LOS TRENES DE JAÉN
Salgo a la calle. Un burgués no es una persona. Ni un animal. Es menos que todo. No es nada. ¿Cómo voy a sentir que muera un burgués yo, que salgo a la calle a matarlos?
Ramón J. Sender, "Siete domingos rojos"
Introducción
El Excmo. E Ilmo. Sr. Obispo de Jaén, Don Manuel Basulto Jiménez, fue traído de aquella ciudad para ser asesinado en el lugar conocido con el nombre de "Pozo del Tío Raimundo", próximo al Cerro de Santa Catalina, del término de Vallecas (Madrid), en unión de su hermana y del Deán y Vicario General de aquella Diócesis, Don Félix Pérez Portela. Las expresadas víctimas, juntamente con unos doscientos detenidos de aquella provincia, bajo pretexto de ser trasladados a la Prisión de Alcalá de Henares, fueron conducidos a un tren especial que sobre las once de la noche del día 11 de agosto de 1936 salió de Jaén custodiado por fuerza armada, siendo el trayecto constantemente vejados por las turbas que esperaban en las estaciones de paso y que los insultaban y apedreaban, llegando el convoy a Villaverde (Madrid), donde fue detenido por los marxistas, que con gran insistencia pedían les fueran entregados los presos para asesinarlos. El Jefe de la fuerza que venía custodiando a los detenidos habló entonces por teléfono con el Ministro de la Gobernación rojo, y el resultado de la conferencia fue retirar las fuerzas mencionadas, dejando en poder de la chusma a los ocupantes del tren, que fue desviado de su trayectoria a Madrid y llevado a una vía o ramal de circunvalación hasta las inmediaciones del lugar ya mencionado del "Pozo del Tío Raimundo". Rápidamente empezaron los criminales a hacer bajar del tren tandas de presos, que eran colocados junto a un terraplén y frente a tres ametralladoras, siendo asesinados el Excelentísimo e Ilmo. Sr. Obispo y el Vicario General Don Félix Pérez Portela. La hermana del Sr. Obispo, que era la única persona del sexo femenino de la expedición, llamada doña Teresa Basulto Jiménez, fue asesinada individualmente por una miliciana que se brindó a realizarlo, llamada Josefa Coso "La Pecosa", que disparó su pistola sobre la mencionada señora, ocasionándola la muerte; continuando la matanza a mansalva del resto de los detenidos, siendo presenciado este espectáculo por unas dos mil personas, que hacían ostensible su alegría con enorme vocerío. Estos asesinatos, que comenzaron en las primeras horas de la mañana del 12 de agosto de 1936, fueron seguidos del despojo de los cadáveres de las víctimas, efectuado por la multitud y por las milicias, que se apoderaron de cuantos objetos tuvieran algo de valor, cometiendo actos de profanación y escarnio y llevando parte del producto de la rapiña al local del Comité de Sangre de Vallecas, cuyos dirigentes fueron, con otros, los máximos responsables del crimen relatado.
Causa General
El año pasado se publicó este libro, obra del historiador "intereconómico"
Santiago Mata:
El tren de la muerte (La Esfera de los Libros).
Según reza la contraportada, el tema del libro es
"la primera gran matanza pública de civiles" de la Guerra Civil. El asunto me parece interesante, lo malo es que el libro resulta un tanto farragoso, no termina de aclarar algunos detalles importantes y encima es incómodo de consultar al carecer de algo tan importante como un índice onomástico. Pero lo peor son las conclusiones del autor sobre el tema de la memoria histórica de la Guerra Civil. Según Santiago Mata, el "revanchismo" de los últimos años se debe a que el franquismo cometió el error de "abandonar el campo historiográfico a las opiniones partidarias de los republicanos", y esto lo hizo, al parecer, por "el deseo de hacerse perdonar el haber ganado", "un cierto sentimiento de culpabilidad por los crímenes cometidos en el bando nacional", y también por querer compensar a los republicanos por haber perdido la guerra.
En fin, que el franquismo pecó de bueno y tonto y dejó que los historiadores
rojos se le subieran a la chepa. Espeluznante, vamos.
Aparte, la investigación del autor tampoco me parece que haya sido demasiado "exhaustiva", como asegura la contraportada. Las indagaciones de Mata se han limitado a pegarle un repaso a la Causa General (o sea, a consultar lo que ya investigaron otros), a visitar los lugares de los hechos sin obtener muchos resultados (según él, por no poder obtener el permiso para investigar), y a entrevistar a un superviviente:
Leocadio Moreno Páez.
