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Cuando Stalin "creó" Israel

El antisemitismo es la herencia más peligrosa del canibalismo

Stalin, 1931


El 12 de enero de 1948, Solomon Mijoels, actor, director del Teatro Judío de Moscú y secretario del Comité Judío Antifascista, estaba en Minsk enviado por el comité del Premio Stalin para evaluar las obras de teatro representadas en Bielorrusia. Pasó el día con su amigo Vladimir Golubov-Potapov, crítico teatral y agente del MGB (policía secreta soviética), entrevistando a actores, y luego ambos cenaron en el hotel. Más tarde, salieron para reunirse con un "amigo" de Golubov.
En realidad, todo formaba parte de un plan de Abakumov, jefe del MGB, para asesinar a Mijoels. Aquella noche lo llevaron a una dacha de Lavrenti Tsanava, que dirigía el MGB en Bielorrusia. Seguramente le inyectaron algún narcótico para atontarlo. Quizá ofreció resistencia, y por eso recibió un fuerte golpe en la sien antes de que le pegaran el tiro que lo mató. Golubov, que lo presenció todo, también fue asesinado. Los cadáveres fueron trasladados a la ciudad, los pasó por encima un camión y quedaron abandonados en la nieve.
Svetlana, la hija de Stalin, fue a visitar a su padre aquella noche a su dacha de Kuntsevo. Cuando ella llegó, el Vozhd estaba al teléfono, seguramente hablando con Tsanava. Según contaría Svetlana, "alguien estaba dándole un informe y él escuchaba. Luego para resumir, dijo: "O sea, un accidente de automóvil". Recuerdo perfectamente su entonación. No era una pregunta, sino una confirmación... No estaba preguntándolo, estaba proponiéndolo, me refiero a lo del accidente de automóvil". Cuando colgó el teléfono, Stalin le dio un beso a su hija y le dijo:

-Han matado a Mijoels en un accidente de automóvil.

En ese momento, seguramente, los cadáveres ni siquiera habían sido trasladados.

Al día siguiente se encontraron los cadáveres y se dio la noticia del accidente de tráfico.
El Teatro Judío fue rebautizado Teatro Mijoels y se abrió una investigación para aclarar lo ocurrido. A la vez, lejos de la vista del público, el asesino de Mijoels, Tsanava, recibía la Orden de Lenin "por la ejemplar ejecución de una tarea especial que le fue asignada por el Gobierno".

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Lavrenti Tsanava


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Solomon Mijoels


Mijoels era un tipo demasiado célebre para ser detenido, por eso se optó por la solución que parezca un accidente. Durante la Segunda Guerra Mundial, al frente del Comité Judío Antifascista, había viajado por varios países para llamar la atención del mundo sobre la apremiante situación de los judíos con el fin de reunir fondos para el esfuerzo de guerra soviético. En Estados Unidos fue recibido, entre otros, por Albert Einstein.

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El CJAF en realidad había sido organizado por el NKVD, ya que Stalin se habia dado cuenta de la utilidad de los judíos soviéticos para obtener la ayuda de los Estados Unidos. Eso sí, oficialmente estaba presidido por Mijoels y supervisado por Solomon Lozovsky, un judío de la vieja guardia bolchevique que tenía un alto cargo en el Comisariado de Asuntos Exteriores de Molotov (y que también terminaría asesinado por Stalin). Pero, a ojos de Stalin, tras la guerra el cargo se le había subido a Mijoels a la cabeza y se había convertido en un individuo peligroso. Insistía en rememorar el genocidio de los judíos perpetrado por los nazis y de esa forma trató de que se publicara en la Unión Soviética -sin conseguirlo- una colección de documentos y testimonios sobre los asesinatos en masa en los territorios ocupados reunida por Ilya Ehrenburg y Vasili Grossman, conocida como El Libro Negro. Para ello, llegó a hablar incluso con la hija del Vozhd, Svetlana, lo que enfureció a Stalin que por entonces pensaba que los judíos estaban intentando "introducirse subrepticiamente en su familia".
Para Stalin, destacar el sufrimiento de los judíos era algo impensable. Según él, todos los ciudadanos soviéticos habían sufrido por igual durante la guerra. No había existido pues un genocidio judío. El Holocausto debía ser silenciado.
Para colmo, desde 1944 Mijoels apoyó una campaña que pretendía convertir la península de Crimea (que los soviéticos habían limpiado de supuestos enemigos musulmanes) en una "república socialista judía". La paranoia de Stalin le hizo ver en aquella campaña un siniestro plan para transformar Crimea en un Caballo de Troya yanqui, una idea que, aunque delirante, se fundaba en el recuerdo de cómo las tropas anglo-francesas habían desembarcado allí en 1854 para socavar el poder de Rusia. Los contactos de Mijoels con los estadounidenses en sus viajes durante la guerra lo confirmaban. Acerca de esa idea de la "California judía", Stalin diría que "sólo a los actores y a los poetas se les puede ocurrir semejante proyecto".

La mayoría de los que participaron en el proyecto de la Crimea judía morirían en el plazo de cinco años.

En opinión de Stalin, Mijoels había pasado de hacer propaganda soviética a hacer propaganda judía.

