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El capital 2.0: La desigualdad, al centro del debate

editado abril 2014 en Política y actualidad
Sobre el libro de moda en ciencias sociales. Está consiguiendo que se hable sobre la evolución de la desigualdad y sobre sus causas más que nunca.

Un saludo
El capital 2.0: La desigualdad, al centro del debate
Piketty prevé la vuelta de los ‘rentistas’ de Balzac o Austen en el futuro y una desigualdad creciente
LUIS GARICANO 27 ABR 2014 - 01:01 CET

En las últimas décadas, ningún libro “serio” de economía ha disfrutado del enorme impacto que está teniendo el reciente libro del economista francés Thomas Piketty Le capital au XXIe siècle. Su publicación en inglés en Estados Unidos ha puesto a un libro denso, de alto contenido teórico y con nada menos que 600 páginas en el número uno de ventas en Amazon, y ha convertido a su autor en una “estrella de rock”, de acuerdo con The New York Times.

Hasta este libro, el economista francés Thomas Piketty era conocido por su investigación sobre la desigualdad salarial realizada con el también economista francés Emanuel Saez. Su trabajo ha mostrado hasta qué punto, en Estados Unidos, los frutos del crecimiento se concentraban en el 1% más rico de la población.

Pues bien, en Capital en el siglo XXI, Piketty extiende el análisis a la desigualdad de la riqueza. Para hacerlo, ha llevado a cabo, con un amplio equipo de colaboradores, un profundo trabajo de archivo que incluye todos los datos existentes sobre todas las formas de riqueza desde hace tres siglos en países que van desde Inglaterra o Francia hasta EE UU.

Su análisis le lleva a una conclusión pesimista sobre el futuro del capitalismo: veremos un futuro con crecimiento reducido, dominado por una clase de “rentistas” hereditarios, como los que figuran en las novelas de Honoré de Balzac o Jane Austen, y con niveles de desigualdad de riqueza e ingresos crecientes. Veamos por qué.

El argumento parte de una observación conocida desde el trabajo de Solow: la relación entre riqueza de los países y la renta que generan cada año es estable en el largo plazo, y está determinada por la relación entre su tasa de ahorro y su tasa de crecimiento económico. Por ejemplo, en una economía donde la tasa de ahorro es el 10% anual y el crecimiento es del 2%, la riqueza será cinco veces la renta generada. Si, por ejemplo, la renta anual es 100 y la riqueza 500, al año siguiente la renta será 102 y la riqueza será 510, y el coeficiente continúa en cinco. Si el crecimiento económico baja (como él prevé) al 1,5% y la tasa de ahorro continúa en el 10%, la riqueza será en el largo plazo siete veces la renta.

Y esto ¿por qué importa? Porque supone que la parte del pastel que va a los ricos crece. La razón es que los rendimientos del capital históricamente han sido, de acuerdo con los cálculos de Piketty, bastante estables, alrededor de un 5% anual. Por ejemplo, una casa de medio millón de euros genera en media en el largo plazo un alquiler de 25.000 al año, o unos 2.000 euros al mes.

Pues bien, si el capital crece con respecto a la renta y el rendimiento del capital es constante, entonces la parte de la tarta que va a las rentas del capital aumentará. Por ejemplo, si la riqueza es cinco veces la renta y el rendimiento el 5%, el 25% de la renta (cinco por 5%) va al capital y el 75% al trabajo. Pero si sube a siete veces la renta, entonces el 35% va al capital y el 65% al trabajo. Mientras el rendimiento del capital sea mayor que el crecimiento económico, la parte del pastel que va a los ricos aumentará. Piketty sugiere que “lo natural” en el capitalismo es volver a la economía de los herederos y los rentistas, de los grandes patrimonios, que podíamos ver en las novelas de Jane Austen y de Balzac.