No obstante, el tema efectivamente es interesante y el libro, al menos, puede servir para recordar un hecho muy sangriento de los primeros días de la guerra y también bastante desconocido. Y es curioso que sea algo desconocido tratándose de una matanza cometida por los republicanos. En este punto el libro también resulta útil, ya que su autor explica por qué las autoridades franquistas decidieron no darle mucha publicidad, al contrario de lo que se hizo con otros iconos de la Guerra Civil, como el paso del Estrecho por los sublevados, la resistencia del Alcázar de Toledo o la matanza de Paracuellos.
Los hechos
Los hechos son los siguientes. Empecemos con una breve introducción a cargo de Luis Miguel Sánchez Tostado, autor del libro
La Guerra Civil en Jaén (historia de un horror inolvidable) y de la primera web con un listado actualizado de las víctimas de ambos bandos durante la guerra y la dictadura (en este caso referido a la provincia de Jaén):
Los primeros meses del golpe de Estado fueron especialmente sangrientos. Las zonas que fueron tomadas por el ejército rebelde aplicaron “su justicia” de forma inclemente mediante la aniquilación física de los republicanos y, aun sin tener responsabilidades políticas, extendieron su represión a familiares y amigos en una persecución obsesiva hacia el masón, el comunista, al socialista, el ateo, el apóstata, el “rojo” en general; y convirtieron en “santa cruzada” la búsqueda y captura de los republicanos al viejo estilo de los Autos de Fe inquisitoriales.
Por su parte, en algunas zonas que se mantuvieron fieles a la República (como la provincia de Jaén), el golpe militar fue la excusa que necesitaron algunos para llevar a cabo una revolución de tintes bolcheviques donde la consecución de la dictadura del proletariado pasaba por el anticlericalismo y el exterminio físico de caciques y propietarios, de los “fascistas” en general, que luego se extendió a otros que simplemente tenían algún bien o propiedad, y aún sin ser solvente, por el simple hecho de haberse expresado contrario a lo establecido. Así, unos y otros, “rojos” y “fascistas”, llenaron de cadáveres cunetas, campos y cementerios. Una España tomada por el terror de las sirenas, los bombardeos, los juicios sumarísimos y los pelotones de fusilamiento.
http://www.laguerracivilenjaen.com/introduccion.php
El 11 de agosto de 1936 había unos 800 presos encerrados en la Catedral de Jaén. Se trataba de sospechosos de simpatizar con la rebelión militar que habían sido detenidos por toda la provincia, así como de prisioneros procedentes de Adamuz (Córdoba), atrapados durante la ocupación del pueblo por las fuerzas del general Miaja el día anterior. Entre los presos había algunas figuras destacadas, como el derechista
León Álvarez Lara, diputado por el Partido Agrario Español, o
José Cos Serrano, presidente de la Federación Provincial de Labradores de Jaén y antiguo diputado del Partido Agrario. También falangistas, como
Carmelo Torres Romero, jefe local de Jaén, y miembros del clero, como
Manuel Basulto Jiménez, obispo de Jaén. La prensa republicana había informado ampliamente sobre la detención del obispo durante los días 3 y 4 de agosto.
Manuel Basulto Jiménez, obispo de Jaén
La enorme cantidad de presos retenidos en la catedral y los temores de que la improvisada prisión fuera asaltada por las milicias, hicieron que el gobernador civil,
Luis Rius Zunón, organizara el traslado de varios cientos de reclusos a la cárcel de Alcalá de Hernares, con el permiso del Ministerio de Gobernación.
Al amanecer del 11 de agosto, una primera expedición, con 322 presos, llegó en camiones al enlace ferroviario de Espelúy donde los embarcaron en un tren. Llevaban una escolta de unos 40 o 50 policías uniformados y milicianos.
Ya desde Jaén se le dio mucha publicidad al acontecimiento, que se anunciaba como un traslado de "prisioneros del frente de Córdoba". El viaje no se realizó en muy buenas condiciones, ya que se negaba el agua a los presos y éstos además recibían amenazas de la gente en cada estación por la que pasaban, que incluso en algún momento trataba de asaltar el tren. Pero lo peor fue al llegar a la Estación de Atocha (entonces conocida como del Mediodía), por la tarde. Allí, la muchedumbre bloqueó el paso del tren, y en medio de insultos exigía hacerse con los prisioneros o quemar el tren con ellos dentro. El tren consiguió arrancar aunque tuvo que detenerse muy poco después. Por lo visto no está claro si continuaba en Atocha, o si había conseguido avanzar hasta las proximidades de la actual estación del Pozo del Tío Raimundo, en Entrevías, Vallecas.
