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Vuelve Varoufakis
El político griego está de vuelta, y lo hace presentando el próximo 9 de febrero, en Berlín, en la plaza Rosa Luxemburg, el Movimiento Diem 25, siglas de Democracia en el Movimiento Europeo 2025. Este es su manifiesto fundacional.
UN MANIFIESTO POR LA DEMOCRATIZACIÓN DE EUROPA
Un fantasma recorre Europa y obsesiona a las potencias europeas; una fuerza a la que siempre han temido y a la que han pretendido eludir, cooptar, corromper, confundir y en definitiva suprimir: la visión de la democracia.
El gobierno de los pueblos de Europa, el gobierno por el demos, es la pesadilla compartida por:
▪ La totalidad de los burócratas de Bruselas (y sus 6.000 lobbystas)
▪ El escuadrón de choque del cuerpo de inspectores de la Troika y el conjunto de “tecnócratas” no electos de otras instituciones internacionales y europeas.
▪ El poderoso Eurogrupo, cuyo poder no se fundamenta en ninguna ley o tratado.
▪ Los banqueros (a menudo en bancarrota), los gestores de fondos de inversión y las oligarquías resurgentes.
▪ Los partidos políticos que apelan de boquilla al liberalismo, la democracia, la libertad y la solidaridad, y que niegan la sustancia de los mismos cuando están en el gobierno.
▪ Los gobiernos que alimentan una cruel desigualdad imponiendo una austeridad contraproducente.
▪ Los magnates de los medios de comunicación, que han convertido la provocación del miedo en una forma de arte y en una magnífica fuente de poder y de beneficios.
▪ Las organizaciones empresariales confabuladas con los organismos públicos secretistas que utilizan este mismo miedo para fomentar el hermetismo y una cultura de la vigilancia pensada para doblegar a la opinión pública a su voluntad.
La Unión Europea fue un logro excepcional, y consiguió unir de forma pacífica a unos pueblos europeos que hablan diferentes lenguas y que están inmersos en diferentes culturas, demostrando que era posible crear un marco compartido de derechos humanos en un continente que, no mucho antes, estaba dominado por un chovinismo homicida, el racismo y la barbarie. La Unión Europea podía haber sido el proverbial Faro entre la Niebla y mostrar al mundo que la paz y la solidaridad podían ser arrebatadas de las fauces del conflicto y la intolerancia.
Por desgracia, una burocracia común y una moneda común dividen a Europa. Una confederación de funcionarios económicamente ingenuos y de “expertos” financieramente incompetentes está desacreditando a Europa y provocando una peligrosa reacción antieuropea. Unas naciones orgullosas se están volviendo unas contra otras. El nacionalismo, el extremismo y el racismo se están despertando de nuevo.
Las economías de la Eurozona están siendo llevadas una tras otra hacia el precipicio de la austeridad competitiva. El resultado es el estancamiento y la recesión en los países más débiles, una baja inversión en los países centrales, una desigualdad inenarrable, y una pérdida de la ilusión en todos ellos. Mientras, los estados miembros de la UE que no pertenecen a la Eurozona están alienados y buscan socios e inspiración en otros lugares.
Una “Europa” ineficiente, autoritaria e ilegítima se está fragmentando. Los europeos se debaten entre dos falsas opciones: replegarse en la burbuja de su nación-Estado o rendirse a la zona libre de democracia de Bruselas. Las consecuencias de este repliegue en la nación-Estado o de aferrarse a la UE existente serán terribles para Europa, para los europeos y para los europeístas. Tiene que haber otro camino. ¡Y lo hay! Es la Europa oficial la que se resiste con toda la fuerza y los procedimientos de su mentalidad de cártel. El antídoto al autoritarismo que corrompe a la Unión Europea y a sus instituciones es una OLEADA DE DEMOCRACIA.
Nuestro movimiento, DiEM-25, pretende propiciar esta oleada. La democratización de la UE tiene que empezar inmediatamente para que sea posible ir minando la resistencia institucionalizada, que tiene que ser vencida antes de que Europa vaya más allá del punto de no retorno.
Le damos una década, hasta el año 2025.
Si fracasamos, la UE se desmoronará a causa de su orgullo desmedido, se fragmentará y su caída provocará incalculables dificultades en todas partes, no solo en Europa. Y si Bruselas consigue impedir su democratización, necesitará ser derrotado como un enemigo de la dignidad humana, del futuro de Europa, de la prosperidad compartida y de la libertad política.
¿Por qué Europa está perdiendo su integridad y su alma?
En las décadas de posguerra durante las cuales la UE fue inicialmente construida, las culturas nacionales fueron revitalizadas en un espíritu de internacionalismo, desaparición de fronteras, prosperidad compartida y elevados niveles de calidad que cohesionaron a los europeos. Pero el huevo de la serpiente estaba presente en el mismo corazón del proceso de integración.
Desde un punto de vista económico, la UE inició su camino como un cártel de la industria pesada (cooptando más tarde a los propietarios agrícolas) decidida a fijar precios y a redistribuir los beneficios oligopólicos mediante su burocracia en Bruselas. Este cártel, y sus administradores afincados en Bruselas, temían al demos y desdeñaban la idea del gobierno-por-el-pueblo.
Paciente y metódicamente, se puso en marcha un proceso de despolitización de la toma de decisiones, el resultado del cual fue un lento pero incesante avance hacia la difuminación del demos de la democracia y el encubrimiento de la toma de decisiones bajo el omnipresente manto de un fatalismo seudotecnocrático. Los políticos nacionales fueron espléndidamente recompensados por su aquiescencia a convertir la Comisión, el Consejo, el Ecofin, el Eurogrupo y el BCE en zonas libres de política. Todos los que se opusieron a este proceso de despolitización fueron tildados de “antieuropeos” y tratados como una disonancia discordante.
El engaño está en la base del intento obviamente político de la burocracia de la UE de acabar con la democracia pretendiendo que la toma de decisiones verticalmente es… apolítica. El tratamiento de las decisiones políticas como problemas técnicos oculta la priorización de unas “normas” cuyo verdadero objetivo es mantener a la mayoría de europeos alejados del poder real sobre el dinero y la economía. Pero estas normas, y la falta de responsabilidad democrática de quienes las perpetran y las imponen, son las que engendran las crisis económicas.
No tiene nada de sorprendente que las instituciones políticas y económicas de Europa hayan llevado a unas circunstancias económicas desastrosas y a unas dificultades evitables.
▪ Las normas tienen que estar al servicio de los europeos y no al revés.
▪ Las divisas tienen que ser instrumentos, no un fin en sí mismo.
▪ Un mercado único es consistente con la democracia solo si incluye mecanismos de defensa de los europeos más débiles y del entorno, mecanismos que tienen que ser democráticamente elegidos y gestionados.
▪ La democracia es esencial para mantener bajo control las endémicas tendencias autodestructivas del capitalismo.
En respuesta a la inevitable crisis de la economía social cartelizada de Europa, las instituciones de la UE causantes de la crisis han recurrido a un autoritarismo cada vez mayor. Cuanto más asfixian a la democracia menos legítima se vuelve su autoridad política y más necesitan recurrir al autoritarismo. De este modo los enemigos de la democracia ven renovado su poder al mismo tiempo que pierden legitimidad y restringen la esperanza y la prosperidad a unos pocos (que solo pueden disfrutar de ellas detrás de las verjas y las rejas necesarias para protegerlos del resto de la sociedad).
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