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Esto escribía Raymond Chandler a principios de los 50 en El largo adiós

editado agosto 2013 en Política y actualidad
He visto un destello en sus ojos, señor Marlowe. Olvídelo. Vivimos en lo que se llama una democracia, el gobierno de la mayoría. Un espléndido ideal si fuese posible hacer que funcionara. El pueblo elige, pero la maquinaria del partido nomina, y las maquinarias de partido, para ser eficaces, necesitan mucho dinero. Alguien se lo tiene que dar, y ese alguien, ya sea individuo, grupo financiero, sindicato o cualquier otra cosa espera cierta consideración a cambio. Lo que yo y las personas como yo esperamos es que se nos permita vivir nuestra vida en la intimidad. Soy propietario de periódicos, pero no me gustan. Los considero una amenaza constante a la poca intimidad que todavía nos queda. Sus constantes aullidos en pro de una prensa libre significan, con honrosas pero escasas excepciones, libertad para vender escándalos, delincuencia, sexo, sensacionalismo, odio, insinuaciones y para la utilización política y financiera de la propaganda. Un periódico es un negocio en el que se trata de ganar dinero gracias a los ingresos que proporcionan los anuncios. Eso depende de los ejemplares que se vendan y ya sabe usted de qué dependen las ventas.
Me levanté y di una vuelta alrededor de mi asiento. El señor Potter me estudió con fría atención. Me volví a sentar. Necesitaba un poquito de suerte. Demonios, necesitaba carretadas de suerte.
- De acuerdo, señor Potter, ¿adónde vamos a parar a partir de ahí?
No me escuchaba. Fruncía el ceño ante sus propios pensamientos.
- Hay algo muy peculiar acerca del dinero -continuó-. En grandes cantidades tiende a adquirir vida propia, incluso conciencia propia. El poder del dinero resulta muy difícil de controlar. El ser humano ha sido siempre un animal venal. El crecimiento de las poblaciones, el enorme costo de las guerras, las presiones incesantes de una fiscalidad insoportable… Todas esas cosas hacen al hombre más y más venal. El hombre corriente está cansado y asustado y un hombre cansado y asustado no está en condiciones de permitirse ideales. Necesita comprar alimentos para su familia. En esta época nuestra hemos visto un deterioro escandaloso tanto de la moral pública como de la privada. De personas cuya vida está constantemente sujeta a la falta de calidad, no cabe esperar calidad. No se puede tener calidad con producción en masa. No se la desea porque dura demasiado. De manera que se echa mano del diseño, que es una estafa comercial destinada a producir una obsolescencia artificial. La producción en masa no puede vender sus productos al año siguiente si no logra que parezca pasado de moda lo que ha vendido este año. Tenemos las cocinas más blancas y los cuartos de baño más resplandecientes del mundo. Pero en esas cocinas blancas tan encantadoras el ama de casa americana es incapaz de producir una comida aceptable, y los baños resplandecientes son sobre todo un receptáculo para desodorantes, laxantes, pastillas para dormir y todos los productos de esa estafa organizada que recibe el nombre de industria cosmética. Hacemos los mejores paquetes del mundo, señor Marlowe. Pero lo que hay dentro es en su mayor parte basura.

Comentarios

  • La democracia siempre es mejorable, no hay democracias perfectas. El sistema de financiación de partidos americano es muy mejorable, pero hay otros sitios donde lo hacen mucho mejor; el diseño institucional es una ciencia que se encarga de estudiar este tipo de cosas, y funciona. Los resultados nunca serán perfectos, pero pueden ser tan buenos como en los países nórdicos, y con eso me vale.

    La prensa nunca ha sido libre del todo, pero aún así tuvimos Watergate. Ha habido muy buen periodismo durante el Siglo XX, principalmente por dos motivos: uno es que aceptando que hay grupos con un acceso privilegiado al poder, son grupos heterogéneos que compiten entre si por hacer valer sus intereses, de forma que si controlaran medios se "vigilarían" unos a otros. La segunda razón es que aunque el funcionamiento del sistema es mayoritariamente el descrito arriba, en los márgenes ha habido más libertad, igual que Hollywood produce mierdas en serie pero la industria que sostiene nos regala perlas más o menos indies de vez en cuando. De todas forms el mundo de Chandler era otro, entonces no había internet; hoy hay más incertidumbre y oportunidad, aunque algunas verdades del viejo buen periodismo de café y tabaco se hayan olvidado.

    El hombre corriente está cansado, es verdad. Dedicamos demasiado tiempo al ámbito laboral de nuestras vidas y dejamos de lado las (otras) cosas que nos hacen humanos y personas. Desde la soledad, los amigos o la pareja hasta la vertiente civil de nuestras vidas (civil en el sentido de estar preocupados y ocupados en los asuntos que conciernen a la sociedad de la que formamos parte). Paradójicamente creo que las cosas estaban mejor en la edad dorada del capitalismo industrial, con sus empleos fordistas en masa y cuasi vitalicios.

    Lo de la producción en masa del texto es un tiro fallido. Aún así el último párrafo tiene alguna cosa interesante.

    La obsolescencia percibida y el marketing... son resultado de la configuración del sistema. Para mi lo relevante no es que existan, sino que la sociedad viva inconsciente de ello. Es un ejemplo más de como el devenir social y tecnológico va mucho más rápido que las conciencias. De la misma manera en que no hemos interiorizado las consecuencias de las armas que desarrollamos no hemos aprendido otras muchas lecciones que como sociedad quizá deberíamos aprender. Es como si un experimento se desarrollara delante de tus narices pero tú ignoraras los resultados. O peor, ni siquiera te dieras cuenta de que era un experimento. O peor, te diera igual.
    El marketing es un ejemplo perfecto. Conocer sus trucos es fundamental, como ya dije en El arte de debatir.

    En definitiva, muy buen texto de Chandler, él si que era uno de esos viejos buenos escritores que ya no volverán. Tan Siglo XX...
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