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Comentarios

  • En Argentina si llegan a morir en la cárcel, aquí hubiese muerto fuera, todavía estaría apelando.
  • Muerte en la cárcel, cosa que me alegra, pero de viejo, y no de sus propias torturas, cosa que me jode.
  • Pues que no descanse en paz el cabrón.
  • Lástima que el infierno no exista.
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    Mis felicitaciones a su familia, les acompaño en el descojone.
  • Algunos dictadores me caen muy mal, otros simplemente mal y otros ni me caen.

    Este, ganado a pulso, pertenece al primer grupo. Junto con Mugabe son los dos seres que más desprecio, a ver si cunde el ejemplo y el cáncer se lo termina de comer vivo.
  • La portada del diario argentino Página 12

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  • Era uno de mis favoritos para poner en la Necroporra 2013, pero como sólo se podían poner 10 me decanté por otros más mediáticos y menos cabrones.  :facepalm:
  • Videla y el terrorismo de Estado

    Frente al olvido hacia los terrores organizados, solo caben políticas públicas de memoria

    Julián Casanova 17 MAY 2013 - 16:24 CET


    Todo empezó el 24 de marzo de 1976, cuando una Junta de Comandantes en Jefe, integrada por el general Jorge Rafael Videla, el almirante Emilio Eduardo Massera y el brigadier Orlando Ramón Agosti, tomó el poder. Las Fuerzas Armadas se apropiaron del Estado y en una acción planificada de exterminio, aprobada en una reunión de generales, almirantes y brigadieres que tuvo lugar antes del golpe militar, iniciaron miles de detenciones clandestinas y asesinatos masivos. Proceso de Reorganización Nacional, le pusieron como nombre oficial. Fue terrorismo de Estado, puro y duro, sin precedentes en la historia argentina, una sociedad que había sufrido, no obstante, seis golpes militares en las cuatro décadas anteriores.

    Los cadáveres aparecían en las calles, enterrados en cementerios sin ningún tipo de identificación, quemados en fosas colectivas o arrojados al mar. Nunca hubo ejecuciones oficiales, porque todas eran clandestinas. En Argentina, desde 1976 a 1983, no hubo muertos: las personas desaparecían.

    La mayoría de las desapariciones ocurrieron en los tres primeros años. Casi treinta mil, según las organizaciones defensoras de los derechos humanos. Había obreros, estudiantes, intelectuales, profesionales, personas conocidas por su militancia política y social, pero también familiares, gente señalada por otros o mencionada en las sesiones de tortura. Primero se les secuestraba, normalmente de noche, en sus domicilios, en operaciones que incluían a menudo el saqueo y robo de la vivienda. Después se les torturaba y si lo superaban, porque muchos se “quedaban”, permanecían detenidos en dependencias policiales y unidades militares. A la mayoría de ellos les aguardaba, por último, el “traslado”, la ejecución sin dejar pruebas.

    Desaparecido fue el eufemismo con que el que se denominó a las víctimas de esa dictadura y el término ya lo había definido el general Jorge Rafael Videla en 1979, en respuesta a las primeras indagaciones y presiones internacionales sobre la represión: “mientras sea desaparecido no puede tener ningún tratamiento especial, es una incógnita, es un desaparecido, no tiene entidad, no está ni muerto ni vivo, está desaparecido”. Esa cínica visión del exterminio sin pruebas la compartían entonces los militares, algunos cuadros políticos de los principales partidos, empresarios, eclesiásticos y periodistas. “Todos están bajo tierra”, respondió un general, Alcides López Aufranc, para tranquilizar a economistas y ciudadanos de orden que preguntaban sobre la actividad de algunos delegados sindicales.

    A esa dictadura, como a otras muchas, más o menos sangrientas, no le faltaron apoyos. Algunos de ellos naturales y previstos, como el del poder económico y financiero o el de la jerarquía de la Iglesia católica, que, salvo excepciones, tal y como ha demostrado Emilio Mignone, bendijo la represión, la santificó, “cruzada por la fe”, y obtuvo a cambio importantes beneficios corporativos. Pero ese episodio de “barbarización política y degradación del Estado”, en palabras de Hugo Vezzetti, no hubiera sido posible sin la adhesión y conformidad de amplios sectores de la población. “Por algo será”, decían muchos para justificar que se llevaran a tanta gente. “Apoyé el Proceso, pero no sabía que la cosa había llegado a tal extremo”, declaraban otros cuando las primeras pruebas de la masacre salían a la luz. Miedo, silencio, complicidad, y también una convicción de que el orden de la dictadura era preferible al “caos” y violencia anteriores.

    Cuando la dictadura cayó, la lucha por la información, la verdad, la petición de justicia y el rechazo del olvido se convirtieron en señas de identidad de la transición a la democracia. Tres décadas después, esa dictadura de apenas siete años aparece ya como uno de los más destacados ejemplos de terrorismo de Estado de la historia, de “masacres administradas”, como las llamó Hanna Arendt.

    Existen numerosas pruebas incontrovertibles frente a aquel exterminio que pretendía no dejar ninguna. Y la muerte de Videla nos lo vuelve a recordar. Y nos advierte de nuevo que frente al olvido e indiferencia hacia los terrores organizados, solo caben políticas públicas de memoria basadas en archivos, museos y educación. Enseñar esa historia reciente y transmitir a los más jóvenes valores de tolerancia y libertad.


    Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza.


