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BACH PARA TODOS
En su reciente libro sobre Bach, que publicará este año en España la editorial Acantilado, el director británico John Eliot Gardiner confiesa el motivo que le animó a interpretar y grabar todas las cantatas religiosas conservadas del compositor alemán durante un largo peregrinaje por pueblos y ciudades europeos que lo mantuvo frenéticamente ocupado durante los 12 meses del año 2000, cuando se conmemoró el 250º aniversario de la muerte de Bach. Por aquel entonces, Gardiner estaba grabando un disco de cantatas al año y en un momento dado cobró consciencia de que con esa cadencia —un promedio de tres cantatas anuales— no lograría culminar el proyecto hasta que cumpliera 120 años. Son las consecuencias de enfrentarse a un coloso: o tomas cartas en el asunto, o su grandeza acaba por empequeñecer cuanto encuentra a su paso.
Johann Sebastian Bach nació en Eisenach tal día como este próximo lunes (según el nuevo calendario gregoriano) del año 1685. Cuando murió, en 1750, la noticia apenas traspasó los confines de Leipzig, la ciudad en que había pasado los 27 últimos años de su vida. La inmensa mayoría de sus obras seguían estando inéditas y sólo un reducido círculo de familiares, discípulos e iniciados eran capaces de columbrar la verdadera magnitud y trascendencia de su legado. Hoy puede parecernos incomprensible, pero no está de más recordar que, por ejemplo, El clave bien temperado no se editó hasta 1801, más de medio siglo después de la muerte del compositor. La Pasión según san Mateo no visitaría la imprenta hasta 1830, un año después de que Felix Mendelssohn la desenterrara del olvido en Berlín. Y en 1833 el editor Hans Georg Nägeli anunciaba proféticamente la publicación por vez primera de “la más grande obra musical de todos los tiempos y todos los pueblos”, que no era otra que la Misa en si menor. Moriría antes de ver culminado su proyecto, que sí lograría completar su hijo en 1845.
Si los compositores clásicos admiraron e interpretaron a Bach casi siempre en cenáculos privados (como Mozart en las veladas organizadas por el barón Van Swieten en la Biblioteca Imperial de Viena, lo cual dejaría una huella perdurable en su propia música, desde sus seis Cuartetos dedicados a Joseph Haydn hasta su incompleto Réquiem), los músicos románticos decidieron tomar cartas en el asunto y acabar de una vez por todas con esta afrenta histórica. Impulsada por Robert Schumann, Franz Liszt y Felix Mendelssohn, aunque este último no viviría para verla nacer, el 15 de diciembre de 1850, el año en que se conmemoraba el centenario de su muerte, nació oficialmente en Leipzig la Bachgesellschat (Sociedad Bach), que se impuso como único pero mastodóntico objetivo la edición, por fin, de todas las obras de Bach, quien ya para entonces empezaba a estar rodeado de una aureola de grandeza que no ha dejado de crecer hasta hoy.
El 90% de los conciertos con música de Bach sólo cubren más o menos el 10% de sus obras. La iniciativa quiere recuperar el resto
En 1851 vio la luz el primer fruto de aquel empeño, el volumen inicial de la conocida como Bach-Gesamtausgabe, la tan necesaria opera omnia del compositor, integrado por diez de sus dos centenares de cantatas. Johannes Brahms sería uno de sus suscriptores y el último movimiento de su Cuarta sinfonía es indisociable de la publicación de la Cantata BWV 150 de Bach, una obra nacida hacia 1705 y que no se publicaría por primera vez hasta nada menos que 1884, cuando entró a formar parte del trigésimo volumen. El proceso concluyó finalmente en 1899, tras lo cual, cumplido el descomunal propósito que la había hecho nacer, la Sociedad Bach se disolvió para transformarse el 27 de enero de 1900, otro aniversario bachiano, en la Neue Bachgesellschaft. La nueva sociedad se proponía esta vez “preservar y difundir la música de Johann Sebastian Bach e investigar su vida, su obra y su influencia”. Como la primera edición era muy perfectible y se habían descubierto entre tanto nuevas fuentes, se propició a partir de 1950, al tiempo que Wolfgang Schmieder publicaba el primer catálogo completo (a él hacen referencia las ubicuas siglas BWV que preceden a los números que acompañan a todas las composiciones de Bach), una nueva edición de las obras completas. En esta ocasión, el periplo se dilató hasta el año 2000, la más reciente efeméride bachiana, celebrada por todo lo alto con la primera integral discográfica de su música, una enorme caja de 153 discos publicada por el sello Teldec con el nombre de Bach 2000.
Comentarios
Un tesoro, es un verdadero tesoro!!!