Si esta tendencia a la concentración de riqueza es, como sugiere Piketty, una ley de hierro del capitalismo, ¿por qué hemos tenido unas décadas en las que el crecimiento ha beneficiado a todos? ¿Por qué no vivimos en el mundo de Balzac ya? La respuesta de Piketty, expresada en una preciosa serie de gráficos elaborados con datos originales, es que las guerras mundiales y la inflación, seguidas por años de elevado crecimiento económico, destruyeron una enorme proporción de la riqueza existente e igualaron radicalmente nuestras sociedades. Ahora que estamos en un largo periodo de paz, con tasas de crecimiento reducidas, la tendencia a la concentración de riqueza vuelve a imponerse y volvemos a los niveles del siglo XIX.

La incertidumbre clave en el análisis (y su salto al vacío clave) es si será cierto que permanentemente tendremos tasas de retorno del capital mayor que la tasa de crecimiento económico como (según él documenta) ha solido suceder en el pasado. Nada requiere que esto sea así. A medida que el capital crece, los rendimientos decrecientes habituales en la economía deberían llevar a que también la tasa de rendimiento del capital caiga, reduciendo los ingresos de los rentistas. O si, al contrario, el capital sigue siendo tan productivo, ¿por qué debería bajar el crecimiento?

La solución propuesta por Piketty es un impuesto global a la riqueza no sobre los ingresos, sino sobre la riqueza. Piketty propone que por encima de un millón de euros, el impuesto sea del 1% de la riqueza, y por encima de cinco millones, el 2%. La razón por la que debe ser global es clara: los ricos no encontrarán así formas de evadir el impuesto.

¿Cuál es la relevancia de este análisis para la España actual? En términos de ingresos, la propia investigación de Piketty (resumida en un artículo con sus coatures del verano de 2013 en el Journal of Economic Perspectives) muestra que la concentración en el 1% no ha sucedido en España. Tras una fuerte caída de la desigualdad tras la Guerra Civil, el 1% ganaba la misma proporción de la renta en 2011 que en 1960. ¿Y en términos de riqueza? De nuevo, un trabajo de investigación de los coautores de Piketty en el citado diario muestra que el 1% no ha incrementado sustancialmente su participación en la riqueza del país.

Pero esto es lo que ha sucedido hasta la crisis. Tras la crisis sí se han producido muchas de las cosas que, en un plazo más largo, preocupan a Piketty. En primer lugar, la parte de la renta que fluye a las rentas del capital, que históricamente se llevaban algo más de un tercio de la tarta total, ha subido en ocho puntos porcentuales estos años de crisis, debido a que los beneficios han subido en un cuarto a la vez que los salarios caían. En segundo lugar, como notaba recientemente Samuel Bentolila en el blog Nada es gratis, se produce un fuerte aumento del número de hogares por debajo del 60% de la renta media.

¿Por qué es preocupante la creciente concentración de riqueza? Para mí, la consecuencia más preocupante que observamos es la desvirtuación de la democracia: que los ricos “compren los Gobiernos” para asegurarse la preservación de su riqueza, permitiendo agujeros y exenciones fiscales e incluso la eliminación de los impuestos que amenazan la acumulación del capital (el impuesto de sucesiones). La democracia requiere una ciudadanía informada y que pueda participar y un mínimo de igualdad. Trabajar en esa dirección no requiere solo, como quiere Piketty, cambios fiscales, sino, de forma mucho más importante y prioritaria, requiere cambios institucionales que aseguren la participación ciudadana y una ciudadanía mucho mejor formada.

Luis Garicano es catedrático de Economía y Estrategia en la London School of Economics y autor del libro El dilema de España: ser más productivos para vivir mejor.

Comentarios

  • Justo iba enlazarlo yo. No me he leído el libro, pero Garicano resalta que el punto débil de la tesis es este:
    La incertidumbre clave en el análisis (y su salto al vacío clave) es si será cierto que permanentemente tendremos tasas de retorno del capital mayor que la tasa de crecimiento económico como (según él documenta) ha solido suceder en el pasado. Nada requiere que esto sea así. A medida que el capital crece, los rendimientos decrecientes habituales en la economía deberían llevar a que también la tasa de rendimiento del capital caiga, reduciendo los ingresos de los rentistas. O si, al contrario, el capital sigue siendo tan productivo, ¿por qué debería bajar el crecimiento?