Sin embargo, si el proyecto de la Crimea judía repugnaba al dictador soviético, la creación de un Estado judío en Palestina le agradaba en la creencia de que sería un país satélite de la URSS, y por eso el bloque comunista apoyó a Israel al principio de su andadura como nadie más podía hacerlo.
El 21 de noviembre de 1947, Stalin ordenó a Abakumov que ideara un plan para asesinar a Mijoels sin escándalo. Ocho días después, votaba en la ONU a favor de la creación del Estado de Israel (Resolución 181). El proyecto de la Crimea judía moría. El de Israel cobraba fuerza.

En la segunda mitad de 1947, se permitió emigrar a israel a unos 70.000 judíos desde Polonia, a donde muchos de ellos acababan de ser desplazados desde la URSS. Entre la Resolución 181 de la ONU y la independencia de Israel, en mayo de 1948, la Unión Soviética fue la potencia que más firmemente apoyó el mantenimiento del plan acordado. Después de su independencia, reconocida rápidamente entre otros países por la URSS, el nuevo Estado fue invadido por sus vecinos árabes. En la guerra que siguió, los polacos entrenaron a soldados de Israel y Checoslovaquia le envió armamento, incluyendo decenas de miles de armas de infantería de origen alemán, municiones y más de cuarenta aviones de caza (otros tantos llegarían después de la guerra).

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Avia S-199 israelí. En realidad era una versión checoslovaca del Messerschmitt Bf 109 G alemán


Arthur Koestler diría que los envíos de armas "despertaron un sentimiento de gratitud de los judíos hacia la Unión Soviética". Abba Eban afirmaría que "la URSS era la única potencia que sostenía nuestra causa". Y según Golda Meir, primera embajadora de Israel en Moscú, "no sabemos si hubiéramos podido resistir sin sus armas".

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Pero como Israel no parecía que fuese a abrazar el comunismo, ya a finales de 1948 Stalin llegó a la conclusión de que los judíos influían más en el Estado soviético de lo que los soviéticos influían en el Estado judío, y empezó a dar rienda suelta a los prejuicios antisemitas que siempre había mantenido. El Rosh Hashaná, la fiesta del año nuevo hebreo, convocó en Moscú a 10.000 judíos, la mayor reunión pública en veinte años. Las paranoias de Stalin se acrecentaron el 7 de noviembre de aquel año, aniversario de la Revolución Bolchevique, cuando Polina Zhemchuzhina, mujer de Molotov, se encontró con Golda Meir y le habló en yiddish. Cuando la embajadora israelí le preguntó cómo era que conocía esa lengua, Polina le respondió que era "hija del pueblo judío". Para empeorar aún más las cosas, Ekaterina Davidovna -nacida Golda Gorbman-, mujer de otro miembro del Politburó, Voroshilov, exclamó:

-¡Ahora nosotros también tenemos nuestra patria!

En aquel ambiente paranoico todo eso suponía una sugerencia de unidad nacional de los judíos por encima de las fronteras. Entre finales de 1948 y principios de 1949, la vida pública en la Unión Soviética dio un giro hacia el antisemitismo. El régimen fabricó una demencial conspiración yanqui-sionista que tuvo varios episodios y que no fue más que una enorme maniobra antisemita. Los judíos fueron  calificados de "cosmopolitas", queriendo decir que su adhesión a la patria y la cultura soviéticas no era sincera.
El Comité Judío Antifascista fue disuelto ya en noviembre de 1948, y más de cien escritores y activistas judíos fueron arrestados. El escritor Der Nister, por ejemplo, fue detenido en 1949 y murió estando preso al año siguiente. Se licenció sin honor a los oficiales judíos del Ejército Rojo y se retiró a los activistas judíos de sus posiciones de poder en el Partido. El periódico Pravda se purgó a sí mismo de judíos a principios de marzo de 1949.
Polina Zhemchuzhina fue detenida en enero de 1949. Negó los cargos de traición y su marido, Molotov, en su único acto de rebeldía, se abstuvo de votar para condenarla, aunque se disculpó más adelante: "Reconozco mi profundo arrepentimiento por no haber impedido que Zhemchuzhina, una persona muy querida, cometiera errores y estableciera vínculos con nacionalistas judíos antisoviéticos como Mijoels". Polina pasó cinco años en el Gulag, en Kazajistán. Sus hermanos, su médico y sus secretarios también fueron arrestados. Un hermano y una hermana suyos morirían en la cárcel.
Molotov, por su parte, perdió su puesto de Comisario de Asuntos Exteriores. Había sido nombrado en 1939 porque, a diferencia de su predecesor, Litvinov, no era judío, y entonces Stalin necesitaba a alguien con quien Hitler quisiera negociar. Diez años después perdió el cargo porque su mujer era judía.

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La Guerra de Corea, inciada en 1950, fue la transformación de la Guerra Fría en una confrontación bélica y consolidó en la mente de Stalin la idea de que los judíos soviéticos eran agentes estadounidenses.

En septiembre de 1951, Rudolf Slánský fue destituido de su puesto de secretario general del Partido Comunista de Checoslovaquia. En noviembre fue detenido junto a otros trece líderes. Once de ellos, incluido Slánský, eran judíos. Fueron interrogados y torturados durante todo un año. En noviembre de 1952 se celebró un juicio farsa estalinista, y once de los acusados fueron condenados a la horca. Slánský fue declarado culpable de formar parte de una conspiración cuyos apelativos reunían todas las obsesiones del momento: trotskista, titoísta, sionista y estar al servivio del imperialismo yanqui. Fue ejecutado el 3 de diciembre.

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Los cuerpos de los once ejecutados fueron incinerados y sus cenizas empleadas para rellenar las grietas de un camino.

