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Propuesta: 9 de Mayo, Día de Europa, fiesta oficial en toda la UE...

editado mayo 2013 en Política y actualidad
... eliminando alguna fiesta local.

En el caso de Madrid, por ejemplo, quitando La Almudena (9 de Nov.) y sustituyéndola por esta.

Ya, ya sé que es una propuesta con un cierto tono "folklórico", pero...

La construcción europea y avanzar en la integración, de los escasos proyectos ilusionantes que merecen la pena.

Saludos.

P.S.:

Ayer tuve la suerte de asistir en el Auditorio Nacional a un concierto en el que actuó un coro de niños italianos, españoles, franceses y alemanes por ser el Día de Europa. Cantaron temas clásicos de compositores europeos, entre ellos el Himno de Europa.

Sencillamente, precioso.

Y piensas muchas cosas viendo a todos esos chavales juntos. Y aquí, cada uno sacando su particular boina.

Comentarios

  • Yo pondría el día de Europa el día que haya algo por lo que celebrarlo.
  • "Diomedes&quot escribió :
    Yo pondría el día de Europa el día que haya algo por lo que celebrarlo.

    Pues ya te estás perdiendo todos estos años, porque hay mucho que celebrar. Espero que en el futuro haya todavía más.
  • Por cierto, por si alguien lo desconociese:

    El Día de Europa se instituyó el 9 de Mayo por ser la efemérides de la Declaración Schuman, el discurso del ministro de Asuntos Exteriores francés que se considera fue el primer paso para la integración europea tras la 2ª Guerra Mundial.

    Se instituyó el día 9 de Mayo como Día de Europa en 1985.

    Este es el texto íntegro del discurso:

    http://europa.eu/about-eu/basic-information/symbols/europe-day/schuman-declaration/index_es.htm

    Este es el sonido del discurso (en francés):

    http://ec.europa.eu/avservices/audio/discours/schuman.mp3

    El discurso fue pronunciado en el Salón del Reloj de Quai d'Orsay, en Paris, con Jean Monnet sentado a su derecha.

    Se considera que ese día fue el nacimiento de la Europa comunitaria.
  • Ah, y otra cosa:

    Esa propuesta que hago tiene otra lectura:

    Eliminar una de tantas fiestas religiosas, que son casi todas, y cambiarla por una de significado civil. Y pocas puede haber con tanto contenido como esta que propongo.
  • El 9 de mayo es la fecha más antieuropea que pueda existir. Representa precisamente la victoria de la URSS sobre la Alemania nazi que era la que iba a unificar Europa a base de bien y al final quedó dividida en dos bloques  :chis:
  • editado mayo 2013 PM
    "whydah&quot escribió :
    El 9 de mayo es la fecha más antieuropea que pueda existir. Representa precisamente la victoria de la URSS sobre la Alemania nazi que era la que iba a unificar Europa a base de bien y al final quedó dividida en dos bloques  :chis:

    En España llevamos mucho tiempo celebrando el "Día de la Hispanidad y por el Imperio hacia Dios", anteriormente conocido como Día de la Raza, y Hugo Chávez declaró que no se volvería a celebrar nunca esa efemérides, sustituyéndola por el Día de la Resistencia Indígena (por aquello de por "joder" al imperio, o sea a nosotros, mayormente). Que es más o menos cuando el indio Pocapolla le tiró una pedrada a Hernán Cortés.

    "Pos" más o menos.

    Se celebra lo que se celebra. En el mundo pasan muchas cosas todos los días, pero hay sólo 365 días cada año. Es normal que los acontecimientos se solapen. Pero eso no significa que se celebren todos los acontecimientos que pasaron en cada fecha, ¿no?
  • "skye&quot escribió :
    Pues ya te estás perdiendo todos estos años, porque hay mucho que celebrar. Espero que en el futuro haya todavía más.