    Aun así no olvidemos que la desigualdad ha sido conscientemente olvidada en la economía en las últimas décadas, al ser, para muchos economistas científicos un problema en el que no debe entrar la economía. Así que bienvenido sea al debate un tema de vital importancia para el funcionamiento de nuestras sociedades.
  • Y aprovecho para enlazar un artículo de Fernando Esteve sobre el mismo tema que él titula economía Dickensiana, pero que no dista mucho de la "economía de Balzac" que cita Garicano en su artículo.

    Economía Dickensiana
    Publicado por Fernando esteve el 26 de marzo de 2014

    A diferencia de otros críticos sociales de su época como John Ruskin o Thomas Carlyle, Charles Dickens no escribió ningún texto explícitamente dedicado a la economía de la Revolución Industrial y sus efectos. No obstante, y a la luz de lo que se cuenta en muchas de sus novelas reflejando lo cruda que fue la vida para las clases trabajadoras en la Inglaterra de mediados del siglo XIX, no creo que sea inadecuado denominar economía dickensiana a aquella situación que se da cuando el incremento en el acervo de bienes puestos a disposición de una sociedad gracias a los avances técnicos y organizativos se distribuye tan desigualmente que la mayoría de la población asiste inerme durante largos periodos al fenómeno de que todas o la mayor parte de esas ganancias acaban yendo a manos de los menos, por lo que sus condiciones de vida no crecen de modo perceptible o incluso se deterioran.

    Cierto es que esta dickensiana imagen de las consecuencias negativas de la primera revolución industrial sobre la calidad de la vida del común de las gentes ha sido cuestionada por ese tipo de economistas, abundante afortunadamente sólo en el mundo académico, en cuya visión panglosiana del libre mercado no puede de ninguna manera encajar la duda de que en sus orígenes el capitalismo industrial no fuera un sistema económico tan benéfico y tan justo como creen a pies juntillas. Pero tras unos debates no demasiado calurosos, se admite hoy ampliamente que las condiciones de vida de los trabajadores ingleses medidas no sólo por la evolución de los salarios reales sino también por otros indicadores como la estatura y la esperanza de vida, cayeron en los inicios de la industrialización y no llegaron a repuntar hasta la década de 1860 cuando pronto.

    En cuanto a la cuestión de si el reparto de los frutos de ese proceso de industrialización fue justo, no hay consenso pues la respuesta depende de la noción de justicia distributiva que se sostenga. En general, los más acérrimos defensores de la tesis de la justicia del entero proceso no han hecho sino poner al día las rancias tesis del darwinismo social de Herbert Spencer en el sentido de sostener que los que triunfaron en aquella época lo consiguieron justamente: porque se lo merecían, aunque no tanto por una inobservable superioridad moral en la “lucha por la vida”, sino por su superioridad biológica: por tener una mejor dotación genética para desenvolverse en el nuevo mundo técnico y competitivo que la Revolución Industrial alumbró. Los defensores de esta tesis han llegado aquí a extremos auténticamente delirantes, si bien enteramente congruentes con una teoría económica para la que todas las relaciones económicas en las sociedades liberales son intercambios voluntarios, al considerar por ejemplo que la penosa disciplina que padecían los niños en esas fábricas satánicas de que hablaba William Blake no era sino un sistema de incentivos elegido por los propios niños voluntaria y racionalmente, pues racional lo era para muchos el que buscasen trabajar en talleres donde les golpeasen puesto que gracias a los castigos aumentaba su dedicación al trabajo y conseguían así una mayor paga.