Comentarios

  • Mientras tanto, en la URSS había ocurrido otro episodio similar e igual de sangriento, aunque no fue público. En mayo de 1952 comenzó un juicio farsa contra quince antiguos miembros del Comité Judío Antifascista. Por supuesto, todos eran judíos. Llevaban detenidos tres años, durante los cuales habían padecido palizas y torturas. Trece de ellos fueron ejecutados en agosto en la Lubianka. Uno de los dos supervivientes, Solomon Bregman, murió en prisión en enero de 1953.
    Sus familiares no tuvieron noticias de ellos hasta noviembre de 1955, cuando se reabrió el caso.
    De los ejecutados, quizá los más destacados fuesen los poetas Peretz Markish e Itzik Feffer (este último, además de poeta, también era un informante del MGB):

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    Otras personas relacionadas con el CJAF habían sido asesinadas antes. Ya hemos hablado de los casos de Solomon Mijoels y Der Nister. En 1950 también cayeron el crítico literario Yitzhak Nusinov y los periodistas Shmuel Persov y Miriam Zheleznova.


    Pero en la historia del antisemitismo estalinista todavía faltaba un capítulo.

    En 1951, Viktor Semionovich Abakumov, un tipo que por lo visto torturaba a los prisioneros con sus propias manos, fue destituido al frente del MGB. Se le acusó de mostrarse poco firme ante los judíos. Fue torturado y terminó ejecutado en 1954.

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    Abakumov había sido denunciado ante Stalin por un subordinado muy trepa y muy cruel, Mijail Riumin. Según Riumin, un médico judío llamado Yakov Etinger había sido responsable de la muerte de Aleksandr Shcherbakov (propagandista soviético durante la Segunda Guerra Mundial, muerto en 1945) y de la de Andrei Zhdanov, presidente de la URSS y purificador de la cultura soviética (muerto en 1948). En realidad, tanto Shcherbakov como Zhdanov habían muerto de sendos ataques al corazón precisamente por desobedecer las recomendaciones de sus médicos, pero la teoría de Riumin era que Etinger formaba parte de un complot de doctores al servicio de intereses extranjeros que se proponían asesinar a los dirigentes soviéticos. Etinger murió durante los interrogatorios. Abakumov no había informado de la trama supuestamente porque él mismo estaba implicado en ella, y había asesinado a Etinger con el fin de que no se desvelara su participación.

    Había dado comienzo lo que se conocería como el complot de los médicos.

    Las teorías de Riumin le gustaron mucho a Stalin porque vinculaban dos de sus grandes preocupaciones: el nacionalismo judío (una preocupación reciente) y las conspiraciones medicas (una preocupación de siempre). Por supuesto todas esas teorías eran falsas (empezando por el hecho de que Etinger en realidad había sido asesinado por el propio Riumin), pero eso era lo de menos.

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    Mijail Dmitrievich Riumin, conocido como "el pequeño Misha" a causa de su corta estatura


    Abakumov fue reemplazado por Ignatiev, y Riumin llevó a cabo una purga antijudía en el MGB y continuó con el tema de los médicos. En el otoño de 1952 se había detenido a varios galenos que habían tratado a dignatarios soviéticos, incluyendo el médico personal de Stalin, Vladimir Vinogradov, que no era judío pero se había atrevido a aconsejarle que se retirara. El Vozhd ordenó que a su médico le pusieran grilletes en las piernas.
    Como las pruebas del supuesto complot no aparecían a pesar de que se estaba torturando a los médicos detenidos, Stalin se enfureció con Riumin y le espetó a Ignatiev:

    -¡Pegadlos! ¿Qué es lo que sois? ¿Pretendéis ser más humanitarios que Lenin, que ordenó a Dzerzhinsky [fundador de la Cheka] que tirara a Savinkov por la ventana? ... Vosotros no tenéis comparación con Dzerzhinsky, pero no le hacía ascos al trabajo sucio. Vosotros parece que trabajáis como camareros de guante blanco. ¡Si queréis ser agentes de la Cheka, quitaos los guantes!

    El 13 de noviembre ordenó a Ignatiev, mudo de asombro, que destituyera a Riumin:

    -¡Echa al enano!

    Y con respecto a los médicos, añadió:

    -¡Pegadlos hasta que confiesen! ¡Pegadlos, pegadlos, pegadlos a más y mejor! Cargadlos de cadenas. ¡Hacedlos papilla!.

    Ignatiev por entonces sufrió un ataque al corazón y tuvo que guardar reposo.


    El 13 de enero de 1953, Stalin desató una oleada de antisemitismo histérico en la Unión Soviética anunciando en Pravda el descubrimiento de un complot de médicos terroristas dirigidos por la CIA y el judaísmo internacional. Se detuvo a cientos de judíos y decenas de ellos fueron ejecutados o enviados al Gulag.

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    Todo terminó en marzo. El día 1, Stalin fue encontrado en el suelo de su habitación. Se había orinado encima y casi no podía hablar. Murió cuatro días después.


    Stalin había asesinado a cerca de un centenar de judíos en los últimos años de su vida. Comparada con otras masacres realizadas por los soviéticos, ésta había sido pequeña. Existe la posibilidad de que tuviera la intención de llevar a cabo una gran purga antijudía a escala nacional, como afirmó Nikita Jrushchov en su "Discurso Secreto" del XX Congreso del Partido, en 1956. Según Jrushchov, sólo la muerte de Stalin impidió que esa gran purga se llevara a cabo.

