El NKVD comenzó a interesarse por el átomo ya en 1940. En ese año, por orden directa de su director Laurenti Beria, se dieron instrucciones a las redes de espionaje en Gran Bretaña y Estados Unidos de infiltrarse en los centros de investigación atómica de estos países. Al mismo tiempo Beria trataba de convencer a Stalin y al Politburó de la importancia del tema, ya que tenía claros indicios de que la carrera atómica había comenzado: científicos relevantes estaban desapareciendo del mapa, al tiempo que las potencias estaban tratando de acaparar las existencias de materiales necesarios en la investigación atómica, como el uranio y el agua pesada. Sin embargo, hasta 1942, cuando pudo presentar cantidades importantes de información que demostraban la magnitud del proyecto atómico angloamericano, no logró convencer a Stalin de que era necesario que la URSS pusiese en marcha su propio programa nuclear militar, el Proyecto Urania (que quedó bajo el control directo del propio Beria).
La primera fuente de importancia que tuvo el NKVD fue el quinto hombre de “los cinco de Cambridge”, una de las más importantes redes de espionaje de la historia. Se trataba de John Cairncross, que entre 1940 y 1942 consiguió el puesto de secretario personal de Lord Hankey, ex jefe de los servicios secretos británicos, ex ministro sin cartera del gobierno Chamberlain, y que había recibido el encargo de Churchill de presidir el comité consultivo británico que estudiaba las posibilidades energéticas y militares de la investigación nuclear. Cairncross (de nombre en clave Carelio) tuvo acceso a los primeros informes técnicos hechos por científicos británicos que confirmaban la posibilidad de conseguir la bomba en un plazo relativamente corto, asistió al nacimiento del programa nuclear británico, escondido tras un organismo al que se le dio el inocente nombre de Dirección de Aleaciones Tubulares (Tube Alloys), y asistió también al comienzo de la cooperación angloamericana de la que nació el Proyecto Manhattan.
Unos años más tarde otro miembro del Círculo de Cambridge tuvo también acceso a gran cantidad de información sobre el Proyecto Manhattan: Donald McLean, infiltrado en los servicios diplomáticos británicos, y que a mediados de 1945 fue encargado de la coordinación entre los proyectos nucleares norteamericano y británico, que todavía mantenían una estrecha colaboración. Por sus manos pasaba toda la correspondencia entre ambos países referente a la investigación atómica.
Un tercer miembro del grupo de Cambridge también intervino en esta historia unos años después: Kim Philby, uno de los más grandes espías de todos los tiempos, entre 1949 y 1951 era el agente de enlace del MI-5 en Estados Unidos, cuando se estrechaba el cerco en torno a las redes de espionaje soviéticas en occidente, y logró que parte de ellas lograran escapar (entre los que se salvaron por la actuación de Philby estaba su amigo McLean). La historia de cómo los norteamericanos consiguieron descubrir a muchos de los espías soviéticos que operaron en occidente en los años 40 comienza en 1942, cuando la central del NKVD en Nueva York cometió el error de utilizar códigos repetidos en sus comunicaciones con Moscú. A ese fallo de seguridad se le añadió posteriormente un libro de códigos soviético parcialmente quemado que los finlandeses habían capturado en 1941, y que en 1944 cedieron a los estadounidenses. A partir de pistas como esas la ASA (Army Security Agency) comenzó a trabajar en el descifrado de los mensajes que los agentes del NKVD habían mandado a la Lubianka en los años de la guerra, y que los servicios occidentales conservaban grabados. Fue un trabajo de años al que se le dio el nombre clave de Proyecto Venona. Hacia 1950 el cuadro de las redes soviéticas en occidente estaba más o menos claro, pero Philby, que tenía acceso a Venona, puso sobre aviso a los soviéticos y logró salvar parte de ellas. Pero esa es otra historia.
El Círculo de Cambridge dio mucha información, y de gran importancia, pero los soviéticos estaban más interesados en los aspectos técnicos de la investigación atómica que en los políticos: necesitaban hombres dentro de los centros de investigación y desarrollo.