    Vive hoy el mundo los efectos de una nueva revolución económica asociada a la globalización y al uso masivo de internet. Y las cosas, afortunadamente, parecen ser muy diferentes a como lo fueron en el siglo XIX. Los datos parecen afirmar que, a diferencia de lo que sucedió en el siglo XIX, la revolución económica del siglo XXI ya está beneficiando a amplias capas de la población del mundo subdesarrollado. Y aquí es donde salta la sorpresa, pues, curiosamente, por lo tanto, no es en el otrora llamado tercer mundo donde podemos tropezarnos con el fenómeno de la economía dickensiana en nuestros días, sino que donde parece que renace es en nuestro primer mundo. (sigue)
  • editado abril 2014 PM
    (continua) El caso de la economía norteamericana es paradigmático a este respecto, y no sólo por ser la primera economía del mundo sino por su habitual papel de “adelantada”, de ser la “primera” a la hora de experimentar fenómenos que luego se reproducen y generalizan por doquier. Pues bien, es un hecho que la desigualdad ha crecido en EE.UU. sin cesar desde los años 1970 a la vez que su economía ha encabezado la sucesión de cambios tecnológicos revolucionarios de nuestra época. Un dato ilustrativo: los 400 más ricos de EE.UU. son hoy más ricos que los 150 millones de sus compatriotas más pobres. Otro: el trabajador mediano ganó el año pasado un 9% menos de lo que percibió en 1999. La consecuencia de esta desigualdad rampante es que las condiciones de vida se han estancado cuando no han decrecido para la mayoría de la población norteamericana. Así, el 5% más rico que en 1992 disfrutaba del 27% del gasto total en consumo personal, se hizo en 2012 con el 38%, en tanto que el 80% de los menos ricos cuyos gastos en consumo personal ascendían en 1992 al 46,6% del total, en 2012 han pasado a ser del 39%. Por supuesto, estas cifras si bien no significan que todo el 80% de los menos ricos de la población norteamericana esté hoy peor en términos absolutos que en 1992, aunque sí en términos relativos, sí que bastan para calificar de dickensiana esa economía. Una economía que se traduce, desde un punto de vista sociológico, en una sociedad con unas clases medias en desaparición.

    Y como sucedió con la economía dickensiana del XIX, la acaparación de los beneficios de la moderna revolución tecnológica de las comunicaciones y del transporte por la elite del poder económico está siendo justificada por muchos economistas en términos enteramente similares. Acudiendo al virtuoso ejemplo de San Steve Jobs y otros prohombres del santoral meritocrático (y olvidando de paso a los mucho más abundantes miembros del grupo de los muy ricos del sector financiero cuyos “méritos” son bastante dudosos) justifican esa asimetría en el reparto de las ganancias de renta y riqueza en términos de esfuerzo, formación, dedicación y capacidad. De nuevo, los cada vez más ricos lo son porque se lo merecen, y los que cada vez lo son menos también.

    Acunados por estas opiniones no es de extrañar que los muy muy ricos, el 1% o más aún, el 1% del 1%, sientan como agresión injustificada las críticas que reciben desde los más diversos frentes. A veces llegando a la desfachatez de casos como el de Tom Perkins, un milmillonario de los de la revista Forbes, que no ha tenido el menor empacho en asimilar la “penosa” situación de acoso de los más ricos a lo que sufrieron los judíos con los nazis, y ha propuesto, para que él y los suyos puedan defenderse adecuadamente, la sustitución del “un hombre, un voto” por una “democracia“ en la que el número de votos de cada ciudadano esté en relación directa con lo que paga en impuestos directos.

    Que los magnates presten oídos a estas argumentaciones de los defensores del statu quo es comprensible. A fin de cuentas, quien paga al gaitero pide la tonada. Pero quienes deben cerrarles sus oídos deben ser los gobernantes, pues es su obligación conservar y mejorar la sociedad que gestionan. Y como es bien sabido y ha demostrado la Cliodinámica, el enfoque histórico más actual sobre estos temas, la inestabilidad política y social guarda estrecha relación con la desigualdad, la polarización y la desaparición de las clases medias. La desigualdad creciente es por tanto una amenaza para la seguridad de las naciones y como tal ha de tomarse. Y ello sin contar que una economía dickensiana es sin duda la peor situación de partida para afrontar los nuevos retos que la ecología y los cambios demográficos van a plantear a las sociedades desarrolladas en este siglo XXI.

    Fernando Esteve


    Es interesante leer el artículo de Esteve tras el de Garicano porque el primero es un análisis formal de la economía y el segundo un análisis de sus consecuencias. Y eso que estamos tratando con dos economistas totalmente diferentes tanto en ideología como en su fé en la economía y sus métodos como ciencia.

    Dice Garicano: Para mí, la consecuencia más preocupante que observamos es la desvirtuación de la democracia: que los ricos “compren los Gobiernos” para asegurarse la preservación de su riqueza, permitiendo agujeros y exenciones fiscales e incluso la eliminación de los impuestos que amenazan la acumulación del capital (el impuesto de sucesiones).

