipo de etiquetas que las compre el que se las crea.
Y Rusia sigue siendo importante geoestratégicamente pero Austria no es la de 1910. Si saliese un político finlandés con una bandera de esas chungas en una foto del twitter tened por seguro que se le atizaba duro también.
Pero bueh, también hay algo de aleatoriedad y capricho. Lo que llamamos "comunidad internacional" nunca ha sido infalible, más bien lo contrario.
Nunca consideraré un político como "mi representante" pero si es cierto que son representativos de la sociedad. España es un país de estetas, de escritores y pintores. Alemania es un país de pragmáticos, de científicos y de filósofos. Eso, a la larga, se nota.
Rusia siempre ha tenido un nivel cultural alto independientemente del gobierno que tocase. Pero también es cierto que, de forma parecida a la nuestra, no tienen tradición de defensa de los derechos civiles. Dicho de otra forma, lo tradicional es estar bajo una bota y darse de garrotazos siempre que se pueda.
Que Putin sea un becerro es, hasta cierto punto, lo normal.
Que el nivel de los nuestros sea el que es también. Aquí hemos tenido cuatro guerras civiles en un siglo (igual hasta es un record mundial, no sé) y destacables históricos pues Torrijos, Castelar, Salvoechea y casi que paré vd. de contar.
No se da para más que para lo que hay. Triste pero cierto.
Estupendo post, Afri
Esto que dices lo comentó Anna Politkóvskaya en la entrevista que le hizo EL PAÍS hace diez años y que he enlazado arriba:
Era una mujer con una clarividencia enorme. Por eso la mataron, claro.
Gracias, salao.
Vale, que Putin es un dictador blah blah, pero ¿dónde quedó el rigor?
Sin embargo el principal líder de la oposición a Putin es Kasparov, y ha sido detenido y ha recibido palizas por ello, pero sigue vivo. Este tiroteo, ¿que gana Putin?
Hay una anecdota curiosa, en una grabación a unos mafiosos rusos en la costa brava uno le decía al otro que había hablado con no se que político y le decía que eran peores que ellos.
En el post no he hablado de todos. Me ha faltado, por ejemplo, Natalia Jusainovna Estemírova, que fue una historiadora y activista en favor de los derechos humanos. También colaboraba con Nóvaya Gazeta. El 15 de julio de 2009, mientras investigaba abusos en Chechenia, fue secuestrada cerca de su casa, en Grozni, y asesinada a tiros.
Bueno, pues después de los casos de Politkóvskaya, Litvinenko, Markélov, Baburova, Estemírova, Magnitsky, Berezovsky y Nemtsov, está claro que oponerse a Putin en público es bastante peligroso. Y no hemos hablado de todos los que han sido detenidos y han sufrido amenazas de muerte solo por protestar. De hecho, lo habitual es que si después de eso la persona en cuestión sigue tocándole los cojones a Putin, la maten.
Hoy Nemtsov iba a participar en una manifestación en Moscú en contra de la intervención de Rusia en la guerra de Ucrania, que es un tema bastante candente. Pues ya no ha participado.
Estas muertes se han investigado y no se ha demostrado que Putin tenga nada que ver con ninguna de ellas. Claro que se han investigado en Rusia. Parece que por fin en el Reino Unido se han decidido a investigar a la de Litvinenko, más de ocho años después, porque hasta ahora ahora el Gobierno británico se resistía "para no perjudicar sus relaciones con Rusia", o sea, por miedo. Y bueno, parece que los primeros resultados de la investigación apuntan a la responsabilidad de Rusia, claro.
Putin es un mafioso, es la KGB en el poder. Y se comporta como un mafias, claro. Creo que su interés lo ha explicado muy bien Cerdo: lo que pretende es generar miedo, sensación de impunidad y demostración de fuerza.
Pero eso no quita que, en el caso concreto de Boris, ni hay indicios de ello ni le convenía hacerlo. Yo diría que lo más probable es que sea un ajuste de cuentas de alguien de su partido o de sus amigos de la mafia o de algún servicio secreto extranjero.
Recordemos que ser opositor a Putin no significa estar limpio. Natalia Jusainovna y Kasparov si están "limpios", creo yo, pero Boris tiene vínculos muy oscuros.
Simplemente no tiene sentido que haya sido Putin. No lo descarto, pero no es la hipótesis con más sentido, en este caso concreto.
Ahí tienes una hipótesis con sentido.