Finalmente, los milicianos exaltados subieron al tren y empezaron a escoger a presos para asesinarlos. Por lo visto, en un principio preferían a los que llevaran gafas o reloj de pulsera, pero finalmente se decantaron por los políticos de derechas, los curas y algunos propietarios.
Dentro de lo que cabe, los presos de aquel primer tren tuvieron suerte: sólo se fusiló a once de ellos, entre los que estuvieron los anteriormente mencionados José Cos Serrano, León Álvarez Lara y Carmelo Torres Romero, y dos curas.
Los asesinatos fueron dirigidos por
Basilio Villalba Corrales, jefe de las milicias socialistas de Atocha. No habían sido autorizados por el Frente Popular, pero Villalba no recibió ningún castigo por parte de su sindicato, la UGT, ni de su partido, el PSOE. Continuaría persiguiendo a sospechosos "fascistas", primero como jefe de milicias y luego como policía.
Los 311 presos restantes llegaron a Alcalá de Henares, aunque al bajar del tren sufrieron golpes y maltratos por parte de la gente que los esperaba, de forma que un tercio de ellos requirió atención médica.
Tres de los supervivientes morirían en prisión durante la guerra.
Ni estos hechos ni los del día siguiente -que fueron mucho peores- pasaron inadvertidos para el cuerpo diplomático, como ya veremos. Teniendo en cuenta la sensibilidad del Gobierno republicano en lo que respecta a las repercusiones internacionales de lo que ocurriera en su zona, es sorprendente que el ministro de Gobernación, general
Sebastián Pozas Perea, sabiendo lo ocurrido el 11 de agosto, no pospusiera ni cancelara la segunda expedición que debía salir de Jaén. La única precaución que se tomó fue elaborar una nueva ruta para evitar que el tren pasara por Atocha.
Sebastián Pozas Perea
A primera hora del 12 de agosto, 255 presos, entre los que estaban el obispo Manuel Basulto, de sesenta y siete años, su hermana Teresa -la única mujer de la expedición-, el marido de ésta, Mariano Martín Portela, y Félix Pérez Portela, deán de la catedral, salieron de Jaén en dirección a Alcalá de Henares con un destacamento de no más de 50 guardias civiles a las órdenes del alférez Manuel Hormigo Montero.
De nuevo se anunció por radio el traslado y se repitieron los insultos y las amenazas hacia los presos en las distintas estaciones por las que pasaban. Por la tarde, el tren se detuvo en el apeadero de Santa Catalina, Villaverde, donde lo esperaba una gran muchedumbre con evidentes intenciones hostiles hacia los detenidos. También había allí 50 guardias de asalto, lo que indicaba que las autoridades habían previsto desórdenes y trataban aparentemente de evitarlos.
Ante la insistencia de los milicianos por apoderarse del tren, el teniente al mando de los guardias de asalto realizó una llamada por teléfono. No está claro si habló con el director general de Seguridad,
Manuel Muñoz Martínez, o con el ministro de Gobernación. Fuese como fuera, tras la conversación tanto los guardias civiles como los de asalto se retiraron marchándose a Madrid, y dejando así el tren en manos de los exaltados, entre los que por cierto, además de milicianos y paisanos, había militares, mujeres e incluso niños.
Manuel Muñoz Martínez
Una vez los milicianos se hubieron hecho dueños del tren, lo desviaron de su camino un par de kilómetros, hasta el Pozo del Tío Raimundo, justo donde la vía férrea se cruza con la carretera de Villaverde a Vallecas. Allí habían emplazado tres ametralladoras. Fueron sacando a los presos en grupos y asesinándolos hasta un total de
196. No fue pues un linchamiento, sino una matanza metódica. En los altos de alrededor había entre 1.500 y 2.000 personas contemplando la masacre.
Apeadero de Santa Catalina, invierno de 1936
El mismo lugar, hoy
El lugar de la matanza del Tren de la Muerte (12 de agosto de 1936)
Entre los asesinados, por supuesto, estuvo el obispo de Jaén, pero también el deán de la catedral, la hermana del obispo y su marido. Según casi todos los testimonios, a la hermana de Manuel Basulto, Teresa, la asesinó una miliciana de 16 años llamada Josefa Coso, y conocida como "la Pintá" o "la Pecosa", seguramente con ayuda de otra miliciana. "La Pintá" pertenecía a la Juventudes Socialistas Unificadas (JSU).