    Esteve en su artículo: "A veces llegando a la desfachatez de casos como el de Tom Perkins, un milmillonario de los de la revista Forbes, que no ha tenido el menor empacho en asimilar la “penosa” situación de acoso de los más ricos a lo que sufrieron los judíos con los nazis, y ha propuesto, para que él y los suyos puedan defenderse adecuadamente, la sustitución del “un hombre, un voto” por una “democracia“ en la que el número de votos de cada ciudadano esté en relación directa con lo que paga en impuestos directos."
  • editado abril 2014 PM
    Aquí una recopilación de reseñas del libro. Diría que casi está suscitando más interés que el Why Nations Fail de Acemoglu.

    http://maventrap.es/2014/04/17/el-capital-en-el-siglo-xxi/

    Un saludo
  • editado abril 2014 PM
    Me gusta este extracto:

    En The New York Times, Steve Erlanger le hace una entrevista reportajeada a Piketty: “Taking on Adam Smith (and Karl Marx)“. La parte más interesante es cuando critica la forma de trabajar de las universidades y explica por qué dejó el MIT: “Academic economics is so focused on getting the econometrics and the statistical interpolation technique correct, he said, “you don’t really think, you don’t dare to ask the big questions.” American economists too often narrow the questions they examine to those they can answer, “but sometimes the questions are not that interesting”.

    Que viene a insistir en lo que decía en mi primer comentario, que la desigualdad, ha sido olvidada de la ciencia económica en las últimas décadas de una forma consciente.

    PD: Personalmente me siento incapaz ni siquiera de imaginar leer un libro de 600 páginas técnico en ingles, así que me buscar los resúmentes.
  • Ajojenjo escribió :
    Justo iba enlazarlo yo. No me he leído el libro, pero Garicano resalta que el punto débil de la tesis es este:
    La incertidumbre clave en el análisis (y su salto al vacío clave) es si será cierto que permanentemente tendremos tasas de retorno del capital mayor que la tasa de crecimiento económico como (según él documenta) ha solido suceder en el pasado. Nada requiere que esto sea así. A medida que el capital crece, los rendimientos decrecientes habituales en la economía deberían llevar a que también la tasa de rendimiento del capital caiga, reduciendo los ingresos de los rentistas. O si, al contrario, el capital sigue siendo tan productivo, ¿por qué debería bajar el crecimiento?

    Aun así no olvidemos que la desigualdad ha sido conscientemente olvidada en la economía en las últimas décadas, al ser, para muchos economistas científicos un problema en el que no debe entrar la economía. Así que bienvenido sea al debate un tema de vital importancia para el funcionamiento de nuestras sociedades.

    Está claro que si la tasa de retorno de la riqueza (mejor usar este término que el de capital) fuera de forma estable superior a la de crecimiento la desigualdad aumentaría sin freno. Pero entonces tiene que haber algún tipo de mecanismo equilibrador porque eso a largo plazo es insostenible. Puede ser del tipo que dice Garicano o político (un aumento de la presión social que lleve a establecer impuestos sobre la riqueza), pero no creo que se pueda decir que esa sea una tendencia sin algún tipo de mecanismo equilibrador porque entonces la concentración de riqueza total seguramente ya se habría producido.

    Lo que no cabe duda por los datos es que la desigualdad sigue al alza desde hace más de 30 años y que en casos como el de EE.UU. ha llegado a niveles peligrosos para un país que defiende la igualdad de oportunidades y la democracia.

    Un saludo

  • Ajojenjo escribió :
    Me gusta este estracto:

    En The New York Times, Steve Erlanger le hace una entrevista reportajeada a Piketty: “Taking on Adam Smith (and Karl Marx)“. La parte más interesante es cuando critica la forma de trabajar de las universidades y explica por qué dejó el MIT: “Academic economics is so focused on getting the econometrics and the statistical interpolation technique correct, he said, “you don’t really think, you don’t dare to ask the big questions.” American economists too often narrow the questions they examine to those they can answer, “but sometimes the questions are not that interesting”.