    Sin embargo, no todo terminó con la desaparición del Vozhd. La sombra de su antisemitismo planeó  sobre la Europa comunista hasta mucho después. El propio Jrushchov llegó a comentar lo siguiente a unos comunistas polacos:

    -Ya conocemos a los judíos; todos tienen alguna conexión con el mundo capitalista porque tienen parientes viviendo en el extranjero. Éste tiene una abuela, el de más allá... Empezó la Guerra Fría; los imperialistas conspiraban para ver el modo de atacar a la URSS; luego los judíos quisieron establecerse en Crimea ... Aquí están Crimea y Bakú ... A través de sus parientes y amigos, los judíos habían creado una red destinada a hacer realidad los planes de los americanos. Por eso [Stalin] acabó con ella.

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    El Holocausto siguió sin ser reconocido como lo que fue en los países gobernados por los comunistas, y en Polonia ese antisemitismo remanente cobró fuerza quince años después de la muerte de Stalin.

    Polonia se libró de los juicios farsa antisemitas que afectaron a la URSS y Checoslovaquia en vida de Stalin. Los dirigentes comunistas polacos, no pocos de los cuales eran judíos, consiguieron evitarlos reescribiendo la historia inmediata de su país, o sea, la de la Segunda Guerra Mundial. Así, oficialmente el levantamiento del Gueto de Varsovia, en 1943, pasó de ser una revuelta judía a ser una revuelta comunista. Toda resistencia al fascismo estaba, por definición, dirigida por comunistas. Si no la dirigían comunistas, no era resistencia. De esa forma, el levantamiento de Varsovia de 1944, llevado a cabo por el clandestino Ejército Nacional polaco, en realidad no fue un levantamiento, ya que los miembros del Ejército Nacional no eran comunistas, sino reaccionarios que actuaban contra los intereses de las masas trabajadoras. Los patriotas polacos que murieron intentando liberar su capital eran fascistas, poco mejores que Hitler. Igual que la Guerra Fría, la Segunda Guerra Mundial era una lucha de las fuerzas progresistas (léase comunistas) contra las reaccionarias (léase fascistas), y nada más. Y el asesinato masivo de judíos no era algo a destacar, lo importante era el coraje de los comunistas.
    El aparato de seguridad polaco sí fue purgado de algunos de sus altos cargos judíos, pero no hubo sangre. Los comunistas polacos quisieron evitar una repetición de lo ocurrido a finales de los años treinta, cuando sus camaradas se denunciaron unos a otros, como era de esperar, lo que condujo a asesinatos en masa y al final del propio partido.

    Sin embargo, en 1968 las cosas habían cambiado en Polonia para los judíos. Tras la Guerra de los Seis Días, la hostilidad entre el bloque comunista e Israel se tornó más virulenta.
    Por entonces había vuelto al poder Władysław Gomułka, caído en desgracia durante la época de Stalin. Curiosamente, aunque Gomułka se suponía que había sido un opositor a Stalin, imitó su política hacia los judíos decretando una purga antisemita en Polonia. El capitalismo había llevado al imperialismo. Si años atrás, el fascismo y el nazismo habían sido sólo ejemplos del imperialismo, ahora su líder eran los Estados Unidos, cuyos instrumentos eran Alemania Occidental (heredera del III Reich, según los comunistas) e Israel.
    En 1967 los judíos polacos fueron calificados de "quinta columna" que apoyaba a los enemigos extranjeros de Polonia. Al año siguiente se les culpó de las protestas estudiantiles y de los problemas generales del país. De nuevo se los calificaba de sionistas y cosmopolitas, como en tiempos de Stalin. En realidad, los dirigentes comunistas polacos no estaban siendo nada originales: era el viejo truco de responsabilizar del malestar social y político del país a una conspiración judía.

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    Hubo casi 3.000 detenciones, y cerca de 20.000 ciudadanos polacos (casi todos judíos) tuvieron que abandonar el país después de perder su trabajo.

    Antes de la Segunda Guerra Mundial había en Polonia unos tres millones de judíos. Después del episodio antisemita en la Polonia comunista, quedaron quizá treinta mil.

    En 1970 Gomułka tuvo que abandonar de nuevo el poder.

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    En diciembre de 1952, Stalin afirmó ante el Politburó que todos los nacionalistas judíos eran agentes de la CIA. Añadió que esos judíos creían que los Estados Unidos habían salvado a su nación, y que se sentían en deuda con ese país, en el que podían transformarse en unos ricos burgueses.

    Por entonces, el Vozhd era ya un anciano de casi 74 años, enfermo y completamente paranoico, pero sabía muy bien lo que estaba diciendo. Había sido él quien había ayudado a los judíos a tener su propio Estado, y en cambio ellos, traicionándole, habían decidido ponerse del lado de los yanquis, el enemigo. Los yanquis, que no se habían preocupado de los judíos ni cuando estaban siendo perseguidos por los nazis ni después. Y en eso tenía razón, como también la tenía en la imagen que ofrecían los Estados Unidos de sí mismos. Uno de los motivos por los que los yanquis vencieron en la Guerra Fría fue por ser capaces de hacer lo que otros rivales de la URSS no habían conseguido: ofrecer una visión de su estilo de vida universal y atractiva. A pesar de lo que dijera la propaganda comunista, los yanquis no estaban en el mismo saco que los fascistas o los nazis. Y obviamente, el modo de vida que vendían los Estados Unidos era mucho más atractivo que el de cualquier régimen comunista. Esto lo podían ver los judíos y cualquier otro grupo.