No todos los presos fueron asesinados, ya hemos dicho que eran 255 y que mataron a 196. Entre los que se salvaron estuvo el falangista Antonio Trapero Hervás, natural de Vilches, que como en su día había pertenecido a la CNT tuvo el lucidez de guardarse su carné del sindicato y mostrárselo a los milicianos que lo tomaron por uno de los suyos. A su vez, Trapero salvó la vida de Leocadio Moreno -el superviviente que fue entrevistado por Santiago Mata- afirmando que también pertenecía a la CNT, si bien era asimismo falangista. La filiación política de Moreno, por cierto, fue descubierta más tarde, si bien se salvó de ser fusilado. Tras conseguir escapar de la Cárcel Modelo de Madrid, se hizo pasar otra vez por republicano y llegó a ser escolta de Dolores Ibárruri y teniente de caballería del Ejército Popular de la República.
Otro tipo que se salvó de la matanza fue uno que presentó un recibo de haber dado diez mil pesetas al Socorro Rojo Internacional alegando que lo había hecho voluntariamente, si bien esto último no era cierto.
Por lo visto, el cabecilla de los asesinos fue
Antonio Ariño Ramis, llamado "el Catalán", un anarquista que trabajaba para la Dirección General de Seguridad y el Comité Provincial de Investigación Pública, también conocido como Checa de Bellas Artes o Checa de Fomento.
Parece ser que la matanza del 12 de agosto fue el motivo de que a Vallecas se la conciera como la "Rusia chica".
Comentarios
Como ya dijimos, estos hechos no pasaron desapercibidos para el cuerpo diplomático acreditado ante la República. El decano del mismo era el embajador de Chile, Aurelio Núñez Morgado.
La práctica diplomática europea por entonces no incluía el derecho de asilo en las embajadas para los oponentes de un Gobierno reconocido, pues tal acción supondría una intervención en los asuntos internos de un país amigo. Sin embargo, en España el cuerpo diplomático tomó la decisión de acoger en sus sedes a refugiados españoles. Según Núñez Morgado, esto ocurrió a raíz de las matanzas de los trenes de Jaén.
El 8 de agosto hubo una reunión del cuerpo diplomático en la Embajada chilena en la que se habló del asesinato de siete religiosos colombianos mientras se dirigían en tren desde Ciempozuelos a Barcelona, asesinatos por los que los diplomáticos protestaron ante el Gobierno de la República.
El 13 de agosto hubo una nueva reunión en la que se habló de las matanzas de los trenes de Jaén. Núñez Morgado responsabilizó de las mismas al general Pozas, ministro de Gobernación, por haberlas permitido cuando habló por teléfono con el teniente de los guardias de salto. El embajador de Chile propuso exigir al Gobierno republicano que permitiera a las embajadas acoger a refugiados españoles, y que de no ser así, las representaciones diplomáticas tendrían que consultar a sus gobiernos la posibilidad de marcharse de Madrid cerrando sus respectivas sedes. El embajador de México fue el único que se puso del lado del Gobierno republicano.
En los dos días siguientes, todos los embajadores y representantes extranjeros consultaron con sus respectivos gobiernos la oportunidad de marcharse de España, y todos salvo tres (los de Argentina, Turquía y México) obtuvieron respuestas afirmativas siempre y cuando así lo acordara el cuerpo diplomático.
Un informe de la Embajada británica hablaba del "primer crimen colectivo de Madrid", aunque la prensa guardó silencio.
A partir de aquel momento se comenzó a recibir en las distintas sedes extranjeras a quienes solicitaban asilo, como así se lo comunicó el 20 de agosto Núñez Morgado al ministro de Estado de la República, Augusto Barcia Trelles.
Todo esto lo contaría Núñez Morgado en su libro Los sucesos de España vistos por un diplomático, publicado en Buenos Aires, en 1941.
Aurelio Núñez Morgado, embajador de Chile
Obviamente muy distinto fue el caso de la URSS, cuyo primero embajador, Marcel Rosenberg, llegó a España a finales de agosto y se negó a asistir a las reuniones del cuerpo diplomático. La Unión Soviética no reconocía el derecho de asilo de las embajadas ni el derecho del embajador chileno a hablar en nombre del cuerpo diplomático.
El 14 de agosto, Luis Rius Zunón, gobernador civil de Jaén, quien había organizado con la Dirección General de Prisiones el traslado de los presos en los trenes, dimitió de su cargo. La masacre debió de afectarle mucho, ya que con aquellas expediciones había tratado de evitar en Jaén precisamente lo que ocurrió en Madrid.