    EL PAÍS

    Las negritas son mías.
  • Muere preso exdictador argentino Jorge Videla

    "El PC me apoyaba como moderado" afirmaba el dictador argentino

    EL UNIVERSAL

    sábado 18 de mayo de 2013  12:00 AM


    Buenos Aires.- Jorge Rafael Videla, el terrible protagonista de la dictadura militar (1976-1981) argentina, falleció solo y en la prisión donde cumplía condena a perpetuidad por crímenes de lesa humanidad.

    "Se lo encontró en su celda sin pulso ni reacción pupilar, por lo que se le realizó un electrocardiograma constatándose su muerte", señala el informe médico oficial, informó Efe.

    Sin honores y odiado

    Aunque la familia de Videla se ha mantenido en un absoluto silencio y se desconoce la fecha y el lugar de su sepelio, medios oficiales confirmaron que será sepultado sin honores militares, de acuerdo a la actual legislación argentina, que inhabilita los funerales de integrantes de las Fuerzas Armadas que hayan estado involucrados en causas de violaciones de los derechos humanos.

    Condenado a cadena perpetua por los crímenes de la dictadura (1976-1983), la muerte le sorprendió mientras afrontaba un nuevo proceso por el denominado "Plan Cóndor".

    Su muerte provocó una reacción prácticamente unánime entre los grupos de derechos humanos de Argentina, que saludaron su condena y su encarcelamiento, aunque no dejaron de recordar que se lleva a la tumba valiosa información que habría permitido avanzar en la identificación de las víctimas de la represión.

    "Es bueno que haya terminado su vida preso y con una condena de la justicia de la democracia argentina", comentó el vicepresidente del país, Amado Boudou.

    Para la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, su muerte "es casi un alivio" porque "deja la faz de la tierra un hombre deshumanizado, sin escrúpulos para idear un plan de exterminio".

    Fútbol, guerra y economía

    Durante sus cinco años de gestión organizó el Mundial de Fútbol de 1978, con el que pretendió limpiar la imagen internacional de la Junta Militar mientras se multiplicaban las denuncias por violaciones de derechos humanos.

    También estuvo a punto de declarar la guerra a Chile por un conflicto limítrofe que se superó gracias a la mediación del papa Juan Pablo II.

    Con José Alfredo Martínez de Hoz como ministro de Economía, Videla instrumentó una política basada en la apertura de mercados que acabó por destrozar la industria argentina.

    Con la economía en recesión, inflación y la moneda devaluada, Videla fue sucedido por Roberto Viola en 1981.

    Sentado por primera vez en el banquillo durante el histórico Juicio a las Juntas que encabezó el fiscal Julio César Strassera, en 1985 fue condenado por primera vez a cadena perpetua.

    Amnistía y cárcel

    Amnistiado en 1990 por Carlos Menem, años después el juez español Baltasar Garzón le incluyó en una nómina de militares y civiles argentinos con orden de captura internacional por crímenes durante la dictadura.

    En 1998, volvió a comparecer ante la Justicia por crímenes de lesa humanidad y fue condenado a cadena perpetua en 2010.

    Su última provocación, el pasado marzo, fue una llamada al levantamiento militar para tumbar al Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, cuyo esposo ordenó descolgar los cuadros de Videla y del también represor Reynaldo Bignone de una de las galerías del Colegio Militar de El Palomar y pidió perdón, como mandatario, por los crímenes perpetrados durante la dictadura.

    Partido Comunista y Videla

    Históricamente se ha culpado a Estados Unidos de las dictaduras sufridas en América Latina y se ha comprobado en los casos en donde tuvo participación. Pero en el caso de Argentina la acusación recae sobre el Partido Comunista, según exmilitantes de la Juventud Comunista y miembros de la izquierda argentina.

    "El PC intenta hacer equilibrio entre la denuncia puntual de los crímenes y hechos represivos, y la "diferenciación" en el plano de la política general de la dictadura, a la que se calificaba pundonorosamente de gobierno militar", publicó Daniel Campione en la revista Herramienta.

    En la periódico Tribuna Popular (publicación del PC) el artículo del 8/4/76, titulado "Nuevo Momento" se afirma que las "formulaciones de Videla constituyen la base de un programa liberador que compartimos", según Claudia Peiró en la web de Infobae.

    No solo sale salpicado el PC argentino, también carga con la culpa el régimen cubano. "El castrismo no sólo calló ante los crímenes del Gobierno que presidía el general Videla, sino que le aportó respaldo diplomático en los foros internacionales, lo que evitó que Argentina fuese condenada por la violación masiva de los derechos humanos", ratificó Peiró.

    "En realidad, todo el Movimiento de Países No Alineados fue cómplice de la dictadura militar argentina, tal como lo señala Gabriel Salvia, presidente del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina, evitando la condena internacional promovida por los Estados Unidos de América". Claudia Peiró en Infobae en su página web http://america.infobae.com.


    Enlace
  • La perversión del lenguaje: la Asociación de Familiares y Amigos de Presos Políticos de la Argentina (AFyAPPA) es en realidad el club de fans de los militares condenados por crímenes en la dictadura.
  • "Murió en su celda"

    Pues debería ser tipo suite. Hoy se comenta que se resbaló en la bañera y y el golpe que se dio fue lo que le causó la muerte

    http://www.larazon.es/detalle_normal/noticias/2337120/internacional/la-autopsia-certifica-que-videla-murio-por-fra#.UZkDQLWpr8l
  • "llivi&quot escribió :
    En Argentina si llegan a morir en la cárcel, aquí hubiese muerto fuera,

    Como Bolinaga o Carrillo  :chis:
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