    Lo único que estoy viendo todos estos años es que ante la primera prueba de fuerza (una crisis económica) la respuesta de los europeos se ha plasmado en la ascensión del nacionalismo, el sálvese quien pueda y la tradicional beligerancia entre países. No hay nada que celebrar porque en la salud podemos ser más o menos europeos, pero en la enfermedad somos alemanes, españoles, franceses, finlandeses y el carné de europeo lo dejamos en el baúl del olvido. No hay nada que celebrar porque no nos sentimos europeos. ¿Pero cómo pedir a un español, a un italiano, a un portugués, a un griego o a un chipriota que se sientan parte de un todo en conjunción con alemanes y escandinavos?
  • "Matarratas&quot escribió :
    Preguntándole a Hakeem Jackson, negrazo de Alabama, por qué se siente tan americano como John Schrekenghost de Pennsylvania o que Johan Johannsen de Minnesota o que Giulio Triviani de Brooklyn.

    Porque todos ellos forman parte de una misma nación, y cuando vienen tiempos difíciles esa nación no hace diferencias entre los ciudadanos que viven en Pennsylvania, en Minnesota o en Nueva York. Sin embargo un griego, un español o un italiano no puede decir que los alemanes son "de los suyos" después de lo que hemos vivido los últimos años.
  • Este es el artículo publicado en un blog del diario "El País" en el que apunta en la misma dirección que propongo:
    ¿Por qué no celebramos hoy el Día de Europa?

    Por: Manuel Montobbio| 09 de mayo de 2013

    ¿Por qué este Día de Europa no es festivo en toda Europa?. ¿Por qué no lo celebramos todos los europeos como celebramos el Año Nuevo, la Navidad y otras fiestas religiosas, el Primero de Mayo o las efemérides nacionales o locales que consideramos referentes de nuestra identidad colectiva?. ¿Por qué se limita su celebración a actos oficiales y recepciones de los titulares de las instituciones europeas, el “Saint Schuman” de que disfrutan sus funcionarios; o algunos debates y artículos en los medios de comunicación con ocasión de este día (como en definitiva éste)?. ¿Acaso nos importan más todas las conmemoraciones religiosas, históricas, temáticas, nacionales o locales a las que dedicamos los catorce días festivos de nuestro calendario laboral?. ¿Acaso es Europa tan solo cosa de las instituciones y funcionarios de la Unión Europea; algo que les pasa a los otros y no a nosotros?. ¿Acaso no es el que somos como europeos tan nosotros como los que celebramos los festivos que celebramos?. ¿Acaso no es Europa algo a celebrar; y, si fuera el caso, por qué?.

        Celebramos aquello que somos y en lo que creemos. Celebramos lo que pasó para que fuéramos lo que somos y quienes somos y queremos seguir siendo. Celebramos en lo que creemos y celebramos que creemos. Celebramos los momentos hermosos de la vida, y los celebramos para hacerlos más hermosos. Y la vida misma, y haber nacido. Y la muerte para que en nosotros sigan vivos quienes en nosotros viven. Celebramos que estamos juntos, para estar juntos; y nos juntamos para celebrar. Celebramos que somos nosotros, el nosotros que somos y para ser nosotros. Celebramos lo que hemos hecho, lo que hemos conseguido, lo que hemos sido y queremos ser.

    ¿Por qué y para qué son festivos los días festivos?. ¿Cómo llegaron a serlo?. Tal vez sean hoy para muchos días de descanso, para el ocio; mas en su origen su carácter no laborable se debió a la necesidad de dedicación de ese día a otras ceremonias, otras actividades colectivas o familiares, la necesidad de que ese día fuéramos parte del ser social de manera distinta a la que somos como trabajadores, al respeto a lo que conmemoramos, que pareciera mostrarse mejor a través de esa dedicación en exclusiva a ello, con la excepcionalidad de la ruptura de la rutina de lo cotidiano. Pues también excepcionales - de esa excepcionalidad última e inapelable de los momentos que marcan un antes y un después en la naturaleza y en la vida – fueron en su origen los motivos de su celebración, como los solsticios de invierno o verano, o la llegada de la lluvia, o el nacimiento o la muerte, o el entierro o la boda, o l coronación de un Rey, o la victoria que exige el desfile triunfal de los guerreros que regresan a casa, o la cosecha o la siembra. Se va uniendo a esta excepcionalidad universal, común a todas las sociedades, aquella propia de cada sociedad o grupo humano, que hace de su nosotros un nosotros; y para hacerlo y sentirlo se celebra. El nosotros de la familia, el de la religión compartida, el de la comunidad política.