Otras matanzas
Las de los trenes de Jaén no fueron las únicas matanzas de presos de dicha provincia ocurridas durante la guerra. En la noche del 30 al 31 de julio se asesinó a 45 presos de la cárcel de Úbeda.
El 1 de abril de 1937, la aviación republicana bombardeó Córdoba matando a 37 personas, 18 de ellas en el Hospital Militar. En represalia, ese mismo día el general Queipo de Llano ordenó bombardear Jaén matando nada menos que a 159 personas. Fue uno de los peores bombardeos de la guerra y, paradójicamente, es mucho menos conocido que el de Guernica.
Se ha escrito que aquel bombardeo fue obra de la Legión Cóndor alemana, pero es falso. Los aviones Junkers Ju 52 que lo llevaron a cabo pertenecían a la aviación nacional, concretamente al 2º Grupo.
A su vez, en venganza por el bombardeo, en los días siguientes se asesinó en Jaén a 130 presos.
Según Sánchez Tostado, tras la guerra la represión franquista acabaría con la vida de casi 3.000 personas.
Días después de las masacres de los trenes fue asesinado en Madrid el general Eduardo López Ochoa. Cuando empezó la guerra estaba ingresado en el Hospital Militar de Carabanchel (actual Gómez Ulla). Se encontraba detenido desde la victoria del Frente Popular acusado de haber cometido crímenes mientras dirigía las operaciones militares contra los revolucionarios asturianos en octubre de 1934, a pesar de que en realidad había tratado precisamente de contener la represión. El 17 de agosto, sin que nadie lo protegiera, una turba lo sacó del hospital y lo asesinó. Después, le cortaron la cabeza y la pasearon por las calles.
Quizá este suceso, así como la matanza de la Cárcelo Modelo de Madrid, ocurrida pocos días después y en la que se asesinó a casi 30 presos -casi todos ellos significados-, fueran en respuesta a la masacre perpetrada en Badajoz por los sublevados los días 14 y 15 de agosto.
Actitud franquista
En octubre de 1939 fueron exhumados en Vallecas los restos de las víctimas de ambos trenes y trasladados a una cripta de la Catedral de Jaén. Sin embargo, el franquismo nunca dio mucha publicidad a esta matanza. ¿Por qué?
El 19 de julio de 1939, la Guardia Civil del pueblo cordobés de Adamuz se sumó a la sublevación, pero terminó siendo rodeado por los republicanos. El 10 de agosto la población se rindió gracias a las negociaciones llevadas a cabo por un capitán de la Guardia Civil que estaba en el lado republicano y que se llamaba Antonio Reparaz Araújo.
Reparaz, nacido en Asturias en 1899, era en el verano de 1936 el jefe de la Guardia Civil de Andújar (Jaén). Aunque simpatizaba con los sublevados, no pudo unirse al pronunciamiento cuando empezó, así que llevó a cabo un doble juego durante un tiempo. El 1 de agosto sus hombres se unieron a la columna del general Miaja que trataría infructuosamente de tomar Córdoba. El propio Reparaz logró para los republicanos la rendición de Adamuz, el día 10, como ya hemos dicho, y también la de Pozoblanco el 15. A la vez, preparó la concentración de fuerzas de la Guardia Civil jienense en el Santuario de la Virgen de la Cabeza, que se sublevaría el 14 de septiembre a las órdenes del capitán Santiago Cortés.
Reparaz se pasó a los nacionales en Córdoba con más de 200 guardias civiles el 25 de agosto. Más tarde, elogiaría en un libro al Santuario de la Virgen de la Cabeza comparándolo con los blocaos africanos, donde los españoles podían resistir indefinidamente. Pero no fue así: aguantó menos de ocho meses y se convirtió en trampa mortal para los que estuvieron allí asediados.
La entrada de las fuerzas de Miaja en Adamuz y Pozoblanco -gracias a las gestiones de Reparaz-, tuvo algunas consecuencias sangrientas. Desde Pozoblanco se enviaron a Valencia unos 200 presos que en su mayoría fueron fusilados. En Adamuz, el mismo día 10 se fusiló a 26 personas, al día siguiente a otra más, y el 23 de agosto a 21 más. En el primer tren de Jaén enviado a Madrid iban 18 presos de Adamuz. Tres morirían durante el cautiverio. De los 255 presos del segundo tren, 101 eran de Adamuz. De estos, 52 fueron asesinados en la matanza del 12 de agosto y 13 más lo serían durante la guerra.