En el Proyecto Manhattan la seguridad llegaba a niveles agobiantes. Como recordó años más tarde Laura, la esposa de Enrico Fermi: “muchos de los europeos se sentían incómodos porque vivir en un lugar rodeado de alambradas les recordaba los campos de concentración” (muchos de ellos eran refugiados políticos, huidos del fascismo, el nazismo y las leyes antisemitas). Pero no sólo afectaba a los europeos: el segundo de Oppenheimer, el doctor Edward Condon (que se haría famoso dos décadas después entre ufólogos y frikis varios de todo el mundo por el “Informe Condon”, la verdad oficial del gobierno USA sobre el fenómeno OVNI) dimitió a las diez semanas porque no podía soportar las estrictas medidas de seguridad. Estas no consistían sólo en controlar las entradas y salidas, y rodear los centros de investigación de alambradas y patrullas militares, también (y especialmente) el FBI y el G-2 (la inteligencia militar estadounidense) interrogaban con frecuencia a los científicos e investigaban sus vidas privadas, sus movimientos y relaciones. Sospechosos no les faltaban, muchos de los principales científicos del Proyecto Manhattan, como Leo Szilard y Enrico Fermi, eran de reconocidas ideas izquierdistas, y no sólo entre los europeos: el mismísimo director científico del Proyecto Manhattan, Robert Oppenheimer, era simpatizante comunista, y entre sus familiares y amistades íntimas había varios militantes del partido comunista. Todos ellos eran sometidos a una estrecha vigilancia por parte de la contrainteligencia norteamericana. Aunque varios de los principales científicos seguramente eran partidarios de compartir sus conocimientos con los soviéticos, por proximidad ideológica o por la creencia de que sólo un control internacional de la nueva arma aseguraría la supervivencia de la civilización, ninguno de ellos pasó información conscientemente a los rusos. El científico de más nivel que lo hizo fue Bruno Pontecorvo, brillante físico discípulo de Fermi y colaborador suyo desde antes de que ambos se exiliaran de Italia, que sorprendió a todo el mundo en 1950, cuando desertó de Gran Bretaña huyendo precipitadamente a la URSS vía Finlandia coincidiendo con la detención de Klaus Fuchs, pero su nivel de implicación con las redes de espionaje soviéticas no está claro.
Uno de los científicos que más activamente colaboraron con la inteligencia soviética fue el británico Alan Nunn May, captado por el NKVD en 1943 cuando se encontraba en Canadá colaborando en el proyecto Tube Alloys, Ya en Estados Unidos pasó información sobre la planta de producción de plutonio en Hanford y sobre la prueba de la bomba de plutonio en Trinity. En Los Alamos, en los laboratorios secretos donde se diseñaron y se fabricaron las bombas, los soviéticos también lograron tener informadores. Uno fue Theodore Hall, jovencísimo físico que a los 18 años comenzó a trabajar en el grupo que diseñaba el mecanismo de implosión de las bombas de plutonio. Pero el principal fue Klaus Fuchs. Alemán de nacimiento, nacionalizado británico, Fuchs fue otro de los científicos que Gran Bretaña envió a los Estados Unidos para colaborar en el Proyecto Manhattan. Dio a los soviéticos gran cantidad de información de diversas áreas, y la mayoría de los científicos e historiadores creen que hizo una gran contribución al desarrollo del programa nuclear soviético. Pero en esto, como en todo, no hay unanimidad. Según Philip Morrison, otro eminente físico que trabajó en el Proyecto Manhattan, “los rusos habían hecho mejor labor por sí mismos que lo conseguido de los estadounidenses vía Fuchs, pero no se atrevieron a poner en práctica su propio trabajo y prefirieron copiarles, por lo que tuvieron que conformarse con un segundo puesto”, opinión compartida, por supuesto, por los científicos soviéticos, que se quejaron de que Beria se fiaba más de las informaciones llegadas de los Estados Unidos que de sus propias investigaciones, y les obligaba a seguir el modelo americano. La opinión más aceptada es que los soviéticos habrían conseguido la bomba por sí solos, pero sin la información enviada por Fuchs y los demás informadores habrían tardado dos o tres años más.