    En cualquier caso, y a modo de conclusión final, si hay que "reprocharle" a alguien la existencia del Estado de Israel, hay que hacérselo sin falta a Stalin y la Unión Soviética.

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    Fuentes:

    -Medvedev, Zhores A. y Medvedev, Roy A.,  "El Stalin desconocido" (Crítica, 2005).

    -Sebag Montefiore, Simon, "La corte del zar rojo" (Crítica, 2004).

    -Snyder, Timothy, "Tierras de sangre. Europa entre Hitler y Stalin" (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, 2011).


    Saludos.
  • Como siempre admirable tu capacidad de producir hilos informativos.  :applause: :applause: :applause:

    Un saludo
  • Mirado desde cierta perspectiva Pepantonio tenía razón en lo de la unidad de destino en lo universal.

    Si los judios eran médicos (o banqueros, o diamantistas) es porque esas profesiones estaban consideradas indignas, o mágicas, o ambas cosas. Y eso pasó aquí.

    Y el primer éxodo masivo y el culparlos de las cosas más variopintas (asesinato de niños en rituales, ruina económica por su "usura" cuando luego los europeos nos sacaron los ojos con los créditos, ideas tóxicas para la juventud y prohibición de recibir aprendices cristianos -ejercer docencia-) viene de aquí.

    Y el quintacolumnismo ya de camino.


    Gran hilo mostro, como siempre.  :applause:
  • le inyectaron algún narcótico para atontarlo...recibió un fuerte golpe en la sien antes de que le pegaran el tiro que lo mató. Golubov, que lo presenció todo, también fue asesinado. Los cadáveres fueron trasladados a la ciudad, los pasó por encima un camión y quedaron abandonados en la nieve.

    Un accidente de automovil de todas-todas, asi como lo de Rasputin fue un resbalón en el hielo  :risa:
  • qué fraude, yo pensaba que ibas a hablar de la república judía que, de hecho, creó en medio de siberia, pegadito a china.
  • "Fodel&quot escribió :
    Como siempre admirable tu capacidad de producir hilos informativos.  :applause: :applause: :applause:

    Un saludo

    Gracias  :)

    Me hace gracia lo de los hilos informativos  :D
    qué fraude, yo pensaba que ibas a hablar de la república judía que, de hecho, creó en medio de siberia, pegadito a china.

    Pues en el título pone claramente "Israel"  :chis:

    De todas formas, la que tú dices nunca fue realmente una república judía, ni jamás se pensó en concederle la independencia. Y ya tenéis la Wikipedia para informaros sobre ella  :chis:

    http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%93blast_aut%C3%B3nomo_Hebreo
    "Khayman&quot escribió :
    Mirado desde cierta perspectiva Pepantonio tenía razón en lo de la unidad de destino en lo universal.

    Si los judios eran médicos (o banqueros, o diamantistas) es porque esas profesiones estaban consideradas indignas, o mágicas, o ambas cosas. Y eso pasó aquí.

    Y el primer éxodo masivo y el culparlos de las cosas más variopintas (asesinato de niños en rituales, ruina económica por su "usura" cuando luego los europeos nos sacaron los ojos con los créditos, ideas tóxicas para la juventud y prohibición de recibir aprendices cristianos -ejercer docencia-) viene de aquí.

    Y el quintacolumnismo ya de camino.


    Gran hilo mostro, como siempre.  :applause:

    Sí, bueno, los orígenes del odio a los judíos venían de muy atrás, y obviamente estaban presentes en los ánimos de Stalin. Pero los judíos que sufrieron en sus carnes la represión estalinista por ser judíos pertenecían a la intelligentsia, a la elite intelectual. Eran escritores, poetas, artistas, médicos y licenciados universitarios. Aquello fue fruto de una mezcla entre los recelos que siempre habían mostrado los bolcheviques hacia sus propios intelectuales (a la vez que contaban con numerosos seguidores entre la intectualidad de Occidente), el antisemitismo de toda la vida, la desconfianza hacia el sionismo, las paranoias de Stalin y los inicios de la Guerra Fría. Un cóctel realmente explosivo.
    "Nexus6&quot escribió :
    Muy interesante

    Gracias  :)
    "whydah&quot escribió :
    le inyectaron algún narcótico para atontarlo...recibió un fuerte golpe en la sien antes de que le pegaran el tiro que lo mató. Golubov, que lo presenció todo, también fue asesinado. Los cadáveres fueron trasladados a la ciudad, los pasó por encima un camión y quedaron abandonados en la nieve.

    Un accidente de automovil de todas-todas, asi como lo de Rasputin fue un resbalón en el hielo  :risa:

    :risa:
    "whydah&quot escribió :

    :ohmy: :ohmy:
  • Pues en el título pone claramente "Israel"  :chis:
    Y como lo pone entre comillas lo de "creó", pensaba que hablabas de un "Israel" que no fuese Israel
    De todas formas, la que tú dices nunca fue realmente una república judía, ni jamás se pensó en concederle la independencia. Y ya tenéis la Wikipedia para informaros sobre ella  :chis:
    http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%93blast_aut%C3%B3nomo_Hebreo
    Sí que fue una república judía, y claro que no se pensaba concederle la independencia, como a ninguna de las repúblicas de la federación rusa.
  • Y como lo pone entre comillas lo de "creó", pensaba que hablabas de un "Israel" que no fuese Israel

    Porque no creó Israel literalmente, aunque su apoyo resultó fundamental para la creación de dicho Estado. A eso me refería  :)
    Sí que fue una república judía, y claro que no se pensaba concederle la independencia, como a ninguna de las repúblicas de la federación rusa.