        Podemos así considerar los catorce días que figuran como festivos en el calendario laboral como una conquista del movimiento sindical y de la progresiva expansión de los derechos sociales que conlleva el desarrollo del Estado del bienestar. Y sin duda en su existencia lo es. Mas es al tiempo en su contenido – en la decisión de cuáles son esos días festivos y en la celebración de qué – un pacto entre las creencias y las ideas; un acomodo y reconocimiento del pasado, de la tradición, un intento de recoger el legado de la Historia; pero también de crearla, de hacer de las ideas tradición, de asociar su celebración a la manera que se celebran las creencias, de consagrar un día a su celebración como para ellas se hace, de igualarlas en el plano simbólico y en el imaginario colectivo, impregnar a sus motivos de socialidad, promover de alguna manera una socialidad civil, ciudadana o republicana, una mitología y discurso narrativo del Estado y su comunidad. El establecimiento y declaración de un nuevo día festivo – sea el de los trabajadores o el de la Constitución – busca el mito, el símbolo, la ejemplaridad, el tótem.

        Esa búsqueda del símbolo, el rito, el mito, el tótem se da en todo poder político que se instaura, y en toda comunidad política que se constituye como tal. Y de alguna manera buscan también éstos a éste y a ésta; como si quisieran ayudarles a ser, a alumbrarse del todo. Cuántas veces una época, un hecho, un anhelo colectivo, un pueblo o un sistema de poder no han quedado atrapados en un símbolo. Cuántas el símbolo mismo puede ser poder.

        El símbolo adecuado en el momento adecuado, que puede llegar a hacer un instante único e irrepetible de la Historia, que quienes lo hayan vivido querrán repetir, como el del nacimiento y difusión en la Francia revolucionaria de La Marsellesa, que nos narra Stefan Zweig en Momentos estelares de la humanidad. Una narración de la que pareciera como si no hubiera encontrado un pueblo su canción, sino una canción a su pueblo; que para cantar juntos esa canción mereciera la pena ser pueblo, por cantarla defender esa patria, para quien haya sentido eorgullo de cantarla ninguna dignidad mayor que la de ser uno de los ciudadanos a los que la canción apela. ¿Dónde está La Marsellesa de la Unión Europea?

        Canciones, desfiles, uniformes, banderas, arcos de triunfo, estatuas o monumentos, días proclamados sagrados para honrar a la patria. Ese paso de las creencias a las ideas como motor y objeto de realización en la Historia, de la voluntad de Dios a la del pueblo como fuente de legitimidad, de afirmación del contrato social y la soberanía popular, de la nación como sujeto colectivo de la Historia, que se da a partir del triunfo de la Revolución Francesa y su extensión napoleónica, tiene una voluntad y vocación fundacional, de ruptura con lo hasta entonces existente y afirmación de lo nuevo como prueba y símbolo del progreso y avance de la Historia, del nuevo orden y la nueva era que en ella inaugura e instaura; y al tiempo de creación, adopción de nuevos ritos bajo viejas formas, de dotación de los símbolos, la magia, los mitos, el ceremonial y los ritos que definían el carácter irracional y canalizaban la vivencia social del orden que en nombre de la razón se abate. Una simbología, ritual y ceremonial republicano, ciudadano, nacional, que gira en torno a los nuevos astros, conceptos y conmemoraciones referenciales aglutinadores del nosotros, articuladores de la vida colectiva: diferente, distinta, si se quiere rupturista – como nos muestra el intento de la Revolución Francesa de cambiar hasta los nombres de los meses, y nos recuerda en diez y ocho Brumario de Napoleón Bonaparte -; mas no carente de la misma simbología, grandeza y solemnidad del discurso cosmogónico y del relato de lo político que lo precedió. Tal vez porque, como nos señala en su análisis de la Filosofía Política de Marx, el Psicoanálisis de Freud y la Antropología de Lévi-Strauss George Steiner en Nostalgia del absoluto, los saberes que en nombre de la ciencia y la razón han pretendido substituir el discurso cosmogónico de la religión han aspirado a la misma vinculación identitaria que las religiones respecto de sus creyentes. Tal vez, simplemente, porque, consciente o intuitivamente, el poder y las mujeres y los hombres sabemos, en lo profundo de nuestro ser social, que nuestra vida en común necesita de relatos, ejemplos, referentes, héroes y hechos heroicos, ideales e ideas, canciones, consignas y símbolos, rituales, conmemoraciones y tótems para construir, aglutinar y mantener nuestro imaginario e identidad colectiva. Y una Historia de donde venir y a donde ir, que nos ha hecho y por hacer. Y un futuro mejor y un ideal por y desde el que vivir y dar sentido al presente. Porque para ser nosotros necesitamos, sí, esas y otras muchas cosas. Y necesitamos, queremos, celebrar. Necesitamos y queremos días festivos; y con solemnidad fundacional los proclamamos y empezamos a celebrarlos un día. Porque somos y para ser.

