En la cuna de Toumaní Djabaté ya no se puede cantar. Los griots, una de las raíces históricas del blues y del jazz, tienen que huir y dejar de cantar y de transmitir su cultura como han hecho por siglos. ¿Por qué? Por los putos islamistas. Así revienten todos.
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Un país de tal riqueza musical (Ali Farka Touré, Salif Keita, Amadou et Mariam, ...) quedará absolutamente acallado con la aplicación de la sharia.