Entre los guardias civiles encerrados en el Santuario de la Virgen de la Cabeza había varios de la escolta del segundo tren de la muerte, empezando por su jefe, el alférez Manuel Hormigo Montero. Esos guardias civiles que habían abandonado a los presos a su suerte...
En 1941 Reparaz (que por entonces era jefe superior de Policía de Madrid) fue sometido a un consejo de guerra acusado por los pueblos de Adamuz y Pozoblanco de haber contribuido a la muerte de 700 personas en las represalias republicanas (incluyendo las de los trenes de Jaén). Aunque fue absuelto, terminó marchándose de España en 1946. Quizá le atormentasen los muertos de Adamuz, Pozoblanco y el Santuario...
La respuesta a ¿por qué el franquismo nunca dio mucha publicidad a la matanza de los trenes de Jaén? es evidente. Airear este episodio habría significado poner de manifiesto el papel, cuando menos poco decidido, que la Guardia Civil había jugado en Jaén al principio de la guerra, colaborando con los rojos e incluso permitiendo una matanza de presos derechistas.
Eso sí, tras la guerra se juzgó por la matanza de los trenes a 58 personas, de las que se fusiló al menos a 29.
Manuel Muñoz, el director general de Seguridad, escapó a Francia en 1939, pero fue detenido por los nazis al año siguiente y entregado a España en 1942. Juzgado ese mismo año por varios crímenes (entre ellos el de los trenes de Jaén) fue fusilado el 1 de diciembre en Madrid.
Conclusiones
-No deja de ser soprendente que la matanza de los trenes de Jaén sea tan desconocida para el público, tanto por su magnitud como por su trascendencia.
-La matanza no fue espontanea ni imprevista, como ya hemos visto, y fue autorizada por las autoridades republicanas que trataron así de evitar un enfrentamiento entre los suyos. Simplemente eligieron un mal menor (la matanza) frente a uno mayor (enfrentarse a los milicianos).
-No fue cometida por "el pueblo". En su libro "El holocausto español", Paul Preston escribe que fue obra de "milicianos anarquistas" y esto tampoco es correcto. En ella participaron comunistas (Batallón Sargento Vázquez), socialistas (Batallón Pablo Iglesias), y cenetistas (ateneos del Puente de Vallecas, Entrevías, etc.). Esto quiere decir que desde los primeros momentos de la guerra, se instauró un clima de terror en la zona republicana al que contribuyeron de forma entusiasta militantes de distintos partidos. Las autoridades lo sabían, ya que muchos de los asesinos eran de los suyos, pero no hacían casi nada por evitarlo, bien porque no pudieran o bien porque estuvieran a otra cosa.
-La matanza tuvo también trascendencia porque hizo que el Gobierno republicano perdiera legitimidad ante muchos diplomáticos en lo referente a la defensa de los derechos humanos más básicos.
-La matanza prueba -una vez más- que no todas las víctimas del franquismo fueron inocentes. Es más, en el Portal de Víctimas de la Guerra Civil y Represaliados del Franquismo, puesto en marcha por el Ministerio de Cultura en mayo de 2010, no aparece ninguna de las víctimas de los trenes de Jaén, pero en cambio sí algunos de los responsables de la matanza.
-No se trata de criminalizar al bando republicano que, en definitiva, mató a mucha menos gente que el otro, sino de contar los hechos como fueron.
Para terminar, en los mismos escenarios en que se produjo esta matanza (estación de Atocha, Pozo del Tío Raimundo), hubo otra casi 68 años más tarde. En unos nuevos trenes de la muerte, y en una triste coincidencia, hubo casi el mismo número de muertos: 191. Fue el 11 de marzo de 2004, pero esa es otra historia.
Fuentes
-Mata, Santiago, "El Tren de la Muerte", La Esfera de los Libros, 2011.
-Preston, Paul, "El holocausto español", Círculo de Lectores, 2011.
-Ruiz, Julius, "El Terror Rojo", Espasa, 2012.
-Santos Juliá et al., "Víctimas de la Guerra Civil", Temas de Hoy, 1999.
http://www.laguerracivilenjaen.com/
http://www.laguerracivilenjaen.com/listado5.pdf
http://www.panoramio.com/user/5820706
http://www.laguerracivilencordoba.es/intro.htm
Saludos.
Por cierto, vuelvo a poner la foto de López Ochoa con la cabeza cortada, que no sé por qué no sale:
Gran hilo como siempre.
Lo de la imagen, ponla en otro servidor a ver si se ve.