    Que viene a insistir en lo que decía en mi primer comentario, que la desigualdad, ha sido olvidada de la ciencia económica en las últimas décadas de una forma consciente.

    PD: Personalmente me siento incapaz ni siquiera de imaginar leer un libro de 600 páginas técnico en ingles, así que me buscar los resúmentes.

    Yo ya le tengo pedido en Amazon. Muchas páginas son de gráficos y referencias así que no son 600 páginas de texto tal cual. Aún así creo que la edición original en francés era todavía más voluminosa.

    Un saludo

  • El problema es que no entiendo la tesis central del libro, la razón por la que los rendimientos de la riqueza han sido estables, mientras que los rendimientos del trabajo han fluctuado tanto. Son flujos dependientes. Precisamente la tesis de Solow sobre el crecimiento es que la acumulación de capital con rendimientos decrecientes llega a un punto donde toda la renta del capital se dedica a la amortización de dicha maquinaria y eso conlleva también un estancamiento de los crecimientos de la renta. Cito a Solow porque es el punto de partida del artículo de Garicano, pero no es muy dificil ver la relación entre rentas de la riqueza (donde se incluye el cpaital) y las rentas del trabajo.

    ¿Por qué la tasas de retorno de la riqueza se mantienen estables cuando hay una caída de los rendimientos del trabajo o viceversa? Se me ocurren diversas soluciones, una de ellas la separación entre economía productiva y economía financiera de donde provienen gran parte de los retornos de la riqueza actual. En cualquier caso según piketty es un valor observado y, que además, es totalmente coherente con la realidad en los últimos 30 años. Simplemente me gustaría entender como explica ese fenómeno.
  • El problema de la desigualdad no es economico, es politico, es cada sociedad la que debe decidir su nivel de igualdad y como conseguirlo, la opinion de los economistas no es mas importante que la de los fontaneros en este tema.

    Cuando se habla de desigualdad hay que matizar siempre que queremos decir, ¿queremos menos ricos o menos pobres, o menos de ambos? porque las soluciones no son iguales, en estos momentos es evidente que son las politicas monetarias cuantitativas las que crean mas desigualdad al provocar directamente que los mercados financieros vayan a tope, pero sin estas medidas los ricos serian menos ricos, pero habria mas pobres, al haber menos empleo.

    Un saludo
  • Creo que cometes un error de bulto, la economía de multinacionales destruye empleo y crea oligopolios. El dato clave es el poder adquisitivo, y cada vez hay más gente con un poder adquisitivo tremendamente bajo, consecuencia del paro y los minijobs. Lo más preocupante de esta crisis es el nacimiento de una clase de trabajadores que con un empleo no tiene garantizada la subsistencia sin ayudas del Estado. Lo triste de todo esto es que mientras el comunismo se mantuvo como una amenaza los Estados occidentales crearon el mejor sistema de protección social de la historia, y eso se va perdiendo poco a poco.
  • Bueno, esto pasa ahora que estamos en crisis, no veo porque los salarios de un trabajador español o europeo no puedan subir conforme se reduzca el paro.

    En todo caso me parece muy bien que haya ayudas publicas de renta a la gente que tiene menos capacidad adquisitiva, incluso podria ser factible una renta minima garantizada a todo el mundo, el problema de este hombre es que sus soluciones son demasiado simples, ¿un irpf del 80% sobre rentas que superen el millon de dolares? el efecto de huida parece obvio, ¿no distinguir entre multimillonarios ingresos resultados de un trabajo de los de una herencia? claramente desincentiva a los emprendedores.

    Y la economia de las multinacionales destruye empleos en el Norte rico, crea empleos en el Sur pobre, cuando se habla de desigualdad es falso hacerlo sin decir que hay cientos y cientos de millones de personas en China, India, Sudeste asiatico, Africa, Latinoamerica, etc, que han salido definitivamente del hambre y la ignorancia, donde estaban en los felices años 50 y 60 de la Europa keynesiana.

    Un saludo
  • editado abril 2014 PM
    Vlish escribió :
    El problema de la desigualdad no es economico, es politico, es cada sociedad la que debe decidir su nivel de igualdad y como conseguirlo, la opinion de los economistas no es mas importante que la de los fontaneros en este tema.