    ¿Por qué no celebramos entonces el día de Europa, o lo hacemos como lo hacemos?. ¿Por qué no es festivo este nueve de Mayo?. ¿Por qué no hacerlo tal?.

        Podríamos responder, a la luz de las consideraciones expuestas, como Pascal Lamy en La démocratie-monde, que “la ausencia de una escenografía inteligible por todos los europeos hace difícilmente aprehensibles y comprensibles los signos que emite el poder. Europa, desde ese punto de vista, es un poder sin tótem”. Podríamos pensar que, efectivamente, es así y así tiene que ser. Que es distinta la construcción de Europa a la de cualquier otro sistema u orden político preexistente, que no podemos repetir en ella las mismas sustituciones de representación simbólica y totémica que han conllevado en al Historia otras construcciones políticas. Que Europa es, sí, un poder sin tótem; y así tiene que ser, así queremos que sea.

        Podríamos preguntarnos también si puede un poder sin tótem ser poder. Si el de la construcción europea no es, también, un reto de identidad colectiva; de construcción de ésta. O de toma de conciencia de la identidad común, complementaria de las identidades nacionales y colectivas existentes. De la común identidad humana, de nuestra común condición humana, de los derechos humanos que queremos preservar y realizar suscribiendo el contrato social.

        Nos decía Kant que el hombre es el único ser que se trasciende a sí mismo. Y Foucault que la cárcel está en uno mismo, como también la ley. También está y puede estar en nosotros Europa. Tal vez sea la europea una identidad distinta, aquella que resulte de ese asumir kantiano de la esencia de trascenderse a sí mismo, de trascender las identidades nacionales preexistentes y afirmar frente a ella nuestra común identidad humana.

        Humana, mas identidad al fin y al cabo; y por ello necesitada también de símbolos, de tótems, de celebración colectiva de la identidad colectiva.

        Asumir, en definitiva, nuestras identidades múltiples y ciudadanía multinivel, la identidad y la ciudadanía europea como elementos esenciales de la construcción europea. Recordar que, al volver la vista atrás sobre los inicios de la construcción europea que inició con la declaración que el nueve de Mayo se conmemora, dijo Robert Schuman que, si tuviera que volver a comenzar, empezaría por la cultura. Pensar que tal vez no hubiera podido empezarse la construcción europea por la cultura; pero preguntarnos si podrá concluirse sin ella.


        Podríamos preguntarnos, por otro lado, por qué no se promueve esa celebración desde el poder; si tal vez subconscientemente, intuya éste que ésta pudiera acabar comportando su metamorfosis, la transformación de su poder en Europa, a través de Europa, en poder de Europa; y de alguna manera el hara kiri de su poder, de su exclusividad simbólica frente a los ciudadanos, tal como había existido hasta ahora.

        Podríamos pensar, en fin, que no hay Europa que celebrar más allá de la de la Copa de Europa. Pero, si así fuera, podríamos preguntarnos qué Europa queremos para que queramos celebrarla. Y como ciudadanos pedírsela a quienes en nuestro nombre y para la realización del interés general ejercen el poder en los estados y las instituciones europeas. Decirles que queremos Europa. Y una Europa que celebrar. Y que queremos celebrarla. Que celebrando Europa se construye también Europa: cómo la celebremos muestra cómo la construimos; cómo queremos celebrarla cómo queremos construirla. Que queremos que Europa sea, también, una fiesta. Y que queremos que sea festivo su día, este día.