Gracias
Es igual, quien quiera verla que la busque
De hecho, en Vallecas el reparto de armas entre los milicianos empezó ya el 17 de julio.
Eres un puto troll.
Joder, ya no sabe ni mirar un calendario.
LOL
Primero que los nacionales tuvieron la posguerra para seguir asesinando. Los republicanos no.
Y segundo, eso de que todos los asesinatos del bando nacional "fueron planificados" y los de los republicanos no es una falacia.
Hubo mierda de la buena en los dos bandos. Pandilla de criminales. Todos.
No sólo no sabe mirar un calendario sino que además vive en la inopia.
http://www.youtube.com/watch?v=QcdaFnMZW3g#ws
A pesar de ser Intereconomía, sacan una introducción sobre la guerra civil en Jaén a cargo del historiador Sánchez Tostado, que no es nada facha.
Con respecto a lo que dice sobre el bombardeo de la ciudad de Jaén el 1 de abril de 1937, insisto en que no lo hizo la Legión Cóndor, como apunta Sánchez Tostado, sino la Aviación nacional española, y fue tan sangriento o más que el de Guernica, que ocurriría semanas después.
Estremecedoras las imágenes, por cierto.
http://www.youtube.com/watch?v=nCaVL5pjqVo#ws
Dejando aparte al letanías del presentador y el tono facha que impera en toda la conversación, sale hablando Leocadio Moreno, el superviviente del Tren de la Muerte.
Además, a partir del minuto 14, más o menos, sacan hablando a dos mujeres cuyos familiares fueron asesinados en Málaga por los franquistas. Así el presentador pretende demostrar que no es facha, sino muy equitativo y tal. Queda totalmente forzado y ridículo, claro.
En fin.
Venga, te voy a contestar.
Tomemos el ejemplo de Baena. Efectivamente allí los sublevados llevaron a cabo una represión brutal. Mataron a cerca de 700 personas en los cinco primeros meses de la guerra. Y antes de eso los republicanos se cargaron a casi 100. Esto lo cuenta Paul Preston en "El holocausto español".
Y claro que hubo otras matanzas en los primeros días de la guerra, cometidas por unos y por otros.
Lo que suele pasar con estos hilos es que te enteras del tema según vas leyéndolos, y luego te pones a hacer búsquedas en internet y terminas pegando textos de la Sucupedia, textos que encima no citan ni fuentes. Vamos, que no tienes ni puta idea.
En Vallecas, por cierto, dejando aparte los muertos de los trenes, los republicanos se cargaron a más de 500 personas durante la guerra. Pero es que no se trata de hablar de la Guerra Civil como si fuera un partido de fútbol. Que los franquistas fueron los que más mataron ya lo sabemos y ya lo he dicho. Pero las 50.000 personas que se cargaron los otros durante la guerra tampoco fueron moco de pavo, y obviamente no mataron a más no porque no quisieran, sino porque no pudieron ya que perdieron.
Y centrándonos en la masacre de los trenes, me parece importante por la trascendencia que tuvo. Ninguna de las víctimas había pasado por un juicio, claro. La mayoría de ellas ni siquiera había apoyado la sublevación, así que murieron por ser de derechas, religiosas o causas similares. La masacre, igual que otras cometidas después, fue tolerada por las autoridades republicanas. Es evidente que el Gobierno de la República estuvo al tanto de estos hechos y de otros similares ocurridos después también, y no hizo nada por evitarlos. En la masacre del 12 de agosto, se ordenó a los guardias que se retiraran para que los milicianos se hicieran con los presos y los asesinaran. Y todo esto llegó a oídos de los diplomáticos extranjeros, de forma que el desprestigio para un gobierno que se suponía que defendía la democracia fue tremendo.
La Guerra Civil Española fue así. No se concedió cuartel al enemigo. Se asesinó en masa cuanto se pudo, porque el enemigo no eran sólo los que disparaban desde enfrente, sino cualquiera que pensara distinto. Y mientras no aceptemos que esto lo hicieron ambos bandos, es decir, los hechos, no entenderemos nada.
¿Sí?
¿Cuántos eran militares?
Está muy bien que vuelvas a poner un enlace que yo ya puse al inicio del hilo. Por desgracia, hace días que la página de Sánchez Tostado no va.
¿Cuántos eran militares?
¿Qué?
Anda, mira, ya funciona la página de Sánchez Tostado, ya se puede ver el listado de víctimas de los trenes de Jaén. Según has escrito, la gran mayoría eran militares. Yo es que sólo veo uno, un capitán de artillería de 39 años. Y eso de que los que aparecen como "vecinos" eran militares sublevados te lo has sacado de la manga.