    Cuando se habla de desigualdad hay que matizar siempre que queremos decir, ¿queremos menos ricos o menos pobres, o menos de ambos? porque las soluciones no son iguales, en estos momentos es evidente que son las politicas monetarias cuantitativas las que crean mas desigualdad al provocar directamente que los mercados financieros vayan a tope, pero sin estas medidas los ricos serian menos ricos, pero habria mas pobres, al haber menos empleo.

    Un saludo

    Sin leer el libro, parece que Piketty ha encontrado una regularidad empírica por la que la tasa de crecimiento de la riqueza se ha mantenido estable entorno al 5% durante casi todo el siglo XX mientras que la tasa de crecimiento ha sido inferior. Esto es lo que explicaría el crecimiento de la desigualdad en la primera mitad del XX y en los últimos 30 años. Sólo ha habido una excepción, la época de postguerra cuando se dieron circunstancias excepcionales que hicieron disminuir el retorno de la riqueza (destrucción física del patrimonio, impuestos extraordinariamente progresivos y con tipos máximos altísimos) junto con un gran crecimiento económico.

    Por lo tanto no hay un mecanismo económico como tal pero si lo que dice Piketty es correcto, en épocas de bajo crecimiento como la actual es bastante probable que aumente la desigualdad. Además marca la política más apropiada para reducir la desigualdad si la sociedad opta por ello, un impuesto progresivo sobre la riqueza. Así pues la economía y otras ciencias sociales si tienen cosas interesantes que decir sobre este tema. Tanto sobre las tendencias probables como sobre las políticas adecuadas si la sociedad quiere (como mayoritariamente lo hace) reducir la desigualdad.

    PikettyGraph-590x432.png

    Un saludo
  • Al menos la propuesta de política que he oído yo es la de un impuesto progresivo sobre el patrimonio del 1, 2 o 3%, suficiente para que R >g no sea cierto. Por supuesto debería ser una solución a nivel de G20 o similar por lo que el escollo político es enorme.

    Un saludo
  • Vlish escribió :
    Bueno, esto pasa ahora que estamos en crisis, no veo porque los salarios de un trabajador español o europeo no puedan subir conforme se reduzca el paro.

    En todo caso me parece muy bien que haya ayudas publicas de renta a la gente que tiene menos capacidad adquisitiva, incluso podria ser factible una renta minima garantizada a todo el mundo, el problema de este hombre es que sus soluciones son demasiado simples, ¿un irpf del 80% sobre rentas que superen el millon de dolares? el efecto de huida parece obvio, ¿no distinguir entre multimillonarios ingresos resultados de un trabajo de los de una herencia? claramente desincentiva a los emprendedores.

    Y la economia de las multinacionales destruye empleos en el Norte rico, crea empleos en el Sur pobre, cuando se habla de desigualdad es falso hacerlo sin decir que hay cientos y cientos de millones de personas en China, India, Sudeste asiatico, Africa, Latinoamerica, etc, que han salido definitivamente del hambre y la ignorancia, donde estaban en los felices años 50 y 60 de la Europa keynesiana.

    Un saludo

    Lo del 80% es una exageración, bastaría con un 50% pero un impuesto de patrimonio del 1 o 2% no es ninguna aberración. El problema es que habría que eliminar los paraisos fiscales, los lobbys que influyen en las leyes y sanear la política de una manera brutal. El modelo actual esta siendo diseñado para beneficiar a las clases altas, ya esten en China, India, EEUU o España. El crecimiento de los emergentes se hace a costa de las clases medias y bajas de los paises occidentales, mientras las clases altas son cada vez más ricas e influyentes. Los modelos sociales en los paises se estan igualando alarmantemente con una casta cada vez más influyente e intocable. Y volvemos al principio, el sistema financiero es sin lugar a dudas el principal motor de esto. Fodel, ¿qué cambios estructurales han sufrido los bancos desde el estallido de la crisis de deuda?, aquí tienes la respuesta. La sociedad tiene que caminar hacia un modelo libre, justo y sostenible y el sistema que estamos creando no es ninguna de las tres cosas.
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