Klaus Fuchs
Klaus FuchsAKA Emil Julius Klaus Fuchs
Born: 29-Dec-1911
Birthplace: Rüsselsheim, Germany
Died: 28-Jan-1988
Location of death: Berlin, Germany
Cause of death: unspecified
Remains: Buried, Berlin Friedrichsfelde Cemetery
Gender: Male
Race or Ethnicity: White
Sexual orientation: Straight
Occupation: Spy, Physicist
Nationality: England
Executive summary: Manhattan Project scientist, spy for USSR
A diehard Communist who fled Nazi Germany for England, physicist Klaus Fuchs was eventually recruited for the British atomic bomb program in 1942. Which is when he began spying for the Soviet Union. A short time later, he was sent to the United States to work on the Manhattan Project. His espionage was finally uncovered in 1950 after American codebreakers unraveled the VENONA cables, and he was imprisoned in England for nine years.
Later it turned out that Fuchs's information was probably of little value to the Soviet atom bomb project, but this was certainly not for a lack of trying. Fuchs had handed over the most valuable data he could obtain. Upon release, Fuchs relocated to East Germany.
Father: Emil Fuchs (Lutheran minister)
Mother: Else Fuchs (d., suicide)
Sister: Elisabeth
Brother: Gerhard
Sister: Kristel
Wife: Margarete Keilson (m. 1959)
University: University of Leipzig
University: Keil University
University: PhD Physics, University of Bristol (1937)
University: Edinburgh University
University: Columbia University
Naturalized UK Citizen 1942
Manhattan Project 1944-45
Los Alamos National Laboratory
Espionage (Official Secrets Act) convicted 1-Mar-1950
Antes de que el proyecto Venona empezase a dar resultados el FBI estuvo dando palos de ciego en su búsqueda de espías en el proyecto Manhattan. Un ejemplo: Los norteamericanos habían enviado a Europa un pequeño grupo de científicos dirigido por el físico de origen holandés Samuel Goudsmit con la misión de seguir a las tropas aliadas en su avance por Europa y buscar pruebas que determinasen la situación de la investigación atómica alemana. La misión recibió el nombre de operación Alsos. Cuando los aliados tomaron Estrasburgo, en noviembre de 1944, encontraron lo que buscaban: los trabajos de los científicos de la universidad, entre ellos Weizsäcker (uno de los pocos físicos que por su nivel necesariamente tenían que ser los responsables de cualquier programa nuclear alemán), que demostraban que el proyecto alemán se encontraba aún a nivel académico. En diciembre algunos de los científicos del Proyecto Manhattan empezaron a tener noticias de los descubrimientos de Alsos, y varios de ellos se encontraron con que el motivo por el que habían apoyado la fabricación de la bomba (conseguirla antes que los nazis) había desaparecido. Uno de ellos era un polaco de nacimiento llamado Josep Rotblat, que dimitió del proyecto. El hecho de ser polaco unido a que el FBI descubrió que sabía pilotar aviones le convirtió en el gran sospechoso de espionaje, y durante meses se centraron en investigarle y buscar pruebas contra él, que nunca consiguieron. Al parecer no tuvieron en cuenta que no era muy probable que un espía atómico abandonase el proyecto en el momento más importante alegando razones morales (como curiosidad, Rotblat se hizo famoso muchos años después, en 1995, cuando recibió el Premio Nobel de la Paz por su labor como presidente de la Conferencia Internacional Pugwash, el grupo pacifista promovido por Albert Einstein y Bertrand Russell).
En septiembre de 1945 un agente destinado en la embajada soviética en Ottawa llamado Igor Gouzenko desertó y dio las primeras pistas auténticas sobre las redes de espionaje soviéticas en Norteamérica. Gracias a él, el contraespionaje aliado supo que tenía que buscar a un espía con el nombre en clave Alec, que había estado en la misión científica británica en Estados Unidos, y anteriormente en los laboratorios de Tube Alloys en Montreal. Se trataba de Alan Nunn May. En 1946 fue detenido en Inglaterra, juzgado por espionaje y condenado a 10 años de cárcel. Por entonces ya había dejado de colaborar con la inteligencia soviética, y había vuelto a Inglaterra para dedicarse a la física experimental en el King’s College de Cambridge (igual que Philby y compañía, había estudiado en Cambridge en los años treinta y allí había sido “seducido” por las ideas comunistas, pero no tuvo ninguna relación directa con el Circulo de Cambridge). El primer espía atómico importante había sido capturado.