Vamos, que ni puta idea tienes. Pero pega otro tocho de la Sucupedia, anda :risa:
En la provincia de Jaén no hubo sublevación del Ejército sencillamente porque no había guarnición militar, sólo Guardia Civil. Y de éstos, la inmensa mayoría no se sublevó el 18 de julio (otra cosa sería lo que pasaría después en el Santuario de Santa María de la Cabeza). En Jaén sólo hubo sublevación en algunos pueblos y no fue militar, sino civil. Paisanos de derechas armados que trataron de hacerse con el control de sus respectivos pueblos y que fracasaron al ser derrotados por los milicianos de izquierdas. Muchos de esos civiles murieron muy pronto, pero estos hechos hicieron que se detuviera masivamente a toda la gente de derechas de la provincia e incluso a los que simplemente eran sospechosos de simpatizar con dichas ideas o la sublevación. La inmensa mayoría de los que murieron en los Trenes de Jaén sencillamente no habían hecho nada.
Aparte, en los trenes fueron muchos vecinos del pueblo cordobés de Adamuz, sobre todo en el segundo. En este pueblo, la sublevacion la llevaron a cabo siete guardias civiles y 78 paisanos, que se rindieron el 10 de agosto. En la masacre cometida dos días después fueron asesinados 52 vecinos de Adamuz, pero sólo 20 de ellos habían colaborado en la sublevación. Y en todo caso, estos últimos no habían tenido ningún juicio.
En resumen, que la matanza de la que hablamos en este hilo fue una masacre de civiles, y encima inocentes en su inmensa mayoría. Según tú, de hecho la gran mayoría eran militares, no me jodas. Y ya sabemos el comportamiento que tuvieron los militares....
Pues tú de este tema no sabes nada, no tienes ni puta idea, como siempre que te metes en estos berenjenales :risa:
Venga, pon otro tocho de la Sucupedia :risa:
¿Qué guardias de asalto?
¿Qué militares?
¿Cuántos guardias civiles se sublevaron en Jaén el 18 de julio?
Ni puta idea :risa:
Claro, y Sánchez Tostado, que es quien las ha colgado en internet, no se ha preocupado de comprobarlas, por supuesto.
Ni puta idea :risa:
El Comité Provincial de Investigación Pública (también conocido como Checa de Bellas Artes o Checa de Fomento) fue creado el 4 de agosto de 1936 por Manuel Muñoz, director general de Seguridad, que pertenecía a Izquierda Republicana. Y tenía representación de todos los partidos del Frente Popular, así que todos ellos se vieron implicados en crímenes.
Como puse hace tiempo en otro hilo:
La única capital de provincia que consiguieron ocupar -temporalmente- los republicanos fue Teruel, en el invierno de 1937 a 1938. Bien, pues a lo largo de la guerra los republicanos mataron en la provincia de Teruel a más personas que los franquistas durante la guerra y la posguerra juntas: 1.702 víctimas de los republicanos contra 1.340 de los nacionales. La represión republicana se recrudeció precisamente durante la batalla y la ocupación de la ciudad. Todavía en febrero de 1939, unos soldados republicanos que huían hacia Francia fusilaron en Cataluña a una cuarentena de prisioneros de la batalla de Teruel, entre ellos al jefe de la guarnición, el coronel Domingo Rey d'Harcourt, y al obispo de la ciudad, Anselmo Polanco. Después, quemaron los cuerpos cuando algunos todavía agonizaban.
A medida que el Ejército republicano se retiraba por Cataluña en dirección a Francia, unos cuantos de sus hombres asesinaron a algunos cientos de personas, entre prisioneros y civiles. Hubo soldados republicanos que se hicieron pasar por franquistas para ver la reacción de la población. Si era de alegria al recibirles, tomaban represalias.
Y el del Círculo de Bellas Artes, donde estuvo antes.
Lo que estoy manteniendo -como siempre, por otra parte- es que los asesinos son todos iguales. En la Guerra Civil Española hubo unos cuantos y en ambos bandos. La matanza de la que se habla en este hilo fue injustificable, pública y tolerada por las autoridades, y desde luego no fue la única ocurrida en la retaguardia republicana. Que la guerra la ganara una pandilla de criminales no puede hacer que olvidemos los crímenes cometido en el otro lado. Pero claro, para eso hay que dejar de ver la Historia como si fuera un partido de fútbol.