        Ha habido días festivos instaurados de arriba abajo, del poder a la ciudadanía; y de abajo a arriba, de la ciudadanía al poder. También de abajo a arriba se construye Europa. De nosotros, de todos y cada uno y cada una también depende recorrer el camino que empieza con la pregunta, la inquietud, el anhelo, el deseo, la aspiración de la celebración de Europa.

    http://blogs.elpais.com/ideas-subyacentes/2013/05/por-qu%C3%A9-no-celebramos-hoy-el-d%C3%ADa-de-europa.html
  • editado mayo 2013 PM
    "Nuberu&quot escribió :
    No se puede forzar la identidad.

    Yo creo que las bibliotecas están llenas de libros explicando cómo se "fabrican" identidades más o menos artificialmente cuando interesa tal cosa a ciertos grupos dominantes (económicos, políticos, etc.).

    Pero, en cualquier caso, aquí habría que recurrir a la preguna típica: ¿se nace o se hace?

    La respuesta que se aproxima más a la realidad la mayor parte de las veces es una mezcla de las dos cosas: tiene que haber "algo", una semilla, y, después, esa semilla tiene que cuidarse para que salga la planta y el fruto.

    En esto pasa algo parecido. Si somos capaces de elevarnos un poco por encima de la coyuntura diaria, creo que sí se puede percibir que existe esa semilla, un cierto sentimiento de europeidad o de compartir ciertos valores, cierta historia, cierta... "vecindad". Después viene la segunda parte, la de cuidar, regar, esa tierra para que haya planta. Y eso no es sólo tarea de los políticos. Es más, diría que ese trabajo se está haciendo más desde abajo que desde arriba: nuestros viajes por Europa en vacaciones, los estudiantes del Erasmus... Hace no tanto, veinte o treinta años, un alemán, un francés, un italiano, eran poco menos que bichos raros. Ahora, la mayoría estamos acostumbrados a ellos y los sentimos un poco como los peces del charco de la esquina, que diría el poeta, como los vecinos de la puerta de enfrente con los que te peleas en las reuniones de comunidad de vecinos y que pueden ser un "coñazo", especialmente si se apellidan Merkel, pero también como gente con la que compartes muchas cosas.
  • Ok, el 9 de mayo, Día de los bancos alemanes, entonces.
  • Mientras no tenga que ir al curro bien.
  • Yo no veo nada que celebrar.
    Merkel quiere más sacrificios por parte de España, Grecia y Francia
    Para España y Grecia, Alemania considera "imprescindible" llevar a cabo más reformas para "superar la rigidez" de su mercado laboral.

    El Gobierno alemán espera más sacrificios de sus socios de la zona euro más afectados por la crisis, tanto Italia como Grecia, España y Francia, afirma el semanario "Der Spiegel", que cita un informe interno del Ejecutivo de Angela Merkel.

    De acuerdo con ese medio, que se remite a un informe parcial sobre el Pacto para el Crecimiento de la Unión Europea (UE), Berlín considera que sus socios deben acometer más ajustes, en aras de la política de austeridad, para superar la crisis económica.

    En este informe se reconoce que todos los países miembros han llevado adelante "una movilización general" para reformar sus estructuras y competitividad.

    Sin embargo, se perfila, en el caso de Italia, "más margen de maniobra para la liberalización del mercado laboral", apunta el semanario.

    Una situación parecida se apunta en lo que concierne a Grecia y España, en los que se considera "imprescindible" llevar a cabo más reformas para "superar la rigidez" de su mercado laboral.

    Finalmente, en el caso de Francia se considera que hasta ahora los planes de consolidación se han traducido esencialmente en un aumento de los ingresos, pero que no se ha reducido el gasto público.

    El análisis del Gobierno de Berlín admite que las reformas precisan tiempo para que surtan efecto, aunque al mismo tiempo constata que es preciso lograr pronto algunos éxitos.
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