    No lo fue porque los judíos allí siempre fueron una minoría. Fue un fracaso. Por eso cobró fuerza desde 1944 la idea de crear una auténtica república judía en Crimea, después de que se deportara desde allí a toda la población tártara.

    Como pone en la Wiki, el mayor porcentaje de judíos allí se alcanzó tras la Segunda Guerra Mundial (casi un tercio de la población), pero entonces Stalin empezó a perseguirlos y el porcentaje disminuyó de nuevo:
    Tras la creación de Israel

    Hubo un pequeño resurgimiento de la idea de Birobidján luego de la guerra como posible hogar para los refugiados judíos. Durante este tiempo, la población judía de la región creció hasta alcanzar casi la tercera parte del total. Sin embargo, los esfuerzos en este sentido terminaron tras la aparición de una supuesta conspiración contra el líder de la Unión Soviética, el establecimiento de Israel como un estado judío y la segunda ola de expulsiones poco antes de su muerte. Una vez más, líderes judíos fueron arrestados y se trató de erradicar la cultura yidis— hasta una colección judaica en la biblioteca local fue quemada. Durante los años que siguieron, la idea de una comunidad autónoma judía fue olvidada por completo. El censo de 1959, seis años después de la muerte de Stalin y once de la creación de Israel por la ONU, revela que la población judía comprendía a 14.269 individuos.

    http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%93blast_aut%C3%B3nomo_Hebreo#Tras_la_creaci.C3.B3n_de_Israel

    Según pone ahí, hoy la población hebrea apenas si pasa del 1%.

    De todas formas, irse a vivir a un lugar a tomar por culo en la otra punta de Siberia, con un clima de mierda, entiendo que no resultara atractivo para muchos judíos, aunque algunos se ilusionaran en su momento. Más bien parece que fue un intento de las autoridades soviéticas de quitarse el "problema judío" de encima de una forma amable.
  • No lo fue porque los judíos allí siempre fueron una minoría.

    Eso no quita para que fuese una república judía. Tú entiendes que tiene que ser mayoritariamente judía para ser judía, pero yo creo que basta con las políticas a la hora de su configuración y los impulsos culturales/religiosos para tal cosa. Ha habido muchos estados "religionXistas" con población de otra religión mayoritaria.

    Y la estrategia de crearles una república...no sé si has leido a Stalin en su única obra teórica, pero liga nacion a territorio, por lo que tiene lógica en cuanto a coherente con sus postulados. Vamos, que no fue su único intento de meter en un saco a todos los de X etnia/grupo social.
  • Eso no quita para que fuese una república judía. Tú entiendes que tiene que ser mayoritariamente judía para ser judía, pero yo creo que basta con las políticas a la hora de su configuración y los impulsos culturales/religiosos para tal cosa. Ha habido muchos estados "religionXistas" con población de otra religión mayoritaria.

    Es que no hablamos sólo de religión, sino de cultura, de etnia. Aquella república sólo tuvo de judía el nombre. Ni históricamente tenía nada que ver con los judíos, ni estuvo casi poblada por judíos en ningún momento. Fue un fracaso, un bluff, y así lo reconoció todo el mundo ya en los años treinta.
    Y la estrategia de crearles una república...no sé si has leido a Stalin en su única obra teórica, pero liga nacion a territorio, por lo que tiene lógica en cuanto a coherente con sus postulados. Vamos, que no fue su único intento de meter en un saco a todos los de X etnia/grupo social.

    De hecho se habla de ello en el enlace que he puesto  :chis:

    Pero vamos, hay que ver cada caso aparte, y desde luego no parece que tenga mucho sentido crear una república judía en un lugar que está en la otra parte del mundo y que no tiene nada que ver con los judíos.

    Como aquel proyecto fracasó ya antes de la Segunda Guerra Mundial (entre otras cosas porque se postuló como alternativa al sionismo, y los sionistas seguían prefiriendo tener un Estado en Palestina) cobró fuerza el de la Crimea judía. Ahí quizá si podría haber habido una gran emigración hebrea desde la URSS, pero a Stalin le horrorizó, así que decidió apoyar a los sionistas. No habría una república judía en la Unión Soviética, pero sí un Estado judío satélite de la URSS en Palestina. Sin embargo, los israelíes decidieron ser amiguetes de los yanquis antes que de los soviéticos (entre otras cosas por lo que digo de la imagen que ofrecía cada país), así que Stalin se cabreó y pasó lo que pasó.

    Si la idea de la república judía siberiana hubiera triunfado, la historia habría sido muy distinta, lógicamente.
  • CRÍTICA: EL LIBRO DE LA SEMANA Vasili Grossman e Ilyá Ehrenburg - El libro negro

    Catálogo de la infamia

    MARTA REBÓN 21/01/2012


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    Fotografía tomada en Auschwitz en 1945.- EAST NEWS / GETTY IMAGES


    Vasili Grossman e Ilyá Ehrenburg reunieron testimonios y documentos sobre la aniquilación de los judíos para El libro negro, un catálogo de la infamia cuyas particularidades no por ya mejor conocidas ahora dejan de ser escalofriantes: violaciones en masa, sadismo, pogromos, inanición, quema de personas vivas, estrangulamiento de niños, gases letales...