Alan Nunn May:
Allan Nunn May, the son of a brassfounder, was born in Kings Norton, Birmingham, on 2nd May 1911. An extremely intelligent student he won a scholarship to Trinity Hall, Cambridge in 1930. He obtained a first in physics and then studied for a PhD under Ernest Rutherford. On its completion he given a lectureship at King's College, London.
Nunn May developed left-wing political opinions and as well as joining the Communist Party he was active in the Association of Scientific Workers.
In 1939 he began work on a secret radar project at Suffolk. He then moved to Bristol where he worked with Cecil Powell on a project that attempted to detect fast particles from radioactive substances using photographic methods.
During the Second World War May Nunn was recruited by James Chadwick to the team at Cambridge University working on the possible use of heavy water as the basis for a reactor.
In 1942 the Manhattan Engineer Project was set up in the United States under the command of Brigadier General Leslie Groves. Scientists recruited to produce an atom bomb included Robert Oppenheimer (USA), David Bohm (USA), Leo Szilard (Hungary), Eugene Wigner (Hungary), Rudolf Peierls (Germany), Otto Frisch (Germany), Niels Bohr (Denmark), Felix Bloch (Switzerland), James Franck (Germany), Emilio Segre (Italy), Enrico Fermi (Italy), Klaus Fuchs (Germany) and Edward Teller (Hungary).
Nunn May and James Chadwick also joined the project. Nunn May was based with the Tube Alloys research team developing the atom bomb at chalk River near Montreal, Canada. Although he was no longer a member of the Communist Party he believed that the information about how to develop this weapon should be shared with Britain's ally in the war, the Soviet Union. He did this by secretly supplying samples of uranium 233 and 235 to his Russian contact.
On 5th September 1945, Igor Gouzenko, a KGB intelligence officer based in Canada, defected to the West claiming he had evidence of British spies. Some of this information from Gouzenko resulted in May Nunn and Klaus Fuchs being interviewed by MI5. Eventually he confessed to spying and on 1st May 1946 he was sentenced to 10 years hard labour. When Nunn May was released in 1952 he stated he only passed on information because he felt it was a "contribution I could make to the safety of mankind."
After leaving prison Nunn May was blacklisted in Britain and so in 1961 he went to work in Ghana. While there he carried out research into solid state physics and created a science museum in the country.
Allan Nunn May died in Cambridge on 12th January 2003.
El 29 de agosto de 1949 la Unión Soviética hizo su primera prueba atómica. Fue una sorpresa total para occidente. La caza del espía se intensificó, con la ayuda que los datos que estaba dando Venona sobre la actividad de los informadores de los servicios secretos soviéticos en el Proyecto Manhattan. Gracias a Venona el FBI pudo informar a los británicos de que un científico de esa nacionalidad había estado pasando información a los rusos desde dentro de Los Alamos. Los servicios de seguridad ingleses investigaron a los posibles informadores hasta que acabaron centrándose en Klaus Fuchs como principal sospechoso. Le presionaron haciéndole saber que iban a por él hasta que en un interrogatorio confesó, y fue detenido en febrero de 1950. Fue condenado a catorce años de prisión, la máxima pena que establecía la ley de secretos oficiales británica.
La detención de Fuchs, unida a la deserción de Bruno Pontecorvo en las mismas fechas (ambos trabajaban por aquel entonces en Harwell, el centro donde los británicos fabricaban sus propias armas atómicas) provocó un efecto inesperado: el enfriamiento de las relaciones entre Estados Unidos y Gran bretaña a causa de las criticas recibidas desde ciertos sectores estadounidenses, según los cuales por culpa de las deficientes medidas de seguridad británicas los rusos habían conseguido robar “el secreto de la bomba”. El director militar del Proyecto Manhattan, el general Lesley Groves, llegó a decir que si hubiese dependido de él no habrían intervenido extranjeros en el programa, unas declaraciones sorprendentes de quien conocía mejor que nadie la decisiva contribución de muchos extranjeros, y no sólo británicos, a la bomba atómica estadounidense.
