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Tuki o el house del gueto

editado octubre 2012 en Música
Tuki o el house del gueto
El Tuki también conocido como Raptor house o Hard Fusion, es una derivación de lo que en los años noventa se conoció en Venezuela como Changa (distante house),  para darles una idea general aquí les dejo un artículo, y al final un pequeño documental de 17 minutos que resume la movida.
Changa tuki: Lo que suena pa’ la calor

Por Juan Manuel Acosta y Miguel Salguero

No es sorpresa que la banda sonora de los barrios de Caracas suene a merengue, bachata, vallenato, cumbia, música llanera o reggaetón. Pero desde hace algunos años, los adolescentes y jóvenes que viven en las zonas más populares de nuestra congestionada capital están saturando sus oídos con un estilo propio de música electrónica que se hace allí mismo y que para muchos es sinónimo de decadencia, marginalidad y rechazo: el tuki.

Ahondar en el universo tuki en zonas como Petare o Catia, es revelar un estilo de vida exclusivo de nuestro país, un movimiento cultural endógeno único y que nunca antes había tenido un precedente tan poderoso y numeroso en la capital. Caracas ha visto sus calles pateadas por metaleros, hiphoperos, skaters, punketos, ravers, emos, vampiros y hipsters; tribus urbanas importadas de fenómenos mediáticos extranjeros que si bien han sido tropicalizadas, nunca podrían definirse como propias.

El tuki criollo es una versión 2.0 de aquel changuero de los años 90, un woperó tuneado que le aporta guaguancó tropical al distante house (rebautizado localmente como “changa”) de hace más de 2 décadas. Demasiado tardamos en darnos cuenta que la música de Detroit, Londres o Nueva York nos da frío y no combina con el cerro que nos envuelve.

Como casi todo en nuestro país, la música tuki nace como un error, un intento fallido de varios productores nacionales que intentaban hacer música bailable para sus minitecas (mayormente techno y house) pero que instintivamente, les “salía” con un tumbao que generaba una respuesta diferente, más directa y visceral por parte de la audiencia. En él se combina reggaeton y percusión caribeña con los sonidos electrónicos que marcaron al país en los últimos 20 años, se le agregan líricas sencillas y divertidas, sintetizadores pegajosos y ritmos que obligan a menear el cuerpo como ningún otro gentilicio puede hacerlo.

Decenas de productores, dj’s y minitecas han estado produciendo música tuki desde comienzos de esta década, pasando totalmente inadvertidos para una parte del país que recién ahora comienza a descubrir un sonido que estaba muriendo por falta de apoyo. Por suerte, el interés –y el morbo- generado desde hace un par de años ha entusiasmado a nuevas generaciones de músicos que han contagiado a muchos de los primeros productores a retomar las computadoras.

Por su propia naturaleza orgullosa y localista, la rivalidad entre barrios se hace presente en la changa tuki, y las batallas entre discplays de distintas zonas del país arrastra tantos entusiastas como un Caracas-Magallanes, cada bando con una estructura funcional envidiable que se encarga de conseguir nuevos fanáticos, lugares para hacer fiestas, bailarines, equipos o financiamiento. Para tener una idea del alcance de este fenómeno, solo basta entrar a YouTube y contar la cantidad de views que tienen los videos relacionados al tuki, desde presentaciones en vivo, batallas de baile o DJ sets, esto se cuenta en millones. Si, millones.

Pero al bajar las escalinatas, el tuki y sus subgéneros (Street House, Hard House, Raptor House o Hard Fusion) se estrellan de frente contra la ignorancia colectiva del resto de una ciudad que no puede sacudirse el estigma que la palabra trae consigo. Niche, marginal, malandro, tierrúo o ladrón son palabras que muchos venezolanos de clase media o alta ven como sinónimos del primer estilo musical electrónico 100% original de nuestro país. Un asunto semántico que se convierte en rechazo social sin tener la oportunidad de darse a conocer.

La palabra tuki nace como una onomatopeya sacada del ritmo característico de la música, pero ha mutado en una etiqueta peyorativa para nombrar todo lo malo que sale del barrio, una pésima costumbre que tenemos los caraqueños para generalizar que todo lo que sale de los cerros es una amenaza para nuestro transitar diario por Caracas.

Por suerte para la música, sus exponentes y la cultura de barrio (donde queda demostrado una vez más que no todo son tiros, drogas, violencia doméstica o prostitución), existen personajes empeñados en limpiar la palabra y establecer el movimiento tuki (o tuky, tukki, tukky) como una referencia en el cada vez más interesante y variopinto mundo de la música electrónica actual. Dos de ellos son Pacheko y Pocz, músicos caraqueños con una realidad muy distinta a la del ghetto del que se inspiran para componer música claramente anclada en la electrónica suburbana, pero con un impulso internacional que ya está logrando atraer las miradas de revistas y páginas web como Cluster o Mad Decent, sellos disqueros como Enchufada Records de Portugal y productores musicales de Chicago, Barcelona, Portugal o Reino Unido, que si bien llegan tarde a la fiesta, están ayudando a llevar el sonido local a las fiestas más under de Europa y Estados Unidos.

Pero de nada sirve ser respetados afuera si el simple desconocimiento nos hace ver con asco lo que hacemos a nivel local. Hemos estado por mucho tiempo rindiendo pleitesía a géneros de afuera con los que claramente no nos sentimos identificados por falta de un producto interno de calidad. Además de plantearse como un género musical propio y original, el movimiento tuki engloba un universo de bailarines, dj’s, minitecas y locales musicales que se ofrece como una alternativa artística y una salida honesta a las duras realidades, explotando varias de las mejores cualidades que tenemos como venezolanos: la capacidad de cantar, bailar y rumbear como si no existieran los problemas.

Así como la changa tuki surgió sin referencias foráneas, (recordemos que todos estos precursores hacían música aislados del mundo exterior y sin tener idea que en otros continentes aparecían estilos de electrónica similares), en 2008 un pequeño colectivo musical de Angola popularizó un estilo de bajos tropicales conocido como Kuduro, el cual tuvo un buen éxito en su momento y logró colocarlos en a órbita de la electrónica mundial con modesto éxito. En 2010 Don Omar (o más bien su productor) rescató parte de ese sonido para hacer el tema “Danza Kuduro”, un fenómeno mediático que lo catapultó a la cima de la música urbana mundial y a tener un video en YouTube con más de 220 millones de views (de hecho, está entre los más visto en la historia del portal). Debemos entender que no necesitamos a Shakira, Daddy Yankee o Don Omar para darnos cuenta de la importancia y el alcance que puede tener este fenómeno que tratamos de rechazar o generalizar bajo etiquetas.

La música tuki es un estilo de vida que nació y se desarrolló de manera natural en los barrios de Caracas, y tal como las raíces de los árboles que minan las aceras de la ciudad, está reventando la superficie por las que caminamos a diario. Quizás rechazar algo propio y esperar que alguien de afuera nos diga que es valioso forma parte de nuestra idiosincrasia, pero es momento de cambiarse el chip, de ver que ese cuento ya no tiene sentido, que somos venezolanos y que todos tenemos el derecho, y el deber, de bailar changa tuki.

Aquí el video

Un saludo ;)
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