    Como muchos textos gestados en la Rusia soviética, El libro negro arrastra tras de sí una historia penosa y delirante. Destinado a recoger los atroces crímenes en masa perpetrados por los fascistas alemanes contra los judíos, nunca vería la luz en la Rusia de Stalin. De hecho, no llegó íntegramente a las librerías rusas hasta 1993. La idea, acopiar material que brindase evidencias documentales de lo que más tarde se llamaría el Holocausto, contó al principio con el beneplácito de las autoridades soviéticas. Una vez ganada la guerra, sin embargo, esa actitud cambió de raíz: se borró de un plumazo la solidaridad internacional para con los judíos y la histeria antisemita reapareció en Rusia. Tampoco jugó a favor el incipiente clima de la guerra fría.

    En Gentes, años, vida, las voluminosas memorias de Ilyá Ehrenburg que se publicarán en la editorial Acantilado, el escritor dice: "A finales de 1943, junto con V. Grossman, empecé a trabajar en una compilación de documentos... Decidimos reunir diarios, cartas personales, relatos de víctimas supervivientes o de testigos oculares de la aniquilación de los judíos cometida por los nazis en los territorios ocupados". Así es. Al frente de este ambicioso proyecto concebido por el físico Albert Einstein, en el que colaboraron más de cuarenta periodistas sobre todo entre 1944 y 1946, estuvieron dos personalidades tan contrapuestas como Ehrenburg y Grossman. Si bien poseían muchas cosas en común -ambos eran escritores soviéticos de familias judías que gozaban de gran prestigio y visibilidad por las crónicas de guerra que redactaban para el periódico militar Estrella Roja-, discreparon abiertamente tanto por su manera de ser como de entender la obra. Mientras que Ehrenburg era un pragmático que procedía según las exigencias del momento y se movía como pez en el agua entre la nomenklatura, Grossman era un epígono del humanismo ruso y europeo para quien la Solución Final tenía una gran carga emotiva debido, sobre todo, al asesinato de su madre. Así, Ehrenburg, más sagaz políticamente, entendía que para burlar la censura se debían soslayar ciertos aspectos. Por ejemplo, la colaboración de ciudadanos soviéticos con los alemanes o el excesivo hincapié en la condición judía de las víctimas. No se equivocaba. La comisión encargada de revisar el material detectó un "grave error": "En los textos presentados se aprecian descripciones demasiado pormenorizadas de la abyecta actividad de los ucranianos, letones y representantes de otras nacionalidades que traicionaron a la patria. Con ello, se rebaja la acusación principal y definitiva que presume al libro, a saber, la acusación contra los alemanes". Y, no obstante, para extirpar al Untermensch (subhumano), las SS de Himmler tuvieron que servirse de todo tipo de ardides y de mucha planificación. Sin la colaboración local, difícilmente se habría ejecutado con tanta eficacia el genocidio. La línea oficial de Stalin en el tratamiento del Holocausto fue "no dividáis a los muertos", algo que Ehrenburg llevó a la práctica como marxista consagrado a la idea de la fraternidad universal.

    El libro negro estuvo auspiciado por el Comité Judío Antifascista, creado tras la invasión de Rusia por los alemanes en 1941, cuando Stalin ansiaba ganarse el apoyo internacional judío que había perdido con la invasión conjunta de Polonia por Alemania y la URSS, a raíz del Pacto Ribbentrop-Mólotov. La prohibición de que se publicara esta acta de la brutalidad no fue más que el preludio a la ejecución de varios miembros del comité. La ola de antisemitismo que atravesó Rusia tendría uno de sus máximos exponentes en el llamado "Complot de los médicos", en virtud del cual se acusaba a doctores judíos de haber intentado envenenar a los dirigentes del Kremlin. En este sentido, Grossman fue más lejos que Solzhenitsin, al dejar al descubierto no sólo la corrupción del marxismo-leninismo, sino también el espíritu xenófobo imperante en Rusia. Si bien el autor de El archipiélago Gulag reconoce la existencia de pogromos en Ucrania, por ejemplo, negó que en Rusia hubiese un sentimiento racista.

    Con mucho retraso, nos llega este catálogo de la infamia cuyas particularidades no por ya mejor conocidas ahora dejan de ser escalofriantes: violaciones en masa, sadismo, pogromos, inanición, quema de personas vivas, estrangulamiento de niños, gases letales, perros entrenados para morder órganos sexuales. Historias cuya veracidad se ha discutido largamente encuentran aquí pruebas, como el jabón hecho de cadáveres humanos: "Los alemanes seleccionaban a los presos más corpulentos, los asesinaban y los cocían para fabricar jabón con su grasa". El libro presenta cierto carácter soviético: alguna referencia positiva al genio estratégico de Stalin, el énfasis en la ayuda brindada por los no judíos a las víctimas y la escasa mención al colaboracionismo, pero su significado no queda oscurecido. Cuando Grossman llega a Treblinka y ve el campo desmantelado por los nazis antes de la llegada del Ejército Rojo, se pregunta: ¿acaso creían que el crimen sería olvidado? Si por un instante el escritor quiso pensar que todo era fruto de una pesadilla, los mechones de pelo que escupía la tierra vinieron a confirmar las declaraciones de los testigos. El libro negro es un documento perturbador, valiente y controvertido. Con su publicación en nuestro país se salda una cuenta pendiente. Ninguna historia del Holocausto estará completa sin hacer referencia a él.

