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La juventud tiene mil ocupaciones.
Estudiamos gramática hasta atontarnos.
A mí,
me echaron del quinto año,
y fui a apolillar las cárceles de Moscú.
En nuestro pequeño mundo doméstico,
para las camas aparecen poetas de pelo rizado.
¿Qué saben estos líricos anémicos?
A mí, pues,
me enseñaron a amar en la cárcel.
¿Qué vale comparado con esto,
la tristeza del bosque de Boulogne?
¿Qué vale comparado con esto,
los suspiros ante un paisaje de mar?
Yo, pues,
me enamoré de la ventanilla de la cámara 103,
de la "oficina de pompas fúnebres".
Hay gente que mira al sol todos los días
y se enorgullece.
"No valen mucho sus rayos" -dicen.
Pero yo,
entonces,
por un rayito de sol amarillo,
reflejado sobre mi pared,
hubiera dado todo en el mundo.
EL POETA ES UN OBRERO
Se le ladra al poeta:
«¡Quisiera verte con un torno!
¿Qué, versos?
¿Esas pamplinas?
¡Y cuando llaman al trabajo, te haces el sordo!»
Sin embargo
es posible que nadie
ponga tanto ahínco en la tarea
como nosotros.
Yo mismo soy una fabrica.
Y si bien me faltan chimeneas,
esto quiere decir
que más coraje me cuesta serlo.
Sé muy bien
que no gustáis de frases vacías.
Cuando aserráis la madera, es para hacer leños.
Pero nosotros
qué somos sino ebanistas
que trabajan el leño de la cabeza humana.
Por supuesto
que pescar es cosa respetable.
Echar las redes.
¿Quién sabe? ¡Tal vez un esturión!
Pero el trabajo del poeta es más beneficioso:
la pesca de hombres vivos, esto es lo mejor.
Enorme, ardiente es el trabajo en los altos hornos,
donde se forma el hierro chisporroteante.
¿Pero quién
se atrevería a llamarnos holgazanes?
Nosotros bruñimos las mentes con áspera lengua.
¿Quién es más aquí?
¿El poeta o el técnico
que procura a los hombres
tantas ventajas prácticas?
Los dos.
Los corazones son también motores.
El alma es también fuerza motriz.
Somos iguales.
Camaradas de la clase trabajadora.
Proletarios del cuerpo y del espíritu.
Solamente unidos
solamente juntos podremos engalanar el universo,
acelerar el ritmo de su marcha.
ante una oleada de palabras, levantemos un dique.
¡Manos a la obra!
¡Al trabajo, nuevo y vivo!
Y a los que discursean
que se les mande al molino.
¡Para que el agua de sus discursos haga girar sus aspas!
AMO
COMÚNMENTE ES ASI
El amor le es dado a cualquiera
pero...
entre el empleo,
el dinero y demás,
día tras día,
endurece el subsuelo del corazón.
Sobre el corazón llevamos el cuerpo,
sobre el cuerpo la camisa,
pero esto es poco.
Sólo el idiota,
maneja puños
y el pecho lo cubre de almidón.
De viejos se arrepienten.
La mujer se maquilla.
El hombre hace ejercicios con sistema Müller,
pero ya es tarde.
La piel multiplica sus arrugas.
El amor florece,
florece,
y después se deshoja.
¡Acabad de una vez!
¡Olvidad!, haced a un lado
rimas y romanzas, roseledas
y tantas otras merdancolías
.......................................
Hoy necesitamos maestros,
no predicadores melenudos...
Camaradas, haced un arte
que saque del fuego a la República.
Como un lobo,
devoraría al burocratismo.
A las credenciales,
no les tengo respeto.
Pueden irse,
a todos los diablos…
cualquier papel,
pero éste…
Por el largo frente,
de cupés y camarotes,
un funcionario,
se mueve saludando.
Todos entregan los pasaportes,
y yo entrego
mi librito escarlata.
Ante algunos pasaportes,
una sonrisita en los labios.
Ante otros,
un desprecio único.
Con respeto,
por ejemplo toman,
al pasaporte inglés,
con un león grande de cama de dos plazas.
Sacando los ojos fuera de las órbitas,
sin dejar de inclinarse,
toman,
como si tomaran una propina
al pasaporte norteamericano.
Al polaco,
lo miran,
como un chivo mira un cartel.
Al polaco,
lo miran con ojos asombrados,
ceñidos en su chaqueta policial,
como quien dice:
-¿De dónde,
y qué es,
esa novedad geográfica?
Y sin dar vuelta la cabeza,
sin manifestar asombro alguno,
toman sin pestañear,
el pasaporte dinamarqués,
y de otros tantos suecos…
Y de pronto,
como si se hubiese quemado,
torció la boca el señor.
Es que…
el señor funcionario toma,
mi pasaporte de color escarlata.
Lo toma,
como una bomba,
lo toma,
como a un erizo,
como si tomara una navaja afilada,
lo toma,
como una víbora de cascabel de veinte
aguijones.
Le hizo un gesto significativo al changador,
para que llevara gratis las cosas.
El gendarme,
mira interrogante al pesquisa,
el pesquisa,
mira interrogante al gendarme.
Con qué placer,
de casta de gendarmes,
me azotarían,
o me harían crucificar,
por tener en las manos,
el pasaporte soviético,
el de la hoz y el martillo.
Yo,
como un lobo,
mordería al burocratismo,
a las credenciales,
no les tengo respeto.
¡Que se vayan,
todos al diablo,
cualquier papel,
pero éste!…
Yo saco,
del bolsillo,
de mis enormes pantalones,
un duplicado del pasaporte-,
carga de poco peso.
¡Leed,
envidiadme!
Yo soy
ciudadano,
de la Unión Soviética.
Jamás comprenderéis
por qué yo,
tranquilo,
entre el vendaval de burlas.
Llevo en un plato el alma
al festín de los años futuros.
Por el carrillo rasposo de las calles,
resbalando como lágrima inútil,
yo,
quizá sea
el último poeta.
¿Habéis visto?
En las avenidas pedregosas
se contonea
la cara listada de la abulia ahorcada,
y sobre la cerviz espumajosa
de los ríos veloces
retuercen los puentes sus brazos de hierro.
El cielo llora
desconsolado,
sonoro;
una nubecilla
una mueca en la comisura de los labios
parece una mujer que esperaba un niño
y Dios le dio un idiota tuerto.
Con dedos rollizos, cubierto de vello rojo,
el sol acarició con la insistencia del tábano
vuestras almas fueron esclavizadas a besos.
Yo, intrépido,
mantuve en los siglos el odio a los rayos de día;
con el alma tensa, como nervios de cable,
soy
el rey de las lámparas.
Vengan a mí
los que rasgaron el silencio,
los aullaron
cuando el dogal del mediodía apretó,
les mostraré,
con palabras
sencillas,. Como un mugido,
nuestras nuevas almas,
zumbantes,
como arcos de lámparas.
Apenas toque con los dedos vuestra cabeza
os crecerán los labios
para enormes besos
y una lengua
afín a todos los pueblos.
Yo, con el lama renqueante,
me retiraré a mi trono
con agujeros de estrellas en las bóvedas gastadas.
Me acostaré
luminoso
con ropas hechas de indolencia
sobre el blando lecho de estiércol legítimo
y silencioso,
besando las rodillas de las traviesas
me abrazará por el cuello la rueda de un tren.
Comentarios
Un saludo
Grandioso
Un saludo