Pero las críticas eran injustas: Venona también permitió descubrir que el otro gran espía en Los Alamos era el estadounidense Theodore Hall. Pero en este caso no lograron ninguna confesión ni ninguna prueba que presentar, a excepción de las comunicaciones descifradas por Venona, una información reservada que no podía darse a conocer en un juicio. No hay unanimidad sobre lo que supuso para el programa soviético la información que les facilitó Ted Hall (igual que pasa con Klaus Fuchs, como ya expliqué), y hay quien piensa que su contribución fue más importante aún que la de Fuchs, sobre todo por lo que se refiere al mecanismo de implosión de las bombas de plutonio, un problema que dio mucho trabajo a los científicos del Proyecto Manhattan (probarlo fue la principal razón por la que se hizo la prueba Trinity, la explosión de prueba de Alamogordo). A pesar de eso, Ted Hall nunca fue procesado, y su caso no se conoció hasta 1997, tras la desclasificación de los archivos Venona.
La 1ª bomba atomica Sovietica se llamo RDS-1 de 40 kilotones.
S2s.
Comentarios
Pues eso. La URSS tuvo sus armas nucleares gracias a un Gulag atómico cuyos presos construyeron todo lo necesario.
Evidentemente las condiciones de trabajo eran completamente inhumanas. Para empezar, las instalaciones sufrían unos accidentes que nada tenían que envidiar al de Chernobil, en los que miles y miles de personas quedaban expuestas a la radiación. Por ejemplo, en enero de 1949 hubo un accidente en la ciudad atómica de Cheliabinsk-40 (también conocida como Mayak). Las autoridades soviéticas tuvieron que elegir entre perder el uranio y la producción de plutonio, o salvarlos a costa de exponer al personal a la radiación. Evidentemente se optó por lo segundo.
Pero es que en 1957 hubo otro accidente todavía peor que afectó a cientos de miles de personas.
Por otro lado, desde 1948 las emisiones radiactivas se vertían alegremente al río Techa y los lagos de la zona. A mediados de los años cincuenta se evacuó a unos 8.000 habitantes de las comarcas de por allí, pero para entonces la contaminación radiactiva ya había afectado a 124.000.
Según pone en la Wiki, el Lago Karachai es el lugar "más contaminado" de la Tierra. Supongo que, como en el caso del Mar de Aral, los comunistas del foro le echarán las culpas al capitalismo, por supuesto.
No me gusta pegar artículos de la Wikipedia, pero este no tiene desperdicio:
Más:
Cheliabinsk-40 muestra sus catástrofes nucleares ocultas
Aparte de todo esto, los presos del Gulag atómico no eran como los demás. Por ejemplo, si con otros se podían hacer concesiones como liberar a los enfermos graves, a mujeres embarazadas o a ancianos incapaces de trabajar, con estos no. En realidad, jamás iban a recuperar su libertad ya que eran portadores de secretos de Estado de vital importancia. Así, cuando los presos de Arzamas-16 cumplían su condena pasaban a la condición de "exiliados especiales", lo que quería decir que los deportaban a Magadán, en el culo del mundo, a morirse de asco y de frío. Esto pasó con miles y miles de personas. Existe la posibilidad de que a los que estuvieran demasiado débiles para trabajar, por enfermedades u otra razón, se los cargaran directamente. De esto no hay pruebas porque esas órdenes se transmitían verbalmente. Vamos, que se sabe que ocurría pero no hay órdenes escritas.
La situación de los "exiliados especiales" cambió sólo después de la muerte de Stalin: fueron puestos en libertad aunque continuaron teniendo prohibido vivir cerca de alguna frontera y la KGB siguió vigilándolos de cerca.
Por último, muchos de los presos del Gulag atómico eran antiguos soldados del Ejército Rojo que habían cometido el "crimen" de haber caído prisioneros de los alemanes. Fueron "liberados" sólo para cambiar de carceleros.
Obviamente todas estas cosas sólo se han sabido con certeza tras la caída de la URSS.
En cuanto al trabajo de la inteligencia soviética (los héroes de Kribi) en torno a la bomba atómica, se basó en la colaboración voluntaria de varios científicos estadounidenses y británicos que sentían unas enormes simpatías hacia la Unión Soviética y Stalin. Hoy sabemos que aquellos intelectuales occidentales que en su día sintieron unas enormes simpatías hacia la Unión Soviética y, sobre todo, hacia Stalin, lo único que consiguieron fue facilitarles las cosas a una ralea de hijos de puta como no ha habido otros.
Unos héroes, vamos