    La sencilla aritmética del salvajismo

    Al inicio de Vida y destino se expresa el carácter inhumano de la barbarie nazi con la descripción de la llegada de un tren a un campo de concentración en cuyo diseño reina el orden y la lógica fabril. Dos son las aportaciones personales de Grossman a El libro negro, 'El asesinato de los judíos de Berdíchev' y 'Treblinka', y en ambas reitera el mismo mensaje: lo sucedido no fue consecuencia de un rapto de odio o locura contagiosa. Es errónea, afirma nada más acabar la guerra, la percepción de que fue un caos irracional el que propició la destrucción de vidas y el paisaje como el "más terrible de los huracanes". Hubo un corpus teórico, un aliento medido, una planificación consensuada y fue necesaria la orden que accionase toda la maquinaria, bien afinada y dispuesta. La industria de la muerte no permitía improvisaciones.

    Empotrado en el Ejército Rojo, escribió lo que se consideran las primeras páginas del genocidio. "Todo un pueblo ha sido brutalmente exterminado", dice en Ucrania sin judíos. Cuando regresa a Berdíchev, su ciudad natal, conocida entre los antisemitas como "la capital de los judíos" y, por tanto, objetivo prioritario de los nazis, ve la fosa al lado del aeropuerto donde arrojaron a su madre. La visión de ese lugar, incluido en la última carta que Anna Strum dirige a su hijo en Vida y destino, supone una brusca sacudida en todo su ser. El Holocausto, que empieza en Berdíchev el 15 de septiembre de 1941, se convierte desde ese momento, junto con el totalitarismo, en el pilar de su obra literaria. Grossman fue el primero en entrevistar a los supervivientes de Treblinka. Aun consciente de que sólo las víctimas pueden describir el auténtico horror, acometió la difícil tarea de hablar por aquellos que reposan bajo tierra. Con todo el oficio narrativo que le granjeó el periodismo de guerra, sin faltar a la verdad del dato ni al deber del recuerdo, diseccionó el operativo del campo de exterminio. Grossman, notario del siglo de los perros lobo, incluyó estos dos informes para que no permaneciéramos nunca indiferentes ante los demás ni indulgentes con nosotros mismos.


    El libro negro

    Vasili Grossman e Ilyá Ehrenburg

    Introducciones de Irina Ehrenburg

    e Ilyá Altman. Traducción de Jorge Ferrer

    Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores Barcelona, 2012. 1.226 páginas. 35 euros


    EL PAÍS

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    Pues eso, que se ha publicado en castellano este importante documento sobre el Holocausto, de Grossman y Ehrenburg, el cual en su día fue prohibido por Stalin, el primero en negar el genocidio nazi.
  • Mamonasso, avisa del reflote que casi me lo leo entero de nuevo

    :fuuu:


    :risa:
  • Tampoco ha sido tanto, que seguía en primera peich  :chis:

    Además, así no te se olvida  :risa:
  • La cita la he sacado de "La corte del zar rojo", de Simon Sebag Montefiore.

    En el apartado de notas, pone:
    Jrushchov a propósito de Crimea y los judíos: Stepan Staszewski en Oni, pp. 170-172.

    Y luego algo de un tal RGASPI  :chis:
  • Ya, hombre, era broma  :risa:
  • Sé que me voy a arrepentir, pero a ver cuántos de los cientos de judíos detenidos o asesinados por los estalinistas eran peligrosos sionistas al servicio de la CIA.
  • Entre tus pajas mentales me ha parecido entender que sí pudo haber un complot judío. Es más, que los judíos pudieron haber asesinado a Stalin por denunciarlo.
  • No, lo más sencillo es acusar a los judíos de oscuras conspiraciones, se ha hecho muchas veces, una de ellas durante el estalinismo.

    Insisto:

    ¿Cuántos de los cientos de judíos detenidos o asesinados por los estalinistas eran peligrosos sionistas al servicio de la CIA?

    ¿Crees que pudo haber un complot judío?

    Y por favor, deja de pegar tochos en inglés que nadie va a leer, anda.
  • Yo, y con todo el respeto, ya que cada uno tiene su visión propia, creo que hay una posibilidad de que este comité judío fuera ciertamente infiltrado por la CIA.

    No me extraña nada que creas eso, la verdad. Pero dejando aparte las creencias, la realidad es:

    -Que el CJAF fue creado y organizado por el NKVD, por tanto, en principio, actuaba al servicio del NKVD, no de la CIA.

    -Que no hay ninguna prueba de que estuviera al servicio de la CIA.

    -Que la mayoría de los judíos represaliados por el estalinismo ni siquiera tenían nada que ver con el CJAF, y menos aún con la CIA.

    -Que el complot de los médicos fue una farsa.

    -Que los judíos perseguidos por el estalinismo lo fueron por ser judíos, no por estar al servicio de ningún enemigo, a pesar de lo que dijera Stalin. Por tanto, es lógico hablar de antisemitismo, que es el odio a los judíos (por su raza, su cultura o su influencia, según la RAE).


    Si crees que quizá Stalin tuviera un poquito de razón en ponerse a perseguir judíos, dilo abiertamente. Así al menos nos ahorramos tus sempiternos tochos en inglés que nadie lee.
  • No lo sabremos nunca porque murió en circunstancias extrañas tres meses después de haber denunciado ese complot, y fíjate, por alguna razón médica desconocida...

    En el fondo eres genial  :risa:
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